Fotos: Nadia Monges
Dejó impregnada su obra ante los ojos del mundo cuando presentó un retablo construido en comunidad y con elementos que hacen a la tradición paraguaya para el altar del papa Francisco, en la histórica visita de su santidad a Paraguay en el 2015. El artista Koki Ruiz recibe a Augusto Dos Santos para una nueva edición de Expresso del canal GEN. Ruiz hace un repaso sobre sus primeras obras, lo que le impulsa el arte, aquel retablo para Francisco y su legado con Tañarandy, que a estas alturas ya se convirtió en una tradición para la religiosidad paraguaya.
Augusto Dos Santos (ADS): Un día suena el teléfono y te dicen, Koki Ruiz, queremos que nos ayudes con la llegada del papa Francisco. Y ahí empieza una historia.
–Sí, era Semana Santa del 2015. Y estaba yo quitando fotos a un retablo que habíamos hecho aquí en Semana Santa, un pequeño retablo en comparación a lo que fue después el del Papa. Estaba haciendo la foto cuando atiendo una llamada y me dicen: Ese retablo que está corriendo las redes sociales, ¿podemos traer para el evento de la misa con el Papa en Ñu Guasu? Y yo contesté que podemos hacer un retablo, pero este es de Tañarandy. Tiene que ser un retablo de Paraguay para el Papa. Reconstruir el retablo no serviría de nada, trasladarlo. Me gustaría hacer uno para la misa con el Papa.
–ADS: ¿Qué significado tuvo el elemento simbólico de la construcción del retablo, los elementos con los que se construyó? Y ¿qué significado tuvo la colaboración de la gente, los creyentes, incluso los no creyentes, en todo este proceso?
–Justamente son las dos cosas principales que nos abocamos para hacer este retablo. Cuando arrancamos con el retablo pensamos en que teníamos que darle un sentido del mestizaje cultural nuestro, el mestizaje cultural paraguayo que es el misionero, por lo menos. Nosotros decimos siempre en barroco guaraní. Las formas del barroco en el retablo, pero en esencia, los elementos que llevaba el retablo eran el maíz y el coco como símbolo, y el maíz como símbolo de los guaraníes, porque es la semilla emblemática de ellos que tiene que ver mucho con su cultura, con su forma de vida y el coco que básicamente es la geografía del Paraguay. Creo que este coco es un coco muy paraguayo y fuera de nuestro territorio no se encuentran casi, entonces pensamos en el coco y en el maíz. Para mí el desafío era que sea el retablo del Paraguay, con la participación de todos en la construcción de este retablo, en la condición de participar de alguna manera, por lo menos sabiendo lo que estábamos haciendo.
Y lo primero que buscamos fue el andai (zapallo), que es también parte del retablo. Son elementos de la agricultura, del trabajo de los agricultores. Porque estábamos pasando la época en que ya en las chacras lo último que se cosechaba. Y salimos a buscar urgentemente. Entonces ahí fue que me di cuenta de la disposición de la gente, porque en el primer lugar que llegamos, como ya salió en los medios de comunicación, ya se comentó de que el retablo se iba hacer acá en Tañarandy, entonces sabían porqué me iba, o qué me iba a buscar. Le pregunté a una señora si todavía tenía, se tomó de la cabeza y me dijo que el sábado pasado vinieron a buscar los últimos que tenía. Pero el gesto de ella fue, meter la mano en el bolsillo, agarrar el celular y preguntar a la vecina si le quedaba, y la señora esta le dice que fulana puede ser que tenga, y ahí empecé a anotar los números, de ahí fuimos a otra vecina, y así, recorrimos toda la tarde y creo que traje 10 a 15 esa vez.
Yo tenía 1.200 andai que recolectar y había una lista de 60 o 70 personas que se comprometieron a buscarme andai.
–ADS: Es decir que hubo una cuadrilla de buscadores de andai en Misiones.
–Exactamente. Y esa lista para mí era el gran valor. Yo sé que después podía conseguir o reemplazar, podía haber llegado una camionada también.
–ADS: Pero no iba a ser lo mismo que se diga por la prensa o que alguien venga a donar todo de una.
–No iba a ser lo mismo. Y ese fue el primer gesto de emoción que nos impulsó a nosotros a trabajar con la gente. Qué lindo es darle participación a la gente en este trabajo. Y luego fue la recolección de los cocos. Con los cocos hay abundante cantidad en Misiones, pero arrancar los cocos, subir, cachear como dicen, no es tan fácil, entonces yo como sabía que había interés de todo el departamento de participar, le digo al intendente de Santa Rosa que la ciudad participe con los cocos. Y nos comprometimos a tal día ir frente a la torre de la iglesia de Santa Rosa para retirar los cocos… unos 200 mil.
