- Por Aníbal Saucedo Rodas
- Periodista, docente y político
Argentina elegirá este domingo a un nuevo presidente de la República entre dos candidatos que se ubican en las antípodas en cuanto a su concepción del Estado, la política y las leyes sociales. Estos comicios generales, en su versión de balotaje o segunda vuelta, traspusieron los límites territoriales y, como nunca antes, opinan y toman partido los medios de comunicación de otros países, algunos exmandatarios y otros en ejercicio, mayoritariamente latinoamericanos. Comunicado mediante, nueve expresidentes y un Premio Nobel apoyaron al ultraderechista Javier Milei, naturalmente, en la misma sintonía programática, aunque más moderados: Mauricio Macri (Argentina), Felipe Calderón (México), Iván Duque (Colombia), Mariano Rajoy (España), Jorge Quiroga (Bolivia), Sebastián Piñera (Chile), Vicente Fox (México), Andrés Pastrana (Colombia), Luis Fortuño (Puerto Rico) y Mario Vargas Llosa (Perú).
Plantean que nuestros vecinos tienen una única salida: “Las reglas del juego de la democracia liberal, la economía social de mercado, la justicia social y la modernidad”, erradicando, de paso, por el camino de las urnas “el modelo que los ata al populismo, atraso económico y autoritarismo político”. En contrapartida, según publica Página/12, el peronista Sergio Massa recibió la adhesión de líderes progresistas como el expresidente uruguayo, José “Pepe” Mujica (“si pudiera, votaría con las dos manos por él”), y los presidentes (del Gobierno de España) Pedro Sánchez; Luiz Inácio Lula da Silva, de Brasil, y Andrés Manuel López Obrador, de México. Este último denunció el “avance de un conservadurismo internacional que a veces no alcanzamos a dimensionar”. Este relato, casi una crónica, tiene el propósito de ubicar en el contexto lo que se disputa este domingo en Argentina y que sitúa a dicha nación en el centro de la confrontación ideológica más allá, incluso, de nuestra región.
Después de dos sonoros fracasos, el de las Primarias Abiertas, Simultáneas y Obligatorias (PASO) del 13 de agosto de este año, con la inesperada victoria de Milei, y, luego, el batacazo (en su acepción turfística) de Massa el último 22 de octubre, las empresas encuestadoras –al menos las que se ponderan serias– decidieron apostar por la prudencia y las ventajas mínimas para ambos candidatos, sin descartar, por supuesto, el timorato empate técnico. Pero igual que nosotros, en el reciente 30 de abril, también fallaron los pronosticadores de la debacle del Partido Justicialista (en su remozada expresión), así como aquellos que predijeron el fin de la política tradicional y la consagración definitiva de las redes sociales como factor de influencia determinante en la construcción de la voluntad popular. O sea, la nueva política. Los contenidos mediáticos suplantando al relacionamiento cara a cara con las bases. El Tik Tok arrasando con la militancia.
Acostumbrados a exportar “expertos” por todo el mundo (nosotros somos los asiduos compradores de estos buzones), esta vez, los argentinos tuvieron que importar uno: el joven Iago Moreno, presentado como “sociólogo y analista político español” (es egresado de la Universidad de Cambridge, Reino Unido), quien evaluó con enfoque de infalibilidad en los días previos a las elecciones del 22 de octubre, refiriéndose a Axel Kicillof, que “este tipo de personalidades políticas, capaces de participar de una asamblea o de organizar una huelga, ya no cautivan a la juventud”. Kicillof, quien planteó más “doctrina” frente a la visibilidad exclusivamente mediática, fue reelecto gobernador de la provincia de Buenos Aires en primera vuelta. Y apunta como la mejor figura de cara a futuras elecciones presidenciales. Anoten este apartado.
Hago alusión específica a este estratega digital porque a través de una entrevista de la agencia EFE tuvo amplia repercusión en los medios locales, ocupando grandes espacios en los diarios. Digo locales, de los nuestros, por lo que, fiel a mi condición de archivero, guardé los recortes de sus análisis. A su favor podemos argumentar que tres días atrás publicó en X que “la campaña argentina se acerca a su fin. Lo más sorprendente de la segunda vuelta es la ‘reconversión’ de Milei. Todo lo que tenía su movimiento de jovial, ‘populista’ y carnavalesco se esfumó al pactar con la derecha de siempre”. Veremos cómo le va esta vez en su oficio de oráculo de reyertas ajenas. Los avatares políticos son todavía una ciencia posible. No así la política en su esencia más pura.
Milei, el antisistema, el enemigo de la “casta” (políticos, empresarios, sindicalistas y periodistas), el que iba a destruir el modelo tradicional de hacer política, terminó pactando con un sector de la “casta” y, también, con la tradición política de que para ganar hay que aliarse con cualquiera. “Una vez en el poder vamos a discutir qué hacer”, es la consigna. ¿Triunfará la política de la militancia y de la doctrina partidaria frente a la estridencia del espectáculo y la instantaneidad de las redes sociales? Espero que sí. Sobre todo, para quienes seguimos creyendo, con Natalicio González, que el Estado es la objetivación más sublime de la solidaridad social. Y con Blas Garay: “El Estado debe hacer algo, pensamos nosotros, en contraposición de los que creen que lo mejor que hay que hacer es no hacer nada”. Bueno provecho.