El deficiente servicio del transporte público de pasajeros tocó fondo y sin lugar a dudas se torna insostenible seguir sometiendo a esta miseria a la clase trabajadora como a la ciudadanía en general.
El reciente informe del Instituto Nacional de Estadística (INE) sobre las horas que pierde un ciudadano promedio en esperar el colectivo viene básicamente a documentar la cruda realidad de la que somos testigos diariamente. Se volvió normal ver el aglutinamiento de usuarios del transporte público en horas pico de la mañana como de la tarde en rutas, avenidas y las principales vías de conexión vial con la capital, una situación lamentable.
Históricamente este manoseo, principalmente a la clase trabajadora que es el principal mercado del transporte de pasajeros, no llegó a esta realidad extrema de sumarle más horas de calle a la ciudadanía a causa de las reguladas, flota insuficiente y transgresiones ruines de incumplimiento de los horarios establecidos.
Necesariamente y de manera impostergable hay que encontrar el camino que allane un mejor servicio del transporte público. La radiografía mediante encuestas que realizó el INE muestra de manera clara cómo se perjudica a la población trabajadora y estudiantil con el deficiente funcionamiento.
El estudio difundido en estos días reportó que el 51 % de los viajes entre Asunción y el Área Metropolitana son por trabajo, el 19,97 % de los movilizados usan bus (unas 378.000 personas) y confirmó que diariamente un promedio de 15.000 usuarios (3,6 %) respondió que es afectado por más de una hora de espera por transporte público, en la ida y en la vuelta. No obstante, los resultados se basan en una encuesta realizada en 2021, tras salir de la etapa de pandemia.
En las explicaciones que realizaba el titular del INE subrayó que los viajes al trabajo son los que llevan más tiempo, en promedio 41 minutos, seguido de actividades como regreso al hogar con 35 minutos en promedio. Hay dos horas pico bien marcadas también, una a las 6:00 de la mañana, donde coinciden 262.000 viajes aproximadamente, y el otro a las 17:00, donde concurren 270.000 viajes. De estos detalles se puede dilucidar que, en un día, un ciudadano promedio pierde aproximadamente 2 horas de tiempo de su jornada entre el tráfico y el viaje en el transporte público para acudir a su lugar de trabajo, eso solo si el aproximado de tiempo se cumple y se ajusta al itinerario promedio y no se da ningún tipo de regulada o retraso en el servicio.
Un dato no menor y que cabe resaltar es el tiempo en que fue hecho el estudio que corresponde al segundo semestre del año 2021, cuando el país estaba volviendo a movilizar tras el encierro por la pandemia del covid-19. Esto sugiere para la fecha quizá la situación del trasporte público puede tener un diagnóstico aún peor, tal como lo remarcó también el director del INE, considerando que la cantidad de usuarios pudo haber aumentado teniendo cuenta los niños y jóvenes que deben de acudir a las escuelas y colegios o la población en edad de inserción que capaz se sumó a la demanda de uso de colectivos.
El incumplimiento de los horarios genera un perjuicio con efecto dominó para la clase trabajadora y el sector productivo que debe asumir retrasos en las jornadas laborales. Las malas condiciones de los vehículos, la sobrecarga de los colectivos también impactan negativamente en otros aspectos que afectan la seguridad de los usuarios que deben aguantar circunstancias indignas.
El sistema de transporte público de pasajeros tiene que volver a ser una alternativa válida para la movilidad de la ciudadanía en general y no un estrés para la demanda como lo es en la actualidad. Requerimos que las próximas autoridades acudan a los técnicos más idóneos para que se resuelva la problemática que tiene también detrás un incalculable esquema de corrupción.
El Estado tiene que recuperar su liderazgo y ofrecer tanto a empresarios como a usuarios las condiciones necesarias para que el funcionamiento reditúe en ganancias y buenos servicios.