–ADS: A ver, si bien todo el proceso fue emotivo y emocional, tus cálculos eran bien científicos.
–Claro. Teníamos nosotros un metro por 2 metros de tablón y ahí cargamos los cocos y contamos, unos 1.200 cocos. Entonces si mi tamaño tanto por tanto, entonces necesito 200 mil cocos.
–ADS: Y bueno, te pusiste a la búsqueda de 200 mil cocos que no es cualquier cosa.
–Yo no tenía mucho, pero para Santa Rosa no es mucho, pero sí mucho trabajo. El coco no tiene un costo por la fruta misma, sino por el trabajo de cachear. Entonces nos pusimos nosotros a trabajar y yo tenía siempre a la prensa de todos lados preguntando, qué novedades había sobre el retablo, empezó a ser la novedad de los lunes y la gente quería alguna información. Y tomo yo el compromiso del intendente que me dice el sábado a las 10 de la mañana frente a la torre jesuítica de la iglesia de ahí de Santa Rosa, van a estar los 200 mil cocos. Toda la semana yo tenía llamado pidiendo novedades y yo le decía a los medios el sábado a tal hora vamos a tener, les espero en el molino porque voy a buscar de Santa Rosa, Misiones, los cocos. Yo acá trabajando y no sabía si la gente iba a responder al intendente, no sabía si la comunidad iba a responder. Hasta inclusive hice alguna trampa que le dije a personales acá que trabajaban conmigo, que lleven unos cachos en la camioneta para que no haya algún vacío por si acaso, para que no llegue la prensa y no haya nada. Llego yo al Molino a las 9:30 y había más de 5 autos de distintos medios. Cuando nos movilizábamos, se sumaron más o menos 10 o 15 vehículos de prensa de distintos medios que venían para ir a ver los cocos de Santa Rosa. Yo me iba con el sacerdote indígena de acá, que iba a bendecir los cocos para traer. Me iba con mucho miedo, yo no sabía qué pasaba en Santa Rosa. Ni me animaba a preguntar si se juntaban o no los cocos. Pero cuando llegamos a Santa Rosa en el desvío, al doblar, yo veo una motito con una señora y atrás dos cachos de cocos colgando. Más atrás había un carrito colgando, lleno de cocos, otros en bicicletas, que iban yendo hacia la torre de la Iglesia. Cuando llegamos a la torre, eso era una montaña de cocos.
–ADS: Impresionante…
–La respuesta maravillosa de la gente, la participación, pero después dijimos que teníamos que seguir dándole participación a la gente. Y dijimos vamos a abrir las puertas del taller, que vengan todos a ver el trabajo que estamos haciendo. Era lindo ver cómo veían todos esos colores de maíz, cocos, llenos de formas barrocas ahí dentro del salón. Los niños jugando y pintando con sus marcadores de colores, entonces dijimos y anunciamos por radio que al día siguiente íbamos a abrir a las 7:30, para el que quiera venir. Y la primera persona que llegó fue una persona con su hijo, de 5 años. Y lógicamente a esa persona la conozco perfectamente del pueblo. Y sabía para qué venía. Entonces le digo, acá hay algo para tu hijo, si quiere dibujar. Y tomó ella el marcador y le dio el celular a su hijo y ella se fue a escribir algo. Me llamó la atención, a lo mejor es un pedido, estamos convirtiéndonos en gente que estamos probando milagro. Cuando se fue la señora, fui a ver qué puso en el coco y decía: Gracias Dios por mi salud. Entonces, de verdad que yo dije qué maravilloso, qué lindo. Venir a dar las gracias. Entonces, hablo con mi hija y le digo vos tenés a tus amigas acá en el pueblo, vamos a hacer una página del retablo y le llamamos “El altar del maíz” y vamos a invitarle a la gente a través del Facebook a escribir su nombre o lo que quiera pasar directamente al local a hacerlo. Eso fue algo impresionante porque los 200.000 cocos que teníamos en el retablo tenían el nombre, la petición y el mensaje de la gente.
–ADS: Los 200 mil…
–Todos ellos. No nos faltó ni un sólo coco sin un mensaje, un pedido. Esa participación fue muy importante porque continuó también en Asunción.
–ADS: ¿En algún momento sentiste que el Papa estaba enterado plenamente del sentido del retablo?
