El pasado 12 de junio, en el marco de la conmemoración de la Paz del Chaco, se realizó el lanzamiento del poemario bilingüe “El combate invisible”, del escritor Mario Rubén Álvarez. Este libro está inspirado en relatos de los soldados paraguayos que defendieron el país.
Dentro del material, el lector podrá encontrar poemas que están dedicados a los combatientes paraguayos, quienes lucharon por las tierras del Chaco contra los soldados bolivianos. La Guerra del Chaco se desarrolló entre 1932 a 1935, logrado la firma del protocolo y el cese al fuego el 12 de junio, hace 89 años.
En el material, Álvarez explica cómo los guerreros de Paraguay combatían contra balas, aviones, tanques y lanzallamas de los bolivianos. “El peligro les acechaba, como un yaguareté, en una picada, detrás de los árboles de quebracho y en la aparente seguridad de una trinchera”, apunta en parte del libro.
Agrega que más terrible que el enemigo de carne y hueso, que estaban munidos de instrumentos de muerte, era el omnipresente cerco de la sed, una batalla del agua ausente o escasa. Además, destaca temas como la camaradería, la supervivencia y la desolación de la guerra, así como el impacto psicológico que esta tiene en los individuos. La presentación se realizó en la Manzana de la Rivera y estuvo a cargo de Moncho Azuaga.
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Sobre el autor
Mario Rubén Álvarez nació en Potrero Yvate, distrito de 25 de Diciembre, es poeta bilingüe, periodista y docente como miembro de número de la Academia de la Lengua Guaraní. En 1977 y 1979 ganó los concursos de poesía para menores de 25 años convocado por el Instituto de Cultura Hispánica.
Publicó poesías en los libros colectivos del Taller de Poesía Manuel Ortiz Guerrero, del que fue fundador en 1977. También en los poemarios La sangre insurrecta y A flor de ausencia/Ñe’ê apytere. En 10 tomos editó Las voces de la memoria, historias de canciones populares; y tradujo la novela “Vagos sin tierra”, de Renée Ferrer, como Hekorã'ÿva y poesías de autores paraguayos y extranjeros.
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Arturo Bray, un paraguayo de grandes batallas
- Jimmi Peralta
- Fotos: Gentileza
Arturo Venancio Bray Riquelme nació en Asunción, fue hijo del inmigrante inglés Sydney Ernest Bray y de la paraguaya Rita Riquelme. Como se lee en su historia y en la forma firme de su prosa, su carácter, talento y la vida misma lo pusieron como partícipe de hazañas y destacado en sus dos ámbitos de acción: las armas y las letras.
“El juicio de la posteridad me tiene sin mayor cuidado, una vez hundido en las impenetrables sombras del más allá; (…) como estas ‘Memorias’ no se publicarán –si se publican– si no después de mi muerte, a ninguno o a muy contados de mis contemporáneos podré herir en carne propia con flechas disparadas desde la impunidad”, escribe en la primera parte de su “Armas y letras” el coronel Arturo Bray, un militar paraguayo que fue condecorado tres veces por su participación en la Primera Guerra Mundial y con un rol militar importante en la guerra del Chaco.
En aquel texto, sus memorias, cerraba el relatorio oficial de su vida enfundando el arma que desenfundó al dejar atrás su vida castrense: la pluma.
Bray nació en Asunción el 1 de abril de 1898 y falleció en la capital paraguaya el 2 de julio de 1974.
“Bray fue parte de la primera promoción de bachilleres del Colegio San José de Asunción en el año 1913. Luego fue becado a Europa. Al término del primer año de la carrera de medicina, se iniciaron las acciones militares de la Primera Guerra Mundial. Al tener padre inglés y hallándose en edad militar, es considerado un ciudadano inglés, siendo incorporado por ello al Ejército Expedicionario Británico en Francia”, explica el investigador y docente universitario Eduardo Ortiz Mereles.
