• Jorge Torres Romero

Con la desestimación de la “denuncia” del exhombre fuerte del gobierno abdista, Arnaldo Giuzzio, queda en evidencia, una vez más, que todo formó parte de un plan despiadado para aniquilar adversarios políticos.

Giuzzio, el encargado de la seguridad interna del país, el que vacacionaba por las playas del Brasil utilizando el vehículo blindado de uno de los considerados narcos más buscados de ese país, está hoy más acorralado que nunca.

Solo le queda el respaldo mediático del diario Abc Color, que fue cómplice del terrorismo de Estado perpetrado por el gobierno corrupto de Mario Abdo Benítez.

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El exministro del Interior exhibió un power point elaborado por un exfuncionario suyo, Daniel Farías, quien ingresó a la Seprelad sin ser funcionario para acceder a información confidencial y a partir de ahí construir relatos falsos. Ese mismo “informe”, Giuzzio lo presenta ante la Seprelad y luego ese mismo mamotreto fue remitido a la Fiscalía como denuncia formal.

Lo convocaron para que arrimara pruebas y no aportó absolutamente nada. Los fiscales hicieron la tarea de cotejar esos datos y no hallaron nada, todo era falso, fraguado e inventado, por eso la causa se desestima.

Sin embargo, el informe Giuzzio fue usado por la prensa, la oposición, el exembajador Marc Ostfield para “destruir a Cartes y sus empresas”. Cartes no fue destruido y trituró electoralmente a su adversario ocasional y su sector político conquistó el poder. Es decir, nadie creyó la fábula.

Si bien la ciudadanía no compró la mentira del abdismo ni el relato de la prensa cómplice (Grupo Zuccolillo-Vierci), lo grave de todo esto es que hasta ahora no hay castigo para quienes cometieron abuso de poder y para que nunca más se repita la historia de instrumentar instituciones del Estado para perseguir enemigos políticos.

Lo otro es que ya nadie devolverá el perjuicio generado. Los cientos de empleos que se perdieron por las injustas sanciones económicas generadas por informes falsos. Inversiones que quedaron a mitad de camino que pudieron dar más fuentes de trabajo y mayores ingresos al fisco.

El daño es irreparable, pero por lo menos, los Abdo, Giuzzio, Carlos Arregui, René Fernández y compañía deben terminar presos. Sus actuaciones no deben quedar impunes. Puedo estar equivocado, pero es lo que pienso.

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