Este sábado 27 de agosto, a las 20:00, llega al Anfiteatro Rafael Rojas Doria de la ciudad de Villa Elisa la obra teatral Robin Hood, en versión y dirección general de Mario Santander Mareco, con un elenco conformado por catorce actores de primerísimo nivel.
Una puesta en escena de 80 minutos propone un imponente musical para toda la familia, recomendada especialmente para niños de 5 años en adelante, ya que narra la historia del legendario hombre, cuyas hazañas perduraron a lo largo de los siglos en la leyenda popular y estimularon la imaginación de todo aquel que comparte su espíritu aventurero y su honradez.
Robin Hood relata la vida de un experto arquero al que solo le interesaba proteger su vida mientras estaba al servicio del rey Ricardo Corazón de León. Al volver de la guerra se encuentra con una ciudad aplastada por los impuestos recaudados por un alcalde despótico. En la Inglaterra del siglo XIII, Robin y su banda luchan contra la corrupción en una pequeña ciudad, hasta el punto de enfrentarse a la autoridad.
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Así, este hombre humilde se convertirá en un símbolo de libertad para su pueblo. Allí se enamora de lady Marian y decide conquistar el corazón de la dama y salvar la ciudad. Para ello, Robin reúne a una banda cuyas inesperadas habilidades solo son igualadas por sus ganas de vivir.
Elenco teatral
Esta obra reúne a Marco Mendoza, Letty Pedroso, Elvio Torres, Rafa Cantaluppi, Hernán Civils, Gisele Mousques, Joycie Di Tore, Natalia Báez, Nery Almirón, Gloria Cuquejo, Benjamín Flores y Joel Cano. Ellos subirán a las tablas acompañados por el staff de música de Hernán Civils, letra de Marco Mendoza y Hernán Civils y la producción musical de Eduardo Colina.
La coreografía es de Marco Mendoza, el vestuario de Araceli Escobar, la asistencia de dirección de Diana Vázquez y la dirección general de Mario Santander Mareco. Con el rol y destaque de la actriz Gisele Mousques, en una puesta teatral divertida y emotiva.
De esta manera, Robin Hood, que busca rescatar los valores de coraje, idealismo, honestidad y la lucha por el bien en base a la conocida leyenda del medioevo, continúa presentándose con éxito en diversos escenarios. La obra está abierta a todo público con entradas populares de G. 30.000.
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Estrenan “Bajo la alfombra”, una tragicomedia sobre las culpas
La obra “Bajo la alfombra”, escrita y dirigida por Maxi Lynn, llega a los escenarios este fin de semana, del viernes 6 al domingo 8 de junio, en Sala La Correa (Prof. Dr. Luis Alberto Garcete y Don Bosco, en Asunción). La obra es un espejo incómodo que pone en escena los silencios familiares, e invita a mirar de frente lo que habitualmente se esconde.
Esta propuesta teatral, producida por NFC Producciones, se compone de cinco actos que entrelazan historias íntimas, crudas y conmovedoras. Con un enfoque que oscila entre el drama y la comedia, interpela al espectador con preguntas difíciles: ¿Qué escondemos cuando creemos que nadie nos ve? ¿Qué verdades se ocultan en la aparente normalidad de una familia?
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El elenco está integrado por Cecilia Morales, José Giménez, Ana Carolina Jara, Francisco Fonseca, Rosita Gauto, Fari, Yanina Maciel, Enrique González, Jean-Christophe Bonnet y Ámbar González. La asistencia de dirección está a cargo de Natti Fuster, con la producción ejecutiva de Ingrid Sotelo y Diego Portillo.
Según palabras del autor y director, Maxi Lynn: “Bajo la alfombra habla de temas como la culpa, el duelo, los amores que no alcanzan, las promesas que se rompen, la depresión y los traumas generacionales. Habla de lo que no se habla y de las consecuencias de ese silencio”. Afirmó que: “El público va a encontrar en los personajes algo suyo, ya sea por experiencia directa o por alguien cercano. Si al salir del teatro alguien sigue pensando en alguna escena que vio o en algo que le hizo sentir, entonces yo creo que la obra habrá cumplido su cometido”.
