Dar el lugar que se merece la meritocracia se debe constituir en uno de los principales valores agregados que nos permitirían como país poder seguir diagramando planes estratégicos dentro de nuestras empresas para que dentro de la estructura organizacional podamos llegar a los objetivos y metas que nos propongamos, dentro de un mercado estrecho aún como el nuestro, pero cada vez más dinámico y competitivo en todos los órdenes.

El proyecto de Ley del Servicio Civil ha sido una decisión inteligente y necesaria que ojalá pueda dar los resultados que se esperan dentro del contexto de nuestra administración pública.

Esperemos que dentro de ambas cámaras del Parlamento impere el sentido común y dejen de lado las apetencias personales y políticas poniendo al país en primer lugar, pues de muy poco valdrán los esfuerzos que se vienen haciendo en el exterior buscando la radicación de nuevos capitales que puedan potenciar nuestro desarrollo económico y coadyuvar a la generación de más fuentes de trabajo, con su consecuente efecto positivo sobre nuestra microeconomía.

Los paradigmas en lo que a capital humano concierne han cambiado, ya que hoy día las empresas especializadas en selección de personal dan preeminencia a la aptitud y actitud que muestren los potenciales candidatos y ya no tanto a las calificaciones que pudimos haber obtenido dentro del ciclo medio y superior.

A nivel país contamos con muchos jóvenes inteligentes y talentosos que, sin embargo, son dejados de lado o bien ocupando posiciones secundarias dentro de las organizaciones por razones más bien de carácter subjetivo.

La conjunción de la meritocracia, capacidad, idoneidad y formación profesional son aspectos que hacen a la cualificación de los funcionarios, y que se los debe tener en cuenta y fomentarlos dándole el justo lugar que les corresponde.

Dentro del sector público estas virtudes siguen siendo pasados por alto, salvo excepciones. No es el prebendarismo ni el clientelismo político, aceptando la incorporación de jóvenes con limitadísima formación académica-profesional los que harán que nuestro país pueda aspirar a un crecimiento y desarrollo económico y social sustentable y sostenible, sino un capital humano que pueda desenvolverse con eficiencia y eficacia.

La conjunción que se pueda dar entre el sector privado y público para encarar diversos proyectos en favor de nuestro país podrán dar los resultados esperados con personas que sean idóneas y capaces, por lo que el Poder Ejecutivo pretende con la Ley del Servicio Civil es lo que precisamos desde hace tiempo, pero que no sea solo en papeles, sino que una vez promulgado se los cumpla a cabalidad, puesto que de lo contrario terminaríamos en lo de siempre y ese no es el objetivo.

Nuestros parlamentarios deben entender dado que el sentido común así lo exige que dicha ley debe abarcar a los 3 poderes del Estado para que nuestros potenciales inversores extranjeros puedan ver que la debilidad estructural del que seguimos adoleciendo se busca corregir a nivel global.

Santiago Peña podría tener buena intención y también buenas ideas para sacar adelante a nuestro país, pero es bien sabido que “una sola golondrina no hace primavera”, por lo que precisa que los parlamentarios de ambas cámaras acompañen todo lo que pueda ir en beneficio del país y no solo mirar desde la óptica política, pues de lo contrario podríamos seguir “empantanados” y no es lo que se busca.

En países de primer mundo es la meritocracia y capacidad de las personas lo más importante, y una de las razones por las cuales muchos países siguen creciendo y desarrollándose dentro del ámbito económico y social.

Copiar lo bueno no está prohibido, ya que será para bien de nuestro país, puesto que no será solo la clase política la que permitirá que podamos crecer cualitativa y cuantitativamente, sino nuestra gente a quienes se les apoya y se les da el lugar que se merecen por meritocracia, capacidad e idoneidad y no por el “color del pañuelo”.

Al Paraguay lo vamos a sacar adelante entre todos y no solamente un grupito de personas. Es ese anacrónico pensamiento lo que deberá ser superado, dado que vivimos en un mundo globalizado y cada vez más exigente.

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