No es precisamente la coherencia el plato fuerte de la clase política. Ni de algunos medios de comunicación. O, incluso, de la mayoría. La dignidad se ha extraviado en los paralelos de la impudicia. El discurso acomodado a las circunstancias y la conducta sometida al oportunismo degradan a los hombres al servilismo más abyecto. De la crítica más temeraria, sin rubor alguno, cruzan la línea hacia el halago empalagoso y obsecuente. De los salivazos más denigrantes a los empeñosos lengüetazos que reemplazan al betún. Se apela a la extendida creencia de que nuestro pueblo carece de memoria para saltar de posiciones, no por imperio de la razón argumentativa, sino por conveniencias económicas y el compulsivo afán de lucrar con los recursos del Estado. El cargo solo es un pretexto para los ingresos colaterales. Se acostumbraron a acumular espurios privilegios desde la impunidad del poder. El mínimo atisbo de decoro se diluye en la fangosa correntada del cinismo y la desfachatez. Encerrados en la burbuja de la autocomplacencia, minimizan y hasta desprecian el juicio ético de la ciudadanía. Incapaces de construir su propio pensamiento, se visten del traje de una falsa intelectualidad repitiendo dos o tres frases de ajena procedencia. Y sin la honestidad de mencionar la fuente. Ni una discreta creatividad. Ni la más modesta originalidad. Y en el paroxismo de un lenguaje esquizofrénico disparan los más soeces agravios, producto de una incontinencia verbal que desnuda sus miserias.
Durante el régimen de Alfredo Stroessner abundaron los personajes que merecidamente se ganaron la burla social por sus excéntricas expresiones, incluyendo al propio dictador, y que ocuparon un privilegiado espacio en el álbum de la antología del disparate. Y muchos de ellos se ganaron sobrenombres (o marcantes) que coincidían con el tono gris de una personalidad disipada en la ignorancia y la estupidez. Aunque, hay que decirlo, una peligrosa estupidez que podía desencadenar trágicas consecuencias. Con la llegada de la democracia, en su periodo de transición, algunos protagonistas reataron el hilo de la historia con frases dignas de figurar en la marquesina de las mentes “luminosas”. Y en los últimos meses se ha sumado a la troupe de “celebridades” el expresidente de la República Nicanor Duarte Frutos. Así, por ejemplo, no hace mucho declaraba a un medio de comunicación que “los agravios en política prescriben al tercer mes” y que “en el coloradismo la memoria se borra rápidamente”. Dos locuciones armadas a su hechura y conveniencia. Muy cómodas para el que agravió, pero no creo que sean tan fáciles de digerir para el agraviado. Y cuando se enteró de que se había ordenado una auditoría externa en la Entidad Binacional Yacyretá, la cual manejó como su despensa familiar (fue un verdadero mascarón de proa de la corrupción), lanzó su didáctica sentencia de que “no se deben hostilizar las denuncias entre colorados”, porque –y ahí la expresión que pasará a la posteridad– “en política, el más limpio tiene mugre”. Y, en este caso específico, según las primeras sospechas, la “mugre” rondaría varios millones de dólares que se esfumaron en un sinuoso camino trazado con fibras ópticas.
El actual presidente de la República, Santiago Peña, y el titular de la Junta de Gobierno del Partido Colorado, Horacio Cartes, fueron los blancos exclusivos de sus injurias, aunque ya deberían estar prescriptas según la antojadiza concepción política de Nicanor. Con el último de los nombrados se reunió días atrás, cuya conducción partidaria llenó de elogios. De paso, se encargó de devaluar al movimiento interno dentro del cual militaba hasta hace poco, afirmando que “no hay disidencia interna”. Con esto corroboraba lo que ya había expuesto semanas atrás: que Fuerza Republicana carece de liderazgo. Por lo que veo, uno de los primeros roedores del erario en abandonar el barco fue, precisamente, Duarte Frutos.
