En un gran partido jugado en Barranquilla, la selección paraguaya rescató un valioso empate de visitante ante Colombia, tras ir perdiendo 2-0. La entrega y el trabajo albirrojo fue encomiable, manteniendo el invicto en la era Gustavo Alfaro.
El comienzo albirrojo fue catastrófico porque cuando los dos equipos apenas se estaban acomodando, se vino la jugada que terminó en el primer gol colombiano. Todos fueron a buscar una pelota por el sector izquierdo y se descuidó el derecho, donde le llegó la pelota a un especialista en espacios vacíos: Luis Díaz. Una finta a Balbuena fue suficiente para que luego defina a un costado de Gatito Fernández. Apenas se jugaban 45 segundos y había que remar contracorriente.
Paraguay tomó el control del partido. Insistió, propuso, pero en otro contragolpe, otra vez Díaz tomó desprevenida a la defensa albirroja para trasladar el balón y habilitar a Jhon Durán, que definió cruzado para poner el 2-0. Golpazo.
Pero si algo tiene esta selección de Gustavo Alfaro es el corazón y el espíritu de hierro. No salió de su libreto y comenzó a arrinconar a Colombia, que no era segura en defensa. Almirón tuvo el empate, pero su remate fue desviado con el pecho por Mojica, en una acción que todos reclamaron penal.
Hasta que después, con la vieja fórmula de vuelta potenciada por este equipo, se vino el descuento. El del centro, cabeza y gol. Córner de Diego Gómez al segundo palo, para que Júnior Alonso cierre con un cabezazo perfecto para ir a vestuarios con un descuento merecido.
La actitud no cambió en el segundo tiempo y Colombia solo siguió resguardándose. El objetivo de llegar al empate era claro. Y el que busca encuentra. Y con qué gol.
Cubas rescató una pelota que le llegó a Enciso. La Joya se vistió de duende indescifrable y gambeteó a tres para meter el tremendo remate que se coló en el ángulo de Camilo Vargas. Golazo.
Ya después, por una cuestión natural y luego de la salida de Enciso y Galarza, este último de gran partido, Colombia comenzó a salir nuevamente, pero la defensa albirroja pudo repeler toda acción ofensiva para sumar otro punto de oro en su lucha por la clasificación al Mundial, que cada día está más cerca.