Dicen que a Don Julio Correa desde niño le gustaba observar a la gente. Revoltoso y travieso, era de puño fácil cuando se trataba de solucionar injusticias y eso le exponía a la reprimenda constante de sus maestros. Tenía una marcada tendencia de empatizar con los más débiles desde siempre y de entender sus ansias, glorias y sufrimientos. Don Julio no venía de abajo, pero era sensible con la gente del pueblo. Había crecido en un ambiente opulento porque su padre –Don Eleuterio, inmigrante portugués– ocupó puestos importantes en la post guerra del 70, pero esa bonanza acabó cuando Eleuterio falleció en París en 1913.
Todos dejaron Paraguay luego de esa muerte, pero don Julio quiso quedarse y se asentó en la quinta familiar de Luque, último vestigio de aquella opulencia de antes. Pronto se enamoró de Georgina Martínez y se casó con ella una fría mañana de julio, de 1920. (Georgina desde ese entonces sería su gran compañera de vida para siempre).
A Don Julio le gustaba hilar palabras en poesía, aunque alternaba su amor a la escritura con los trabajos burocráticos que ponían pan sobre la mesa. Cuentan que era tal su compulsión por las letras, que cuando trabajaba de inspector municipal llenaba de octosílabos el dorso de las papeletas. Tanto que los infractores se negaban muchas veces a aceptar las boletas, aduciendo que no valían ¡por estar inundadas de poemas!
Era frecuente verlo tomar el tren en medio del alboroto de la estación luqueña y viajar con la gente humilde que iba a la capital a vender los frutos de la huerta. Don Julio era de temperamento tímido, pero le gustaba conversar en esos viajes con los agricultores y las yuyeras. Con ello iba tomando el pulso del pueblo: El guaraní fluido en los pasillos, los dramas del universo campesino y la guerra inminente con Bolivia, que iba acrecentando la amenaza a medida que corrían los días. En el tren y en las calles se sabía que la movilización de las tropas era total en los sectores más pobres, mientras que en el círculo de la gente acomodada comenzaban las excusas para no marchar por la patria. Muchos hombres pudientes pagaban una cuota de redención mensual para no enfrentar el fragor de la batalla.
Don Julio –creativo como era– no tardó en plasmar aquel malestar social en forma de una obra de teatro. Basado en lo que oía, escribió la historia de Juan, campesino patriota que va a la guerra y vuelve herido, mientras que el hijo de su patrón se esconde y usa sus influencias para no pelear, y además acosa y trata de seducir a Dominga, la amada de Juan. La obra fue plasmada en guaraní, porque sintió que no podía ser de otra manera, y la llamó Sandía Yvyguy (sandía enterrada) porque así le decían a aquellos que se escondían para no ir a la guerra.
Al primero a quien se la leyó fue a Facundo Recalde, poeta y amigo, dueño del diario donde Correa escribía. Recalde lo escuchó sin decir palabra y cuando Julio terminó exclamó asombrado:
–¡Es Perfecta! –Y le intimó a ponerla en escena de inmediato.
A Julio se le abrieron los ojos de la sorpresa e hizo un gesto desdeñando la idea, pero Recalde persistió y fue tal la insistencia, que una cálida noche de enero –arrancando el año 33– en el Teatro Nacional –hoy Municipal– se dio el estreno. Correa no solo estaba presentando la obra en guaraní, sino que había reclutado a los actores entre la misma gente de pueblo, y por supuesto que el éxito fue rotundo y completo.
¡Por fin el pueblo se veía en las tablas, por fin encontraba en alguien su eco! De pronto el teatro no era un género lejano de problemas ajenos y se volvía cotidiano y humano. Sangrado y perfecto. El guaraní escénico empezó a viajar con Don Julio y su troupe a los confines más humildes de la patria y era todo tan real que muchas veces los espectadores se acercaban al dramaturgo para preguntarle si lo que habían visto en el escenario era cierto. Su público lo seguía con tal afecto, que frecuentemente colaboraba de manera activa con los artistas, como la vez en que necesitaban para una obra una escopeta y un cuchillo, y al correr la voz en el pueblo, aparecieron frente a su tienda 60 escopetas y 100 cuchillos.
