Algunos años atrás escribí en esta misma columna acerca de este tema, muy arraigado en nuestra costumbre, así como la tradición de los Reyes Magos... ¿Es positivo el hecho de creer en una mentira por más tierna y bienintencionada que esta sea? ¿Hacemos daño al cerebro de nuestros niños cuando fomentamos el mito de los regalos de mágica aparición en estas fechas?
El mito de Papá Noel o Santa Claus es un fenómeno cultural arraigado en muchas sociedades y tiene una conexión interesante con el desarrollo cognitivo de los niños, según algunos estudios en neurociencia y psicología. En términos generales, los niños tienden a creer en Santa Claus debido a su etapa de desarrollo cognitivo, especialmente a través de la formación de la teoría de la mente. La teoría de la mente es la capacidad de comprender los pensamientos, emociones y creencias de otras personas, y se desarrolla gradualmente a medida que los niños crecen. El mito de Papá Noel se adapta bien a este desarrollo cognitivo. Los niños pequeños, durante las etapas tempranas de su desarrollo, están aprendiendo a comprender las creencias de otras personas y cómo difieren de las suyas. La idea de que Santa Claus observa su comportamiento y juzga si han sido “buenos o malos” es una forma lúdica de introducir la noción de tener en cuenta las acciones y sus consecuencias.
Desde la perspectiva neurocientífica, el mito de Santa Claus puede involucrar áreas del cerebro relacionadas con la imaginación, la empatía y la comprensión de las creencias de los demás. Se ha sugerido que la creencia en figuras como Santa Claus activa áreas similares del cerebro que se utilizan para comprender las intenciones y emociones de las personas reales. No obstante, es esencial señalar que el entendimiento de este fenómeno varía en cada niño y no todos los niños creen en Papá Noel. Algunos factores culturales, sociales y familiares también influyen en la aceptación o el rechazo de esta creencia.
Sin embargo, los especialistas se cuestionan acerca de si los padres deben de mentirles a sus hijos cuando ellos les preguntan por Santa Claus. Algunos puristas dicen que la moralidad de hacer que los niños crean en estos mitos debe cuestionarse, y lo hicieron en un artículo publicado en The Lancet Psychiatry. Los autores argumentan que esta “mentira injustificada”, perjudica la confianza en los padres y crea escepticismo en los niños, cuando se enfrentan a la verdad. Sin embargo, otros piensan que se puede mantener a Papá Noel como parte de una tradición en los primeros años de vida.
Las dos opciones son válidas, todo dependerá de la personalidad del niño. Con niños altamente analíticos hay que tener una posición realista y progresiva. Va a ser muy natural decirles frases como: “Es una tradición”, “es nuestro ayudante”, “es parte del espíritu de la Navidad”. Así se puede introducir la verdad. Hay que darles la noticia a tiempo, no que ellos la descubran de golpe y por terceras personas. Decirles: “Quisimos que vivas esa ilusión, pero tienes que saber que los regalos los traemos nosotros”, en el caso de los niños inocentes, hay que darles la noticia a tiempo, no que ellos descubran de golpe que Papá Noel no existe.
Se respeta si los padres quieren decirles a sus hijos la verdad desde un primer momento. Pero también se puede apelar a conceptos que son cercanos a ellos, para hacerles entender que Papá Noel es un mito. Por ejemplo, se les puede decir que los superhéroes tampoco existen, pero es válido emocionarse con sus historias y aventuras. Los ojos de un adulto no ven lo mismo que los de un niño. Esa visión más creativa y cargada de imaginación es propia de la infancia, durante esa etapa no es difícil aceptar que un hombre pueda vivir en el Polo Norte y tener renos voladores; pero debe haber un freno. Hay que hacerlos aterrizar y decirles como son las cosas. Cuando este proceso va bien, el niño practica cómo superar el sentimiento de decepción y se enorgullece al saber que tiene edad suficiente para saber más que los niños más pequeños.
En fin: está en manos de cada progenitor la decisión. Pero personalmente creo que nada sustituye la emoción de colocar los zapatos en Nochebuena o el 5 de enero y esperar la magia a la mañana siguiente... aunque seamos los magos nosotros mismos. ¡Feliz Navidad DE LA CABEZA!
“La interconexión ha generado nuevas formas de sufrimiento psíquico”
Compartir en redes
Jimmi Peralta
Fotos: Mariana Díaz/Archivo
La geopsiquiatría como un campo emergente de estudios y nuevo enfoque de salud mental profundiza su mirada respecto a la influencia del entorno cercano y global en la psiquis de las personas. En este diálogo con El Gran Domingo de La Nación, el Dr. Julio Torales habla sobre esta novedad académica, su alcance, campo de acción y estudios existentes.
