• Dr. Juan Carlos Zárate Lázaro
  • MBA

Muchos de nosotros tenemos dentro de nuestros objetivos, crecer personal y profesionalmente. La palabra PROACTIVIDAD se constituye en uno de los mejores atributos que movimenta al ser humano, en tanto aquellos que son meramente reactivos, donde el statu quo es su constante, suelen permanecer en “zona de confort” esperando poder ser dirigidos.

Mantengamos la mente preparada y alerta, que nos permita ir captando y aprovechando oportunidades, sin desaprovechar los talentos que cada uno tenemos a veces “dormido” y que precisan despierten de su letargo, por falta de motivación y predisposición.

Aquel que se considere un buen profesional, que estudió y se perfeccionó para ser útil y aportar valor agregado, siempre tendrá en mente la posibilidad potencial de seguir creciendo e ir escalando posiciones a nivel laboral, manteniendo la ductilidad necesaria que hoy día nos exigen las empresas de este siglo pues las rigideces del siglo XX ya son “historia antigua”.

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El conocimiento y talento son uno de los dos activos más importantes de los seres humanos.

Las prebendas, el cuoteo político y la mediocridad afectan nuestro Presupuesto General de la Nación (PGN), debiendo eliminarse para siempre.

Es responsabilidad del Gobierno, abocarse con capacidad y profesionalismo a modernizar la estructura del Estado a través de la Ley del Servicio Civil, actualizada a los requerimientos actuales de nuestra sociedad, que permita a los servidores públicos perspectivas de desarrollo profesional, lo cual sigue muy rezagado, pues la calidad del capital humano y técnico de la mayoría, de nuestras instituciones, dejan mucho que desear.

Necesitamos instituciones actualizadas a los nuevos tiempos, donde podamos visualizar procesos digitales pragmáticos y que la plantilla de funcionarios esté conformada por gente capaz e idónea, permitiendo lograr una mayor racionalización de gastos rígidos, imponiéndose una reingeniería global tanto en ministerios, secretarías ejecutivas y entes descentralizados, donde queden solo aquellas personas que muestren el nivel de formación y capacidad que puedan aportar en forma eficiente y eficaz y olvidarnos que si no son afines al gobierno de turno quedan excluidas dándose preferencia a los que no aportan valor agregado alguno por falta de capacidad.

La burocracia que predomina en casi todos los entes públicos deberá terminar, pues teniendo a mano a la tecnología en donde casi todo ya está digitalizado e interconectado, no podemos seguir con funcionarios desfasados en el tiempo, pues a través de un proceso continuo de reinvención podremos hacer que el Estado supere sus marcadas falencias y se actualicen a lo que exige el siglo XXI.

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