La película paraguaya “Eami” gana el Cóndor de Plata
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El documental “Eami”, de la cineasta paraguaya Paz Encina, se llevó el Cóndor de Plata a la Mejor Película en coproducción con Argentina, durante la entrega 71.ª de los premios que otorga la Asociación de Cronistas Cinematográficos de Argentina. La ceremonia se celebró este lunes pasado en el Centro Cultural 25 de Mayo de Buenos Aires.
“¡Alegría infinita! ¡Gracias Nico! ¡Gracias Emiliano Torres!”, expresó Encina en sus redes, al compartir el festejo de este nuevo logro, que fue recibido por uno de sus productores argentinos durante la velada, Nicolás Gil Lavedra. La tercera obra de la realizadora asuncena tuvo su estreno mundial en enero de 2022 en el Festival de Rotterdam, donde ganó el máximo galardón, Tiger Award. Llegó a cines paraguayos el 19 de mayo, y en el Malba de la capital porteña debutó el 3 de junio de ese mismo año.
Tras dirigir “Hamaca paraguaya” (2006) y “Ejercicios de memoria” (2016), que tuvieron nominaciones en los Cóndor de Plata; Paz Encina aborda el drama del pueblo indígena ayoreo-totobiegosode con esta producción filmada en el Chaco. Recientemente fue la única finalista de Paraguay en las nominaciones de los Premios Platino, en la categoría a mejor película documental. Será parte del ciclo “La semana de los Cóndor de Plata”, del 8 al 14 de junio en el complejo cine Gaumont de Buenos Aires.
La gran vencedora
Por otra parte, “Argentina, 1985″ se alzó con 15 premios de un total de 20 nominaciones, convirtiéndose en la película más galardonada de la noche. Dirigida por Santiago Mitre, la cinta obtuvo reconocimientos en categorías como mejor película de ficción, mejor dirección, mejor actor protagonista (Ricardo Darín), guion original, revelación masculina (Santiago Armas), dirección de fotografía, montaje, arte, casting, diseño de vestuario, sonido, maquillaje y peluquería, y actriz y actor de reparto, para Laura Paredes y Norman Briski, respectivamente.
También se llevó el Premio del Público BA Audiovisual. Por otro lado, Pilar Gamboa fue reconocida como Mejor Actriz Protagónica del año por su participación en la comedia “30 noches con mi ex”. “Herbaria”, de Leandro Listorti, “Sublime” de Mariano Biasin y “Un crimen argentino”, obtuvieron 2 premios cada una, posicionándose como las siguientes películas más galardonadas. En tanto, Jesús López de Maximiliano Schonfeld, “El suplente” de Diego Lerman, “El sistema K.E.OP/S” de Nicolás Goldbart y “El fulgor” de Martín Farina obtuvieron una estatuilla cada una.
"Argentina, 1985" arrasó con los premios del cine argentino. Foto: Gentileza.
Elena Roger y Santiago Walsh fueron premiados por la canción original “Un instante irreversible”, de la película “El paraíso”, mientras que el mejor corto animado fue “Pasajero”, de Juan Pablo Zaramella. En la categoría de Mejor Corto de Ficción o Documental, el premio fue compartido por “Después de Catán”, de Víctor Cruz, y “Tres Cinematecas”, de Nicolás Suárez.
Además, se entregaron los premios Leonardo Favio al editor Alberto Ponce, Salvador Sammaritano a la crítica, docente e investigadora Alejandra Portela, y María Luisa Bemberg a la destacada actriz Susu Pecoraro, protagonista de películas emblemáticas de la cinematografía nacional como “Camila”, “Tacos Altos” y “Roma”, entre otras.
La Asociación de Cronistas Cinematográficos de Argentina, conformada por 82 miembros de medios gráficos, audiovisuales, radiales y digitales, fue fundada en 1942 y ha desempeñado un papel fundamental en la difusión y fortalecimiento del cine nacional. Desde su fundación, ha otorgado los Premios Cóndor de Plata, el reconocimiento más antiguo y constante en la industria cinematográfica argentina.
Durante la ceremonia, conducida por Gabriela Radice y con un show musical a cargo de Carlos Casella interpretando las cinco canciones nominadas, se anunció que la segunda entrega de los Premios Cóndor de Plata se llevará a cabo el próximo 9 de octubre.