La reconfiguración del plano geopolítico global, la digitalización, el cambio climático y la pandemia, entre otros fenómenos que pueden ser mundiales o locales, pero de interrelación planetaria, sin dudas marcan huellas en la condición psíquica de las personas. En procura de desarrollar una mayor comprensión de esa situación, surge un nuevo enfoque médico que ya viene desarrollando estudios al respecto: la geopsiquiatría.
En contraposición al síntoma del momento que experimenta el sujeto individual, surge una forma de comprender la salud psíquica que pone el acento en la condición social del ser humano y parte de un enfoque holístico.
En este contexto, el médico psiquiatra paraguayo Julio Torales fue electo senior fellow del Instituto Internacional de Geopsiquiatría (International Institute of Geopsychiatry), con sede en Suiza, y nombrado director del Centro Colaborativo en Geopsiquatría en Paraguay.
Actualmente, Torales es profesor titular de Psiquiatría y líder del Grupo de Investigación sobre Epidemiología de los Trastornos Mentales, Psicopatología y Neurociencias de la Facultad de Ciencias Médicas de la Universidad Nacional de Asunción (FCM-UNA). Además, es coordinador del Centro de Investigaciones Médicas de la Universidad Sudamericana e investigador de la Universidad de Los Lagos (Chile).
–¿Cuál es la definición de la geopsiquiatría?
–La geopsiquiatría es una subdisciplina emergente de la psiquiatría que estudia las interacciones entre los factores geográficos, sociopolíticos, económicos y ambientales y su influencia en la salud mental de las poblaciones. Se trata de un enfoque integrador que reconoce cómo el entorno, el territorio y los procesos históricos afectan el bienestar psíquico individual y colectivo.
URGENCIA
–¿Cuál es la necesidad a la que viene a asistir?
–La geopsiquiatría surge para responder a una necesidad urgente: comprender y abordar los determinantes contextuales de la salud mental que han sido tradicionalmente subestimados. En un mundo marcado por desigualdades estructurales, crisis humanitarias, migraciones forzadas y colapsos ecológicos. Esta disciplina busca ofrecer marcos de análisis y acción sensibles a la realidad geopolítica de cada territorio.
–¿Existen otras especialidades o disciplinas que trabajen el factor social dentro de la psiquiatría?
–Sí. La psiquiatría social, la psiquiatría transcultural y la psiquiatría comunitaria son disciplinas que han abordado aspectos sociales, culturales y contextuales. Sin embargo, la geopsiquiatría se diferencia por su énfasis en los determinantes geopolíticos y ambientales globales, proponiendo una lectura más amplia y situada de los fenómenos mentales.
–¿Qué tipos de patologías se enmarcan en el ámbito de competencia específica de la geopsiquiatría?, ¿su labor se centra más en lo estadístico?
–La geopsiquiatría no se limita a una categoría diagnóstica específica, pero suele enfocarse en trastornos vinculados al contexto, como el estrés postraumático, la ansiedad climática, la depresión asociada a crisis humanitarias o las psicosis en contextos de violencia estructural. Más que limitarse al análisis estadístico, busca interpretar los datos a la luz de las realidades sociales, políticas y ambientales en las que se inscriben.
–¿La interconexión virtual y real del mundo globalizado visualiza y/o genera nuevos problemas mentales?
–Ambas cosas. Por un lado, la interconexión ha permitido visibilizar condiciones mentales antes silenciadas o estigmatizadas. Pero también ha generado nuevas formas de sufrimiento psíquico: adicción a las redes, ansiedad informativa, dismorfia corporal digital, aislamiento paradójico, entre otras. La vida en red ha transformado los modos de vincularnos con efectos directos sobre la salud mental.
PUNTO DE INFLEXIÓN
–¿Qué peso tienen en estos nuevos escenarios la virtualidad y la pandemia?
–La pandemia de covid-19 fue un punto de inflexión. Aceleró procesos de digitalización y puso en evidencia la fragilidad de los sistemas de salud mental a nivel global. La virtualidad se volvió una herramienta clave para sostener vínculos, pero también potenció el aislamiento, la fatiga psíquica y la desigualdad en el acceso a recursos digitales, sobre todo en contextos de vulnerabilidad.
–¿Existen antecedentes de estudios y análisis anteriores que se hayan clasificado dentro del análisis de la geopsiquiatría?