Por su participación en la Primera Guerra Mundial fue condecorado con la medalla de guerra (Inglaterra); la medalla de la victoria (Inglaterra) y con la cruz de guerra (Francia), todas por su participación durante la Primera Guerra Mundial.
“El 15 de noviembre de 1915 en Hide Park, Londres, es incorporado como soldado raso. Asciende a teniente segundo de infantería el 21 de agosto de 1917, a teniente primero de infantería el 12 de febrero de 1919. Luego participa en los batallones 19.° y 17.° del King’s Royal Rifles y en la 117.ª Brigada de la 3.ª División de Infantería Inglesa”, explica el investigador.
Según recuerda el historiador, el escritor Carlos R. Centurión afirma que Bray desde muy niño profesó un amor hacia las armas y la carrera militar, lo que explicaría cómo su incursión en la vida castrense terminaría marcando gran parte de su vida profesional.
EL REGRESO
En sus memorias se refiere al periodo de esa posguerra en el capítulo “De regreso al Paraguay (1919-1921)”, con los apartados titulados “Retorno al solar guaraní”, “Nuestro ejército en 1920”, “El mando superior”, “Organización militar”, entre otros.
Luego de su regreso al país, por el grado militar obtenido en la guerra, los conflictos políticos revolucionarios de comienzos de la década del 20 lo pusieron en la coordinación de la defensa de las fuerzas gubernistas.
Entre 1924 y 1928 fue edecán de Eligio Ayala, secretario de la Adquisición de Armas en Europa y director de la Escuela Militar hasta el estallido de la guerra.
Iniciado el conflicto con Bolivia, Bray comandó el Regimiento 6 de Infantería Boquerón. “Se le atribuye haber recibido la rendición del fortín boliviano del mismo nombre de manos de su jefe, el famoso Cnel. Manuel Marzana, y llegó a comandar la IV Región de Infantería en campaña, pero las desavenencias con el comandante en jefe, José Félix Estigarribia, a raíz del mutuo encono personal que se profesaban, hicieron que luego de los sucesos de Pirizal en 1933, el comandante Bray fuera procesado y separado de sus funciones”, según refiere el historiador Eduardo Nakayama.
UN PARÉNTESIS
La guerra del Chaco fue solo un paréntesis en las desavenencias políticas a nivel interno en nuestro país, por lo que apenas terminada la contienda, al año siguiente el coronel Rafael Franco ya había asumido la dirección del Poder Ejecutivo tras un golpe de Estado. El presidente Eusebio Ayala y el general Estigarribia fueron expulsados del país y a Bray le tocó la prisión militar de Peña Hermosa.
Si bien formó parte de gobiernos liberales, su formación ideológica no necesariamente fue orgánica con aquellos.
“Varias veces tuvo enfrentamientos de tinte político con gente de esa facción política (mismo con Estigarribia, quien fuera su comandante superior en el Chaco y que luego le nombrara como ministro plenipotenciario en el exterior durante su presidencia), al igual que con los partidarios del Partido Colorado. La cuestión radica en que él fue parte del periodo conocido como el de la ‘época liberal’ y por ello es considerado como de ese partido, pero él solo estaba cumpliendo su gestión política durante el gobierno liberal”, refiere Ortiz Mereles.
Luego de su estadía en prisión, volvería a ejercer la función pública. En palabras del propio Bray se narra su arribo como embajador ante España de la siguiente manera: “En los primeros días del mes de abril de 1939, el presidente Paiva me hizo ofrecer en Buenos Aires, por intermedio del doctor Higinio Arbo, que seguía como ministro del Paraguay en la Argentina, una plenipotencia en Europa. A pesar de ser refractario a los ‘dorados destierros’, acepté el cargo ante reiteradas instancias del ministro de Relaciones Exteriores, alegando este que dada la existencia de problemas pendientes con el gobierno del general Franco, a raíz de la actuación nada inobjetable de nuestro encargado de negocios, Jesús Angulo Jovellanos, durante la guerra civil española, un militar estaría en mejores condiciones, dado el nuevo régimen instaurado en España, que un civil para resolver aquellos problemas. Por otra parte, con fecha 4 de junio, el comandante en jefe de las Fuerzas Armadas me cursaba el siguiente telegrama: ‘Nombre FF. AA. de la Nación exprésole confianza del ejército y armada nacionales para cumplir su misión como ministro en España’”.
