El artista paraguayo Marcos Benítez expone sus textiles de “ao po’i” en el lobby del Hilton, icónico hotel del barrio Puerto Madero de Buenos Aires (Argentina), como parte de la muestra colectiva “Huellas de la tierra”, que fue inaugurada el miércoles 14 de mayo, en coincidencia con la conmemoración de los 214 años de independencia de Paraguay, con destacados invitados.
Benítez estuvo presente con su obra que imprime la huella de la flora autóctona, conectando con la memoria ancestral de la tierra paraguaya. La exposición subtitulada “Tocando lo intangible: una exploración artística de las raíces argentino-paraguayas” cuenta también con Laura Llamosas, Inés Pasman y Natalia Roger. A la apertura acudieron la embajadora paraguaya Helena Felip Salazar, así como José Ocampo, presidente de Cañas Paraguayas (Capasa).
Lea más: Destacados lanzamientos de la música paraguaya en 2025
Con curaduría de Andy Benegas y organización general de Christy Russo, esta exposición invita a tocar lo intangible, a sentir la presencia de esta interconexión con la Tierra a través de las obras seleccionadas. El clima, la biosfera, la Tierra misma, son entidades “que nos envuelven y nos superan, pero que también se manifiestan en lo tangible, en lo cotidiano”, expresa un comunicado de prensa acerca del significado de “Huellas de la tierra”.
Las fotografías de Laura Llamosas capturan momentos efímeros, revelando los climas sutiles y las energías internas que fluyen a través de los paisajes. Inés Pasman, con sus cuadros elaborados con tierras recolectadas de diversos paisajes, nos presenta la paleta misma de la Tierra, los colores y las texturas que cuentan la historia geológica y emocional de cada lugar. Y Natalia Roger, con sus vasijas de cerámica Grés, elaboradas con la técnica ancestral del rollo, nos devuelve a la génesis misma de la Tierra, a la sustancia primordial que ha sido moldeada por manos humanas a lo largo de los siglos.
Lea también: “The Last of Us” ya tiene un toque paraguayo
Dejanos tu comentario
Detuvieron a joven con orden de extradición a Argentina por homicidio agravado
Ciudad del Este. Agencia Regional.
Agentes policiales de la Comisaría 4ª de Hernandarias aprehendieron a una persona, con documento de identidad de Argentina, de nombre Marcos Antonio Rodríguez Miranda (23), quien tiene orden de captura con fines de extradición, firmada por la actuaria del Juzgado Penal de Garantías en Delitos Económicos de Asunción, abogada Lorena Cabello Manevy.
La detención se produjo ayer sábado 5 de julio, a las 13:15, en la misma comisaría donde el joven llegó para realizar una denuncia por un hecho de accidente de tránsito, pero tras hacerse verificación de sus datos fue encontrada la orden de captura en su contra y el personal policial procedió a su aprehensión. El joven es residente del barrio Santa Teresa de Hernandarias.
Puede interesarle: Detienen a dos personas sospechosas de un homicidio en Canindeyú
De acuerdo con lo explicado a La Nación/Nación Media por el comisario Gerardo Vega, titular de la sede policial, el joven detenido dijo desconocer la orden de captura pendiente ni el hecho por el cual lo buscan y que lleva viviendo en Paraguay desde el 2017. El joven trabaja y es estudiante universitario de la carrera Análisis de Sistema, según contó al personal policial.
La solicitud de extradición proviene del Juzgado Nacional en lo Criminal y Correccional n.° 46 de la República Argentina, a cargo del doctor Jorge Anselmo Santo, en el marco de la comisión del supuesto hecho punible de “homicidio agravado, mediante el empleo de un arma de fuego”. El procedimiento fue comunicado al juzgado interviniente en la causa.
El comisario Vega dijo desconocer el año en que se cometió el hecho por el cual se ordenó la captura del joven, pero, de acuerdo al reporte, el homicidio habría sido como derivación de una discusión de pareja. En medio de la pelea, un tercero se habría quejado y recibió los disparos. El hecho ocurrió en la ciudad de Buenos aires.
Puede interesarle: Tras choque frontal, falleció niño de 10 años y su hermana está hospitalizada
Dejanos tu comentario
El ñandutí: una tradición que lleva el pan a los hogares
- Jimmi Peralta
- Fotos: Matías Amarilla
El ñandutí, tejido tradicional del Paraguay, presenta en sí misma una sutil metáfora de su naturaleza dentro de la ciudad que sin dudas es su hogar, Itauguá. Situado a 30 kilómetros de Asunción, el distrito es conocido como el centro de producción de vestidos, cuadros, blusas y manteles confeccionados a base de este tejido artesanal, que representa al suelo guaraní en todo el mundo en diversas instancias y certámenes. Las artesanas redoblan la apuesta y ahora van por el Récord Guinness.
