Lorena Spinzi es médica pediatra especializada en cardiología infantil, es decir, pasa la mayor parte de su tiempo al cuidado de la salud de los más pequeños, pero además de eso es una fabulosa artista plástica que elabora maquetas de anatomía humana y animal, y algunas esculturas de arte moderno.
Para conocer un poco más acerca de este innovador y peculiar trabajo, La Nación conversó con la creadora de estas excepcionales obras.
Al ser consultada sobre cómo se inició en este rubro, comentó que fue cuando se encontraba cursando el primer año de la carrera de Medicina en la Universidad Nacional de Asunción, y uno de los profesores les solicitó a los alumnos que realicen una maqueta de una parte del cuerpo humano.
Esto a Lorena no le resultó nada complicado, y luego de finalizar y presentar su trabajo fue aplaudida por sus maestros y compañeros de facultad, siendo uno de sus motivos de inspiración para iniciarse en el mundo de las artes, indicó.
Al principio solo realizaba imitaciones de órganos del cuerpo humano, pero luego con el tiempo se fue perfeccionando y empezó con esqueletos de animales, y en la actualidad también realiza delicadas figuras de arte contemporáneo.
Al mismo tiempo, expresó que inicialmente utilizaba arcilla como materia prima, la cual es pesada y frágil, para luego pasar al tallado de isopor (poliestireno), que va recubierta con porcelana fría y finalmente darle color logrando un producto muy similar al real.
Dichas obras son utilizadas por los profesionales para consultorios médicos o cuadros como parte de la decoración. También son incrustadas en placas para distinciones.
Hoy, Lorena fabrica además souvenirs, hechos exclusivamente para profesionales y actividades del sector médico.
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Oriunda de Areguá
Spinzi es originaria de la ciudad de Areguá. Si bien creció viendo a su abuela y a su padre haciendo arte con las manos, nunca ha tomado clases de arte.
Actualmente, es doctora pediátrica en el Hospital Materno Infantil de Villa Elisa y en sus ratos libres, escultora.
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Lavado de pies con bicarbonato y sal: qué efecto real tiene
Sumergir los pies en agua templada con sal y bicarbonato se ha convertido en una rutina popular para quienes buscan aliviar el cansancio, suavizar la piel o eliminar el mal olor. Este remedio casero, muy extendido en redes sociales y blogs de autocuidado, promete múltiples beneficios, pero ¿hay algo de cierto detrás de estas afirmaciones?
A medio camino entre el confort personal y el deseo de soluciones naturales, este tipo de baños han ganado presencia como gesto cotidiano. Pero, más allá de la sensación relajante del agua templada, ¿tienen realmente un impacto físico en la salud de los pies?
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Control del olor
El bicarbonato de sodio se utiliza desde hace años en dermatología como un exfoliante físico suave. Al frotarse sobre la piel, ayuda a eliminar células muertas y a mejorar la textura, favoreciendo la renovación celular. Además, su capacidad para neutralizar olores está documentada en estudios sobre higiene corporal, aunque la mayoría se centran en su aplicación en axilas o la cavidad oral.
Su eficacia contra bacterias responsables del mal olor se debe a su capacidad para modificar el pH, creando un entorno menos favorable para los microorganismos. Sin embargo, no existen ensayos específicos sobre su aplicación directa en los pies para estos fines, por lo que sus beneficios se asumen por analogía con otras zonas del cuerpo.
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Propiedades de la sal marina
En el caso de la sal, especialmente la marina o la del Mar Muerto, sí existen revisiones científicas que han demostrado su efecto beneficioso sobre determinadas afecciones cutáneas como la dermatitis atópica o la psoriasis vulgaris. En estudios clínicos se ha observado que los baños con sales pueden mejorar la hidratación de la piel, reforzar la barrera cutánea y reducir la inflamación, gracias a la presencia de minerales como el magnesio.
Aunque estos beneficios están más relacionados con tratamientos terapéuticos supervisados, lo cierto es que el uso de sal como exfoliante físico -al igual que el bicarbonato- puede ayudar a suavizar la piel de los pies y a mantener una higiene más profunda, especialmente en zonas con tendencia a endurecerse o agrietarse.
¿Entonces, sirve de algo?