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Bajo la alfombra es una experiencia teatral que invita a mirar de frente lo que habitualmente se esconde. La obra es un espejo incómodo pero necesario que pone en escena los silencios familiares, los duelos no resueltos, los traumas que se heredan y el deseo de empezar de nuevo. Las entradas tienen un costo de G. 60.000, con promoción de dos por G. 100.000.
Las funciones se realizarán los días viernes 6 y sábado 7 de junio a las 21:00, y el domingo 8 a las 20:00, en Sala La Correa. Para reservas, se puede contactar al 0992 656 136 o al 0972 517 195. Apoyan Lafust Centro de investigación corporal y Edifica Pro Arquitectura y Diseño. Para más información se puede seguir las novedades de la obra en Instagram a través de la cuenta @bajolaalfombrapy.
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“Serafina, ¿dónde estás?”, teatro en Derecho UNA
La obra teatral “Serafina, ¿dónde estás?”, un unipersonal de Gustavo Ilutovich, se presentará por primera vez en la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales de la Universidad Nacional de Asunción (UNA), este viernes 6 de junio, a las 20:00, en el aula magna de su sede educativa, ubicada en el barrio Trinidad de Asunción.
“Una puesta en escena que revive la vida y legado de Serafina Dávalos, la primera mujer abogada y doctora en Derecho del Paraguay, pionera en la lucha por la igualdad y los derechos de las mujeres”, refiere la cátedra de Historia de las Instituciones Jurídicas, que organiza esta representación teatral basada en la referente histórica, que vivió entre 1877 y 1957.
Ilutovich es un reconocido artista teatral argentino, radicado en Paraguay. Participó en más de 40 obras como actor; dirigió 12 puestas y fue el productor de más de 20 obras. Además, participó en siete películas y también en varios programas de TV. Formado en el Teatro Estudio de Buenos Aires, dirigido por Víctor Mayol.
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José Luis Ardissone, el arquitecto
- Toni Roberto
- tonirobertogodoy@gmail.com
Este domingo, Toni Roberto rinde homenaje a una faceta menos conocida del eminente director y actor de teatro que partió el pasado 22 de mayo para permanecer de otra forma en la pléyade de la cultura paraguaya.
Con unos libros en la mano, mi computadora y un viaje a la casita del fondo, ahí donde escribo con el corazón de los recuerdos y unas lágrimas para llorar solo, empiezo a escribir otro capítulo en la historia de mi memoria ante la partida de José Luis Ardissone, hoy en esta nueva manera de tenerle presente para siempre.
Hola, José Luis. ¿Querés pasearte un rato por el barrio para analizar algunas arquitecturas? Como siempre, él sin ningún titubeo me dice “te espero”. Paramos en algunas casas de los años 70, las cuales nos parecían a los dos muy interesantes. Tal vez, la época de mayor gloria de la arquitectura paraguaya, en la maduración de un lenguaje que se afianzó en esa década y a la cual él perteneció.
EL CHALECITO ECONÓMICO Y FUI YO
Llegamos a la esquina de Bertoni y Mariano A. Molas. Una mirada a una fachada de mi parte y le digo: “José Luis, qué hermoso este chalecito económico, digno, sencillo, pero con mucho que decir. ¿Quién habrá sido el arquitecto?”. Yo al volante, un momento de silencio y me dice: “¿Querés saber quién fue el arquitecto? Yo”. Mi asombro por la coincidencia y aquel instante tan memorable que jamás olvidaré.
EL HOTEL CHACO
El trabajo arquitectónico de Ardissone tiene uno de sus más importantes ejemplos con el diseño del edificio Chaco Hotel, un emblema de los 70 del centro de Asunción. Hoy es parte del estudio histórico del paisaje urbano asunceno y que fuera analizado con mucha atención por uno de nuestros más importantes teóricos de la arquitectura paraguaya, César “Yito” Morra, en su libro “Espacios intermedios”, editado por la Universidad Católica Ntra. Sra. de la Asunción en 2004.
LA CASA DE DON MICHELLE Y PAOLO PEDERZANI
Una tarde, café de por medio, me contó la historia de una casa sobre Mcal. López: “Un día nos llama don Michelle Scavone a Paolo Pederzani y a mí y nos dice: ‘Quiero hacer una gran casa en este terreno’, en un tono serio, seguro y con un claro acento italiano. Le planteamos un proyecto vanguardista, teniendo en cuenta que yo volvía de estudiar arquitectura en la cuna de la arquitectura moderna latinoamericana, que era Río de Janeiro. Le pasamos el primer borrador y nos dijo: ‘Ma io (pero yo) les pedí una casa, no una fábrica’.