El ñandutí es realizado generalmente de manera individual por manos de mujeres. En su desarrollo, tejen más allá del bastidor una trama de producción en comunidad que traza formas, líneas rectas y curvas interconectadas en la diversidad de colores y direcciones.
Como artesanía, el ñandutí se aprende en la casa, con la magia de la formación no sistemática, que da vuelo y vida a su esencia. Al mismo tiempo, pone el sentido de la transmisión de conocimiento de madres a hijas y de hijas a madres, entretanto se cimenta parte del sustento familiar. Este tejido primero pone pie en la función más elemental: llevar el plato de comida a los hogares de los itaugüeños para después barnizar el vínculo colectivo de una ciudad que cuenta con varios centenares de tejedores y tejedoras.
“Mi abuela no sé si tejía, pero yo aprendí de mi mamá, de muy chiquita, y ni bien cuando yo empecé a hacer los bordados, me daba la plata mi mamá. ‘Este es tu trabajo. Te va a servir para comprar otra vez tus materiales’, me solía decir mi mamá. Y así nunca dejé de hacer. Este trabajo también ayudó para criar a mis tres hijas”, comenta Antonia Morínigo, tejedora itaugüeña que esta semana se sumó a la Red Tejiendo Cultura, una plataforma que nuclea a más de 500 artesanas del ñandutí del Paraguay y de países como Australia, Puerto Rico, Chile, Reino Unido, España y Argentina.
Más de 150 de estas artesanas son de Itauguá, algunas jóvenes y otras de más de 90 años. Ahora forman parte de este proyecto que busca sumar el trabajo individual para armar el tejido de ñandutí más grande el mundo, que será de 120 metros de largo por 5 metros de ancho, buscando el récord mundial.
TEMPRANA INICIACIÓN
Como la mayoría de las tejedoras, Antonia empezó de niña. Ahora es abuela y ya no puede producir en bastidores grandes como antes. Ella tiene a su cargo las labores del hogar y todos los días, después del almuerzo, se sienta en su dormitorio a dibujar con el hilo y la aguja sobre su tela. “Este bastidor armado yo termino en un día, porque yo soy ama de casa, tengo que cocinar todo, yo soy la mamá de la casa. A la tarde, puede comer la comida, me suelo sentar acá en mi pieza y hago mi ñandutí, a la noche ya quiero descansar”, comenta. El proceso de producción arranca con el dibujo sobre el papel “y regla”, recuerdan las tejedoras. Luego se estira la tela en el bastidor, se dibuja en la tela y se comienza a tejer. Terminado el trabajo, se separa el tejido de la tela, se lo lava y finalmente se le pone el almidón para que se endurezca.
“Hay gente que tuvo que migrar a otros países, pero se llevaron parte de sus culturas y otras que se dedicaron a enseñar y así esparcir por todo el mundo. La ciudad de Itauguá es conocida como la capital del ñandutí y cuna de la misma. En cada compañía de Itauguá te encontrarás con un o una artesana elaborando su trabajo porque la técnica fue otorgada de generación a generación y se ha vuelto una tradición para las familias. Es por ello que hay más cantidad de artesanos en la localidad de Itauguá”, comenta Guillermo Acosta, coordinador de la Red, itaugüeño y profesor de ñandutí, quien en su propio perfil vital narra la historia del tejido y las familias de su ciudad.
“Todo se inició desde la tristeza de mi querida Maximina Quiñónez. En una tarde se puso triste y observaba su ñandutí y me dice ‘qué pena que ninguna de mis hijas va a legar esto que yo hago, ninguna de ellas dos sabe hacer’. Sentí tanta pena al oírla decir eso que entonces le pregunté cuál era el dechado más difícil y complicado de hacer. A lo que ella me respondió el arasape y la filigrana, que coincidentemente estaba haciendo. Entonces me fijo en sus idas y vueltas que realizaba sin decirle nada en absoluto. Como ella trabajaba cama adentro y venía a casa los fines de semana, la sorprendí con un trabajo que estaba realizando sin decirle nada. Era una imagen de san Blas, pero en ñandutí. Me pregunta quién hizo y le digo que yo.
Me mira y dice que no me cree. Para que me pudiera creer, me siento y le muestro que sí lo podía hacer y desde entonces le tomé como hobby”, narra Acosta sobre cómo en el ñandutí se reafirma el tejido social y el empoderamiento económico de las mujeres de una ciudad.