LABOR LITERARIA
La paz le había sido esquiva tanto a Bray como al Paraguay en lo que iba del siglo, pues revoluciones y guerras habían trazado una línea inacabable. En 1941, en el gobierno de otro militar, Higinio Morínigo, Bray decidió dejar atrás su vida pública y emigró a la Argentina, tierra que llevaba ya mucho tiempo recogiendo a compatriotas.
Allí se vuelca a profundizar su relación con las letras y a abordar su veta literaria, lo que le vale el reconocimiento inmediato por lograr traducciones inéditas y, posteriormente, por lo importante de su trabajo.
“Es muy posible que el talento como escritor de Bray haya estado presente entre sus capacidades más altas y prueba de ello es que siempre se destacó en el uso de la pluma. Según las crónicas, y teniendo en cuenta su activa participación al servicio de las Fuerzas Armadas desde muy joven, fue después de retirado del servicio militar activo que logra destacarse en letras, ya en su periodo como destacado funcionario no militar al servicio del gobierno nacional. Pero sin dudas su mayor expresión como escritor fue después de su retorno del exilio a Paraguay, en donde se destacó en su labor literaria y de letras”, explica el investigador Ortiz Mereles.
Entre sus publicaciones se citan “Hombres y épocas del Paraguay”, con dos ediciones en 1943; “La España del brazo en alto”, sobre la España franquista (1943); “Los primeros diez mil”, libro inédito referente a la guerra del Chaco; traducciones como “Satanás con sombrero de copa”, “Los generales alemanes frente a Hitler”, “La hembra, cortesana de Bizancio” y “Así es el presidente Truman”, esta última de la colección Grandes Novelas y Biografías, realizada en conjunto con Walter Hehmeyer.
Uno de sus trabajos más destacados fue “Solano López, caballero de la gloria y el infortunio”, además del ya citado “Armas y letras”, un libro de memorias de publicación póstuma datado en 1967.
Durante su exilio en la Argentina, Bray desarrolla su rol de escritor, conjuntamente con los de columnista, traductor y periodista. Entre sus textos traducidos más destacados está la primera edición en castellano de “1984”, de George Orwell.
“Se podría considerar que los ensayos de Bray fueron continuación de la conocida como generación del 900, cuyos miembros más representativos fueron Juan E. O’Leary, Cecilio Báez, Manuel Domínguez, Blas Garay, Fulgencio R. Moreno, entre otros.
Luego de 1915 surgen otros autores que podrían ser considerados una continuación y reinterpretación de los autores de 1900 y son Natalicio González, Pablo Max Insfrán, Justo Pastor Benítez, entre quienes aparece la figura de Arturo Bray.
UN NUEVO RETORNO
Ya afianzado el gobierno militar de Alfredo Stroessner, en 1969, Bray, quien si bien estuvo casado con Mariela Jacquet, no tuvo hijos, vuelve al país para seguir dedicándose a las letras, sin ninguna participación política o injerencia castrense registrada.
“Consideramos que él vuelve al Paraguay ya por estar definitivamente alejado de los quehaceres militares y políticos que alguna vez fueron parte de su vida. A su vez, la política en ese momento ya tenía a otros protagonistas y el poder ya estaba siendo manejado por el Partido Colorado. Creemos que él vuelve por el natural paso del tiempo y porque la coyuntura en la época de su retorno ya era otra. Es por ello que consideramos que regresó para vivir sus últimos días en Paraguay”, refiere el historiador.
