El 23 de noviembre de 2024 quedará en la memoria de miles de visitantes que llegaron a Paraguay, atraídos por la final de la Copa Sudamericana. Sin embargo, lo que realmente robó el protagonismo no fue únicamente el balón, sino la esencia de nuestra tierra: la calidez, hospitalidad y solidaridad que define al pueblo paraguayo.
La experiencia de los turistas no se limitó a los estadios; en cada rincón del país, se encontraron con un recibimiento que superó sus expectativas. Las redes sociales se llenaron de relatos que destacaban desde gestos cotidianos hasta momentos extraordinarios que reflejan lo mejor de nuestra idiosincrasia.
Paraguay ofreció un ejemplo de humanidad que dejó huella en los corazones de quienes nos visitaron. Las historias de personas que abrieron sus casas y corazones no tardaron en viralizarse.
En las calles, la hospitalidad fue palpable. Desde vecinos refrescando a los hinchas con mangueras bajo el sol hasta policías habilitando baños y duchas para los visitantes, nuestros compatriotas demostraron que no se necesita mucho para ser solidarios. La amabilidad se extendió incluso a las instituciones públicas, como lo destacaron turistas que fueron atendidos con medicamentos gratuitos tras accidentes o quienes recibieron agua mientras esperaban cruzar la frontera.
La gastronomía fue otro embajador de nuestra cultura. Los turistas quedaron encantados con sabores auténticos, tales la clásica mandioca en todas sus formas, hasta la exquisita carne asada y platos tradicionales como el chipa guasu. Las palabras de agradecimiento fueron constantes: “Buena carne y precios accesibles” fueron algunos de los comentarios que inundaron las redes.
La impecable organización de la final en Asunción no pasó desapercibida. La ciudad fue calificada como la sede ideal para eventos de gran magnitud, con una infraestructura adecuada y, más importante aún, una comunidad anfitriona que hizo que cada visitante se sintiera en casa.
Los halagos destacaron nuestra capacidad para combinar la eficiencia logística con una atmósfera cálida y festiva. Algunos usuarios de redes sociales incluso propusieron que Asunción se convierta en la sede fija de este torneo, un reconocimiento que no se otorga a la ligera.
Más allá de un evento deportivo, el país se consolidó como un destino que encanta y emociona. Cada visitante se llevó consigo algo más que fotos y recuerdos: se llevó la experiencia de haber sido recibido con los brazos abiertos en un país donde la generosidad es ley.
Paraguay no solo ganó en las gradas, sino en la memoria y el agradecimiento de miles. Y eso, sin duda, es un triunfo que no tiene rival.