TRANSMISIÓN INTERGENERACIONAL
Juliana Centurión (88) y Esmérita Antonia Centurión (91) son dos hermanas tejedoras que viven junto a la hija de la segunda en una humilde casa en el centro de Itauguá, donde las tres comparten además el amor al ñandutí y su creación.
Las hermanas aprendieron el oficio desde pequeñas. Su madre transmitía el conocimiento a su descendencia femenina, “porque los varones buscaban otras formas de aportar, como trabajando en la carpintería y otras cosas”.
“Cuando teníamos entre 7 u 8 años nosotros mirábamos a escondidas cómo trabajaba nuestra mamá y hacíamos que practicábamos en papel. No podías hacerlo bien porque ella no quería que nosotras trabajemos. Pero cuando se dio cuenta de que ya lo hacíamos, finalmente decidió mostrarnos cómo hacerlo bien”, comenta Esmérita.
“Cuando me siento puedo producir rápido, pero ahora ya no puedo sentarme por mucho tiempo, ya estoy grande”, explica Juliana.
“Antes valía más nuestro trabajo, se pagaba mejor por el ñandutí. Nosotras ya no salimos a vender ahora, no nos vamos a ninguna parte. Vienen a hacernos el pedido y hacemos. Antes salíamos, ahora tenemos una patrona. Antes producíamos muchísimo más”, explica Esmérita.
El oficio que le legó su madre le sirvió para sostenerse durante una larga vida y para la crianza de su hija, que también teje. Las hermanas se sumaron esta semana al proyecto que busca batir el récord mundial con un tejido de producción colectiva.
ENSAMBLE
Actualmente la producción de las tejedoras se realiza de diversas maneras, pero la preferida es la realización individual de piezas que después son acopiadas e integradas a vestidos, manteles y otras piezas.
Los precios pueden variar y los productos se realizan en algunos casos bajo pedido y en otros es un proceso a la espera de clientes. Las pequeñas piezas se suman entre sí y de esta manera diversas tejedoras pueden finalmente articular sus trabajos en un producto final, que provee a sus hogares de sustento y de prendas a las principales tiendas especializadas de la ciudad o, como varias de ellas dicen, “a mi patrona”.
Entre tanto, para el proyecto del tejido más grande del mundo se les proveerá a todas las artesanas de insumos (bastidores, lienzos, hilos, agujas) y ellas decidirán cuántos módulos realizarán de acuerdo a sus capacidades y habilidades. Las piezas serán posteriormente certificadas para el ensamble. Como es dable esperar, la producción del tejido significará un ingreso económico.
Se estima que se juntarán unas 2.200 piezas a través de la red. Esta será de los diez dechados (dibujos) seleccionados para la ocasión: jazmín poty, mbokaja poty, buey pypore, machete punta, arasape, arapaho un lado, estrella de cuatro puntas con kurusu’i, takuru con karê’i doble, margarita y pensamiento. A los costados la pieza contará con randas con cadenilla doble y en las esquinas estrellas de cuatro puntas con filete. La puesta en valor del ñandutí a través de este proyecto genera un aporte inmediato mediante la generación de pedidos para las tejedoras. A mediano plazo centralizará una red de trabajadoras, lo que podría facilitar a futuro la producción, la adquisición de insumos y la comercialización. A largo plazo se busca la valoración cultural y pecuniaria a nivel nacional e internacional de este tejido que data del XVI, y que surgió en estas tierras de la unión de una técnica europea y la creatividad de la mujer paraguaya.
“CADA VEZ QUE TE TENGO PEDIDO VENDO TODO MI ÑANDUTÍ”
Porfiria González (61), de Itauguá Guasu Costa Dulce, teje desde los 13 años. Ella valora la iniciativa del proyecto y celebra que significará más trabajo para ella.
“Aprendí a hacer ñandutí viendo a mi tía y mi prima. Al darle el primer trabajo que hice, mi tía ya lo llevó, vendió y me trajo ya directamente materiales para hacer más”, comenta Porfiria, quien trabaja mechando su artesanía con las labores domésticas con la ayuda de su hija.
“Yo me levanto a la mañanita y en medio de mi mate hago mi ñandutí. Después me levanto a hacer para el almuerzo, hago todo eso y ya me siento otra vez a trabajar. Si no hay pedido, igual nomás hago yo. En algún momento va a venir el pedido. Cada vez que tengo pedido vendo todo mi ñandutí; si no hago mi ñandutí, hago chipa”, comenta.
Relata que para ella la parte más difícil es el dibujo. “Eso se hace primero, el dibujo, con la regla se hace, se hace bien eso en el papel, después tenés que estirar con el bastidor la tela y dibujar. Ahí se trabaja”, narra sobre el proceso de producción.