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La audaz maniobra del túnel del fortín Gondra
Jorge Zárate
Un 10 de mayo de 1933 se registró un curioso episodio durante la guerra del Chaco en el que la experiencia de un expresidiario ayudó a dar combate a la fuerza boliviana. El historiador Carlos von Horoch ayuda a memorar cómo fueron aquellos sucesos de audacia e intrepidez que acrecentaron la moral de la guarnición paraguaya en un momento crítico.
Agobiados, con sed, sometidos al asedio de la tropa boliviana, incluso con ataques aéreos, los defensores del fortín Gondra (Campo Aceval, departamento de Presidente Hayes, a 400 km de Asunción) cavaron un túnel para poder llegar por la retaguardia y sorprender al enemigo un 10 de mayo de 1933. Con un sigilo admirable ante la cercanía del enemigo, lo cavaron con un yatagán, suerte de cuchillo de combate, y los platos de lata que usaban para la ración, lo apuntalaron con ramas de la vegetación chaqueña y consiguieron su objetivo.
“Es un ejemplo de audacia e intrepidez, probablemente solo comparable con la marcha a Yrendagüé”, dice el historiador Carlos von Horoch apuntando que el episodio “nos recuerda a las hazañas de la Guerra Guasu”.
Analizando el histórico del país en combate, tema en el que se especializa, apunta que “en la guerra del Chaco hubo muchos episodios de hazañas de inteligencia y valor. Pero fue una campaña excelentemente manejada por la clase política, el estado mayor, los mandos medios y los bajos”.
En ese sentido, aporta que “las operaciones eran mayormente planificadas y ejecutadas teniendo en cuenta los factores para no exponer a la tropa, buscando un alto porcentaje de éxito. Eso no quita que haya habido peligro o que a veces se confíe en la pericia de quienes iban a ejecutar como, por ejemplo, los pilotos de la aeronaval, que realizaron bombardeos nocturnos o los patrulleros que se internaban en el interior del Chaco con poca ración de agua”, describe.
–¿En qué contexto se da este curioso episodio histórico?
–En enero de 1933, ocurrió la primera batalla en el fortín Nanawa. Ahí actuó la 5.ª División paraguaya. Un mes después viene la defensa de los fortines Herrera y Toledo sostenida por el II Cuerpo de Ejército. Ya marzo, el frente estaba estancado. Paraguayos y bolivianos quedaron enfrentados en una hilera de trincheras y reductos ubicados frente a frente con escasa innovación en la dinámica de las posiciones. El fortín Gondra no era la excepción al frente estático. Las posiciones paraguayas y bolivianas estaban separadas en varios puntos por menos de 50 metros. El fortín estaba defendido por la 1.ª División al mando del coronel Rafael Franco. Desde marzo, recibía los embates de la 4.ª División boliviana y para abril estaba prácticamente cercado, por lo que debía resistir a toda costa.
La pericia de un escapista
–¿Cuál es la historia que existe en torno a la construcción del túnel del fortín Gondra?
–Su historia comienza de manera bien bizarra. Un ciudadano de nombre Bernardo Duré Mendoza había estado preso en la cárcel pública de Asunción, que cuando eso se encontraba detrás de la Catedral. En 1926, Duré logró escapar de dicha prisión cavando exitosamente un túnel y terminó refugiándose en Brasil. Cuando supo del estado de guerra con Bolivia, retornó a Paraguay y se presentó para ir al frente, siendo alistado en el R.I.4 Curupayty. Ya con el rango de cabo estuvo destacado en la defensa del fortín Gondra. El 28 de abril, Duré Mendoza se presentó al despacho del coronel Franco planteando a su comandante aprovechar la escasa separación entre líneas y realizar un túnel por debajo de las trincheras paraguayas y bolivianas para salir a retaguardia de los últimos y atacarlos por la espalda. Franco, amante de la intrepidez, autorizó la construcción ese mismo día y con las pocas herramientas con que se contaban se dio inicio a la excavación en el duro suelo chaqueño, llegando incluso a usar sus platos de metal como palas improvisadas. El trabajo incluyó el apuntalamiento del túnel.