Para su desgracia, la del “mariscal de la derrota”, no todos somos olvidadizos dentro del Partido Nacional Republicano. Es más, es su memoria histórica la que facilita su proyección y vigencia. Ahora se abrazó con el hombre que era “un peligro para la democracia” y que pondría en riesgo “el futuro de nuestros hijos” porque “ellos (los cartistas) financian el terrorismo internacional”. Y el movimiento Honor Colorado, que estaba pasando por “sus horas más oscuras”, de repente, no tiene adversario que “pueda disputarle su hegemonía interna”. En cada discurso se encargó de difundir como “verdad revelada” el “informe de la Secretaría de Prevención de Lavado de Dinero o Bienes (Seprelad)”, que tenía un doble propósito: fulminar políticamente al actual presidente de la ANR y destruirlo económicamente. Pero qué importa ya. Total, según él, “los agravios prescriben a los tres meses”. ¿Hubo, previamente, reconocimiento de pecados y sincero arrepentimiento? No, para nada. La soberbia no admite semejante debilidad.
Este es el mismo Nicanor Duarte Frutos que aseguraba que “Horacio parecía un loro borracho que estaba recitando su amargura por la pérdida del poder. No se le puede exponer a un expresidente en un escenario cuando no tiene la estabilidad suficiente”. Es hora de que Duarte Frutos ponga en práctica sus propios consejos. O que alguien le cuide.
Con Duarte Frutos hay una fatal predicción de inevitable cumplimiento. Para él, la traición solo es cuestión de tiempo. A su larga cadena de víctimas ahora añadió a Mario Abdo Benítez. Y conste que el exmandatario fue advertido. Buen provecho.
Fausto Cultural realizará el lanzamiento del libro “Cuentos de la niña judía” de Vilma Faingezicht, el jueves 5 de junio a las 18:00, en el marco de la Feria Internacional del Libro – FIL Asunción 2025, en el salón Homenaje a la Interculturalidad, en el Centro de Convenciones Mariscal (J. Eulogio Estigarribia esquina Charles De Gaulle). La autora proviene de Costa Rica, de una familia judía-polaca emigrada en 1946, tras la Segunda Guerra Mundial.
La presentación estará a cargo de Susana Gertopán. En las últimas décadas, la literatura de escritores emigrantes en América Latina ha ganado una relevancia singular dentro de las narrativas nacionales, aportando historias de migración, identidad y memoria que se han integrado al imaginario colectivo.
Dentro de este movimiento, la literatura judía ocupa un lugar destacado, especialmente aquella escrita por mujeres, cuyas voces ofrecen miradas íntimas y potentes sobre la historia y el desarraigo. Vilma Faingezicht, escritora costarricense de origen judío, es una de las figuras más representativas de esta corriente en Centroamérica.
Reconocida por sus textos breves y poéticos, incluidos en diversas antologías internacionales, Faingezicht presenta ahora su nueva colección: “Cuentos de la Niña Judía”. Estos 15 relatos breves, escritos a modo de prosa poética, constituyen un testimonio sensible y profundo sobre la infancia, el exilio y la memoria heredada de la Shoá (Holocausto). A través de la mirada de una niña, la autora explora la alienación, la identidad usurpada y el dolor del pasado, entrelazando inocencia y tragedia con una delicadeza conmovedora.
La escritora nació en Costa Rica en 1947, en una familia judía-polaca emigrada en 1946, tras la Segunda Guerra Mundial. Vive algunos años en Israel, México y Puerto Rico. Regresa a San José después de conocer y explorar muchos caminos. Estudia historia, artes plásticas y filosofía. Se dedica por muchos años a presentar exposiciones de pintura, tanto en el país como en el exterior.
Es la fundadora y primera directora del Museo de la Comunidad Judía de Costa Rica. Ha publicado tres libros antológicos de cuentos, En tierras ajenas, En estos caminos, Cuentos de la niña judía, los cuales relatan sus vivencias biográficas como judía en Costa Rica. La Revista Nacional de Cultura publica y premia uno de sus primeros cuentos en el año 1992.
El Banco Basa presentó de su segunda memoria de sostenibilidad 2024, reafirmando su compromiso como entidad bancaria 100 % nacional con el desarrollo social y económico del país. Foto: Jorge Jara
El Banco Basa realizó la presentación de su segunda memoria de sostenibilidad 2024, reafirmando su compromiso como entidad bancaria 100 % nacional con el desarrollo social y económico del país.
El desarrollo social, ambiental y económico del país son pilares que caracterizan al Banco Basa, entidad que reafirmó su compromiso presentado su segunda memoria de sostenibilidad correspondiente al periodo 2024, en una emotiva celebración.
Los avances logrados en materia de sostenibilidad fueron compartidos con directivos del banco, gerentes, colaboradores, clientes, proveedores, aliados, y organizaciones con las cuales trabaja la entidad. El evento se desarrolló en el edificio corporativo Basa Center.