–Sí, aunque no con ese nombre. Durante la Guerra Fría se investigaron los efectos del miedo nuclear y tras el 11-S se estudió el impacto del terrorismo y la securitización en la salud mental colectiva. La geopsiquiatría retoma estas experiencias para construir un marco conceptual más sistemático y global capaz de integrar esas realidades al análisis contemporáneo.
–¿Qué tipo de acciones globales podrían impulsarse en el marco de las necesidades que plantea el nuevo panorama de la salud mental en el mundo?
–Se necesitan políticas públicas globales que integren la salud mental como componente esencial del desarrollo sostenible. Esto incluye el fortalecimiento de sistemas comunitarios de atención, la capacitación de profesionales en enfoques contextuales, la investigación transnacional de determinantes psicosociales y la inclusión de la salud mental en agendas climáticas, migratorias y de derechos humanos.
MISIÓN
–¿Qué es el Instituto Internacional de Geopsiquiatría? ¿Cuáles son sus funciones y qué trabajo desarrollará usted allí?
–El Instituto Internacional de Geopsiquiatría fue creado en 2025 bajo el auspicio del Grupo de Interés Especial en Geopsiquiatría de la Asociación Mundial de Psiquiatría. Su misión es promover la investigación, la formación académica y la incidencia política en torno a la relación entre geopolítica y salud mental. Como senior fellow y director del Centro Colaborativo en Paraguay, me corresponde impulsar estudios regionales, fortalecer capacidades locales y contribuir al desarrollo de marcos teóricos y prácticos que reflejen las realidades de América Latina en el contexto global.
–¿En qué sentido la problemática del subdiagnóstico, la escasez de profesionales y los prejuicios sociales que postergan las consultas menguan el avance en este tipo de aristas investigativas emergentes?
–Estas problemáticas no solo dificultan el acceso a atención oportuna, sino que también limitan la capacidad de los sistemas de salud para generar datos representativos y contextualizados. El subdiagnóstico oculta la verdadera magnitud del sufrimiento psíquico en las poblaciones; la escasez de profesionales impide establecer redes de investigación clínica sólidas y el estigma social retrasa tanto la consulta como la participación en estudios. Esto repercute directamente en la producción de evidencia científica que permita desarrollar políticas sensibles al contexto geográfico y sociocultural. La geopsiquiatría, al enfocarse en los determinantes estructurales y globales de la salud mental, pone de relieve la urgencia de superar estas barreras para avanzar hacia una comprensión más completa y justa del sufrimiento psicológico en cada territorio.
DESARROLLO DE LA GEOPSIQUIATRÍA EN PARAGUAY
Profesionales paraguayos publicaron en el International Journal of Social Psychiatry un estudio que analizó, por primera vez en el país, la relación entre condiciones meteorológicas extremas y las consultas psiquiátricas de urgencia.
Utilizando un diseño case-crossover, el estudio evidenció que el calor extremo y la baja humedad relativa se asocian con un incremento significativo de consultas por episodios bipolares, trastornos de la conducta alimentaria y depresión.
En contraste, se observó una disminución en las consultas por esquizofrenia. Además, se constató que cada 1 % menos de humedad relativa aumentaba en 11 % el riesgo de consulta, lo que subraya la vulnerabilidad de ciertos cuadros ante condiciones climáticas adversas.
Otro trabajo recientemente publicado, esta vez en la revista Geopsychiatry, consistió en la primera encuesta global sobre la incorporación de la geopsiquiatría en la formación de médicos residentes en psiquiatría. Participaron 401 profesionales de más de 20 países. Los resultados muestran que, si bien la familiaridad con la disciplina aún es baja (4,2 %), más del 60 % considera muy importante incluirla en los programas formativos. Este estudio también identificó las principales barreras institucionales, como la falta de docentes capacitados y de materiales educativos específicos.
Actualmente Paraguay lidera un estudio multinacional sobre los efectos del cambio climático y fenómenos meteorológicos extremos en la salud mental de la población general.
Esta investigación se encuentra en fase de recolección de datos en los cinco continentes, en colaboración con centros académicos de América, Europa, África, Asia y Oceanía.
Está en fase de diseño final un nuevo estudio que evaluará la relación entre la exposición a partículas finas en suspensión (material particulado PM2.5) y la aparición o intensificación de síntomas comunes de enfermedades mentales.
Esta línea de investigación apunta a profundizar el entendimiento del impacto de la contaminación ambiental en el bienestar psicológico, un aspecto cada vez más relevante en contextos urbanos y vulnerables.