Algunas de las publicaciones que circulan en Internet atribuyen al bicarbonato propiedades antifúngicas. Un estudio reciente desarrollado en Perú comparó su efecto con el de la nistatina -antifúngico-- frente a la Cándida albicans, una levadura frecuente en infecciones por hongos. La investigación concluyó que, aunque el bicarbonato al 5 % mostró cierto efecto inhibitorio, fue significativamente menor que el del fármaco antifúngico. En resumen: puede tener cierta capacidad, pero no sustituye a un tratamiento médico.
En definitiva, sumergir los pies en agua templada con sal y bicarbonato no es un milagro, pero tampoco una pérdida de tiempo. Puede resultar útil para relajar la musculatura, suavizar la piel, favorecer la higiene y controlar el olor. Sin embargo, los beneficios más ambiciosos que a menudo se atribuyen a esta práctica -como “desintoxicar el cuerpo” o “eliminar toxinas”- no están respaldados por la evidencia científica.
Por tanto, si se emplea como complemento dentro de una rutina de cuidado personal, puede ser una opción interesante de vez en cuando. Pero es importante no sustituir con ello otros tratamientos dermatológicos indicados por especialistas.
Fuente: Europa Press.
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Juan Pablo Pistilli presenta la exposición “Volavérunt”
Verónica Torres Colección de Arte presenta la exposición “Volavérunt”, una muestra individual del artista Juan Pablo Pistilli, con la curaduría de Ángel Luis Carmona. Se trata de un conjunto de obras que, reflexionan sobre el vuelo, con esculturas en movimiento y una dinámica coreográfica de bandadas de pájaros. La inauguración se realizó el jueves 10 de julio en el Paseo de las Artes del Shopping Mariscal, en Asunción.
Las piezas presentan una variada gama de trabajo en metal, que utiliza ampliamente los contrastes de texturas, que van desde el pulido brillante hasta la grumosa rugosidad del óxido. Es bien conocida la preocupación de Pistilli por los temas ecológicos y su pasión por representar animales en movimiento, en esta ocasión ha dado el paso de traspasar la representación del movimiento a generar el movimiento mismo: varias de sus esculturas son en realidad balancines que no solo representa, sino que actúan el movimiento.
Complementariamente, la exposición incluye trabajos de la línea más conocida de su producción, como el pájaro arpa (maqueta), homenaje al pájaro campana y las figuras que desdoblan mariposas y pájaros como mirándose a sí mismas en el espejo. “Volavérunt” pasado del verbo volar en latín, hace referencia tanto al huidizo movimiento de las bandadas a las que hace homenaje y al título utilizado para uno de sus grabados, por el artista Francisco de Paula Goya, al que la exposición rinde homenaje.
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Estudiantes de medicina fallecieron en accidente en CDE
Ayer sábado se reportó un trágico accidente en el departamento de Alto Paraná, en el que perdieron la vida dos estudiantes de medicina, uno de ellos falleció en el lugar del hecho y la segunda persona camino al hospital.
Según el reporte policial, el siniestro ocurrió sobre la ruta PY 02, a la altura del kilómetro 4 de Ciudad del Este. Se vieron involucrados dos vehículos, uno sería un automóvil de la marca Toyota y una motocicleta de la marca BMW, en este último iban dos estudiantes.
Los fallecidos fueron identificados como Luz Isabela Sosa, quien iba de acompañante y falleció en sitio, y Farley Junior Dos Santos, de 48 años, de nacionalidad brasileña, conductor de la moto. Ambos eran estudiantes de medicina.
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Los intervinientes indicaron que cuando llegaron al lugar el hombre aún tenía signos de vida, por lo que rápidamente fue trasladado hasta el Hospital Regional de Ciudad del Este donde los médicos hicieron todo lo posible para reanimarlo, pero no resistió a los golpes y se confirmó su fallecimiento.
Las primeras hipótesis señalan que la motocicleta iba a muy alta velocidad, no pudo detener la marcha e impactó por la parte trasera del rodado. Así también, no se descarta que el conductor del vehículo realizó una maniobra cerrando el paso a la moto, lo que provocó el impacto.