“DESDE MUY CHIQUITA ME PAGABAN POR MI TRABAJO”
Felipa López (63) desde los 7 años se sumó a su mamá, su abuela y sus hermanas, todas de la ciudad del ñandutí, en el oficio de tejedora.
“Hago diferentes dibujos, con hilo fino y con hilo grueso, de ambas formas. Eso también me enseñó mi mamá. A ella le enseñó mi abuela. Desde muy chiquita me pagaban por mi trabajo. La plata me servía para mi escuela, para mis útiles. Tengo siete hijos, ahora conmigo ya solo vive uno. A tejer le enseñé solo a dos hijas mías”, comenta Felipa, quien desde sus manos y el arte dio de comer a su familia junto con su marido, quien es constructor.
“JAGANA´I, PERO JAGANA, UPÉA LA HE´ISÉVA”
Filemona Figueredo (68) arrancó como tejedora a los 12 años con su madre y sus seis hermanas. Ella también se sienta con su bastidor entre las actividades de cuidado y de la labor doméstica en su hogar itaugüeño.
“Recuerdo que cuando era chiquita cada 15 días nos tocaba a cada una ir a vender. De esa plata comprábamos para nuestra ropa para farrear”, comenta entre risas.
“Nunca trabajamos para otra persona”, refiere acentuando que nunca tuvo un trabajo en situación de dependencia.
“Siempre jagana’i, pero jagana, upéa la he’iséva. Igusto remba’apo, revende ha rejúma nde platamíre” (siempre ganamos poco, pero ganamos, eso es lo que importa. Da gusto trabajar, vender y venir con tu platita), explica Filemona, quien es madre de tres hijos.
SOBRE EL PROYECTO
Tejiendo Cultura – El Ñandutí Más Extenso del Mundo es una iniciativa impulsada por Innovaciones Comerciales y la Asociación de Ñandutí en Japón, con el acompañamiento de la Municipalidad de Itauguá y la alianza estratégica de la EBA.
Su objetivo no solo es confeccionar de forma colaborativa la pieza de ñandutí más grande del mundo, sino también visibilizar el trabajo artesanal, fortalecer el turismo cultural y abrir nuevas oportunidades económicas para las tejedoras del país a través del arte textil.
Dejanos tu comentario
El águila coronada en peligro de extinción que voló al Paraguay
- Fotos: José Hernán Sarasola, Mauricio Rossanigo y Ricardo Battistino
Investigadores del Centro para el Estudio y Conservación de las Aves Rapaces en Argentina (CECARA) informaron sobre un increíble viaje de dispersión realizado por un individuo juvenil de águila coronada nacido en el centro de la provincia de Santa Fe. El ejemplar, equipado con un transmisor satelital GPS, alcanzó a principios de junio pasado el territorio paraguayo. El biólogo especializado en zoología Diego Gallego García brindó detalles de este hallazgo y subrayó la importancia de la cooperación transfronteriza para la protección de especies amenazadas.
Ekilore (“girasol” en euskera, idioma originario del País Vasco), como fue nombrado por los investigadores al momento en que la equiparon con un emisor satelital en febrero de 2024, permaneció a partir de ese momento en su territorio natal durante más de un año.
Sin embargo, el pasado 9 de mayo esta joven hembra de águila coronada inició súbitamente un recorrido de más de 700 km desde la zona cercana a la localidad de San Cristóbal (Santa Fe), viajando a través de las provincias de Chaco y Formosa hasta cruzar el río Pilcomayo e ingresar al Paraguay el 3 de junio, completando todo el trayecto en menos de un mes, informaron desde el equipo responsable del trabajo, que es dirigido por el doctor José Hernán Sarasola, investigador principal del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET) y director del CECARA.
“El águila coronada, también conocida como águila del Chaco, es una de las especies silvestres más amenazadas del sur de Sudamérica, con una población global estimada entre 800 y 2.500 individuos adultos. Se distribuye desde el centro-sur de Brasil, Paraguay y Bolivia hasta el norte de la Patagonia argentina, habitando especialmente ambientes áridos y semiáridos. Se la considera localmente extinta en Uruguay, donde no se han registrado individuos desde 1930. Las principales amenazas para sus poblaciones se relacionan con la actividad humana, siendo la persecución con armas de fuego, la electrocución en tendidos eléctricos y el ahogamiento en reservorios de agua los factores de mortalidad más importantes para la especie”, explicó Gallego García, quien es becario doctoral del CONICET.