–La verdad es que no pude percibir mucho. Durante todo ese tiempo no, porque no tuve ningún mensaje, ningún contacto con nada más que el Presidente desde el principio. Nos pidió que, bueno, nos pidió por teléfono y nosotros entregamos el retablo el día jueves. El Papa llegaba el viernes y me dice (el presidente Horacio Cartes) ustedes le van a recibir al Papa. Nos vamos nosotros para recibir al Papa, estar en la fila de recibimiento y dijo, le voy a quitar a los ministros y van a entrar ustedes. Y como mi figura se respetaba un poco, me dijeron vení acá Koki, pero a los 25 trabajadores o artesanos que estaban conmigo le iban a dejar de lado, entonces yo dije que me retiraba también, porque otra oportunidad no íbamos a tener, si había un saludo, que sea de los 25 que habían trabajado y se merecían.
Y pasó eso verdad, fuimos nosotros ahí, no había ministros, teníamos que estar nosotros, pero después vinieron los militares y nos quitaron el lugar, nos quedamos sin poder saludarlo al Papa. Después fue la invitación al Palacio de Gobierno. Bueno ahí no estaba previsto. La verdad no estaba previsto que nosotros estemos aún cuando ya estaba el retablo, pero fue un regalo, ya que cuando el Presidente recibió el retablo, él pidió o nos dijo que nosotros íbamos a estar en todos los eventos con el Papa. Y se cumplió eso. Estuvimos en el Palacio, en la misa, estuvimos en todos los lugares donde oficialmente estaba el Presidente.
–ADS: ¿Y tuviste la oportunidad de despedirlo, no?
–Y ahí se cerró el ciclo de algo muy importante que contar. Mi primera obra de arte la hice a los 7 años con mi mamá. Mi hermana cumplía 15 años. Entonces, antes de que ella cumpla quince años vivíamos en un pueblo muy chico, donde la posibilidades eran ser maestras, alguna enfermera, pero lo más normal siempre era que se haga de ama de casa, o de tener un negocio, o de ser costurera, eso era entonces el final de vida de una mujer en un pueblo como San Ignacio. Y ella no quería quedar aquí. Después de terminar su estudio de secundaria, pensaba que ella quería viajar. Que su sueño era viajar. Y no decía con quién, ni cuándo volver. Era pedir mucha libertad. Llegaba sus 15 años y mamá me dice vos me vas a ayudar a hacer la torta de tu hermana. Yo feliz porque tenía mucha habilidad de cortar papeles, en dibujar, ya tenía mucha habilidad, tenía solo 7 años pero ya era habilidoso para ayudar en eso. Entonces me sorprendió a mí que mi mamá, el diseño que ella creó para la torta de 15 años de mi hermana, fue un barco. Porque ese barco simbolizaba el viaje, le daba alas a su deseo de libertad.
A mí me pareció una idea genial, teniendo siete años yo interpreté como una gran obra. Recuerdo perfectamente el día de cumpleaños. Llegaron los invitados y lógicamente las primeras en llegar son las tías, y solamente las invitadas eran las chicas para un té a la tardecita noche. Y las primeras en llegar eran las tías. Yo me puse donde estaba la torta ahí cerca, para escuchar la opinión de la gente. Yo tenía mucha participación en eso y entonces quería escuchar qué decían. Y todas decían qué gran trabajo, Rosa, ¡qué trabajo inmenso! y a mí me parecía que no apreciaban suficientemente, ponderaban el trabajo pero no… y le dije a mi mamá: mirá mamá, a mí me parece que tus parientes –ya no le dije mis tías– son muy envidiosas. Todas dicen qué trabajo, qué trabajo y nadie dice que la torta está linda. Y se río mamá y me dijo: mirá mi hijo, el sacrificio y el trabajo que hicimos por tu hermana es el homenaje que le hicimos nosotros. Las cosas lindas también se pueden comprar en una mercería, pero el sacrificio del trabajo, eso no se puede comprar. Eso a mí me quedó muy grabado y siempre para mí tiene mucha significación en el trabajar para hacer algo y por eso ese retablo, el trabajo era mucho más importante. Por eso en Tañarandy es mucho más importante para mí el trabajo que el resultado estético. Porque todo lo estético se puede comprar o ver en otras partes, pero el trabajo sí se nota, en Tañarandy, y se notaba en el retablo. Cuando finalmente pudimos ir al salón VIP presidencial para despedir al Papa, para que no fracasara esa última oportunidad que teníamos, con todos el personal y artesanos. Vino el Papa y nos saludó y la primera palabra del Papa fue justamente “qué inmenso trabajo hicieron ustedes”.
–ADS: Ahí te reparó totalmente…
–Al escuchar eso fue recordarle a mi mamá y recordar mi primera obra de arte, aquella torta que hicimos con mi mamá.
