Con una paráfrasis de una conocida obra existencialista podríamos referirnos a la insoportable predictibilidad de los medios de comunicación rabiosamente enemigos del actual gobierno.

Y, también, a esta definición deberíamos añadir la levedad, irresponsabilidad y sistemática manipulación de la información, en un acto deliberado e infructuoso de distorsión de la realidad, que reafirma su mala fe y antiética conducta profesional.

Hace exactamente una semana, anticipamos cuál iba a ser la reacción de estos conglomerados mediáticos ante la presentación del presidente Santiago Peña al Congreso de la Nación de su informe de gestión durante el periodo interanual 2024-2025.

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No es que nos ufanamos de profundos análisis sociológicos ni sicológicos sobre los propietarios y periodistas de estas empresas, simplemente nos guiamos por sus repetidas inconductas en el manejo de las noticias y, con base en esas observaciones, fue muy fácil inferir sus críticas y descalificaciones –en algunos casos, en un tono bastante burdo– hacia la administración del actual mandatario. Así que, aquello de pura fantasía y cero realidades, solo responde a la inquina que hace rato se incubó en estas corporaciones mediáticas por varias razones: la primera de ellas –y, quizás, la más visible– es que intentaron evitar desesperadamente –en una campaña sucia, pocas veces vista– que Peña ganara las internas de la Asociación Nacional Republicana en diciembre de 2022.

La segunda –ligada a la primera– es que se jugaron desembozadamente por el precandidato presidencial Arnoldo Wiens, quien respondía al liderazgo de Mario Abdo Benítez, cuando, entonces, todavía fungía como presidente de la República, con una gestión francamente desastrosa y una administración de la más corrupta que se recuerde en toda la transición democrática.

Pero, como son cómplices (por acción u omisión), no se detienen en esas “pequeñeces”, o en esas “vyrezas”, como diría un exjefe de Estado. Hay que cubrir con el manto de la impunidad el escandaloso robo a las arcas públicas.

Una impunidad que promueven, aunque, al mismo tiempo, se rasgan las vestiduras sobre los presuntos delitos sin castigos en el presente. La hipocresía en su más elevada temperatura y un cinismo que raya los límites del asombro.

Y la tercera, cuando perdieron –porque esa es la palabra exacta– las elecciones generales del 30 de abril de 2023. Es cosa repetida, pero es recomendable martillar continuamente sobre estos aspectos para que la ciudadanía tenga a la vista el requerido contexto que le permita arribar a sus propias conclusiones.

De manera que la gente ya estaba preparada para lo que iban a publicar. Y, por supuesto, como era de esperarse, los que más aplaudieron la postura inmoral de estos medios fueron sus aliados políticos, a quienes, por lo general, tales medios les marcan su agenda diaria y hoja de ruta.

Es la única forma de tener grandes espacios promocionales en sus periódicos, radioemisoras y canales de televisión. Coaligados en torno a un único objetivo primordial: destruir al adversario (enemigo para ellos), porque esta es su única plataforma electoral. Carecen de lucidez, inteligencia y razón reflexiva, por lo cual apelan a la simple denostación, el improperio y los agravios como armas para ganar sus batallas, hasta ahora, todas ellas catastróficamente pérdidas.

Así, recurren a la rústica confrontación, sin propuesta alguna. Mas el pueblo quiere escuchar recetas creativas e innovadoras, que ayuden a solucionar urgencias cotidianas.

¿Y qué dijo Santiago Peña durante la presentación de su informe de gestión, conforme con el mandato establecido en la Constitución Nacional? Aseguró que, en más de dos décadas de vigencia de la democracia, Paraguay ha logrado su mayor prosperidad histórica, tanto que la economía creció en un promedio de 4 % anual entre 2003 y 2024, superando a muchos países de la región.

Expuso un cuadro demostrativo con absoluta prescindencia de matices partidarias o de posibles enemistados con mandatarios anteriores. Pues, como podrá certificarse, incluyó indicadores de hace más de veinte años atrás.

Además, nuestro país, en un hecho inédito, alcanzó el grado de inversión el año pasado, como muestra de la estabilidad y la recuperación de la confianza internacional, así como de la solidez del Estado de derecho que muchos pretenden cuestionar sin más argumentos que el deseo de dañar la imagen del Gobierno.

Desde el 2002 al 2024, con una actitud sin precedentes por la lealtad hacia las estadísticas, señaló que la pobreza bajó del 58 % al 20 %. Coherente con los fundamentos doctrinarios del partido que le llevó al poder, concluyó que su mayor intención es que el Estado sea verdaderamente un servidor del ciudadano.

La cuestión es muy sencilla: no hay que mirar a los costados por el bien de la sociedad y, principalmente, de los sectores más carenciados. El resto es breve y fugaz hojarasca, que ni vale la pena recoger, porque nada útil deja a su paso.

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