Con esa popularidad absoluta, fue la solución perfecta cuando acabó la guerra: Dicen que al terminar la contienda del Chaco, los soldados estaban acuartelados esperando ansiosos el Desfile de la Victoria para poder regresar a sus casas luego de una larga ausencia. Como aumentaba el descontento en la espera, el Coronel que estaba a cargo –Félix Cabrera– llamó a Don Julio Correa. Cuentan que los soldados, felices, “rodearon su tosco tablado y bajo la tienda hecha con ponchos y mantas” olvidaron la espera, aplaudiendo extasiados noche a noche, bajo un cielo victorioso rebosante de estrellas.
*Don Julio falleció joven, a los 63 años, pero su legado fue infinito. Este domingo –30 de agosto– se conmemoran 130 años de su nacimiento. El anecdotario de esta crónica está basado en el libro de Erasmo González sobre la vida del artista y en colaboración con la escritora Mara Villalba. La ilustración es de Yuki Yshizuka.
Próximas conversaciones entre rusos y ucranianos previstas para el miércoles, dice Zelenski
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El presidente ucraniano, Volodimir Zelenski, afirmó el lunes que Rusia y Ucrania mantendrán nuevas conversaciones de paz el miércoles, después de dos anteriores rondas de negociación en Estambul sin grandes resultados para poner fin a la guerra.
“Comenté con (el secretario del Consejo de Seguridad ucraniano) Rustem Umerov los preparativos para un intercambio y una nueva reunión en Turquía con la parte rusa. Umerov dijo que la reunión está prevista para el miércoles”, declaró Zelenski en su discurso diario difundido en redes sociales.
Las dos anteriores reuniones celebradas entre Moscú y Kiev no lograron avances hacia un alto el fuego, pero se saldaron con acuerdos para el intercambio de prisioneros y para devolver los cadáveres de soldados muertos.
Durante la última ronda de negociaciones en junio, Rusia esbozó una lista de duras exigencias, entre ellas que Ucrania ceda más territorio, rechace toda forma de apoyo militar occidental y la pertenencia a la OTAN.
Kiev las calificó de ultimatos inaceptables y cuestionó el sentido de seguir negociando si Moscú no está dispuesto a hacer concesiones.
Sin embargo, el Kremlin afirmó a principios de este mes que está dispuesto a continuar las conversaciones con Ucrania, después de que el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, diera a Rusia 50 días para alcanzar un acuerdo de paz o enfrentarse a sanciones.
En junio pasado, cuatro intendentes y un concejal de distintas ciudades paraguayas fueron a Israel a participar de un curso de capacitación. Mientras desarrollaban el taller, el mundo recibía la noticia del estallido de un conflicto entre ese país y Hamás. Repentinamente, ambas fuerzas empezaron un intenso intercambio de misiles.
Los representantes municipales tuvieron que recurrir a los varios refugios antibombas que existen para protegerse. A pesar de que el sistema de defensa antimisiles de Israel tiene un nivel de efectividad muy alto, algunos proyectiles golpearon el territorio. La tensión era grande.
Algunos intendentes hicieron videos desde estos bunkers contando la difícil experiencia que estaban pasando, buscando la empatía de la gente ante tamaña situación crítica. Lo que encontraron, en contrapartida, fue otro tipo “bombardeo”. Una lluvia de críticas en las redes por el estado de las calles en sus municipios les cayó del ciberespacio.
Probablemente no haya sido el mejor momento para criticar a los pobres representantes comunales bajo fuego, pero de forma casi inevitable la imagen de un bombardeo nos remonta a ciertas calles y rutas en varios municipios del Paraguay, en especial en el departamento Central. Baches que podrían ser tranquilamente sitios de impacto de misiles se pueden ver en los recorridos, con el nivel de riesgo que representan.
Avenidas como Artigas, Avelino Martínez y otras ya se han ganado su fama de ser zonas de guerra por el mal estado en que generalmente se encuentran.
Ciertamente, mantener en buen estado el sistema vial de un municipio o de un país no es una tarea menor. Pero, una pregunta me asalta: ¿por qué tantos baches en nuestras calles, avenidas y rutas?