LUZ DE ESPERANZA
El hallazgo realizado por los investigadores del CECARA sobre la gran capacidad de desplazamiento de estas aves, siendo la primera vez que se documenta un cruce transfronterizo de este tipo, abre una luz de esperanza para la conservación de la especie en Sudamérica. Dada la evidente capacidad de dispersión y de conectarse espacialmente entre poblaciones aisladas, sumadas a la aplicación de programas de conservación y medidas destinadas a reducir la mortalidad por causas antrópicas, es posible lograr la recolonización poblacional de áreas o regiones donde el águila coronada se encuentre localmente extinta, destacaron.
En este diálogo con El Gran Domingo de La Nación, Gallego García habla de las implicancias de este estudio, que pone de relieve la necesidad de trabajar mancomunadamente entre los países de la región para asegurar la conservación de una de las águilas más amenazadas de Sudamérica y del Gran Chaco.
–¿De qué especie y de dónde es originaria el águila que fue localizada en Paraguay?, ¿cuál es su hábitat?
–El águila coronada, también llamada águila del Chaco (Buteogallus coronatus), ocupa ambientes áridos y semiáridos del sur de Sudamérica, desde el centro-norte de Argentina hasta el sur de Brasil, pasando por Paraguay y Bolivia. En concreto, se la puede encontrar en ecorregiones como el Chaco, el Cerrado, el Espinal y el Desierto del Monte, entre otros.
CARACTERÍSTICAS
–¿Cuáles son algunas de sus características tales como el tamaño y alimentación?
–Es un águila de gran tamaño, de alrededor de 190 cm de envergadura alar, 90 cm de altura y 3,5 kg de peso. Los adultos tienen el plumaje de color gris ceniza y una banda blanca subterminal en la cola; los juveniles tienen el plumaje marrón oscuro por la parte dorsal y blanco a amarillento con motas oscuras en la parte ventral. Tanto adultos como juveniles tienen una prominente y característica corona, o copete, en la cabeza, formada por 4-5 plumas. En las zonas donde existe información sobre su dieta, se ha constatado que se alimenta principalmente de mamíferos como armadillos y zorrinos, y de reptiles como serpientes (algunas venenosas), lagartos y tortugas, si bien su dieta es variable a nivel regional.
–¿En qué zona fue localizado el ejemplar bajo estudio?
–El individuo atravesó el río Pilcomayo desde la provincia de Formosa, en el norte de Argentina. Los últimos datos satelitales mostraron a este juvenil de águila coronada en el departamento de Presidente Hayes, en una zona de transición entre las ecorregiones del Chaco húmedo y el Chaco seco.
IMPLICANCIAS
–¿Qué importancia reviste este hallazgo?
–El hallazgo es excepcional y por ello suscita muchas preguntas. Las principales lecturas de este descubrimiento serían las siguientes: 1) El hecho de que un individuo juvenil se haya dispersado tan lejos de su territorio natal podría significar que los ambientes que ha ido encontrando por el camino no eran óptimos para su supervivencia. Esto tiene implicancias graves para una especie para la cual la pérdida y fragmentación de hábitat es una causa demostrada de extinción; 2) en una especie amenazada para la que quedan tan pocos individuos a nivel global, el potencial de dispersión descubierto en este individuo podría permitir que poblaciones aisladas del águila coronada conectaran entre sí de manera natural, favoreciendo el flujo genético y promoviendo la conservación de esta especie a largo plazo; 3) el cruce de fronteras políticas de una especie en peligro de extinción debería ser motivo suficiente para favorecer la implementación de medidas de conservación a nivel internacional para el águila coronada.
–¿Le parece que este descubrimiento podría ayudar a mejorar la cooperación regional para la protección de especies amenazadas y la fauna en su conjunto?
–Ekilore franqueó una frontera política humana, lo cual a nivel biológico probablemente no signifique demasiado para ella, dado que la ecorregión y los paisajes a uno y otro lado del borde serían a priori similares. Sin embargo, el hallazgo debería animar a las administraciones provinciales y nacionales a tomar medidas coordinadas para promover la conservación del águila coronada y de otras especies. En el contexto de emergencia en el que se encuentra el Gran Chaco Americano, se deberían implementar leyes que aseguraran la protección de los ecosistemas de la zona, incluyendo al águila coronada.
SERVICIOS ECOSISTÉMICOS
–¿Cuáles son los servicios ecosistémicos que proporciona esta especie?
–Al ser un depredador tope, su acción permite controlar las poblaciones de las especies que depreda. En este caso, es una de las pocas especies de estos ecosistemas que puede controlar la abundancia de víboras venenosas, para las cuales desarrolló unas adaptaciones únicas entre las que se puede mencionar una relativa resistencia a su veneno.