La memoria de sostenibilidad fue elaborada en base a los indicadores GRI (Global Reporting Initiative por sus siglas en inglés). Abarca el desempeño del banco durante el año 2024, y con esto se promueve la transparencia y rendición de cuentas en materia de sostenibilidad.
El evento se desarrolló en el edificio corporativo Basa Center. Foto: Jorge Jara
Uno de los puntos destacados de los trabajos que desarrolló el Banco Basa, que se describe en la memoria, es el apoyo a las mipymes y el empoderamiento de las mujeres.
“Nos enfocamos en nuestro programa Mujeres Emprendedoras y todo lo que estamos haciendo en prosperidad de desarrollar actividades que busquen el desarrollo de las mujeres que no tienen oportunidades para cumplir sus sueños”, expresó Guiomar De Gásperi, directora de Banco Basa.
"Nos enfocamos en nuestro programa Mujeres Emprendedoras que no tienen oportunidades para cumplir sus sueños y busquen el desarrollo”, expresó Guiomar De Gásperi, directora de Banco Basa. Foto: Jorge Jara
El servicio financiero no debe limitarse a prestar dinero, sino que debe incluir herramientas que ayuden a los usuarios a entender y utilizar correctamente el crédito, destacó el presidente del Banco Basa, Germán Rojas.
“No solamente el hecho de facilitar medios financieros para la gente, para sus proyectos, sino que generar todo un sistema que le permita tomar conocimiento de lo que significa el crédito, entender que un crédito que se va se tiene que devolver”, remarcó Rojas a Nación Media.
bBASA
El titular del ente bancario, Germán Rojas, consideró que uno de los pilares fundamentales del sistema financiero es la generación de confianza mutua entre las partes involucradas. Foto: Jorge Jara
Confianza mutua. Por otra parte, el titular del ente bancario consideró que uno de los pilares fundamentales del sistema financiero es la generación de confianza mutua entre todas las partes involucradas. “Debemos proteger tanto al que deposita su dinero con nosotros como a aquel que toma un crédito”, agregó.
Para este 2025, el Banco Basa apunta a seguir manteniendo un ritmo sostenido de crecimiento acompañado de un fuerte compromiso social. “Queremos seguir creciendo, pero también seguir trayendo mejores días para nuestra gente”, concluyó.
¿Por qué los recuerdos de bebé se vuelven difíciles de recuperar?
Compartir en redes
Washington, Estados Unidos. AFP.
Los primeros años de los humanos son un período de aprendizaje rápido, pero normalmente no podemos recordar experiencias específicas de esa época, un fenómeno conocido como amnesia infantil. Un nuevo estudio publicado el jueves pasado en la revista Science desafía las suposiciones sobre la memoria infantil, demostrando que las mentes jóvenes forman recuerdos.
La pregunta, no obstante, sigue siendo ¿por qué estos recuerdos se vuelven difíciles de recuperar más adelante en la vida? “Siempre me fascinó este misterioso vacío en nuestra historia personal”, declaró a la AFP Nick Turk-Browne, profesor de psicología en Yale y autor principal del estudio.
Alrededor del año de edad, los niños se convierten en aprendices extraordinarios: adquieren lenguaje, caminan, reconocen objetos, comprenden los vínculos sociales y mucho más. “Sin embargo, no recordamos ninguna de esas experiencias, por lo que existe una especie de desajuste entre esta increíble plasticidad y nuestra capacidad de aprendizaje”, afirmó.
Sigmund Freud, fundador del psicoanálisis, planteó la hipótesis de que los primeros recuerdos se reprimen, aunque desde entonces la ciencia ha descartado en gran medida la idea de un proceso de supresión activa. Las teorías modernas se centran en el hipocampo, una parte del cerebro crucial para la memoria episódica, que no se desarrolla completamente en la infancia.
Turk-Browne se sintió intrigado por las pistas de investigaciones conductuales previas. Dado que los bebés son incapaces de comunicar verbalmente los recuerdos antes de adquirir el lenguaje, su tendencia a observar objetos familiares durante más tiempo proporciona pistas importantes.
Estudios recientes con roedores que monitorizan la actividad cerebral también han demostrado que los engramas (patrones de células que almacenan recuerdos) se forman en el hipocampo infantil, pero se vuelven inaccesibles con el tiempo, aunque pueden reactivarse artificialmente mediante una técnica que utiliza luz para estimular las neuronas.