Todos aquellos sueños de una mirada más contemporánea de principios de los años 60 se habían ido al tacho cuando empecé a discutirle. Me dijo Paolo: ‘Vamos un rato al patio. José Luis, ¿vos te querés casar? ¿Querés juntar plata para tu casamiento?’. Y le respondí, con un efusivo y contundente, ¡sí! ‘Entonces callate y vamos hacer la casa que a don Michelle le gusta’”.
UN INVESTIGADOR SABIO Y SILENCIOSO
Muchos a esta altura de la lectura se preguntarán “¿Ardissone también era arquitecto?”. Él era antes que nada un investigador silencioso y sabio en el trabajo de la funcionalidad del hogar, cosa que se puede notar en su propia casa, a la que se mudó en 1974, en Villa Morra, en Dr. Morra casi Tte. Vera.
En aquellos años era un lugar muy lejano a donde se accedía por un inmenso arenal. Cuando llegaba la noche, las ranas hacían conciertos que daban la nota en medio de un gran silencio. La paradoja del destino es que hoy es una de las esquinas más ruidosas del viejo barrio del dottore Morra.
DESDE VILLA YIYÍ, HASTA LA SEDE DE LABORATORIOS CATEDRAL
Las casas realizadas por Ardissone Nunes son innumerables; solo como ejemplo, dos residencias para Guido Masi en Perú y Río de Janeiro, Villa Yiyí en Villa Morra; la casa de su suegra, la de Víctor Abente, la de su hermana María Inés y muchas viviendas de bajo presupuesto, pero realizadas con toda la dignidad que solo un gran humano lo podría hacer.
Además, la ex sede central de los laboratorios Catedral sobre la avenida España y San Martín, las oficinas y recepción del frente del Colegio San José y así mientras escribo sigo descubriendo más arquitectura suya.
Así hoy termino, al final, con lágrimas en los ojos, recordando la otra faceta de este grande del teatro, José Luis Ardissone Nunes, aquel seguidor y participante de muchísimos programas de “Cuadernos de barrio”.
Ahí también vivirá, en mi eterno recuerdo. Cuando salga a seguir mirando la ciudad, siempre estará presente el eterno, el otro José Luis Ardissone, el arquitecto.
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Ña Priscila: pintar para celebrar la vida
- Jorge Zárate
- jorge.zarate@nacionmedia.com
- Fotos: Mariana Díaz
Su colorida casa llama la atención de los vecinos en Villa Elisa, allí cerquita de Cuatro Mojones, por lo original, por la alegría que transmiten sus frescos. Para ella todo espacio es digno de ser coloreado. Las paredes, los pisos, los muebles la invitan, le sugieren formas que apura con sus pinceles.
Priscila Basualdo viuda de Morel se inició en la pintura por esas urgencias de ocasión. “Comencé con la plástica cuando me fui a una escuela a la que me llevaron los padres de familia porque confiaban mucho en mí, decían que enseñaba muy bien. Entonces, me buscaron y me llevaron en la escuela Bernardo Ocampos de Lambaré. Ahí yo comencé a pintar”, cuenta esta mujer de 90 años.
Cuenta que tenía 60 alumnos en un grado y había que conseguir su atención. Una de las formas fue el relato de cuentos: “La directora nos regaló una tela de tres metros para nuestro uniforme y yo tenía la idea de llevarles el cuento de la Caperucita Roja a mis alumnos, así que usé la tela para hacer allí los personajes del cuento para que los vean los chicos… No hice mi guardapolvo (risas). Igual, eran chicos muy obedientes”, recuerda.
PAREDES QUE BRILLAN
Lo de su vivienda vino con el tiempo, ya después de jubilarse como maestra. Primero fue la pared de una habitación: “Comencé haciendo las pinturas en el dormitorio de mi hija, dibujé lo que se me venía en mente. Cultivo en mi mente todo esto (dice señalando sus creaciones). No busqué de otro lado, solamente fue idea mía hacer estos dibujos que ustedes ven por aquí”, comenta explicando que después se fue expandiendo hacia la sala de estar, la cocina y así hasta llegar al patio.