–¿Algún comentario final que desee añadir para cerrar la charla?
–En Paraguay no existe, a nuestro conocimiento, un plan específico para favorecer la conservación del águila coronada. Este descubrimiento podría ser el primer paso para llamar la atención de las instituciones ambientales y de la sociedad en general sobre el estado de conservación y amenazas de esta especie en peligro de extinción, así como de las posibles medidas de mitigación que se pueden llevar a cabo. Desde el CECARA, invitamos a autoridades ambientales, instituciones académicas, productores y trabajadores rurales y sociedad en general a ponerse en contacto con nosotros para poder colaborar en la conservación a largo plazo de esta emblemática especie.
LAS PRINCIPALES AMENAZAS QUE ENFRENTA EL ÁGUILA CORONADA
Las principales causas comprobadas de su extinción están directa o indirectamente relacionadas con la actividad humana.
1) La persecución directa o cacería ilegal: en la zona sur de su área de distribución global (centro de Argentina), al águila coronada se la perseguía mucho en el pasado por un supuesto conflicto con las actividades ganaderas ovinas y caprinas, con decenas de casos confirmados de disparos con armas de fuego. Los estudios científicos llevados a cabo por el CECARA demostraron que el águila coronada no se alimenta de ganado doméstico, lo cual permitió una mejor convivencia con los productores en la zona. Esta situación se está constatando en otras regiones actualmente y se viene trabajando mucho en conjunto con la comunidad local para evitar la persecución de esta ave rapaz.
2) La electrocución en postes de tendido eléctrico: como muchas aves rapaces, el águila coronada usa los postes de tendido eléctrico como percha en la cual descansar o desde la cual observar y esperar posibles presas. Sin embargo, la estructura, materiales y configuración de los pilares de los tendidos eléctricos entrañan un riesgo de electrocución para estas aves. Esta problemática de conservación afecta a miles de aves en todo el mundo.
3) Ahogamiento en tanques australianos o reservorios de agua: estas infraestructuras almacenan el agua en campos con actividad ganadera, sobre todo en regiones áridas y semiáridas. Al estar diseñadas a cielo abierto, son piletas de las cuales los animales no pueden salir cuando entran a beber agua y mueren ahogados. Cientos de miles de aves (y otros grupos de animales) se ahogan cada año en estas infraestructuras.
4) Pérdida y fragmentación de hábitat: el avance de la frontera agrícola y la deforestación en general están provocando una disminución en el hábitat disponible para la especie, que necesita de los árboles para construir sus nidos, y que requiere de una diversidad y abundancia de especies presa para sobrevivir.
5) Envenenamiento por cebos tóxicos. Si bien es una causa con baja incidencia en la especie por el momento, se ha documentado que la aplicación de cebos tóxicos para control de especies potencialmente problemáticas para las actividades humanas (por ejemplo, el puma) puede ser letal para otras especies que se alimentan de animales muertos, como es el caso de los cóndores y los zopilotes. Esto también afecta al águila coronada, que eventualmente puede alimentarse de carroñas.
Para saber más sobre la iniciativa que están llevando a cabo, el investigador invitó al público en general a seguir los avances del trabajo en las redes sociales del equipo.
Facebook: CECARA-UNLPam
Instagram: cecara_unlpam / proyectoaguilachaco
X: @CECARA_ARG
Web: www.cecara.com.ar
Dejanos tu comentario
Emoción y color en la atmósfera onírica de la pintora Carla Ascarza
- Jorge Zárate
- jorge.zarate@nacionmedia.com
- Fotos: Gentileza
La artista llama realismo lírico a su búsqueda, la transmisión con imágenes de sentimientos profundos e incluso valores. “Quiero transmitir la esperanza, la vitalidad, el misterio, la gratitud”, cuenta de sus bellas artes.
“Defino muchas de mis obras dentro del realismo lírico porque habitan una frontera entre lo real y lo simbólico”, cuenta Carla Ascarza. “Me interesa representar escenas, personas y objetos que existen, pero llevarlos a otro plano a través de la atmósfera, la paleta y la composición”, define.
Plástica de importante trayectoria, sus cuadros de la serie “Mensajeros” abordan lo mítico y lo tangible de los mainumby, colibríes que llevan y traen luces, colores, reflexiones.
“En esa transformación se produce el lirismo: lo que está cargado de emoción, de memoria, de misterio. La pintura me permite decir lo que no cabe en la literalidad. Puedo usar una figura humana o un objeto cotidiano, pero los rodeo de elementos poéticos para que emerjan como visión, como huella sensorial”, apunta.