Todos los ganadores
- Película de ficción: “Argentina, 1985″ de Santiago Mitre.
- Película documental: “El fulgor” de Martín Farina y “Herbaria” de Leandro Listorti.
- Ópera prima: “Sublime” de Mariano Biasin y “Un crimen argentino” de Lucas Combina.
- Película en coproducción con Argentina: Eami de Paz Encina (Paraguay).
- Cortometraje de ficción o documental: “Después de Catán” de Víctor Cruz y “Tres cinematecas” de Nicolás Suárez.
- Cortometraje de animación: “Pasajero” de Juan Pablo Zaramella.
- Premio del Público BA Audiovisual: “Argentina, 1985″ de Santiago Mitre.
- Dirección: Santiago Mitre por “Argentina, 1985″.
- Actriz protagónica: Pilar Gamboa por “30 noches con mi ex”.
- Actor protagónico: Ricardo Darín por “Argentina, 1985″.
- Actriz de reparto: Laura Paredes por “Argentina, 1985″.
- Actor de reparto: Norman Briski por “Argentina, 1985″ y Alan Sabbagh por “El sistema K.E.OP/S”.
- Revelación femenina: Renata Lerman por “El suplente”.
- Revelación masculina: Santiago Armas Estevarena por “Argentina, 1985″.
- Guion original: Santiago Mitre y Mariano Llinás por “Argentina, 1985″ y Maximiliano Schonfeld y “Selva Almada” por Jesús López.
- Guion adaptado: Jorge Bechara, Matías Bertilotti y Sebastián Pivotto por “Un crimen argentino”, basado en la novela homónima de Reynaldo Sietecase.
- Dirección de fotografía: Javier Juliá por “Argentina, 1985″.
- Dirección de montaje: Andrés Pepe Estrada por “Argentina, 1985″ y Leandro Listorti por “Herbaria”.
- Dirección de casting: Mariana Mitre por “Argentina, 1985″.
- Diseño de sonido: Santiago Fumagalli por “Argentina, 1985″.
- Música original: Emilio Cervini por “Sublime”.
- Canción original: “Un instante irreversible” de Elena Roger y Santiago Walsh para “El paraíso”.
- Diseño de vestuario: Mónica Toschi por “Argentina, 1985″.
- Dirección de arte: Micaela Saiegh por “Argentina, 1985″.
- Maquillaje y peluquería: Dino Balanzino y Angela Garacija por “Argentina, 1985″.
En esta edición del programa “Expresso”, del canal GEN/Nación Media, Augusto dos Santos recibe al director de cine argentino Daniel Burman. Foto: Pánfilo Leguizamón
Daniel Burman: “El cine revela las cosas que la sociedad niega”
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Fotos: Pánfilo Leguizamón
En esta edición del programa “Expresso”, del canal GEN/Nación Media, Augusto dos Santos recibe al director de cine argentino Daniel Burman, quien se encuentra de visita en nuestro país por razones de trabajo. Además de algunas de sus producciones y de la función del cine en nuestros tiempos, Burman habla de la construcción de la identidad y de la necesidad de que la sociedad aprenda a sentir como propio el dolor de los otros.
Daniel Burman nació el 29 de agosto de 1973 en Buenos Aires; es conocido por la serie “Iosi, el espía arrepentido” (2022), así como las películas “Esperando al mesías” (2000), “Todas las azafatas van al cielo” (2002), “Derecho de familia” (2006), “El rey del Once” (2016), además de “El abrazo partido” (2004), galardonada con el Gran Premio del Jurado del Festival de Berlín. Otros títulos destacados: “El nido vacío” (2008), “La suerte en tus manos” (2012), “Dos hermanos” (2010), “El misterio de la felicidad” (2013). Su último trabajo es “Transmitzvah” (2024).
–Hay mucho que hablar de cine, pero mi primera pregunta es bien provinciana. ¿Qué le trae por el pueblo, don Daniel?