–ADS: Koki, el factor comunitario, del arte comunitario, es lo que un día te hizo dejar un itinerario que ya empezaste en Asunción y venir a establecerte definitivamente en tu pueblo natal, San Ignacio.
–Así es. yo viajaba mucho por Europa y en allí conocí a un artista alemán que hablaba de que el arte no es la habilidad de saber pintar, de un buen dibujo, de una buena pintura, de una talla. Sino el arte es aquello que se pueda crear. Y crear es transformar. Y algo que no llega a transformar, no es obra de arte, es meramente una habilidad, que uno puede desarrollarlo practicando. Lo importante en la obra de arte es que llegue al pueblo, a la gente, y él hablaba de la cultura social, de que la obra debe ser interpretada. Debe llegar a la gente y la gente tiene que sentirse parte de esa obra.
–ADS: Que es lo que pasa en Tañarandy…
–Y sí, la verdad que mi hermano era intendente y me decía siempre anda a San Ignacio, y yo antes de eso pensaba que eso sería un retroceso. Yo ya estaba de viaje por Europa y volver sería como ir para atrás. Sin embargo, allá en Europa conocí, digamos fui conociendo ese pensamiento, me di cuenta de que podía hacer algo en mi pueblo.
–ADS: Y tu tarea de artista plástico que está vinculada esencialmente a la elaboración de pinturas, empezó y se proyectó en su potencia mayor desde acá.
–Mis inspiraciones de obras de arte están dadas desde la niñez. Mis temas de pintura están muy desarrolladas a lo que yo viví en San Ignacio, los niños jugando a la pandorga, los niños en bicicleta; toda esa infancia feliz en mi pueblo, los cosecheros de algodón, los troperos.
–ADS: Pero tu vida también es muy pintoresca. Porque esa relación con el pueblo, del por qué Koki Ruiz se instalaba acá, te llevó a situaciones… hay historias de gente trayéndote cosas raras, tanto es así que en un momento dado, y dejame decirte esto, te calificó como el “sonserero de Misiones”.
–Exactamente. Misiones tiene un montón de mitos, como todos los pueblos, entonces un día estábamos en vacaciones acá con un montón de gente y bueno, hay tal mito en los cerros de Santa Rosa, dicen que hay tal cosa y tal cosa. Vamos a buscar tal cosa. El pozo ese que nunca tiene fondo, y entonces fuimos unos cuántos sonsereros y todos estábamos buscando cosas… entonces fuimos unos veintitantos considera que tienen.
–ADS: Y la gente vive eso no, con intensidad.
–Se empezó a entusiasmar. Y cada quien empezó a contar historias. Y así salimos con alguien que sabía de una persona de ochenta y algo de años y en el fondo de su casa vivía el famoso ita balanza. Que era una gran piedra que tenía un movimiento con sólo empujar con la mano. Fuimos a María Auxiliadora a buscar a la persona y dónde ubicar la casa. Encontramos y al fondo efectivamente estaba el famoso ita balanza.
–ADS: Koki, tenés mucho esto de historias, anécdotas, contanos la historia del loro.
–La historia del loro tiene que ver con la muerte de una correntina. Ella es una señora de mucho dinero que vino acá y tenía hacienda. Muere asesinada, creo que mataron a los demás miembros del lugar donde estaba y el único que quedó vivo fue el loro. Y había que acusarle a un tal Merardo Palacios, que fue un personaje que en su época fue juez, que se turnaba con un tal Ramírez, era la época donde llegaban los correntinos a Misiones y los jueces hacían las mediciones y transferencias de los campos. Y Merardo Palacios se resistía a dar tierra a los correntinos o paraguayos, y entonces pasó a ser un poco resistido. En ese tiempo se juntó una especie de bandidos rurales, los famosos bandidos rurales, y entonces querían ellos culparlo a Merardo Palacios de la muerte de la viuda de Muñoz, la mujer. Y entonces le hicieron como declarar al loro, o al menos dejaron sentado en el sumario, de que el loro decía insistentemente, aninati karai Mera… lo cual lo incriminaba a Merardo.
–ADS: Koki, ¿cómo ves a Paraguay en término de arte, de figura, de creadores?
–Yo la verdad que tengo una vida muy, muy encerrada acá, un poco desligada del resto. Sí tengo mis relaciones directamente con la parte comercial de los que tienen galería. Creo que hay gente joven apareciendo, pintando, pero para mí la parte de la pintura es una parte del lado comercial. Mi obra esencialmente es lo que pasa acá en Tañarandy, haber creado la calle amorcito, haber encontrado artistas como Cecilio Thompson, que infelizmente ya falleció. Es más ese trabajo que me ocupa como artista, donde me siento artista.