–¿Cuánto tiempo demandó la construcción y cuál fue el resultado?
–La obra se concluyó el 9 de mayo, contando con unos 80 metros de longitud. Parte importante de la hazaña fue la de abrir la boca del extremo del túnel, sin ser detectados por los bolivianos. Al día siguiente, el 10 de mayo, tres compañías de soldados (90 hombres), al mando de los tenientes Pantaleón Aguirre, Salvador Ré y Salvador Funes ingresaron al túnel, saliendo al alba a la retaguardia de los bolivianos, que aún dormían. La sorpresa fue total. Los soldados paraguayos dispersaron a las tropas bolivianas con grandes bajas y capturaron las trincheras de los mismos. Lastimosamente en la acción perdió la vida el teniente Pantaleón Aguirre.
–Era una empresa casi imposible. ¿Dónde entiende que radicó el éxito de la ejecución de la obra y finalmente de la emboscada militar?
–Primero en la experiencia del constructor, luego el factor sorpresa. En las guerras de posición era normal que el atacante sea quien construya túneles para ingresar al terreno defendido, pero no a la inversa, como fue en el fortín Gondra. Era algo inesperado y difícil de creer que el sitiado construya un túnel para ingresar al terreno del atacante.
Valor estratégico
–¿Cuál era el valor estratégico de esa línea de fortines Pirizal, Zanjón y Gondra en la contienda?
–Los fortines guarnecían las escasas fuentes de agua de la región y también protegían la red de caminos. Al estar en una línea con otros fortines, actuaban como un todo. La caída de un fortín podía ser el punto de inflexión de una campaña, salvo una rápida acción del defensor, que debía replantear sus líneas para evitar ser copado y/o que sus posiciones siguientes caigan con efecto dominó.
–Posteriormente hubo un contraataque boliviano y la lucha se expandió en el tiempo. ¿Qué nos puede contar de esa resistencia?
–Con la acción del túnel, la toma paraguaya de la porción de terreno boliviana fue algo efímera, no pasó tiempo hasta que los bolivianos lograron juntar una fuerza superior adecuada para una ofensiva en el sector y tras presionar lograron desalojar a los paraguayos, pero las posiciones iniciales se sostuvieron y con el paso del tiempo las fuerzas paraguayas lograron realizar movimientos.
–¿Qué peso tuvo este episodio en el rumbo de la guerra?
–Con victorias estratégicas en otros puntos, la línea boliviana colapsó y se cambió la naturaleza de las operaciones, que pasaron de un frente físico a acciones de envolvimiento, mayormente favorables a las fuerzas paraguayas, que finalmente lograron desalojar al Ejército boliviano de la mayor parte del territorio en disputa. La acción del túnel de Gondra no tuvo un peso táctico ni estratégico directo, pero acrecentó la moral de la guarnición paraguaya, que pasó momentos críticos.
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Andrés Vásch lanzó su poemario “Todo el pan de la casa en mi boca”
Ediciones de la Ura realizó el lanzamiento del libro titulado “Todo el pan de la casa en mi boca” de Andrés Vásch, con una presentación llevada a cabo ayer jueves en Tragaluz/Espacio Transversal (Telmo Aquino 3772, esquina Flores Cantero, Asunción).
Compuesto a partir de imágenes fragmentarias, el poemario explora de forma retrospectiva vestigios de la infancia, el hogar y la memoria familiar mediante el arreglo de imágenes naturales y domésticas: desde el pan y el agua, pasando por limones y escarabajos hasta la sal; imágenes repetidas de forma recurrente en el libro.