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“Py sevo’í” en Paraguay del siglo XX y la experimentación en humanos
En la presente entrega de “Expresso”, Augusto dos Santos visita el campus de la Universidad Nacional de Asunción para conversar con el Dr. en Filosofía, profesor e investigador José Manuel Silvero, quien publicó recientemente su nuevo libro “Pysevo’í. La campaña sanitaria de la Fundación Rockefeller en Paraguay (1923-1928)”, en el que aborda con un importante archivo a disposición la problemática local de la anquilostomiasis de hace un siglo y la consecuencia social que acarreaba, la situación precaria del sanitarismo paraguayo de entonces y los trabajos de la fundación norteamericana, incluyendo la experimentación en humanos que se dio en ese contexto.
- Fotos: Pánfilo Leguizamón
ADS –¿Cómo es que un filósofo lleva a interesarse en un tema como anquilostomiasis?
JMS –La historia guarda relación con una anécdota. Siendo niño nos convocan en la escuela a presenciar, a visualizar una película. Yo estaba entusiasmado porque ya tenía noticias de que había un personaje de nombre Popeye, de que había una pantera de color rosa, me contaban mis amigos y de tanto en tanto algún que otro vecino que tenía algún televisor nos dejaba ver estas maravillas. Todo esto en Caazapá, zona de San Juan Nepomuceno. Entonces automáticamente me dije “esta es mi oportunidad, voy a disfrutar de una hermosa película”. Llegamos, nos acomodamos todos los “mita’i” para visualizar la película en cuestión y era una de las películas de la Fundación Rockefeller, que le enseñaba a los niños a cómo gestionar de manera responsable sus excretas. Años después, (…) en el marco de los 100 años de aquella gran campaña sanitaria, entro en comunicación con la Fundación Rockefeller, y me liberan los archivos oficiales que para mí fue espectacular, porque no solamente tenía datos, informes, sino también imágenes.
–¿Qué hacía la Fundación Rockefeller entre el año 1923 y 1928?
–En Paraguay, en ese arco de tiempo se desarrolla la cooperación, que es una acción oficial que la firman la Fundación y el gobierno de aquel entonces. Eligio Ayala fue el firmante, y se salvaguarda eso a través de una ley ¿Qué hace la fundación? La fundación (Rockefeller) ya venía desarrollando desde 1916, estimativamente, acciones en terreno, en algo así como 140 países del mundo. Y el tema de fondo, el tema más importante de esa acción de la Fundación Rockefeller es la lucha contra la anquilostomiasis. Y en una de esas, un par de médicos muy relevantes de nuestra historia paraguaya, el Dr. Migone y el Dr. Andrés Barbero envían cartas a la Fundación, porque la Fundación tenía una especie de informe anual de sus acciones, envían cartas comentando, por un lado, que aquí también hay una prevalencia muy alta, y por el otro lado, muestran un interés para que la Fundación eventualmente pudiera cooperar. Entonces la Fundación responde diciendo que sí, que tienen interés de cooperar, pero en principio esa cooperación se basaría en el envío de unas cajas, que contenían una especie de proyector a linterna, lo llamaban, folletos, folletitos y algunos pósters. Una campaña educativa que el propio Migone lo paga de su bolsillo. Es interesante. Esa acción es la acción precedente, inmediata que va a dar pie luego a la firma oficial de la cooperación. ¿Y por qué es importante todo esto? Porque en el año 1917 y en el año 1920 se desarrolló en Paraguay sendas campañas de lucha contra el py sevo’i. Pero con un éxito relativo. Se necesitaba el acompañamiento de una organización grande, enorme, importante como lo fue en aquel entonces y como lo sigue siendo la Fundación Rockefeller. Y bueno, ese es el antecedente.
–¿Cuál era la importancia de enfrentarse a esa enfermedad? ¿Cómo afectaba al momento paraguayo?
–Estudios de aquel entonces, de hecho, van a ser los médicos de la Universidad Nacional de Asunción; el Dr. Velázquez, el primer decano de la Facultad de Medicina, y todo un equipo de médicos, quienes a insistían en la necesidad de contrarrestar al sevo’i, la lombriz, el parásito que se metía por los pies y que empezaba a debilitar al niño, al adulto, da igual. Era tan grande esa incapacidad que uno tenía que administrar que, por supuesto, lo volvía anémico, lo volvía incapaz para trabajos de todo tipo y también de aquel entonces viene el famoso estigma del sa’yju, mita’i sa’yju y compañía. Es una enfermedad, es un mal que le debilitaba al pueblo, le volvía incapaz de producir. El doctor Velázquez cuenta en uno de sus textos cuenta ese escenario dantesco de niños famélicos y de adultos también incapaces de emprender algún tipo de tarea. (…) Manuel Domínguez, en una carta al doctor Insfrán, él habla del py sevo’i, en unos términos muy interesantes, donde dice: “El paraguayo tiene la manera de solucionar este problema y lo mata con el ka’arê –que es el quenopodio– y con la caña”.
