Los últimos informes del Fondo Monetario Internacional (FMI) dan cuenta que Paraguay estaría cerrando el presente año con una inflación del 2,4 por ciento acompañado de un crecimiento de su economía medido por el producto interno bruto (PIB) de casi el 4 por ciento. Esto significa contar con la primera posición en crecimiento en el Cono Sur, seguido de Uruguay con un 3,7 por ciento.
A este prometedor panorama se agrega el saldo fiscal del primer trimestre del presente año. Los reportes de organismos públicos y privados indican una tendencia a la baja del déficit fiscal hasta llegar al 3 por ciento anual, en un contexto que resulta sumamente interesante a la hora de analizar la tarea del gobierno actual a la hora de calificar su gestión.
La gestión gubernamental desde el Ejecutivo nacional resulta aleccionadora e incentiva a los mercados nacionales como extranjeros para atraer inversiones que se requieren, en un entorno internacional del cual no podemos sustraernos. En efecto, los precios de los combustibles, el comercio en el Oriente Medio, así como la coyuntura propia de nuestros commodities ligados a la producción de otros países de mayor escala muestran que en Paraguay vamos haciendo bien los deberes.
Los deberes, en efecto, se hacen bien desde un gobierno cuando la inflación es de un dígito, el déficit va bajando y la producción del sector privado. Y serán mejores aún con más seguridad. Sobre este último punto desde luego que hay mucho por hacer y se está haciendo, pero lo que no se deja de decir es que el Gobierno está haciendo lo mejor con relación a cuidar el bolsillo de la población.
Además, apenas días atrás el ranking de la consultora argentina CB lanzó los resultados de los 10 mejores presidentes de la República mejor posicionados y nuestro primer mandatario, Santiago Peña, se encuentra en el tercer lugar con imagen positiva.
Es de resaltarse que tanto el control inflacionario como la reducción del déficit fiscal no provienen de un acto mágico como esperar a que suceda algo dejando que las cosas pasen y estén mejor.
De ninguna manera, la inflación y el déficit son provocados por los Gobiernos al desnaturalizar sus funciones al servicio del pueblo, en consecuencia, si tenemos control inflacionario y se viene al mismo tiempo bajando el déficit fiscal, quiere decir que se está trabajando a diario y de modo perseverante para que el dinero del pueblo sea respetado manteniendo su poder adquisitivo, situación que no ocurre en otros países, lamentablemente erosionados por medidas erróneas de política económica.
Los resultados en las cuestiones más arriba citadas, por tanto, provienen de las actividades de un gobierno como el actual cuyo Ejecutivo –por encargo de la Constitución Nacional– tiene bajo su gestión el poder administrador del Estado, motivo por el cual quiere decir que se están utilizando de un modo eficiente y transparente los recursos proveídos por los contribuyentes. Sin lugar a duda, la baja inflación y el menor déficit fiscal son logros que muestran respeto hacia el pueblo.