- Por Ricardo Rivas
- Corresponsal en Argentina
- X: @RtrivasRivas
Participa allí de la cumbre del G20. Inicia la semana en un contexto multipolar claramente diferente del que vivió días atrás en Palm Beach, Florida, Estados Unidos, donde fue participante y se sintió parte de la Conferencia de Acción Política Conservadora (CPAC, en inglés) que lideró en Mar-a-Lao –una de sus residencias privadas– el presidente electo norteamericano Donald Trump (78).
Allí, todo fue una fiesta de la que disfrutó y en la que nada faltó para distenderse de once meses de gobierno. Su homólogo Trump se fotografió (con sus pulgares hacia arriba) junto con el señor Milei y su hermana Karina, secretaria general de la Presidencia que vestía de “rojo republicano”, según un portavoz gubernamental que así describió ese tono cromático a La Nación y al empresario sudafricano, estadounidense y canadiense Elon Reeve Musk (53), funcionario norteamericano de rango ministerial designado, al que el mandatario argentino aludió como “amigo”.
Momentos inolvidables, seguramente, tanto durante el “party” como en las intervenciones de corte político en las que Javier Milei, ante un nutrido auditorio –en español y con traducción simultánea– aseguró sentirse “como un profeta en una distopía aún evitable” frente a las políticas socialistas a las que se enfrenta.
En lo que también es parte de la política, pero show business, el presidente argentino tuvo su momento de risas, sonrisas y bromas cuando sonaron los compases de Theme from Rocky (“Gonna fly now”, título original), que compuso Bill Conti con Carol Connors y Ayn Robbins como letristas, mientras se saludaba efusivamente con el mismísimo Sylvester (Gardenzio) Stallone (78) y hasta simulaba golpear a Rocky Balboa con un directo en la mandíbula. “El sueño del pibe” podría decir cualquier argentino o argentina supra 35.
“Has hecho un trabajo fantástico en un periodo de tiempo muy corto”, dijo Trump a Milei públicamente en un momento del cónclave. “El trabajo que has hecho es increíble. Volver a hacer grande a Argentina. Ya sabes Make Argentina Grate Again. Funciona bien con la A, no funciona con otros países (...) Creo que tus números funcionan (...) un trabajo fantástico en muy poco tiempo (y) es un honor tenerle aquí”.
¿Cuáles son esos números? Veamos. El Índice de Precios al Consumidor (IPC) de octubre último se ubica en 2,7 %; la sobretasa en el mercado voluntario de crédito para la Argentina que mide JPMorgan se ubica por debajo de los 800 puntos porcentuales; el Banco Central (BCRA), acumula compras por poco más de USD 20 mil millones; el costo del dólar en todas sus variantes ha caído hasta tener una brecha de 14 % con el valor oficial de la divisa estadounidense; el superávit fiscal se mantiene en los últimos 9 meses; la primera etapa del blanqueo de capitales reporta cerca de USD 24 mil millones; la pobreza se ubica en torno del 52 %.
Pero aquello ya pasó. Ayer, el señor Milei mantuvo una reunión de trabajo con su homólogo francés Emmanuel Macron. De alguna manera fue como una preparatoria de la agenda que se debate desde hoy en la cumbre carioca. Todo hace pensar que allí emergerán no pocas complejidades a partir de la política internacional que con el canciller Gerardo Werthein a la cabeza desde algunos días atrás desarrolla el mandatario local.
En el ámbito de la Organizaciones de las Naciones Unidas (ONU), Argentina votó en soledad contra una resolución para proteger de la violencia machista a mujeres y niñas; en el mismo sentido, fue en contra de los pueblos originarios; retiró la misión que participaba de la COPE por la crisis ambiental; y analiza retirarse del acuerdo climático de París como lo ha hecho Estados Unidos durante el primer mandato de Donald Trump. El G20, por el contrario, comparte tanto la Agenda 2030 como el Pacto del Futuro (agenda 2030-2045) que Milei dice rechazar visceralmente. Complejidades.
La votación contra pueblos originarios, además, podría tener impacto jurídico en la política interior. Desde la reforma constitucional de 1994, el artículo 75 inciso 17 de la Carta Magna se reconoce “la preexistencia étnica y cultural de los pueblos indígenas argentinos” y, en consecuencia, prescribe “garantizar el respeto a su identidad y el derecho a una educación bilingüe e intercultural”. ¿Dicotomía entre el hacer del Ejecutivo argentino y el decir de la Constitución que, además, otorga rango supraconstitucional a ciertos pactos internacionales relacionados con la plena vigencia de los derechos humanos?
Tres datos finales que voceros gubernamentales reservados en Buenos Aires los dan como muy seguros: 1) habrá bilateral de Javier Milei con el presidente de la República Popular China Xi Jinping; 2) no habrá encuentro del mandatario bonaerense con el anfitrión Luiz Inácio “Lula” Da Silva; y 3) Milei mantendrá su no a la Agenda 2030. ¿Será así?