Hasta ahora, combinar las observaciones de bebés con imágenes cerebrales había sido inalcanzable, ya que los bebés son conocidos por su falta de cooperación cuando se trata de permanecer quietos dentro de una máquina de resonancia magnética funcional (fMRI), el dispositivo que rastrea el flujo sanguíneo para “ver” la actividad cerebral.
Patrones psicodélicos
Para superar este desafío, el equipo de Turk-Browne utilizó métodos que su laboratorio ha perfeccionado a lo largo de años: trabajar con familias para incorporar chupetes, mantas y peluches; sujetar a los bebés con almohadas para que no se muevan; y usar patrones psicodélicos de fondo para mantenerlos enganchados.
El inevitable movimiento provocó sin embargo imágenes borrosas que debieron ser descartadas, pero el equipo lo solucionó realizando cientos de sesiones. En total, participaron de la experiencia 26 bebés (la mitad menores de un año y la otra mitad mayores). Se les escaneó el cerebro durante una tarea de memoria, un ejercicio adaptado para ellos de estudios a adultos.
Primero, se les mostraron imágenes de rostros, escenas u objetos. Posteriormente, tras ver otras imágenes, se les presentó una imagen que ya habían visto previamente junto con una nueva. “Cuantificamos el tiempo que pasan mirando lo que ya han visto, y eso es una medida de su memoria para esa imagen”, explicó Turk-Browne.
Al comparar la actividad cerebral durante la formación exitosa de recuerdos con la de imágenes olvidadas, los investigadores confirmaron que el hipocampo participa activamente en la codificación de la memoria desde una edad temprana. Ello se observó en 11 de los 13 bebés mayores de un año, pero no en los menores de uno.
También descubrieron que los bebés con mejor rendimiento en tareas de memoria mostraron una mayor actividad del hipocampo. “Podemos concluir con precisión que los bebés tienen la capacidad de codificar recuerdos episódicos en el hipocampo desde aproximadamente el año de edad”, afirmó Turk-Browne.
Recuerdos olvidados
“La ingenuidad de su enfoque experimental, no debe subestimarse”, escribieron los investigadores Adam Ramsaran y Paul Frankland en un editorial en Science. Pero lo que sigue sin resolverse es qué sucede con estos recuerdos tempranos. Quizás nunca se consoliden por completo a largo plazo, o quizás persistan, pero se vuelvan inaccesibles.
Turk-Browne sospecha esto último y ahora está a cargo de un nuevo estudio que evalúa si bebés y niños pequeños pueden reconocer videoclips grabados desde su propia perspectiva cuando eran bebés. Los primeros resultados provisionales sugieren que estos recuerdos podrían persistir hasta alrededor de los tres años, antes de desvanecerse. A Turk-Browne le intriga especialmente la posibilidad de que estos fragmentos puedan reactivarse algún día, en etapas posteriores de la vida.
¿De qué hablamos cuando hablamos de verdad? ¿Existe la verdad o, por lo menos, alguna verdad? Es complejo saberlo con certeza en tiempos de fake news, de bulos, de deepfake.
En 1954, Jorge Luis Borges (1899-1986), aquel gran maestro, escribió que “los doctores del Gran Vehículo enseñan que lo esencial del universo es la vacuidad”. Aquella frase que, desde la primera lectura, tal vez en 1972, me pareció que encerraba algo misterioso y mágico se mantiene entre mis recuerdos. Sentí que mucha fuerza oculta yacía en aquella fuerte observación simbolizada en apenas catorce palabras. Pero, entre ellas, tres expresiones me atraparon más que otras y debo admitir que son recurrentes en tiempos de reflexión.
Recuerdo que, en mis apenas 21 años, hasta aquel atardecer que me sorprendió en la pequeña vivienda de la maestra Dharma Ma Devi Tao – así se presentó– nunca había tenido un encuentro personal con esa mujer de edad indefinida cuya piel parecía de porcelana y tenía un bindi bien visible entre sus pobladas cejas oscuras. Vestía una túnica en la que predominaba el color rojo y se cubría con un enorme pañuelo de seda naranja.
Casi en silencio la seguí desde la puerta manteniéndome apenas detrás de ella. Caminamos unos pocos pasos hasta una sala iluminada con velas y aromatizada con sahumerios florales, entre los que se destacaban jazmines y lavandas. También creí percibir cedros y sándalos. Pese a que sonaban tenuemente hasta mis oídos llegaron bellas armonías interpretadas con yat-ga mongol (cítara mongol), algún rgyagling (oboe) y dra-nyen (laúd).