–ADS: ¿El misionero es una cultura?
–Sí, nosotros somos una nación. El misionero es una nación que comprende todo el antiguo territorio jesuítico desde el río Tebicuary, hasta el Japeju, tomando el río Uruguay. Por qué, porque los indígenas de esa época eran más parientes que los de Asunción. Nosotros tuvimos nuestros largos años de diferencias con Asunción. La famosa historia de los comuneros es tener la tierra de los indios. Ellos lo que querían, no era el primer grito de libertad de América, es el deseo de más encomienda. Y querían esa tierra ya elaborada por los jesuitas. Y esos indígenas ya tenían mucho oficio, de conocimiento de campo, de muchas cosas, y tenían también, es decir, eran indígenas muy instruidos en las reducciones.
–ADS: Tuviste resistencia de la propia iglesia en los inicios de Tañarandy…
–La verdad que fue algo más bien dentro de lo folclórico. Porque yo tuve una conversación con el párroco. En la primera conversación sobre Tañarandy, él pensaba diferente a lo que se refería cómo realizar o evangelizar. Él decía el evangelio es liberación, hay que enseñarle a conocer sus derechos y todo esto de procesión, cancioneros confunde y no construye. Yo le dije que tengo una cantidad de cancioneros que están ensayando para que no puedan presentarse. Y me dice que él no estaba interesado.
–ADS: ¿Pero eso fue muy rico para la construcción posterior, no?
–Exacto. Como el cura no vino acá y entonces ahí como que se formaron dos equipos.
–ADS: ¿Cuáles son los planes de futuro de Koki Ruiz?
–Estamos trabajando sobre la ornamentación del santuario de la Divina Misericordia que está en Areguá. Es una obra cuyo altar va a estar con los elementos de la artesanía de la gente de Areguá. Formando el retablo con los trabajos que ellos hacen. Ese es el desafío actual o el trabajo que estamos haciendo. Después hay otros trabajos que por la pandemia quedaron para otro momento.
–ADS: Es muy fuerte tu tarea como promotor cultural con lo espiritual, Koki.
–Yo vine a hacer mi primera obra, el reloj solar, una crítica a la conquista espiritual de los jesuitas y finalmente soy uno más de los reducidos. Yo creo que es muy importante conversarlo con otras personas qué es lo que queríamos ahí. El pueblo de San Ignacio no me preguntó el sentido de la obra, ni el por qué. Pero cuando pasé a buscar algo donde integrarle a la gente en la obra que hacíamos, y entonces fue con la religiosidad popular, al visitarle a la gente, lo primero que me mostraban era su santo. Y con nuestra primera Semana Santa a mí también me dio piel de gallina. Y al encenderse la vela de cebo, era como volver a recordar un ritual.
–ADS: ¿Lo de los jesuitas está muy anclado en la religiosidad de esta región?
–Nuestra historia está como muy anclada. Somos como una nación, como te decía, los indígenas de acá eran diferentes a los de otros lugares. Y fueron conquistados por el barroco directamente, no por las armas, no fueron sometidos a las armas, sí por la música, por la belleza de los templos, seducidos por los templos. Y eso está en los misioneros, está en el tipo de trabajo, en la forma, es una cultura misionera.
–ADS: De tus hijos hay una artista plástica, ¿no?
–Sí, la mayor, que dibuja, pinta, me ayuda mucho, por sobre todo ella hizo el retablo de Chiquitunga (Macarena Ruiz).
–ADS: Que fue otra experiencia monumental…
–Sí, ella lo hizo completamente, lo dirigió y lo hizo ella completamente…
–ADS: Y aparte de la concepción plástica, ¿te metés también en las vidas de tus obras, como lo de Chiquitunga?
–Cuando me pidieron hacer algo de ella, empecé a leer sobre la vida de Chiquitunga, y me quedé profundamente enamorado de esa persona. Escribía en su libro, textos para quien iba a ser su futuro novio, y lo que escribía era una historia de amor maravillosa, que te conquista, que te mueve el corazón, porque era muy espiritual. Y ella fue creciendo a partir de ese amor, ella llegó a Jesús a través del amor a esa persona. Y renunció a esa persona para que su renuncia sea muy grande al entrar como carmelita. Lo mismo Santa Teresa, su amor, su amor fue real.
–ADS: ¿No tuviste nunca vocación de cura?
–De niño sí. Y una anécdota. Me fui al seminario con una carta de recomendación (digo que tengo 16) y el provincial me dice: Sos muy joven. Cuando tengas 30 novias, luego vení a ver si querés continuar. Y con la primera que tuve ya decidí que no quería ser cura (risas).