Recomendaciones desde las neurociencias para un 2024 más feliz
Doctor Mime
Compartir en redes
Cuando nos preguntan lo que deseamos para el nuevo año surge lo tradicional: salud, dinero, trabajo, amor... pero si debemos resumirlo en una palabra sola, esa es “felicidad” sin lugar a dudas. Y es que la felicidad es un estado emocional complejo que involucra una combinación de factores emocionales, cognitivos y biológicos.
Desde la perspectiva de la neurociencia, se ha descubierto que varias regiones del cerebro están implicadas en el procesamiento de la felicidad, aunque no existe una única “sede” de la felicidad en el cerebro. El sistema de recompensa del cerebro, que incluye estructuras como el núcleo accumbens y el circuito de la dopamina (de los cuales les hablé muchísimas veces en esta columna, así como en mis libros), desempeña un papel crucial en la experiencia de la felicidad. La liberación de neurotransmisores como la dopamina y la serotonina está asociada con sentimientos de bienestar y placer. Además, la corteza prefrontal, responsable de la toma de decisiones, la regulación emocional y la percepción del entorno, también juega un papel importante en la felicidad.
Las conexiones entre las regiones emocionales y cognitivas del cerebro son fundamentales para ver cómo percibimos y experimentamos la felicidad. De hecho, la creatividad es hoy en día uno de los valores más apreciados en las empresas, no solo en la vida cotidiana, ya que la inteligencia emocional (de la que hablaremos algún otro domingo) es uno de los factores más tenidos en cuenta a la hora de seleccionar personal laboral de alto rendimiento en las empresas más adelantadas y en vanguardia en sus respectivos campos. Pero no es fácil estar siempre en modo creativo. La presión de la productividad no juega a favor de esta cualidad cerebral que, además, contribuye a nuestra felicidad. Hoy en día sabemos que, según una encuesta de Adobe, las personas creativas son un 34 % más felices. De hecho, algunos autores sostienen que la creatividad es la capacidad que tiene el cerebro para realizar asociaciones entre conceptos aparentemente distantes entre sí, e implica ampliar las opciones existentes, dejar de hacer asociaciones directas y repetitivas (ya realizadas en el pasado) y hacer otras nuevas, originales e impredecibles.
La tendencia de nuestro cerebro es repetir acciones que nos han funcionado antes. Es lo que hacemos cuando trabajamos bajo estrés. Sin embargo, cuando estamos relajados, nos paramos a reflexionar, a elegir. Es el pensamiento focalizado frente al divergente. Una investigación llevada a cabo por la NASA buscó qué porcentaje de creatividad es genética. Curiosamente se descubrió que el número de personas creativas decrece con la edad. Es decir, que con la edad perdemos creatividad. Algunos expertos creen que se debe a que, al aumentar nuestro conocimiento, hacemos menos asociaciones disruptivas. De ahí que fomentar la curiosidad sea tan importante a medida que cumplimos años.
La neurociencia ofrece algunos consejos para fomentar la felicidad basados en cómo afecta el cerebro:
- Práctica de la gratitud: cultivar un sentido de gratitud puede activar áreas del cerebro asociadas con emociones positivas y recompensas. El concentrarse en las ganancias y no en las pérdidas.
- Meditación y mindfulness: estas prácticas pueden cambiar la estructura y función del cerebro, promoviendo la regulación emocional y reduciendo el estrés. Prometo hablar también de esto en otro domingo. Calma al sistema nervioso, nos hace focalizarnos más, a relajarnos mejor, y a entrenar la llamada red de saliencia del cerebro, es decir, el pensamiento divergente.
- Ejercicio físico: la actividad física estimula la liberación de neurotransmisores relacionados con la felicidad, como la dopamina, la serotonina y las endorfinas.
- Interacciones sociales: las relaciones sociales positivas y de apoyo pueden influir positivamente en la actividad cerebral asociada con la felicidad.
- Buscar el propósito: establecer metas significativas y tener un propósito en la vida puede impactar en la felicidad al involucrar áreas del cerebro asociadas con la recompensa y la motivación.
- Pasear por la naturaleza: al ampliar la visión focalizada por una más periférica, le decimos al cerebro que no estamos en modo de supervivencia, sino en modo exploratorio, listo para conocer nuevas posibilidades. Varios estudios han mostrado que la naturaleza ayuda a aumentar el número de insightscreativos y a sentirnos más relajados y de mejor humor. También nos ayuda a tomar perspectiva de las cosas
- Hacernos buenas preguntas: la incertidumbre no le gusta nada al cerebro. Por eso tener una pregunta sin respuesta es una muy buena forma de que la creatividad despierte sola. Al final es darle esa semilla al cerebro para que pueda dar sus frutos.
