Una de las consecuencias más evidentes de perder peso en la báscula es la reducción de grasa corporal. Pero ¿qué ocurre exactamente con esa grasa? ¿A dónde va? ¿Se transforma en energía? ¿Se elimina por el sudor o la orina? Aunque existen muchos mitos al respecto, la ciencia lo tiene claro: gran parte de la grasa que perdemos la acabamos exhalando al respirar.

La bióloga y divulgadora en redes sociales Mafer (@virtualdiva en TikTok) ha explicado este proceso en un vídeo con tono claro y didáctico. Y aunque parezca sorprendente, su explicación tiene todo el respaldo de la bioquímica: cuando perdemos grasa, la mayor parte se transforma en dióxido de carbono (CO2) que eliminamos a través de los pulmones.

En condiciones normales, el cuerpo utiliza la glucosa como principal fuente de energía. Pero cuando entramos en déficit calórico -es decir, cuando consumimos menos calorías de las que gastamos-, el organismo empieza a tirar de sus reservas. Y esas reservas, explica Mafer, son principalmente grasa acumulada en el tejido adiposo.

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Ahí es donde comienza el cambio metabólico: las moléculas de grasa (triglicéridos) se descomponen en componentes más simples, como glicerol y ácidos grasos, que viajan por la sangre hasta las células que necesitan energía. Es entonces cuando se inicia un proceso complejo de reacciones químicas conocido como betaoxidación, que culmina en la producción de tres cosas:

CO* (dióxido de carbono), que se elimina al respirar

H*O (agua), que se elimina por la orina, el sudor o incluso la respiración

ATP, la molécula energética que permite que el cuerpo funcione

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¿Por qué creemos que sudamos la grasa?

Mafer pone un ejemplo muy gráfico: una sola molécula de grasa con 16 átomos de carbono puede generar hasta 106 moléculas de ATP, 16 de CO* y 46 de agua. Es decir, la grasa no “desaparece” ni se convierte en músculo, sino que se transforma en energía y subproductos que el cuerpo elimina.

El dióxido de carbono, que se genera como parte del proceso, pasa a la sangre, llega a los pulmones y se expulsa al exhalar. Así que, cuando haces ejercicio o estás en déficit calórico, una parte de la grasa que pierdes literalmente la estás “respirando” fuera de tu cuerpo.

Uno de los mitos más extendidos es que la grasa se pierde a través del sudor, cuando en realidad el sudor solo refleja la pérdida de agua para regular la temperatura corporal. Aunque parte del agua generada al metabolizar la grasa sí puede salir por el sudor, la verdadera vía mayoritaria es la respiración, como explica un estudio publicado en 2014 en la revista médica The British Medical Journal, por los investigadores Ruben Meerman y Andrew Brown, que calcularon que más del 80% de la grasa perdida se exhala en forma de dióxido de carbono.

Fuente: Europa Press.

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