Para no tocar de oído le trasladé la consulta a una amiga ingeniera que trabaja en una firma que desarrolla proyectos viales. Sin entrar en cuestiones muy técnicas, los puntos centrales son la vida útil del asfalto y los planes de mantenimiento del mismo.
Según su explicación, un asfaltado bien hecho en promedio tendría que tener una vida útil de unos 10 años. Las mezclas de los componentes son diseñadas con ese fin. El fin de la vida útil implica la renovación de la capa asfáltica. Pero la falencia más importante está en la planificación del mantenimiento.
El pavimento va teniendo daños de diversa índole con el tiempo. El efecto del agua es uno de los más conocidos. Estos daños generan baches. El trabajo de mantenimiento más común es el bacheo, que implica más que tirar un puñado de asfalto en el hueco y apisonar.
El bacheo es una solución de poca vida útil ya que por el área no muy grande que abarca la intervención, generalmente el asfalto no adquiere mucho agarre. Tiene que estar bien hecho para asegurar alguna durabilidad. Cuando la vía ya se encuentra como pantalón de niño travieso, lleno de remiendos, es momento de pensar en una intervención más profunda.
En los últimos años, la opción de utilizar de pavimento rígido en los proyectos viales se comenzó a considerar con mayor interés. Actualmente la industria cementera tiene capacidad para abastecer una demanda de este tipo. Esto ya fue reglamentado incluso por el Poder Ejecutivo a través de una ley. Entre las ventajas se menciona una mayor resistencia y menor mantenimiento.
Hoy, un tramo de la ruta Bioceánica, en el Chaco, está siendo pavimentado con pavimento rígido. Podría ser un buen parámetro para la efectividad de su utilización a mayor escala. Sin bien no soportará un flujo muy intenso de tráfico, sí estará sometido a condiciones climáticas más extremas y a vehículos de gran peso.
Asfalto o cemento, ambos tienen como principal requisito un trabajo de calidad que garantice su durabilidad, así como una planificación eficiente para su mantenimiento a diferentes plazos. Un buen pavimento no solo garantiza fluidez en el tránsito, también seguridad –cuántos accidentes fatales se debieron a baches–. Además, son la carta de presentación de un país. Paraguay se encuentra recibiendo últimamente grandes eventos internacionales, especialmente en el ámbito deportivo, que atraen a miles de visitantes del exterior. Lo ideal es que estas visitas se lleven la mejor impresión y no un chichón en la cabeza debido a un bache.
Bombas sin bombarderos… sin paquetes sospechosos… asemejan a peligrosas herramientas incrustadas en la vida cotidiana… Quienes diseñan y desarrollan – quiero pensar que, sin desearlo, planificarlo ni gestionarlo– no siempre ven (o quieren ver) con claridad a las señoras y señores de la guerra y sus despreciables prácticas.
Por Ricardo Rivas
Periodista X: @RtrivasRivas
Fotos: Gentileza
En la construcción de la verdad necesariamente interviene la cultura. ¿Qué es verdad? “La realidad”, responden algunos y algunas. Pero... “la verdad no es una representación unívoca de la realidad”, sostiene Yuval Noah Harari en la página 44 de la edición que leo y releo de Nexus, una de sus obras más vendidas en nuestra maltratada aldea global. La realidad es compleja. Tanto como la humanidad. “¿Es tan sapiens el homo?”, recuerdo que decía irónicamente un tan querido como veterano colega periodista, corresponsal de la prensa internacional, con el que compartimos no menos de cinco años de trabajo en Latinoamérica. “¡Tendrá que demostrarlo!”, agregaba a modo de respuesta a una pregunta que nadie había expresado. Reíamos y brindábamos con otra cerveza para dejar atrás las mil formas de violencias que verificábamos en nuestras búsquedas periodísticas.
No conviene conceder “a la IA un mayor control sobre las sociedades del siglo XXI (...) futura dictadura de la IA podría ser muy distinta de lo que hemos conocido hasta ahora”, sentencia Yuval Noha Harari
De todas formas, aquel interrogante lanzado al aire todavía hoy no me animo a responderlo. Lo mío es la pregunta. El interrogante permanente. Solo políticos y creyentes en lo que venga e internalicen se presentan y actúan como propietarios de las respuestas. Los pongo en duda. ¡Sépanlo! Y aunque lo hago con respeto y, de alguna forma, en defensa propia, tengo claro y coincido con Harari en que “el poder no es sabiduría”.