Por un breve tiempo solo nos miramos mientras respirábamos profundamente sentados sobre mullidos almohadones. Luego de inclinar su cabeza levemente para llegar casi hasta sus manos, que unidas por sus palmas llevó hasta sus labios, explicó que “gran vehículo es mahāyāna, en sánscrito o bodhisattvayāna, ‘vehículo del bodhisattva’ –dos palabras para una sola creencia– que, junto con theravada, es una de las dos ramas principales del budismo y, a la vez, aplica para clasificar las filosofías y prácticas budistas”.
ILUMINACIÓN
Quise saber más. “Mahāyāna también se refiere al camino del bodhisattva –un ser destinado a ser un futuro Buddha que busca la iluminación completa para el beneficio de todos los seres”. Luego de otro silencio, profundizó. “Gran Vehículo –mahāyāna– también da cuenta de un camino más ancho y más perfecto que contrasta con el ‘Pequeño Vehículo –Hinayana–’ de la tradición Theravāda, Sthaviravāda, en sánscrito o ‘doctrina de los ancianos’ del budismo temprano en la India”.
Las palabras quedaron atrás. Compartimos casi en silencio una infusión tan agradable como desconocida para mi paladar que, como paso previo, devino en una inolvidable sesión de masajes con la técnica que unos 2.600 años atrás desarrollara Shivago Komarpaj, el médico de Buda, que al parecer imaginó y diseñó esa terapia en el norte de la India.
Nunca volví a ver a la maestra Dharma Ma Devi Tao. Antes de despedirnos me entregó un par de breves libros que por varios días leí con atención. Con ellos me introduje en la búsqueda del sentido de tres palabras que Borges escribió: esencial, universo y vacuidad.
La vida con sus búsquedas me condujo hacia múltiples lecturas. Es la mía una generación que transita dos siglos. Media vida en el siglo de las guerras y hasta hoy un cuarto del camino recorrido en el inicio de otra centuria que encuentra a millones en estado de desorientación y búsquedas. Todo parece estar en crisis. Hay quienes enfáticamente así lo afirman.
La masificación en el acceso a enormes desarrollos tecnológicos cambió muchos paradigmas. Un 65 % de los habitantes del planeta técnicamente puede acceder a la red. Poco más de 3 mil millones de personas, no. Se encuentran carecientes junto con aquellos que sí pueden acceder, pero tienen impedimentos concretos para hacerlo.
La realidad mixta que transitan uno 5.200 millones es solo la realidad real para otros que, también en conjuntos millonarios, tampoco pueden acceder al agua, al alimento, a la educación, a la salud porque, desde algún lugar, son como los choznos y bichoznos de aquellos pauperizados cuyas vidas, sufrimientos y carencias Víctor Hugo narró como nadie en “Los miserables”. Esos son los que acampan hacinados en los costados de la red. La individuación gana espacios impensados. La solidaridad parece en slow motion.
LA ERA DEL VACÍO
Algunos estudiosos se adelantaron en el tiempo con sus observaciones, diagnósticos y advertencias. “La edad moderna estaba obsesionada por la producción y la revolución, la edad posmoderna lo está por la información y la expresión”, sostiene Gilles Lipovetsky en “La era del vacío”, quien también verifica, advierte y da cuenta de una tendencia a “comunicar por comunicar, expresarse sin otro objetivo que el mero expresar y ser grabado por un micropúblico. El narcisismo descubre aquí como en otras partes su convivencia con la desubstandalización posmoderna, con la lógica del vacío”.
Preocupaciones y dilemas de setiembre de 1986. “La interrupción, la incoherencia, la sorpresa son las condiciones habituales de nuestra vida. Se han convertido incluso en necesidades reales para muchas personas, cuyas mentes solo se alimentan [...] de cambios súbitos y de estímulos permanentemente renovados […] Ya no toleramos nada que dure. Ya no sabemos cómo hacer para lograr que el aburrimiento dé fruto. Entonces, todo el tema se reduce a esta pregunta que nos lanza Paul Valéry en junio de 1999: ¿la mente humana puede dominar lo que la mente humana ha creado?”.