Estos consejos no solo tienen un fundamento neurobiológico, sino que también han sido respaldados por investigaciones que muestran cambios en la estructura y función cerebral en personas que practican estas actividades regularmente. Sin embargo, es importante tener en cuenta que la felicidad es un concepto complejo y subjetivo, y las estrategias que funcionan pueden variar entre individuos. Lo que sí es claro es que la neurociencia está proporcionando una base científica para comprender mejor cómo podemos cultivar y mantener estados emocionales positivos en nuestras vidas.
Al fin y al cabo, es una cuestión DE LA CABEZA. Nos leemos en una semana.
Se acercan días cruciales en el país, en los cuales vamos a elegir quiénes nos guiarán en los próximos cinco años. Y es importante (aunque parezca redundancia) recordar que las elecciones son cosa DE LA CABEZA, donde el cerebro es el culpable de que elijamos bien o mal. Por eso es importante tener en cuenta que en la política (la palabra fea que empieza con p y termina con a, como siempre escribe mi amigo Felipe cada lunes) es eminentemente... cerebral. Y eso es innegable.
Las neurociencias han llegado a tener una importante influencia en la política y en las elecciones presidenciales. Con el avance de la tecnología y las técnicas de neuroimagen, los científicos han descubierto cómo el cerebro procesa la información política y cómo las emociones influyen en las decisiones políticas. Esto se realiza en varios puntos que analizaremos someramente en este artículo. En primer lugar, se ha demostrado que el cerebro humano tiene una predisposición natural hacia ciertos valores políticos. Por ejemplo, las personas que tienen una mayor actividad en la amígdala, una región cerebral relacionada con la emoción, tienden a ser más conservadoras en su orientación política. Por otro lado, las personas que tienen una mayor actividad en la corteza prefrontal, una región cerebral relacionada con el razonamiento y la toma de decisiones, tienden a ser más liberales. Esto significa que las campañas políticas pueden adaptar su mensaje para apelar a las emociones y valores de su audiencia. Por ejemplo, los políticos conservadores pueden utilizar imágenes de miedo y amenaza para activar la amígdala y convencer a los votantes de que necesitan protegerse de algún peligro. Por otro lado, los políticos liberales pueden utilizar imágenes de igualdad y justicia para activar la corteza prefrontal y convencer a los votantes de que necesitan apoyar políticas que fomenten la justicia social. Increíble, pero cierto.
Además de lo dicho, las neurociencias también han demostrado que la manera en que se presenta la información política puede influir en la forma en que se toman las decisiones. Por ejemplo, los políticos pueden utilizar técnicas de persuasión, como la repetición y la simplificación, para activar el sistema de atención del cerebro y hacer que la información sea más fácil de procesar. También pueden utilizar técnicas de priming, como la exposición a ciertas palabras o imágenes antes de presentar una propuesta, para influir en la forma en que se interpreta la información. Esto lo vemos ahora mismo en las diferentes técnicas de campaña de los candidatos presidenciales, aunque algunos “se salen de la norma” y apelan a la emoción descontrolada mediada por el ataque. Pero bueno, son estrategias cuestionables, pero estrategias al fin.
Por último, las neurociencias también pueden ser útiles para comprender la forma en que las emociones influyen en el comportamiento político. Por ejemplo, la ansiedad y el miedo pueden hacer que las personas sean más propensas a apoyar políticas conservadoras y autoritarias, mientras que la empatía y la compasión pueden hacer que las personas sean más propensas a apoyar políticas liberales y de justicia social. En conclusión, las neurociencias tienen un papel cada vez más importante en la política y en las elecciones presidenciales. Los políticos pueden utilizar la comprensión de cómo el cerebro procesa la información política para adaptar su mensaje y persuadir a los votantes... que lo hagan ya es “arena de otro costado” como decía un vernáculo filósofo emanado de la cuna política hace unas décadas. Además, y no menos importante en los papeles, aunque siempre ignotada en la realidad, la comprensión de cómo las emociones influyen en el comportamiento político puede ayudar a los políticos a crear políticas que sean más efectivas para sus electores.
Es importante seguir investigando en este campo para entender mejor cómo funciona el cerebro en el contexto político y cómo se pueden utilizar estos conocimientos para mejorar la toma de decisiones políticas. Y que, por fin, la política se entienda como un verdadero asunto DE LA CABEZA. Nos vemos en una semana.