–¿Y qué hacía la medicina y los médicos paraguayos antes de la llegada de la Fundación Rockefeller? ¿Era paliativa la tarea?
–Era paliativa. Había una química que probablemente era muy ineficiente, se habilitaron algunos puestos de distribución de algunas medicinas, y el problema más grave de aquel entonces, para llevar adelante esta lucha contra la anquilostomiasis era, por un lado, la eficiencia de la química, que los médicos de la Fundación Rockefeller calibraron muy bien, calibraron a costa de muchas muertes, pero, por un lado, la visión de la Fundación Rockefeller era una visión integral, por eso es una campaña de salubridad.
–Aquel no era un momento de bonanza en nuestro país, precisamente.
–Ese es un punto que a mí me hizo pensar mucho de cómo lo iba a plantear en el libro. Un Paraguay carente de infraestructura, un Paraguay carente de un sistema de salud medianamente fuerte y un Paraguay donde a la gente del campo se le proveía de algunos cuadernillos para consumir, para usufructuar, pohã ñana. De hecho, yo critico eso en un apartadito. Genaro Romero era el jefe de tierras y colonias, y él le recomendaba a los campesinos consumir o usar los yuyos, en ausencia justamente de un sistema medianamente justo, en el sentido de acceso a la salud. Teníamos muy pocos médicos, había una inestabilidad política tremenda
–¿Decís que en el marco de esta sistematización que hiciste del aporte de la Fundación Rockefeller, que esta crea casi lo que se diría es la burocracia a la gestión sanitaria en Paraguay?
–La Fundación Rockefeller tiene una incidencia política administrativa total en la configuración de la salud global. No se puede entender el nacimiento y el desarrollo de la Organización Mundial de la Salud y especialmente de la Organización Panamericana de la Salud sin el concurso y la “inteligencia”, entre comillas, de la Fundación Rockefeller, y su modo de trabajar. En ese modo de trabajar, la estadística, por ejemplo, es muy importante, la recogida de datos es muy importante, la organización con informes, con muchos detalles, el conocimiento del terreno, todo eso formaba parte de esa gran estrategia que lo desarrollaron a nivel mundial y también en Paraguay, por supuesto. En la historia de la salud pública, de la sanidad pública, el ministerio que llevaba, que tenía el control sobre la sanidad, era el Ministerio del Interior, sobre todo el Departamento de Higiene en este caso.
–Hay un capítulo que aborda experimentos humanos, especialmente con niños, que es éticamente cuestionable o condenable. ¿Cuál es la realidad en relación a ese capítulo en la historia de la presencia de la Fundación en Paraguay?
–Efectivamente, la campaña sanitaria, así como habíamos manifestado, se había repartido en diferentes acciones: grupos propiciando la construcción de letrinas, grupos de guardas sanitarios medicando a la población, otro grupo levantando datos para corregir el atlas de Gásperi del año 20, es decir, el tema de censo, una cuestión estratégica, la guerra va a venir después, y otro grupo trabajando en la divulgación, pero un grupo pequeño, sí, efectivamente se dedicó a llevar adelante trabajos de experimentación en contexto de encierro, con grupos vulnerables, en ausencia de criterios éticos razonables para aquel entonces, hay que acordarse que el código de Nuremberg y todo lo que pasó en los campos de concentración va a ser muy posterior, esto es 1923. Entonces en mi investigación yo me encontré con una conducta que se había repetido tanto en Brasil, en Colombia y en varios lugares de los médicos que se metían en los hospicios, en los orfanatos, en la policía, en el ejército, a llevar adelante experimentos con seres humanos. En este caso, con niños, menores de edad, con jóvenes probando sustancias químicas, probando sobre todo dosis. Lo llamativo y lo reprochable, si cabe el término, es que en función a lo que yo investigué, Fred Soper (el director) sabía exactamente que esas sustancias eran tóxicas y que podían causar la muerte. Aun así, siguieron utilizando hasta que llegaron a un punto que causaron muertes, entre 15 y 16 fallecidos durante toda la campaña, mirando la envergadura. El 90 % de ellos eran niños menores de edad, niños pequeños de 2 años, 4 años, 6 años, algunos soldaditos también.