–Un montón de cosas. Es muy curioso. A veces en mi actividad ocurre que hay algo que va más allá de lo racional y hay una alineación de proyectos que te empiezan a llevar a todos lados. Ahora hay tres proyectos muy importantes en diferentes etapas que me empezaron a traer para Paraguay. Todo empezó con Andrés Gelós, que es un gran amigo y colega y colaborador que me viene hablando de Paraguay hace muchos años. Yo no conocía a Asunción, es increíble, estando a una hora y media. Entre paréntesis, es impresionante el desconocimiento que tenemos de un país hermano, vecino, que cuando entré a Asunción no tenía nada que ver con el prejuicio o el preconcepto. Me quedé muy sorprendido de lo que tiene que ver con el sector audiovisual del enorme potencial, el enorme presente también, porque el potencial siempre habla como de algo por venir. Lo que está sucediendo con el audiovisual en Paraguay y las posibilidades que se están abriendo en esta coyuntura son increíbles.
–Este vaticinio de que la pandemia en algunos aspectos era un punto de inflexión en nuestra manera de ver, de reflexionar las historias, ¿sucedió?
–No, no sucedió, no va a suceder y tiene todo el sentido porque uno de los mecanismos más comunes que tenemos todos y más activos, más presentes, una de las mayores herramientas de su providencia es la negación. Vivimos en estado de negación permanente, primero negamos quiénes somos todo el tiempo y también ni hablar de las situaciones externas que la vivimos negando. Entonces era de esperar que neguemos la pandemia, el efecto traumático y, sobre todo, neguemos lo que nos reveló sobre nosotros mismos, sobre nuestra vulnerabilidad, sobre su fragilidad y tiene un sentido. No juzgo ese mecanismo. La supervivencia incluso en condiciones óptimas de alimentación y sanitarias es muy compleja por la propia crisis existencial de estar, con lo cual entiendo que hayamos tirado en un abismo todo aquello que aprendimos en esos tiempos tan dramáticos.
IDENTIDAD POLIFACÉTICA
–Estaba reflexionando de que Argentina debe ser de los cines, después de Hollywood probablemente, obviamente Israel supongo, que más incurren en la temática judía.
–Tiene que ver con que hay una comunidad judía muy grande y también una diferencia con las demás comunidades judías. La dicotomía identitaria no ha existido en gran parte de la comunidad. Yo siempre he sido judío y argentino al mismo tiempo y nunca me puse a preguntar cuánto había de cada uno, no hay ninguna dialéctica digamos porque también creo personalmente que la identidad es absolutamente polifacética y soy judío y soy padre y soy hijo y soy argentino y soy una persona de cuentitos y soy un montón de cosas y no soy nada al mismo tiempo. Soy la persona que busca saber quién es como cualquiera de nosotros. Creo que tiene que ver con eso, que también no nos tuvimos que aferrar a esa identidad de una manera reactiva. Encima viniendo del país que sufrió los atentados terroristas más cruentos contra la comunidad judía fuera de Israel.
–Quiero detenerme en “Iosi”, una de las series más vistas acá en Paraguay. Fue un episodio muy fuerte a partir de toda esa fortaleza que tuvo unos años de incertidumbre al respecto de si se hacía justicia o no se hacía justicia, ¿no?
–Sí, no se hizo justicia finalmente. Y creo que también lo que quise reflejar, o sea, la sociedad argentina se anestesió ante la falta de justicia y que la impunidad formó parte de la identidad colectiva. Es algo tremendo. Pero me parece importante que la impunidad no es responsabilidad de un político o de una época política, es de una época de la sociedad en la cual la gente estaba anestesiada y admitía que la impunidad era un activo social con el cual se podía vivir y muy bien.
–Que tiene un pariente, que es el miedo.
–Ojalá fuera el miedo. Yo creo que es más la desidia, porque básicamente nadie soporta la impunidad respecto a uno mismo. Las víctimas nunca soportan la impunidad, esto está claro. El chiste es que la sociedad que no es directamente influenciada por un hecho lo sienta como propio. A mí me fascina el concepto de Spinoza sobre la escala del amor y la generosidad. Uno puede amar a cualquiera pero la generosidad es actuar como si uno amara al otro. Esto es lo mismo, que la sociedad actúe como si hubiera sido lesionada ella misma y cuando eso se desarticula puede existir la impunidad. Entonces básicamente hablamos de un cierto quiebre en el contrato social, de cierta dilución de una empatía.
VERDADES OCULTAS
–¿Te parece que el cine sigue reivindicando el lugar de la verdad?