Entiende al color como un comunicador eficaz. “Es una herramienta de intuición y también de resistencia: en un contexto como el nuestro, donde tantas veces se impone la opacidad, defender el color es también defender la vida”.
–¿Cuál fue el disparador de la colección “Mensajeros”?
–El disparador fue una vivencia íntima y una necesidad interior de nombrar lo intangible. Los colibríes llegaron a mí como metáfora de aquello que no permanece, pero deja huellas. En “Mensajeros” no los represento solo como aves, sino como símbolos de lo etéreo, de lo que se posa apenas en la conciencia. Ellos son portadores de mensajes del alma: la fugacidad del instante, la ligereza de lo esencial, la belleza que no se impone, pero transforma. La serie nace del deseo de capturar esa sutileza y convertirla en color, en forma, en presencia.
NARRANDO LO INVISIBLE
–En tus series anteriores se ve una búsqueda por retratar la escena cotidiana, los rostros cercanos. ¿Cómo vas volcando a los lienzos tus inquietudes? ¿Seguís un plan?, ¿pintás lo que te es urgente?
–Trabajo a partir de una urgencia interior. Hay veces en que una imagen se instala en mi cabeza y no me suelta hasta que le doy cuerpo en el lienzo. A veces es un rostro anónimo que encuentro en una fotografía o una escena callejera que me golpea. No siempre tengo un plan estructurado, pero sí una búsqueda constante: la de narrar aquello que suele pasar desapercibido. Lo invisible, lo que no está en los titulares. Pinto para dar visibilidad a lo común, pero con una carga simbólica profunda. En ese sentido, la serie “Contramundos” fue muy significativa: cada obra fue una pequeña crónica visual del Paraguay contemporáneo.
–Contanos un poco más de tu relación con el color. ¿Cómo decidís ese universo personal?
–El color para mí es emoción. Es lenguaje puro. Muchas veces dibujo con el color. Nunca lo uso de manera literal. Mi paleta se construye a partir de lo que siento, de lo que quiero provocar. La realidad ya tiene sus propios tonos, pero el arte me permite alterarlos, amplificarlos, volverlos signos. A veces un verde ácido, un fucsia estridente o un naranja encendido no tienen lógica si uno los mira desde lo mimético, pero sí si los entiende como pulsaciones anímicas. Pinto desde el color porque él habla más rápido que las palabras.
–También abordaste lo abstracto. ¿Cómo fue ese recorrido?
–Lo abstracto fue, en mi caso, un espacio de liberación. Al principio, mi obra estaba más centrada en el retrato y la escena figurativa, pero la abstracción me permitió explorar otros caminos: el gesto, la mancha, el ritmo. Fue como quitarme las palabras de encima y quedarme solo con la voz. Me interesa lo abstracto cuando nace de una pulsión verdadera, cuando no es solo una estética, sino una necesidad de expansión. Algunas obras de transición en mis series combinan ambos lenguajes: hay figura, pero también hay fuga hacia lo simbólico, hacia lo que no puede decirse con formas reconocibles.
CREAR CON HONESTIDAD
–Fuiste premiada y tu obra se exhibió en el exterior. ¿Cómo sigue ese camino?
–El reconocimiento que recibí en Moscú con “La dulcera”, obra de la serie “Contramundos”, fue muy importante para mí. No solo por el premio en sí, sino porque visibilizó una escena local que muchas veces queda relegada. Esa obra nació de una historia real, de una mujer que vendía dulces de mamón en Garibaldi. Yo la fotografié, hablé con ella, le comenté sobre mi trabajo, compré sus dulces, le solicité permiso para fotografiarla y luego la convertí en símbolo. Fue mi forma de hablar sobre la desigualdad, sobre la cultura del consumo, sobre lo invisible. A partir de esa experiencia se abrieron otras puertas, pero más allá de lo institucional, lo que me mueve es seguir creando con honestidad. Hoy me interesa explorar más a fondo las narrativas indígenas, la memoria colectiva, los ritos del presente. El camino sigue desde ahí.
–¿Cómo ves la plástica nacional?, ¿qué cosas destacás de este presente?
–La plástica nacional es profundamente valiente. Está llena de artistas que, a pesar de contextos hostiles, producen con una potencia conmovedora. Pero no puedo dejar de señalar la precariedad estructural en la que trabajamos muchos de nosotros. Los materiales son carísimos: un solo tubo de óleo, un pincel profesional, un lienzo, representan una inversión enorme. Muchos colegas pintan en condiciones mínimas, con recursos limitados y aun así construyen discursos estéticos de gran profundidad. Falta apoyo sostenido, políticas públicas reales, espacios de visibilidad. Aun así, el arte persiste. Se renueva, se reinventa. Destaco sobre todo el trabajo de mujeres artistas, de jóvenes que se animan a experimentar, de quienes cruzan el arte con la militancia, con lo social, con lo comunitario. Es un momento duro, pero fértil. Y estoy convencida de que el arte seguirá abriendo caminos, aunque tenga que hacerlo con las uñas. La plástica paraguaya está viva. Y lo está no por el mercado, sino por la urgencia expresiva de sus creadores.