Algunas palabras se ponen de moda. Muchas. Inteligente (smart) y dron son dos de ellas. Esperanza es la otra, aunque debo decirlo, rescato solo esas tres con el propósito de construir esta historia en esta noche de frío (¡muy frío!), de viernes junto a los leños crepitantes y sentado en la vieja mecedora. Afuera, la niebla es densa. Las nubes decidieron desplomarse sobre la tierra para quedarse allí. Silenciosas. Como en acecho de aquellos y aquellas que se atrevan a andar sin la certeza de saber qué hay dentro de tamaña tiniebla.
Con casi sesenta guerras activas –desde algún lugar– el hábitat global es tenebroso. Con la popularización de los que se plantan como creadores revolucionarios de los desarrollos tecnológicos y, a veces, mucho más, el espanto crece. Bombas sin bombarderos… sin paquetes sospechosos… asemejan a peligrosas herramientas incrustadas en la vida cotidiana. Quienes diseñan y desarrollan –quiero pensar que, sin desearlo, planificarlo ni gestionarlo– no siempre ven (o quieren ver) con claridad a las señoras y señores de la guerra y sus despreciables prácticas. En ese campo también crece la IA (inteligencia artificial) que deslumbra, preocupa y deviene en símbolo que simboliza a partir de la cultura de quienes simbolizan para relatarla y producir sentido. Nada existe sin relato. Primero fue el verbo. Vuelvo a Harari. “La IA es la mayor revolución de la información que ha conocido la historia (que) no es el estudio del pasado, sino el estudio del cambio. (Porque) nos enseña lo que se mantiene inmutable, lo que cambia y cómo cambian las cosas”. Yuval Noah señala, desde esa perspectiva, sobre la inconveniencia de conceder “a la IA un mayor control sobre las sociedades del siglo XXI” dado que “se diferencia (entre otros desarrollos tecnológicos de alto impacto en las prácticas bio-psico-sociales) de la imprenta y de la radio (porque una eventual) futura dictadura de la IA podría ser muy distinta de lo que hemos conocido hasta ahora”. Desde la atenta observación y profunda reflexión hace públicas algunas de sus conclusiones. La inteligencia artificial “es la primera tecnología de la historia que puede tomar decisiones y generar nuevas ideas por sí misma”. La IA “puede procesar información por sí sola, (y) por lo tanto, sustituir a los humanos en la toma de decisiones (porque) no es una herramienta, es un agente”. ¿Por qué tanta preocupación? Su respuesta no se hace esperar con ejemplos concretos. “En el momento actual, en la fase embrionaria de la revolución de la IA, los ordenadores toman decisiones por nosotros: la concesión de una hipoteca, un contrato de trabajo o la imposición de una pena de cárcel. Esta tendencia no hará más que aumentar y acelerarse, lo que nos dificultará la comprensión de nuestra propia vida. ¿Podemos confiar en los algoritmos informáticos (sobre los que también se apoyan las operaciones de la IA) para tomar decisiones sensatas y construir un mundo mejor?”.
“La IA puede simular aspectos del razonamiento humano y realizar tareas específicas con velocidad y eficiencia, pero no puede (con) el discernimiento moral ni (...) establecer relaciones genuinas”, sostiene el papa León XIV
CONOCIMIENTO VERDADERO
Muy poco más de una década atrás, Tenzin Gyatso (90), el Dalai Lama –Premio Nobel de la Paz en 1989, en el transcurso de una cumbre de premios nobel que se realizó en Roma– sostuvo que la tecnología “puede convertirnos en esclavos” porque “si todo está mecanizado, no tenemos la capacidad de ver más allá” y exhortó para que “sea bien utilizada” dado que al “conocimiento verdadero (por muy desarrollada que esté la IA) “es imposible llegar y que sea mejor que la mente humana (porque) siempre será mejor y más inteligente (que) máquinas y robots (sin que importe) lo sofisticados que sean”.