–Una de las misiones del cine, porque cristaliza de manera física y evidencia ciertas verdades o a contrario sensu, que es más fácil porque darle un lugar de portador de verdad es un poco riesgoso, evidencia estos momentos de impunidad, estos momentos de la verdad que es mirada o atacada, que no es lo mismo que ser un lugar de definición de verdades. Yo en “Iosi” no digo “el atentado lo hizo tal persona”, porque la Justicia es la que tiene que hacer eso. Yo lo que digo es que durante 30 años se construyó una conspiración de actores muy diferentes de la sociedad, todos alineados de manera sincronizada para garantizar un pacto de impunidad. Hay una verdad que no conocemos y el cine puede develarnos las verdades ocultas.
–¿Cuándo fue la vez en tu vida, para hablar de tu historia personal, que dijiste “yo quiero hacer cine”?
–No existió ese momento y es bastante decepcionante cuando me preguntan eso, porque yo quería ser escritor. Yo tengo una fascinación por la literatura, me encantaba escribir y todavía la verdad que escribo y siempre digo a mis hijos “cuando sea grande me dedicaré a ser escritor” y me miran y me dicen “cuánto falta para eso” (risas). Escribía, pero en cierto momento sentí que tenía que transformarlo en un ambiente para contarle algo a alguien. Tengo el recuerdo de esperar que mi madre llegue del trabajo para contarle algo, la fascinación de contar algo. Y tomé cine como un instrumento, que podría haber sido cualquier otro. Nunca tuve una fascinación por el dispositivo cinematográfico y de hecho hoy no la tengo. Tengo una relación totalmente instrumental. No hay nada que me aburre más que hablar de una cámara. Cuando viene el fotógrafo y me dice ¿salió tal lente? Ni me cuentes. Mi relación con el cine es instrumental y de puente.
Daniel Burman, director de cine. Foto: Pánfilo Leguizamón
LA FIGURA DEL HÉROE
–Quiero continuar con tu obra y quedarme en “El abrazo partido”, porque además es un juego de palabras muy bonito.
–“El abrazo partido” me dio muchísimas satisfacciones y me cambió la vida. Fue la película donde dije “soy algo así como un director de cine”. Siempre parto de un dilema moral irresoluble. Yo cuando era chico vivía en el barrio judío de Once de Buenos Aires y había escuchado una historia que nunca se termina de saber si fue verdadero, pero me inspiró la película de que en la época de la guerra de los Seis Días hubo muchos judíos argentinos que dijeron “vamos a luchar por Israel” y en esa época se tardaba en llegar. Muchos llegaron después del sexto día y la guerra ya había terminado. Y alguno dijo “bueno, me quedo” y dejó una familia con un local. A mí esos dilemas de ir a luchar por un ideal dejando una familia, la idea de ir a salvar al mundo, pero abandonar tu responsabilidad más próxima, siempre desconfié. Siempre desconfié mucho de los héroes porque para mí son gente que se escapó de la casa, que no quiere asumir o que prefiere ir a salvar las ballenas en Australia en lugar de cuidar a su hijo de cuatro años y explicarle ciertas cuestiones existenciales.
–¿Qué cosas está mirando el cine?, ¿qué profecías está haciendo te parece?
–Yo creo que el cine no hace profecías. Yo creo que mucha gente que hace cine tenemos una conexión con nuestro tiempo. Entonces, no somos proféticos, sino revelamos cosas que la sociedad niega. Niega por el frenesí, por la falta de debate, por la agenda. Normalmente cuando uno va a promocionar una película, lo que te sucede hoy día es que la mayoría cuando vas a un programa de televisión te dice “la agenda de hoy es muy política, la agenda es otra cosa”. Yo creo que somos nuestra agenda. Estoy bien convencido de que somos qué hago hoy, somos eso y cómo tratamos al otro en ese eso y nada más.
EXPERIENCIA SOCIAL
–Dentro de unos años tendremos personas que pudieron no haber ido al cine, pero igual haber visto todas las películas del mundo. ¿Cómo te llevás con esos cambios?