–¿Cuál es tu materia pendiente en la plástica?
Siento que una de las búsquedas más importantes que tengo como artista –y también como ser humano– es profundizar en el compromiso del arte con las causas humanitarias. Vivimos en un mundo profundamente desigual, herido, con pueblos que luchan por su derecho a existir, a hablar, a vivir. Mi materia pendiente no es una técnica, ni siquiera una exposición; es usar cada vez con más claridad mi voz visual a favor de la vida. Me interesa cada vez más vincular mi obra a causas sociales, a los pueblos indígenas, a la defensa del planeta, a la memoria colectiva. Para mí, el arte no debe ser indiferente. Tiene que incomodar, abrazar, iluminar, conmover. Y ahí está mi tarea pendiente: seguir encontrando lenguajes que acompañen y denuncien. Que no se queden en lo estético, sino que toquen lo ético.
NARRAR DESDE OTRO LUGAR
Carla Ascarza estará exponiendo en la muestra colectiva “Sinergia, arte femenino en diálogo con la memoria urbana”, que abre el próximo 15 de agosto a las 19:00 en el Espacio Cultural Staudt, sito en Iturbe 333 casi Mariscal Estigarribia. Expondrá allí en conjunto con Norma Annicchiarico; Gloria Valle y Osvaldina Servián.
Vale recordar que Carla, además de artista plástica, es también comunicadora.
–¿Qué facetas de la expresión potencia la pintura?, ¿qué cosas permite expresar más allá de las palabras?
–La pintura es, para mí, el lenguaje donde lo no dicho se vuelve posible. Como comunicadora, valoro el poder de la palabra, pero sé que tiene límites. Hay experiencias que no se traducen fácilmente: el dolor ancestral, la belleza inexplicable, la rabia callada. La pintura me permite explorar dimensiones expresivas que la palabra, por momentos, no alcanza. Pero, como comunicadora, siempre he sentido un fuerte compromiso con la narrativa: contar historias, dar sentido, transmitir lo profundo de lo humano. En mi obra, esa narrativa se vuelve visual, simbólica, sensorial.
–Se sigue contando, descubriendo…
–Pinto no solo para emocionar, sino también para contar. Cada personaje, cada escena, cada fragmento de color tiene una historia detrás. La pintura potencia esa posibilidad de narrar desde otro lugar, de dar cuerpo a relatos que a veces no encuentran espacio en los medios tradicionales. Y me permite también generar otra temporalidad: la del silencio, la contemplación, el tiempo detenido que exige una imagen. La narrativa visual que construyo desde el arte es una extensión de mi voz como comunicadora, pero una voz que a veces se vuelve más poderosa, más ambigua, lo que es fundamental para interpelar al otro. La pintur a abre un campo de significación que no pretende cerrarse . Y en eso me siento profundamente libre.
BREVE BIO
Carla Ascarza es licenciada en Artes Visuales por el Instituto Superior de Artes Verónica Koop con la puntuación summa cum laude. Cuenta con un masterado en Antropología Social por la Universidad Católica de Asunción y especializaciones en antropología de la salud y derechos humanos. Dentro de su formación artística estudió en programas y talleres en la Escuela de Bellas Artes, talleres libres de Olga Blínder, Edith Jiménez, Lisandro Cardozo, Vicente Duré, Luis A. Boh y Jo Oliveira. Fue becada por el maestro Livio Abramo como asistente en sus talleres de línea y color.
Cuenta con numerosas exposiciones colectivas nacionales e internacionales. Entre las más recientes se mencionan Muestra Kuña Mbarete Rembiapo, Sala Jacinto Rivero, Centro Paraguayo Japonés (2025); Muestra Ñepyrumby, Apart Hotel Maison Suisse (2024); Muestra Apertura de ciclo. Casa Hassler, San Bernardino (2024); Muestra Incondición Interior, Centro Cultural Manzana de la Rivera (2023).
Obtuvo el Primer Premio de Pintura en el XII Festival Mundial de Bellas Artes VERA, Moscú, Rusia. Año 2017. Representó a Paraguay en la muestra internacional Passion Art Barcelona. Sus cuadros también representaron al país en muestras en Nueva York (EE. UU.), Canberra (Australia) y Seúl (Corea).