- Por Patricio Fiorotto
- Socio Club de Ejecutivos
Existen distintos mercados y plataformas internacionales de comercio para las compensaciones de emisiones de carbono en donde los participantes compran y venden compensaciones de carbono, llamados también bonos de carbono, en un mercado voluntario, sin imposiciones estatales (aunque incentivadas impositivamente por los Estados y reputacionalmente por organizaciones de la sociedad civil).
Estos mercados desempeñan un papel crucial en la mitigación del cambio climático y en el cumplimiento de las métricas ESG (Environmental, Social and corporate Governance), permitiendo así a las organizaciones y empresas financiar proyectos de reducción de emisiones, incluso cuando no pueden reducir las suyas propias al nivel requerido.
Estas compensaciones de carbono representan la evitación, reducción o eliminación de CO2 u otros gases de efecto invernadero. Las empresas adquieren estos créditos para compensar sus emisiones y cumplir con los objetivos ESG, mientras que los implementadores de proyectos los venden para financiar sus esfuerzos de mitigación.
El mercado voluntario de carbono, que se remonta a 1989 con la financiación de un proyecto forestal en Guatemala para compensar las emisiones de una central eléctrica de carbón de Connecticut (USA), ha sido sustancialmente moldeado por el Protocolo de Kioto en 1997 y por el Acuerdo de París en 2015.
Los créditos de carbono se emiten a través de tres métodos de compensación: evitación, reducción y/o eliminación.
El desarrollo de plataformas y mercados para el comercio de estos créditos ha permitido el desarrollo de proyectos, la conexión entre compradores y vendedores, el apoyo a los implementadores de proyectos y la validación de proyectos según estrictos criterios. Esto ha impulsado un mercado más sólido y con un gran potencial de crecimiento que ya esta llegando a nuestro país.
Así, según firmas especializadas, se estima que este mercado alcanzará los USD 50 mil millones de dólares para 2030 (más que el PIB de nuestro país).
En el caso del Paraguay, tanto su esquema de reservas en campos bajo de producción o de tierras disponibles sin una aplicación productiva adecuada permite vislumbrar que se sumarán tierras no productivas con fines de conservación y mitigación ambiental, en tanto logre comprenderse y concretarse el potencial de este mercado.
Un acompañamiento adecuado y una instrucción pertinente del Estado, así como de los gremios y empresarios de la producción, serán útiles para destacar una marca país asociada a valores ambientales sustentables, amén del retorno económico no menor de estos mercados.