Resulta innegable que nuestro actual sistema educativo adolece de carencias estructurales de importancia, haciendo que permanezcamos entre los peores calificados a nivel regional.
Estudios de la ciencia educativa a nivel mundial puntualizaron en más de una ocasión que Paraguay sigue “firme” en el podio de los más rezagados en los que atañe a calidad educativa, ubicándolo incluso en una posición similar a países del África.
Desde hace años que se viene pidiendo una verdadera transformación educativa cualitativa en nuestro país dentro de los niveles de la educación primaria y media.
No es tarea sencilla, pues requiere de la conjunción de un capital humano de calidad comprobada, y recursos monetarios que satisfagan esta ingente necesidad dentro del PGN, pues no se trata de solo de hacer una revisión parcial, sino de toda la malla curricular de ambos ciclos las que deberán ser modificados y mejorados sustancialmente, única forma en que podamos lograr “materia prima” (me refiero a los estudiantes) que estén preparados para sobresalir en cualquier campo profesional.
Bien sabemos que nuestro país sigue siendo el que menos invierte en educación vs el PIB, lo cual torna difícil pensar en transformaciones que den resultados cuali/cuantitativos anhelados.
Muchos critican la metodología de la enseñanza de nuestros antiguos maestros, pero haciendo un análisis comparativo vs lo que es hoy en día, llegamos a la conclusión de que los docentes de antes ponían verdadera pasión en sus alumnos, eran estrictos, exigentes como buenos profesionales, y lo mejor de todo es que los padres no acostumbraban casi a “meter la cuchara” cuando sus hijos eran observados por sus maestros, pues le decía: “Si tu maestra, mi hijo, te observó o te corrigió, habrá sido por algo”.
Nuestro deficiente nivel de calidad educativa viene arrastrándose de gobiernos anteriores aun reconociendo que algunos de ellos hayan hecho el esfuerzo de tratar de salir de este atolladero de escasos o limitadísimos niveles de conocimientos de nuestros alumnos, que se ve trasuntado cuando nos decidimos a realizar cursos de posgrados en el exterior, viéndonos obligados a hacer una prenivelación previa debido a que estudiantes de otros países “nos pasan por encima”.
El actual gobierno tuvo la brillante oportunidad de mejorar nuestra calidad educativa, pero no lo hizo, despreocupándose de la suerte de miles de alumnos en todo el país, observándose en la práctica a través de escuelas o colegios cuya estructura se vienen abajo, por la gran desidia, obligando a miles de chicos a tener que seguir dando clase bajo la sombra de los árboles.
Es preocupante los niveles de deserción escolar observados, pues los niños que inician el ciclo primario son muy pocos los que concluyen el 6° grado (principalmente en el interior de nuestro país) por diversas razones.
Apenas el 60%, según estudios realizados, y casi igual porcentaje los que concluyen el ciclo de educación media, siendo los niveles de pobreza y de extrema pobreza una de las principales causas, agregándose que muchísimos padres están sin fuentes de trabajo y no tienen dinero tan siquiera para comprar un cuaderno y lápiz a sus hijos.
Carlos Antonio López decía: “Las escuelas con el monumento más grande a la libertad” y le agregaríamos a la cultura y al progreso de un país.
Queda mucho por hacer en el sector educativo. Este gobierno con un crédito ya utilizado de casi el 100% no ha avanzado casi nada, y muy difícilmente, por no decir casi imposible, podrán hacerlo en los pocos meses que quedan.
No quisiéramos ser muy sarcásticos y decir que nuestro plan educativo es lamentable, pero tenemos que reconocer que merece una profunda revisión y actualización, incorporando algunas materias obligatorias tales como la educación financiera, Guaraní, Educación Cívica y Moral, y todo lo que atañe a la buena interpretación y el razonamiento que les ayuden desde niños a no estudiar de memoria que de nada les servirán en la escuela de la vida y en sus futuras profesiones.