–Tengo contradicciones al respecto. Por un lado, la idea de la masividad y la posibilidad de cuando pongo una serie y que pueden verla en cualquier parte del mundo y toda la penetración que tiene y el acceso que tiene porque sigue siendo un lujo burgués finalmente, pero tiene un acceso muy grande. Pero yo recuerdo que cuando estrenaba una película, mi mayor placer era salir y ver la gente llegando al cine. Había un momento de su vida que giraba en torno a ese evento y todo lo que significaba y que ahora todo se pueda hacer desde la cama comiendo una pizza. No es que me afecta a mí, me da pena que nos estemos perdiendo todo eso, porque en ese circular había un contacto humano, una circulación.
–Es como que se perdió el templo, ¿no?
–Se perdió el templo, pero lo mío no es la cuestión romántica, sino que nos perdimos una experiencia social que para eso nació, de a quiénes tengo al lado, que me encuentro con alguien, el tránsito con el otro, que lo vamos perdiendo. A mí eso me da pena, pero no por el cine en sí mismo, sino por la pérdida social, porque se van perdiendo y eliminando momentos de contacto humano, de contacto real.
HERMANDAD ESTÉTICA
–¿Te parece que hay un cine regional identificable como un corpus o hay experiencias aisladas?
–Yo siempre desconfío un poco del cine del hermano latinoamericano. Me parece que nunca terminé de entender por qué no podemos ser unidos, cercanos, colaborativos desde nuestra singularidad. Me parece que también es una pose totalmente innecesaria y es una retórica que el goce está en un supuesto sentimiento de hermandad estética o narrativa que no hay. Lo hubo en la literatura en cierto momento. Desde afuera nos miran como latinos, pero ¿nos tenemos que sumar a esa mirada? ¿O tenemos que reivindicar nuestra singularidad y tener una mirada más pragmática de colaboración entre los países para hacernos más fuertes en todas las cinematografías, generar hub de producción?
El director de cine, Daniel Burman. Foto: Pánfilo Leguizamón
–¿Cómo está el cine argentino?, que siempre fue productivo.
–Creo que está en el momento más delicado de su historia. La interrupción del fomento público generó una crisis muy grande. El cine argentino hoy día se sostiene básicamente por el aporte de las plataformas y me gusta. Prefiero pensar que de alguna manera el sistema de fomento público de alguna manera se va a reinventar para lograr que personas como yo, que hemos sido hijos de la educación pública y hemos contado con apoyo, después podamos crear como yo compañías de producción independiente, pero el aporte público es el puntapié. Hay que entender que una cinematografía es mucho más que lafacturaciónoel valor agregado que genera porque tiene un enorme impacto cultural y sobre otras industrias.
–Hay una especie de desvalorización de lo público también, ¿no?
–Latinoamérica es un continente, y ahí sí estamos hermanados, con abismales asimetrías irresolubles por el mercado. Esto no es una posición ni ideológica ni política, es absolutamente descriptiva. Hay comunidades, hay espacios, hay territorios, que además de las cuestiones de asimetrías históricas, están bajo riesgo por cuestiones climáticas. Ahí la sociedad, más que el Estado, puede tener una decisión de si como humanos tenemos una empatía y queremos entre todos ayudarnos. Es una cuestión humanística y no política.
El espíritu de Ana Ivanova brilló en el Congreso Nacional
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Fotos: Gentileza
La fallecida artista recibió una distinción póstuma como maestra del arte por el Centro Cultural de la República El Cabildo. La iniciativa empezó como una petición virtual de la comunidad cultural y tuvo eco en las autoridades del Congreso Nacional.
El pasado miércoles 4 de junio, en sesión extraordinaria, la Cámara de Senadores rindió un sentido homenaje póstumo a la actriz y gestora cultural Ana Ivanova Villagra Lovera, quien fuera distinguida con el máximo galardón otorgado por el Congreso Nacional a través de su Centro Cultural de la República El Cabildo: el título de maestra del arte, en este caso en la categoría Teatro.
La distinción fue entregada a su madre, la profesora Delia Lovera, quien estuvo acompañada de familiares, colegas, artistas y amigos que colmaron el recinto parlamentario. Ana Ivanova falleció en marzo pasado, a los 51 años, dejando una huella indeleble en las artes escénicas y en el alma de un pueblo que la reconoció como una voz sensible y potente.