Era el sábado 13 de diciembre de 2014. En nuestro presente, un puñado de días atrás, en Ginebra, Suiza, la Unión Internacional de las Telecomunicaciones (UIT) –asociada con otras agencias de la Organización de las Naciones Unidas (ONU)– desarrolló la “Cumbre de la IA (Inteligencia Artificial) para el bien”. Las preocupaciones de quienes allí convergen claramente crecen y así lo expresan. “La humanidad se encuentra en una encrucijada ante el inmenso potencial generado por la revolución digital impulsada por la inteligencia artificial”, sentenció en un mensaje que envió a la UIT el papa León XIV. En ese texto reseñó que el impacto de la inteligencia artificial se percibe en campos tales como “la educación, el trabajo, el arte, la sanidad, la política, el ámbito militar o la comunicación” y, justamente, por ello el jefe del Estado Vaticano demanda de quienes trabajan en ese tipo de desarrollos “responsabilidad y discernimiento”. El también líder del catolicismo advierte que “la inteligencia artificial puede simular aspectos del razonamiento humano y realizar tareas específicas con velocidad y eficiencia, pero no puede replicar el discernimiento moral ni la capacidad de establecer relaciones genuinas”. Al cabo de esa argumentación sobre la IA abogó a expertos y desarrolladores por el “respeto por los valores humanos y sociales, capacidad de juicio con conciencia clara y crecimiento en la responsabilidad” para garantizar –desde marcos éticos y jurídicos– “que se base en el reconocimiento compartido de la dignidad inherente y las libertades fundamentales de la persona”.
“Es preciso trabajar juntos para detener a los robots (y drones) asesinos”, propuso Daisaku Ikeda (1925-2023) ante la Organización de las Naciones Unidas
TECNOLOGÍA Y VIOLENCIA
El uso de los más recientes desarrollos tecnológicos aplicados al ejercicio de las violencias se expande con proyección global. La IA es esencial en el desarrollo de armas autónomas no tripuladas. La guerra digital parece haber llegado para quedarse. En un reciente reporte de la organización Drone Wars UK (https://dronewars.net/) se consignan los resultados de una investigación que, en sus conclusiones, revela “la magnitud del daño a civiles causado por los ataques con drones militares en países africanos, como Etiopía, Mali, Burkina Faso, Nigeria, Somalia y Sudán”. Sin dejar afuera de sus búsquedas Ucrania, Gaza o todo Oriente cercano, añade que “drones armados tipo MALE importados en todo el continente, de fabricantes de Turquía, China e Irán” se utilizan ampliamente. “Como mínimo, se determinó que más de 943 civiles han muerto en al menos 50 incidentes separados entre noviembre de 2021 y noviembre de 2024”, según consta en las pesquisas desarrolladas y precisan que “de los seis estados investigados, cinco han sido verificados por operar drones Bayraktar TB-2, producidos por el fabricante turco de drones Baykar, (que en) varios también operan drones armados Wing Loong II y (sistemas de armas autónomos) Mohajer-6 de Irán”. Destaca el sitio que esos equipos también intervienen “en campañas militares nacionales (internas, dirigidas) contra grupos insurgentes armados (y que) regularmente (esas armas llamadas inteligentes) no distinguen entre civiles y combatientes en sus operaciones”. Los analistas precisan que “en un incidente ocurrido en la región etíope de Amhara, más de 85 civiles murieron en un ataque con drones contra la aldea de Ch’obi en octubre de 2022”. Luego que, “en otro incidente, en Nigeria, un error de inteligencia militar causó la muerte de al menos (otros) 85 civiles –y, según algunos informes (podrían ser) hasta 125 (las víctimas)– que (estaban reunidas) para celebrar la festividad islámica de Mawlud, (y fueron asesinadas) en dos ataques con drones mal dirigidos en diciembre de 2023”.
Las matanzas (incidentes) de civiles sin riesgo alguno para quienes operan los drones porque se encuentran en áreas alejadas de las operaciones en desarrollo se multiplican. “Hace tres semanas, el 10 de junio, un dron británico Reaper comenzó a rastrear una motocicleta en el noroeste de Siria, cerca de la frontera con Turquía”, relata dronewars.net “mientras (en tierra) alguien descrito por la inteligencia de un país europeo central como ‘un miembro conocido’ de ISIS (Estado Islámico de Irak y Siria, por su sigla en inglés) la conducía. El individuo, que aparentemente había sido monitoreado por el dron ‘durante algún tiempo’, fue rastreado y abatido por un misil Hellfire disparado por el dron poco después”. ¿Es necesario añadir información al reporte? ¿Algo no se entiende? ¿También existe el llamado “gatillo fácil” en el ecosistema digital de las nuevas guerras?