–¿Esto tenía que ver con la aplicación de diversas formas de químicos o algún químico en particular con el que se experimentaba?
–Sí, el tetracloruro de carbono con la mezcla con el aceite de quenopodio. En los informes lo que yo pude notar es, porque claro, tenían que justificar, tenían que dar cuentas, tenían unas fichas donde comentaban las posibles razones de la muerte, y hablaban también de ciertas enfermedades de base. Entonces, que no lo tenían muy manejado, decían “a los epilépticos no hay que suministrarle; a los alcohólicos, tampoco, y a ciertos niños que tenían otros parásitos, tampoco”. Lo que pasa es que esa fundamentación o esa explicación venía después de la muerte. No antes.
–¿En qué momento de la investigación te encontraste con este hecho tan contrastante con el lado positivo de esta campaña y qué generó en vos como investigador?
–La investigación en sí es una tarea en solitario muy interesante. Es un tiempo en que uno se sumerge completamente de manera obsesiva en llevar adelante este trabajo. Funciona unos mojones que es el esquema del trabajo, pero uno piensa muchas cosas. Como docente investigador de la UNA, yo envío un correo institucional y ellos me envían paquetes, paquetes muy importantes de información. En uno de esos paquetes me encuentro con los muertos.
–¿Y en uno de esos paquetes te encontrás con las fotos de esos experimentos?
–En uno de esos paquetes me encuentro con fotos de niños, de niñas, del orfanato, con enfermos mentales, del neuropsiquiátrico, con soldaditos, con militares. Esas fotos están en el libro. Son 60 imágenes inéditas que por primera vez se está viendo en el Paraguay. Estaban guardadas en el archivo de la Rockefeller Center.
–¿En este camino de contacto con la Fundación Rockefeller encontraste en los líderes actuales de la Fundación alguna actitud de ocultamiento digamos?
–Ninguna. En todo momento fueron muy amables conmigo, tengo que recalcar eso en todo momento, fueron cordiales, me ayudaron. Sí les envié un correo cuando el trabajo ya estaba listo, les dije que quería utilizar esas fotos en el marco de la investigación y me dijeron que sí, llené una proforma como se suele hacer.
–¿En estos 100 años, antes de tu libro, antes de tu investigación, ¿hubo algún tipo de denuncia por parte de alguna autoridad de Paraguay respecto de estos experimentos?
–De paraguayos no, yo por lo menos no encontré. Sí, en Brasil. Un médico de aquel entonces que ya en el año 22, en un evento científico del Brasil de aquel entonces, sale a gritar, a vociferar que la Fundación estaba matando a gente inocente, a niños y sobre todo a gente de color, porque en el Brasil la envergadura y la dimensión de la campaña fue muy diferente. Y en Guatemala, si no me equivoco, también se presentó en el año 2010 una investigación que daba cuenta de ciertos abusos que se cometieron con personas en situación de encierro, de grupos vulnerables, la cárcel, el orfanato, un calco de lo que fue en Paraguay. Esto es del año 40 más o menos.
–¿Y cómo reaccionaron las autoridades de la Fundación?
–Ellos sí pidieron una explicación. Obama estaba como presidente, Obama le pide a la Comisión Nacional de Bioética que investigue si eso es cierto. Corroboran que efectivamente porque los datos estaban guardados en un archivo en los Estados Unidos, y Obama pide oficialmente disculpas al gobierno de aquel entonces y ese es un precedente que yo encontré. En este caso de experimentación con seres humanos en Guatemala, Fred Soper aparece en la lista de los médicos. Acá Fred Soper fue el director de la campaña de Paraguay; que, por cierto, fue director de la OPS durante creo que 4 periodos.
–¿Cómo y por qué culmina esta misión finalmente en Paraguay, en el 28?
–Culmina porque la guerra iba a desatarse en cualquier momento. El gobierno de aquel entonces destina los fondos para fines estratégicos. Y entonces se desfonda, se queda sin fondos la campaña. Pero, además, se venía arrastrando una serie de pequeñas inquinas entre médicos paraguayos y médicos paraguayos que trabajaban para la Fundación, y especialmente médicos norteamericanos.