“Ana nos deja un legado invaluable en el teatro y en el cine. Su talento y compromiso marcaron huellas profundas en las artes escénicas y audiovisuales del país”, expresó el senador Basilio Núñez, presidente de la Cámara Alta, al iniciar la sesión.
Visiblemente conmovida, Delia Lovera, madre de Ana Ivanova, agradeció el reconocimiento a su hija y pidió más apoyo para los artistas
CLAMOR POPULAR
La iniciativa del reconocimiento fue impulsada por el CCR El Cabildo, bajo la dirección de Aníbal Saucedo Rodas, quien junto con los senadores Núñez y Rafael Filizzola hizo entrega del galardón a la familia.
“Nos hacemos eco de un clamor popular que pide reconocer a esta descollante artista, así sea en forma póstuma, considerando su temprana partida”, comentó el director general del CCR El Cabildo.
A lo largo de la sesión, varios legisladores tomaron la palabra, entre emociones y reflexiones, para honrar la figura de Ana Ivanova, cuyo arte trascendió fronteras físicas, sociales y espirituales.
DESCENTRALIZAR EL ARTE
El senador Filizzola destacó la profunda convicción de Ana Ivanova en llevar el arte más allá de la capital del país.
“Devota de los espacios alternativos, Ana fue en busca de belleza y sensibilidad donde antes solo hubo escombros. Su calidad humana, su legado artístico y su compromiso ético con la sociedad transitan en un mismo nivel. Para ella, el arte no era para las élites: era una herramienta de transformación, libre, valiente y comprometida”, afirmó.
Filizzola también lanzó una crítica al escaso apoyo institucional al arte: “Qué poco hacemos por el audiovisual, por el teatro, por nuestros artistas. Ana forjó su trayectoria con muy poco del Estado y mucho de sí misma. El mejor homenaje que podemos hacerle es garantizar apoyo real a quienes, como ella, dedican su vida a la cultura”.
SEGURO SOCIAL
La senadora Blanca Ovelar subrayó los múltiples méritos de la homenajeada y felicitó la iniciativa de El Cabildo.
“Ana fue actriz de teatro, de cine, de televisión. Maestra de las artes escénicas, personalidad subyugante e inspiradora. Su talento cruzó fronteras. Era digna de Hollywood, pero aún más, era orgullo nuestro. Las artes escénicas y la sociedad han perdido a una figura brillante, fulgurante. Este homenaje es justo y profundamente merecido”.
Ovelar también hizo hincapié en la necesidad de un sistema de protección para los artistas. “No tienen seguridad social, no tienen seguro médico. Necesitamos pensar en cómo cuidamos y dignificamos a quienes dan tanto a nuestra identidad y proyección cultural”, remarcó.
HUELLAS DE UNA VIDA
La senadora Celeste Amarilla se reconoció admiradora de Ana Ivanova. “No la conocí personalmente, pero fui testigo de su talento. Multifacética, hermosa, brillante. Hizo cine, teatro, televisión, enseñó, formó, bailó, cantó. Nos hizo felices. Su paso por la vida no fue en vano”, expresó.
También el senador Ever Villalba compartió su testimonio personal: “La conocí en Pilar, cuando estudiaba contabilidad. Era motivadora, sensible, amante del arte, del deporte, de los libros. Deja una marca profunda en quienes la conocimos”.
A su turno, la senadora Lizarella Valiente, quien compartió escena con la homenajeada en la telenovela “Santa cumbia”, habló desde el cariño personal: “Con su don de gente nos hacía sentir seguros, con su humildad nos inspiraba a creer que todo era posible. Eso es lo que queda: la luz de un ser humano que honró su paso por esta vida con humildad, generosidad y grandeza”.
Valiente aprovechó la ocasión para exigir la implementación efectiva de la Ley N.º 4199/2010, que establece un seguro social para artistas y trabajadores culturales. “Los actores merecen dignidad antes, durante y después de su carrera artística. El Estado tiene una deuda pendiente con ellos”, reclamó.
REIVINDICACIÓN
El senador Eduardo Nakayama cerró la ronda de oradores con una reflexión necesaria: “Este homenaje reivindica no solo el arte de Ana, sino el arte paraguayo en su conjunto. No olvidamos que en 2018 el Senado no supo reconocer su talento cuando ‘Las herederas’ fue premiada en el exterior.
