• Por Jorge Torres Romero.
  • Columnista

El plan habitacional del gobierno de Santiago Peña denominado Che Róga Porã (Mi casa linda) fue concebido no solo como una respuesta al déficit de viviendas propias para las familias paraguayas, sino como una herramienta estructural que ha activado el sector de la construcción, generando empleo con mano de obra, materiales y empresas locales, promoviendo de este modo el dinamismo económico en diversas regiones.

Desde su implementación, en solo 22 meses de gestión, el programa a cargo del Ministerio de Urbanismo, Vivienda y Hábitat, bajo la administración del ingeniero Juan Carlos Baruja, ya está alcanzando las 27.000 viviendas gestionadas; de las cuales, 18.500 ya están concluidas y entregadas con resultados bien tangibles: mayor inclusión financiera, vivienda digna para cientos de familias, impulso al empleo y modernización del sistema habitacional paraguayo. A modo comparativo, durante los 5 años del gobierno anterior se gestionaron un total de 35.000 viviendas.

Por eso, no es descabellado y mucho menos pretensioso, afirmar que este plan apunta a revolucionar el sector de viviendas y, sin dudas, la economía de todo el Paraguay, puesto que atiende también las demandas habitacionales de un segmento olvidado: la clase media.

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A esto se apunta la versión 2.0 del programa Che Róga Porã que cuadruplicó el número de solicitudes recibidas respecto a la etapa anterior; de las cuales, el 76 % son proyectos de construcción en terreno propio o compra de vivienda terminada.

Es que el sueño de la casa propia es un anhelo común que representa la seguridad, estabilidad y autonomía que brinda tener un lugar donde establecerse y crear recuerdos duraderos con la familia. Dotar una vivienda digna a las personas, fomenta el desarrollo humano, económico y territorial.

Está comprobado además que, con políticas adecuadas como esta, el sector puede ser uno de los motores más poderosos para construir un país más equitativo, moderno y resiliente. Puedo estar equivocado, pero es lo que pienso.

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