DESDE MI MUNDO
- Por Carlos Mariano Nin
- Columnista
Voy a hablarles de Pedrito, varias veces conté su historia, no tiene más de 12 años. Era muy pequeño cuando se instaló en el paseo central de una concurrida avenida de Lambaré. Allí, muy cerca del semáforo donde al día miles de personas van y vienen en un viaje repetitivo y obligado del día a día.
Creo que toda su familia hizo del lugar algo así como su segunda casa, si es que tienen una primera, pero aparecen con el sol y se van cuando las sombras van dando paso a la noche.
A veces venden verduras, a veces caramelos y a veces solo piden unas monedas. No es raro. Tienen que sobrevivir. Paraguay está entre los países con mayor tasa de desempleo de la región… y a la barriga no le importa eso, hay que comer. Cada uno sobrevive a su manera.
Pero vuelvo a Pedrito porque el martes fue el Día del Niño y revelar su situación puede ayudarnos a dimensionar un tema que no abordamos con frecuencia.
Siempre hace piruetas en el semáforo con dos improvisadas pelotitas. A veces creo que no solo es su forma de ganarse la vida, sino el escape a su libertad de niño, tratando de conquistar unas monedas jugando a sobrevivir.
“Casi un millón de niños y adolescentes están por debajo del nivel de pobreza”. Sigo con la vista esas improvisadas pelotitas que bailan en el aire, suben y bajan, van y vienen. Cree que es un arte y sin embargo es más que eso. Pedrito se gana la vida mientras ve pasar sus sueños.
“Paraguay invierte poco más del 3% en niñez. Debería ser el doble según los expertos”. Pedritos hay en todas las esquinas de todo el país, él debe ser la prioridad de las políticas públicas de educación. Es un niño con todos los derechos de otros niños, y sin embargo un cambio de luces decide su suerte.
“Cada año tendrían que terminar la educación media 140.000 adolescentes. Solo terminan 70.000″. No es una suposición, son cifras oficiales. Pedrito no es solo una estadística.
Pero esta es su semana. Una semana para recordarnos no olvidarnos de quiénes deben velar por el futuro de nuestros niños y se reparten el dinero de las políticas públicas que casi siempre terminan en el banco de algún político de turno.
Los analistas estiman que el Paraguay pierde alrededor del 4% de su producto interno bruto (PIB) a causa de los gastos indebidos, lo que en términos monetarios ronda los 1.600 millones de dólares, que en moneda local representa más de 11 billones de guaraníes.
A los niños que sobreviven en las calles, a los que sienten el calor del hogar. A los niños que mantienen la sonrisa y para aquellos que la perdieron. Para los niños que trabajan y para los que disfrutan.
Para los niños que se fueron y para los que vendrán. Para los adultos que siempre llevan el niño dentro y para los que desnudan su infancia con una sonrisa.
A los niños que lloran y a los que ríen. A los que van a la escuela y para los que la calle es su escuela.
Para los niños sanos y para los enfermos. Para los niños que sueñan, los que cumplen sus sueños y los que se esfuerzan por alcanzarlos. A los niños de hoy y de siempre… a Pedrito, fantasía, ternura… y dicha en su día. ¡A mis hijos con todo mi amor... feliz día!
Ya lo dijo el papa Francisco: “Un pueblo que no cuida a sus jóvenes y ancianos no tiene futuro”. Pero esa... esa es otra historia.