Hoy, con justicia, reivindicamos su nombre como símbolo de lucha, entrega y amor por lo nuestro”.
Visiblemente conmovida, Delia Lovera, madre de Ana Ivanova, reaccionó con emoción. “No puedo más que agradecer las palabras con las que recordaron a mi hija”, expresó y también enfatizó en la necesidad de un mayor apoyo para los artistas.
El acto concluyó con la interpretación, a cargo de la Orquesta Sinfónica del Congreso Nacional, de la pieza musical “El jardín de Ana”, compuesta por su amigo Alejandro Ledesma Juvinel, en plena pandemia, en junio de 2020, y dedicada en vida a la artista.
La obra fue instrumentada especialmente para la ocasión por Fátima Abramo. Los acordes, cargados de ternura, belleza y memoria, envolvieron el recinto con la esencia luminosa de Ana Ivanova.
El estudio de animación japonés Ghibli celebra este mes su 40º aniversario, con dos premios Óscar y generaciones de fieles seguidores, conquistados por sus relatos y su universo visual únicos, completamente dibujados a mano. Fundado en 1985 por Hayao Miyazaki e Isao Takahata, fallecido en 2018, Studio Ghibli se ha convertido en un fenómeno cultural mundial gracias a obras maestras como “Mi vecino Totoro” (1988) y la oscarizada “El viaje de Chihiro” (2001).
“La historia es cautivadora y los dibujos son magníficos”, explica Margot Divall, una fanática de 26 años. “Probablemente veo Chihiro diez veces al año”, agrega. El éxito de Ghibli se vio recientemente honrado con un segundo Óscar, otorgado en 2024 a “El Niño y la Garza” como mejor película de animación. Su estilo nostálgico es tan reconocible que las redes sociales se han inundado recientemente con imágenes “al estilo Ghibli”, generadas por la última herramienta de inteligencia artificial (IA) de OpenAI, reavivando el debate sobre los derechos de autor.
Provenientes de la generación que conoció la guerra, Takahata y Miyazaki integraron elementos oscuros en su narrativa, explicaba Goro Miyazaki, el hijo de Hayao, en una entrevista reciente con la AFP. “No hay sólo dulzura, sino también amargura y otras cosas que se entrelazan magníficamente en la obra”, añadía, evocando un “olor a muerte” que impregna las películas.
Para los jóvenes que crecieron en tiempos de paz, “es imposible crear algo con el mismo sentido, el mismo enfoque y la misma actitud que la generación de mi padre”, afirmaba Goro Miyazaki. Incluso “Mi vecino Totoro”, con sus espíritus del bosque, es una película “aterradora” en ciertos aspectos, que explora el miedo a perder a un ser querido.
Susan Napier, profesora en la universidad norteamericana de Tufts y autora del libro “Mundo Miyazaki. Una vida dedicada al arte” (Dolmen editorial) comparte esta interpretación. “En Ghibli hay una cierta ambigüedad, complejidad y una aceptación del hecho de que la sombra y la luz a menudo coexisten”, explica, en contraste con los dibujos animados estadounidenses que separan claramente el bien del mal.
Por ejemplo, la película posapocalíptica “Nausicaä del Valle del Viento” (1984), considerada como la primera película de Ghibli, no tiene un verdadero “villano”. Ese largometraje, donde una princesa independiente se interesa por insectos gigantes y un bosque tóxico, era según Susan Napier “de una gran frescura (...) a mil leguas de los clichés habituales”. “Estábamos lejos de la mujer pasiva que necesita ser rescatada”, añade.
Las películas de Ghibli también dibujan un universo donde los humanos mantienen un vínculo profundo con la naturaleza y el mundo de los espíritus, como en “La princesa Mononoke” (1997).
Esta fábula, en la que una joven criada por una diosa loba intenta defender su bosque amenazado por los humanos, es “una película seria, sombría y violenta”, opina Napier.
Las obras del estudio japonés tienen “una dimensión ecologista y animista, muy pertinente en el contexto actual del cambio climático”, añade, precisando que los dos hombres también estaban “muy comprometidos políticamente”.
Miyuki Yonemura, académica en Tokio y especialista en la cultura de la animación, destaca la riqueza de las películas de Ghibli. “Cada vez se descubre algo nuevo”, asegura. “Por eso algunos niños ven Totoro 40 veces”, agrega.
