- Por la Lic. Gabriela Cáceres Wood
- Persona con discapacidad física
Participar en esta capacitación sobre educación inclusiva fue, para mí, mucho más que una formación profesional: fue una vivencia profundamente personal. Como persona con discapacidad física, atravesé toda mi etapa educativa sin inclusión real. Me enfrenté a muchas barreras –físicas, sociales y emocionales– que, aunque difíciles, no impidieron que siguiera adelante. Pero no todas las personas con discapacidad tienen la misma oportunidad de “derrotar barreras”.
Esa historia me llevó a sentir con fuerza la necesidad de este curso, especialmente para las docentes. Es fundamental que comprendan la realidad de sus alumnos, que se formen para acompañarlos con empatía y herramientas adecuadas.
El curso fue completo, enriquecedor en todos los aspectos: teoría, práctica, reflexión y sensibilidad. Me ayudó no solo a reforzar mis conocimientos, sino también a sanar partes de mi historia, entendiendo cuánto se podría haber evitado si hubiera existido una educación verdaderamente inclusiva en mi infancia.
Viajar todos los viernes desde Concepción fue un esfuerzo grande, pero lo asumí con compromiso. Lamentablemente, esta experiencia también evidenció lo mucho que falta en el interior del país. La inclusión sigue siendo una deuda pendiente en muchas comunidades.
Hoy me siento más preparada y, sobre todo, con la responsabilidad de ser voz, de compartir mi experiencia y de seguir trabajando para que ninguna niña o niño tenga que enfrentar las barreras que yo enfrenté. Porque la educación inclusiva no puede esperar.