DESDE MI MUNDO
- POR MARIANO NIN
- Columnista
Carlos, mi vecino, es un trabajador nato. No tiene estudios, pero le sobra predisposición y talento casi para cualquier cosa.
Si necesitás un electricista, allí está Carlos; un plomero, Carlos; albañil, Carlos, y si no lo encontrás es porque Carlos está en algún jardín trabajando de jardinero.
Eso sí, los domingos no se mueve de su casa. “Son sagrados, son de la familia”, suele decir poniendo una voz grave como para imponer su condición desde una seriedad que no cuadra con él.
Pero es su filosofía de vida. Siempre digo que Carlos es el paraguayo teete, afable a más no poder. Ese responsable y kachiã'i en el que se puede confiar.
Según los últimos números del Instituto Nacional de Estadísticas, en Paraguay aproximadamente 1 millón 847 mil personas trabajan en el sector informal. Aproximadamente 8 de cada 10 personas ocupadas no agropecuarias son informales. Sin embargo, en áreas urbanas de cada 10 ocupados no agropecuarios 6 son informales.
Obs.: (Para la definición de la ocupación informal se han considerado las recomendaciones de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), adaptándolas a la realidad y circunstancias del Paraguay. Son ocupados informales los trabajadores independientes que no están inscriptos en el Registro Único de Contribuyentes (RUC) del Ministerio de Economía y los trabajadores dependientes que no aportan a un sistema de jubilación o pensión.)
Pero volvamos a Carlos. Dice que vive con lo justo, pero la verdad es un poco conformista. En eso creo que se basa su percepción de la felicidad: una vida sacrificada de lunes a sábado, pero domingos de cachaca, cerveza y buen asado. Y el lunes a lucharla otra vez desde donde se pueda.
Nueve de cada diez ocupados es pobre, son unas 308 mil personas.
Carlos no es mala gente. Es educado y confiable y le sobra predisposición para el trabajo. Es por eso que Juan es siempre en el barrio la primera opción.
Pasado el Día del Trabajador, cuento esta historia en homenaje a ellos. Seguro en tu barrio hay un Carlitos, porque Carlitos se multiplica en todos lados y te deja cierto toque de esperanza ante tanta gente sumida en el abandono esperando un milagro que les solucione la vida.
Para vos, Juan, Pedro, Alberto o como te llames, para vos mi homenaje, para vos. ¡Salud!