Plantea ese interrogante a la hora de prologar “Modernidad líquida”, de Zygmunt Bauman, quien lee el pasado y no duda en señalar que “el capitalismo pesado, de estilo fordista, era el mundo de los legisladores, los creadores de rutinas y los supervisores. El mundo de los hombres y mujeres dirigidos por otros que perseguían fines establecidos por otros de una manera establecida (también) por otros. Por esa razón era (aquel) un mundo de autoridades: líderes que sabían qué era mejor y maestros que enseñaban a seguir adelante”.
Estábamos ante algo nuevo, desconocido y veloz. Hemos recorrido desde el inicio del siglo apenas 24 años. Corto si miramos el time line y muy largo cuando percibimos sus efectos y descubrimos que una interesante cantidad de preguntas sustanciales –las de siempre– no encuentran sus respuestas. Bauman en 2016 advirtió sobre la individuación.
COMUNICACIÓN RETICULAR
A modo de ejemplo alertó sobre la comunicación reticular y denunció sus prácticas: “Tú (en ellas) tienes que crear tu propia comunidad (pero) lo que las redes sociales pueden crear es un sustituto. (Porque) la diferencia entre la comunidad y la red es que tú perteneces a la comunidad (en la realidad real), pero la red te pertenece a ti. Puedes añadir amigos y puedes borrarlos, controlas a la gente con la que te relacionas. (Pero) en las redes es tan fácil añadir amigos o borrarlos que no necesitas habilidades sociales (que solo) las desarrollas cuando estás en la calle (en la realidad real), o vas a tu centro de trabajo, y te encuentras con gente con la que tienes que tener una interacción razonable (porque) ahí tienes que involucrarte en un diálogo (que solo es real si no hablas solo) con gente que piensa lo mismo que tú”.
Enfatiza que “las redes sociales no enseñan a dialogar (y advierte que) mucha gente usa las redes sociales no para unir, no para ampliar sus horizontes, sino al contrario, para encerrarse en lo que llamo zonas de confort, donde el único sonido que oyen es el eco de su voz, (y) donde lo único que ven son los reflejos de su propia cara”.
El secretario general de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), António Guterres, el pasado 24 de junio sostuvo por su parte que “los algoritmos empujan a las personas a burbujas de información y refuerzan prejuicios como el racismo, la misoginia y la discriminación. Así, las mujeres, los refugiados, los inmigrantes y las minorías son objetivos comunes”. Ese mismo día añadió que “la desinformación y la incitación al odio alimentan los prejuicios y la violencia, exacerban las divisiones y los conflictos, demonizan a las minorías”.
Y no son escasas las oportunidades en que desde los más alto del poder se avanza en esa línea y se aboga por comunicarse “con la gente sin intermediarios”, “sin periodistas”, “sin medios”, a los que acusan incansablemente de mentir y hablar por orden de quienes les pagan.
¿Qué es lo que no se entiende? ¿De qué hablamos cuando hablamos de verdad? ¿Existe la verdad o, por lo menos, alguna verdad? Es complejo saberlo con certeza en tiempos de fake news, de bulos, de deepfake. ¿Será verdad esto o aquello que vemos, cuando leemos o escuchamos? Hay momentos en los que creo que –aun lo verificable– tal vez no sea verdad. ¿Será esta la era de la mentira?
Recordé que un par de días atrás para quien quisiera verlo en la plataforma Tiktok, Donald y Kamala flirteaban enamoradísimos. Tiempo antes también fue posible ver al papa Francisco vestido con un largo abrigo blanco sintético; a Elon Musk con ropas de superhéroe. Hay de todo. El dictador Nicolás Maduro en Venezuela sostiene en la realidad real y en la virtual que ganó unas elecciones fraudulentas. Daniel Ortega y Rosario Murillo, los autócratas en Nicaragua, encarcelan, torturan, exilian, destierran, practican la apatridia y cancelan a quienes denuncian como “enemigos del pueblo” mientras bloquean las redes que solo usan ellos.
"Los algoritmos empujan a las personas a burbujas de información y refuerzan prejuicios como el racismo, la misoginia y la discriminación”, alerta António Guterres, secretario general de la ONU
MENTIRA
Todo –sin serlo– parece posible y verdadero. Según el diccionario de la Real Academia Española (RAE), mentira es una “expresión o manifestación contraria a lo que se sabe, se cree o se piensa”. Tan simple como compleja explicación porque todo lo que las otredades piensen, por ejemplo, acerca de mí y mi circunstancia podría devenir en mentira si mi decir y mi hacer no fueran lo que digo y hago. Aunque el debate entre mentira y verdad, sospecho que va por otro lado. Tal vez de cada persona humana la única verdad sea justamente su humanidad. Doxa y episteme no siempre o, tal vez nunca, convergen. Aunque tampoco divergen demasiado. Y, tal vez en esa compleja indistinción es donde una mentira puede ser una verdad.