Ña Priscila no pinta cuadros ni lienzos; solo las paredes, muebles y algunos objetos de su casa con pinturas que en general le proporcionan sus hijos. “O la compro yo o viene mi hijo. Tengo un hijo médico que viene con la pintura porque él sabe que esa es mi debilidad. Desde el piso de mi casa, el portón hasta el último rincón de mi casa está pintado y solamente puedo decir que la pintura es un momento de relax para mí”, cuenta.
Esta enérgica mujer encara su tarea a pesar del mal de Parkinson que la afecta, dando prioridad a sus colores favoritos: rojo, verde, azul y amarillo: “Me da alegría y satisfacción, pintar es maravilloso, relajante, te da vida, el valor que te da es la salud”, resume esta señora madre de cinco hijos.
“En este junio cumplo 91 y si Dios no me lleva todavía consigo voy a seguir pintando a pesar de las manos temblorosas porque tengo el mal de Parkinson. Eso es lo que tengo, pero no es grave. Es un poco, por eso es que un brazo no uso y con el otro nomás pinto. Porque yo sé que el otro a veces tiembla de repente y me mancha la pintura, entonces yo con el lado derecho pinto. Y si alguien viene que me vea pintar, así va a saber lo que yo hice y que no es mentira”, pide.
Su expresión artística es terapéutica, asegura: “Me ayuda muchísimo en todo porque mientras lo hago, no pienso en otras cosas, estoy pensando en cómo hacer, cómo trazar. Así hago, de mi mente nomás saco, de ahí nomás yo miro por cualquier cosa… Por ejemplo, se me presenta una botella y me digo ‘¿podés hacer algo de esta botella?’. Entonces, inmediatamente le voy a hacer un motivo”, apunta.
ENSEÑAR SIEMPRE
“Mi sueño es que mis hijos también puedan seguir mis pasos porque esto te ayuda muchísimo, en todo sentido te ayuda la pintura”, cuenta de sus expectativas. “Hay que pintar para saber lo que se siente dentro de sí mismo, una alegría inmensa. Y cada vez que vos ves que estás echando el pincel en la tierra o en la pared, te llena de satisfacción. Al menos a mí es así, no sé yo a otra persona”.
Mujer de mucha fe, quiere que se le salude a su patrona: “Quiero contar que he trazado una imagen de la Virgen de Caacupé. Al entrar en el portón lado izquierdo, pinté una virgen, yo tracé y pinté. Hace 6 a 7 años que está esa imagen ahí pintada, ese no se despinta, no le pasa nada, pero a veces yo me voy con mi pincel y le retoco para que no se destruya”.
Dice que se siente muy bien cuando pinta cerca del portón del terreno de su casa, un lote de 12 x 40 del que se alegra haber pintado casi en su totalidad. “‘¡Qué linda tu casa!’, me dice la gente. A veces vienen a visitarme con su criatura y entra la nena y dice a su mamá que quiere pintar así como yo hago.
También ella quiere hacer, pero nadie le trae a su hija para aprender a pintar conmigo. Vaya uno a saber por qué no puede traerle. Pero sí le voy a decir que su padre le eduque en su casa y le enseñe cómo pintar porque todos sabemos pintar. Uno se dedica nomás a eso y ya sale el trabajo”, recomienda.
UNA BURRERITA ESPECIAL
Para ña Priscila, el recuerdo de su madre es permanente. Por eso, para darle ese carácter, la reflejó en un dibujo en una de las paredes de su casa. “Sí, el dibujo de mi mamá es un homenaje. Yo entraba en un colegio de monjas, somos dos hermanas y las dos somos profesoras. Mamá nos llevó a inscribir en ese colegio y era carísimo para mi familia. ¿Sabe cómo pagó mi mamá por nosotros? Con leña que le llevaba a la monja, porque cuando eso se usaba la cocina de leña nomás, no había nada, ni gas, ni eléctrico”, cuenta.
Su mamá era burrerita y llevaba siempre sus mercaderías a los mercados de Asunción. “Por eso yo le hice a ella, recordándole porque era una madre muy sacrificada que hizo mucho por educarnos. Por eso se merece tenerle así, por lo menos en un rincón para que nos acompañe siempre”, expresa ña Priscila en esta entrañable nota para La Nación del Finde.