Influencia francófona
Si Hayao Miyazaki e Isao Takahata pudieron crear mundos tan originales, es gracias a su curiosidad por otras culturas, subraya Miyuki Yonemura.
Entre sus influencias se encuentran el escritor francés Antoine de Saint-Exupéry, el director Paul Grimault e incluso el artista canadiense Frédéric Back, galardonado con un Óscar por “El hombre que plantaba árboles” (1987).
Takahata había estudiado especialmente la literatura francesa, “un factor determinante”, afirma Yonemura.
Ambos leían muchísimo, lo que también explica su talento para la escritura y la narración. Para “Nausicaä”, un nombre extraído de la Odisea, Hayao Miyazaki se inspiró en la mitología griega y en numerosas obras, incluyendo “La dama que amaba a los insectos”, un cuento japonés del siglo XII.
Según la profesora, “el estudio Ghibli nunca será el mismo después del retiro de Miyazaki, a menos que surjan talentos comparables”. El futuro del estudio sigue siendo incierto: “El Niño y la Garza” (2023) podría ser la última película de su fundador emblemático Hayao Miyazaki, de 84 años.
Miyazaki es “un artista increíble con un imaginario visual excepcional”, señala Napier. “Ghibli es tan querido que creo que seguirá viviendo”, concluye Margot Divall, una fanática desde hace mucho tiempo. “Sobrevivirá mientras no pierda su belleza, y mientras el esfuerzo, la atención y el amor que lo sostienen permanezcan intactos”, agrega.
Consultor destaca vehículo eléctrico en tramo CDE y Asunción
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Boris Santos Gómez Úzqueda, experto sobre la industria energética, compartió un clip del documental “Paraguay y la transición energética”, que realizó junto a su par paraguayo Victorio Oxilia Dávalos, en que pondera un vehículo eléctrico que manejó en un tramo de 300 kilómetros, mientras conversan sobre el futuro de energía verde del país con el proyecto del parque solar de Itaipú, así como de buses eléctricos.
“Conduje un excelente vehículo eléctrico entre Ciudad del Este y Asunción, en el marco de una serie de visitas que realizamos para conocer la industria energética renovable en Paraguay, gracias a invitación de mi buen amigo Victorio Oxilia. Para conocer detalles del video, vean documental ‘Paraguay y la transición energética’”, escribió Gómez Úzqueda en su cuenta de Instagram con elcorto audiovisual.
En el material, el expresidente de varias empresas del sector eléctrico comenta a su colega, durante el trayecto: “Victorio, realmente impresionante la visita que tuvimos en Itaipú. Pedro, un tipo excepcional, nos pudo dar un pantallazo demasiado profundo, técnico, sobre lo que es una industria de generación renovable. Me quedé sorprendido con el proyecto de planta solar flotante”.
Por su parte, Oxilia señala: “Yo creo que nos muestra prácticamente lo que tiene que ser el futuro de esta central binacional, que es continuar incursionando en la generación de fuentes alternativas de energía, nuevas fuentes. Yo creo que hacen un trabajo fantástico en eso, es decir, continúa siempre innovando, y eso creo que es importante”.
Seguidamente, el especialista paraguayo anuncia una “nueva sorpresa” en la siguiente parada, que era el trabajo de dos trabajos de estudiantes de ingeniería eléctrica de la Facultad Politécnica, que acaban de llegar de un congreso internacional donde presentaron su trabajo final de grado. Oxilia, citando a la decana, dice: “Estamos formando profesionales para el futuro de un país que busca siempre tener una matriz de energía renovable y utilizar sus recursos naturales”.
El documental “Paraguay y la transición energética” supera 2.200 visualizaciones en plataformas digitales desde su estreno, en febrero pasado, lo que confirma que es una producción valiosa no sólo para entendidos en la industria de generación de electricidad, sino para empresarios, inversionistas y otros que buscan un destino seguro para iniciar negocios e inversiones “verdes”. Boris Santos Gómez Úzqueda fue presidente del bloque boliviano de Comisión Integración Energética Regional de América Latina y el Caribe; y es autor el libro empresarial sobre la industria energética “Señor Chairman”.