“¿Qué ves? / ¿Qué ves cuando me ves? / Cuando la mentira es la verdad...”, canta Divididos desde 1993 en un álbum que llamaron “La era de la boludez”. ¿Por qué no? “Engañar, inventar, fingir, macanear, boletear (...) falsificar, calumniar”, según la RAE son sinónimos de mentir, pero también pueden ser parte indisoluble del desmentir. Incluso cuando para cualesquiera de esas dos acciones se aporte una verdad.
La dificultad es discernir rodeados de voluntarios o involuntarios “embusteros, mendaces, falaces, falsos, falsarios, farsantes, noveleros, cuentistas, troleros, boleros, fuleros, calumniadores, tramposos, fulleros, engañosos, hipócritas, fariseos, macaneadores, habladores, boleteros, globeros, bolaceros, chiveros, bocones, jetones, sirificos, chileros” o como se prefiera llamar a mentirosos y mentirosas. Quizás por estar tan extendidas –mentir y desmentir– como casi involuntarias prácticas humanas y sociales, con frecuencia son expuestas como parte de la vida de los otros. La viga en el ojo ajeno.
“Me acuerdo de todo, incluso de aquello que nunca sucedió”, recuerdo decía un muy veterano hombre de prensa más de cuatro décadas atrás cuando, también por entonces, yo era un muy joven periodista en ciernes. Inolvidable. Desde aquellos años no fueron escasas las oportunidades en que cuando quise saber sobre sucesos trascendentes encontré historias diferentes. No es imposible construir un pasado que no fue –¡y hasta un futuro que no será!– y, aun así, no ser una mentira y sí ser una historia de “no ficción” creada en el contexto de una obra literaria.
De eso también se trata la literatura porque como lo afirmaba Jorge Luis Borges, una ficción literaria “no tiene intención de engañar o tergiversar con fines y objetivos inconfesables”. Con vocación docente –palabra más, palabra menos– puntualizó que cuando de ficción se trata hay una especie de pacto entre quien escribe esa historia y el lector que acepta leerlo. Con la mentira, el mentiroso siempre procura defraudar la buena fe de esa persona a la que convence de que lo que le cuenta es una verdad. En el mismo sentido, en los diarios, hasta no hace mucho tiempo, nos referenciábamos y enfrentábamos con las responsabilidades que emergían del “contrato de lectura” siempre vinculado con la “línea editorial”.
INFAMIA
Vuelvo a aquellas palabras que Borges escribió en 1954. “Los doctores del Gran Vehículo enseñan que lo esencial del universo es la vacuidad”. Eran parte del prólogo de “Historia universal de la infamia”, una selección de cuentos maravillosos que el maestro escribió, prologó y presentó por primera vez en 1935. Ochenta y nueve años después esa frase despeja parcialmente el hoy porque dan cuenta de alguna forma de continuidad en las prácticas de poderosos y poderosas cuando se emborrachan de poder.
Borges, enigmático, encuadra desde el inicio las infamantes acciones de aquellos despreciables infames en el hinduismo que –como creencia– se sustenta en el dharma, que es la ley universal de la naturaleza. En ese corpus la más importante de las preocupaciones es la liberación del sufrimiento. Alcanzar el nirvana y, para alcanzarlo, se necesita un sila, de una acción ética que –con meditación y prajña (sabiduría en sánscrito)– permite saber de “las cosas como realmente son” en un universo que no fue creado por un ser superior y, por ello, todos los fenómenos están marcados por la vacuidad y, en consecuencia, nada puede nacer y nada puede morir.
Mentir –una forma de traición tanto personal como social extendida desde el inicio de los tiempos– sin dudas desacredita y deshonra. Dos palabras a las que la RAE alude para definir “infamia”.
“Los doctores del Gran Vehículo enseñan que lo esencial del universo es la vacuidad”, sostiene Jorge Luis Borges en el prólogo de “Historia universal de la infamia” en 1954. Foto: AFP