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Los poemas de Andrés Vásch son profundamente sensoriales, y orbitan la construcción y el desmontaje de la figura paterna, aspecto que es transversal a todos los textos. Andrés Vásch [Andrés Ovelar] es escritor e investigador independiente de arte. Desde el 2014 integra de manera intermitente el taller de escritura Abrapalabra, coordinado por Lia Colombino. Se ha desempeñado como redactor y editor asistente de las secciones culturales del periódico digital El Nacional.
Publicó dos poemarios, “Arcano” (2017) y “Aviario” (2019), ambos editados por el sello de Aike Biene. Actualmente se encuentra cursando la maestría en Arte Contemporáneo de la Universidad do Estado de Minas Gerais (Brasil), donde integra el grupo de investigación Arte, Crítica y Política. Con frecuencia su línea de investigación gravita en torno a imbricaciones entre escritura, cuerpo y lenguaje.
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Ediciones de la Ura
Ediciones de la Ura es una editorial independiente abierta a otros campos de experimentación además de la literatura Es una organización sin fines de lucro y un colectivo transdisciplinar que ha desarrollado proyectos de gestión, edición y salvaguarda de archivo, y proyectos que vinculan disciplinas como la música, la escritura y las artes visuales.
Le interesa la posibilidad de cruzar prácticas culturales. Sus antecedentes se remontan al año 1997, cuando un grupo de personas comenzó a reunirse de manera sistemática con el objetivo de confrontar sus respectivas creaciones literarias e investigar sobre sus procesos de creación.
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Lanzarán “Mal de amor”, poemario de Marco Lucchesi
La Editorial Rosalba organiza el lanzamiento del libro “Mal de amor”, escrito por el poeta brasileño Marco Lucchesi, el martes 8 de abril, a las 19:00, en el Centro Cultural Punto Divertido, sito en México 1144 casi Gaspar Rodríguez de Francia, en Asunción, con acceso libre y gratuito. La obra será presentada por el escritor Javier Viveros.
Lucchesi “nos obsequia este poemario en el que resplandecen la belleza y el amor por el lenguaje. A su inconmensurable talento para la creación de imágenes potentes y novedosas, nuestro delicado poeta suma una exquisita elegancia léxica de musicalidad, invasiva, para entregarnos versos comprimidos, concisos, sucintos y rotundos, saturados de vitalidad de la más luminosa inteligencia”, refiere Viveros en la contraportada del libro.
Esta traducción del portugués al español de “Mal de amor”, publicado en Brasil en 2018 por la editorial Patuá, fue realizada por el autor en junio de 2024, durante su estadía en la ciudad de Quito. El libro consta de 92 páginas y constituye el cuarto número de la colección de poesía “Flor de la palabra” de la Editorial Rosalba.
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Biografía del autor
Marco Lucchesi (Río de Janeiro, 1963) es un poeta, escritor, ensayista, traductor y académico comprometido con el diálogo entre Oriente y Occidente. Presidió la Academia Brasileira de Letras (2018-2021), donde fomentó colaboraciones internacionales y promovió la inclusión de comunidades indígenas, como los guaraníes. Su relación con Paraguay se remonta a 1999, cuando participó en un encuentro de poetas en Asunción y entabló amistad con el lingüista Bartomeu Melià. Publicó y tradujo a diversos poetas paraguayos, además de ser miembro correspondiente de la Academia Paraguaya de la Lengua Española. Actualmente, preside la Fundación Biblioteca Nacional de Brasil.
Doctor en Ciencias de la Literatura por la UFRJ, con posdoctorado en Filosofía del Renacimiento en la Universidad de Colonia, Lucchesi domina más de veinte lenguas y tradujo a autores como Primo Levi, Umberto Eco, Rilke y San Juan de la Cruz. Su obra abarca poesía, ensayo y narrativa, destacando títulos como O bibliotecário do imperador y O Dom do crime. Fue profesor de Literatura Comparada en la UFRJ, conferenciante en múltiples países y jurado del Premio Reina Sofía de América Latina. Recibió prestigiosos premios como el Jabuti y el Città di Torino. Sus libros fueron traducidos a más de 18 idiomas.