Los drones atacan incluso en áreas civiles densamente pobladas. Los daños no deseados se repiten. ¿Existen y se cumplen disposiciones para preservar y mitigar eventuales daños sobre la población civil? “Estos casos demuestran la urgente necesidad de reforzar los controles sobre la proliferación de drones armados y la clara falta de responsabilidad de quienes exportan estas armas al proporcionarlas a gobiernos aparentemente poco dispuestos a respetar el derecho internacional humanitario. La magnitud del sufrimiento civil que se muestra en este informe debería dejar clara la amenaza que supone la rápida expansión de la guerra con drones en todo el mundo, facilitada por el acceso a sistemas de armas cada vez más baratos producidos por fabricantes irresponsables y con ánimo de lucro”. Acechan los drones y, por ello, “las actividades más básicas de la vida cotidiana –visitar un mercado o asistir a un lugar de culto– (son) potencialmente mortales”.
“Solo existen dos días en el año en que no puedes hacer nada. Uno se llama ayer y otro mañana. Por lo tanto, hoy es el día para amar, crecer, hacer y vivir”, predica el Dalai Lama, Premio Nobel de la Paz 1989
PAZ, SIEMPRE
En mayo de 2019, Daisaku Ikeda (1928-2023), filósofo budista, educador, constructor de la paz, escritor y poeta, ante la Asamblea General de la ONU –invitado por António Guterres, secretario general de esa organización multilateral– propuso la prohibición de las armas autónomas letales (SAAL, por su sigla en inglés). “Existe en la comunidad internacional la creciente inquietud de que los SAAL transformen radicalmente el entorno de la seguridad global”, dijo Ikeda aquel día. Aseguró después, sin que nadie lo desmintiera o contradijera, que “una de las amenazas que representan estos sistemas (de armas) es la posibilidad de iniciar combates sin intervención humana directa”. Aleccionó luego que ello “reduce el umbral de las acciones militares y genera situaciones potenciales que podrían violar gravemente el derecho internacional humanitario”. Esperanzado, exhortó “enfáticamente (…) a los Estados que ya han solicitado la prohibición de los SAAL; a países como el Japón, que han declarado su intención de no fabricar tales armas; y a las oenegés participantes en la Campaña para Detener a los Robots Asesinos, a unirse y trabajar juntas por la pronta aprobación de un instrumento jurídico vinculante que prohíba por completo el desarrollo y el uso de estos sistemas”. Miles lo escuchamos, aplaudimos y vitoreamos. Pensamos como él, sentimos como él. Decimos enérgicamente no a drones y robots asesinos. Deseamos la paz. Sabemos que se puede y se debe. ¿Cuándo? Siempre. Alguna vez, el Dalai Lama lo dijo claramente. “Solo existen dos días en el año en que no puedes hacer nada. Uno se llama ayer y otro mañana. Por lo tanto, hoy es el día ideal para amar, crecer, hacer y vivir”.
Rusia incrementa ataque récord contra Ucrania con 728 drones
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Rusia lanzó de madrugada su mayor ataque con drones y misiles contra Ucrania desde el inicio de la guerra en 2022, indicó este miércoles la fuerza aérea ucraniana. El ataque llega después de que el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, anunciara esta semana que enviará “más armas” a Kiev para defenderse de los bombardeos rusos.
En total, el ejército ruso disparó 728 drones y 13 misiles, según la fuerza aérea ucraniana, que afirmó haber interceptado 711 drones y destruido siete misiles, sin especificar los daños provocados por los ataques. “El objetivo principal del ataque fue la región de Volinia, la ciudad de Lutsk”, indicó la fuerza aérea, que explicó que los ataques ocurrieron en “cuatro lugares”, sin más detalles.
En Kiev, la capital, una persona resultó herida y otras dos en la región de Zaporiyia, en el sur, según las autoridades locales. El presidente ucraniano, Volodimir Zelenski, denunció “un ataque revelador” que muestra la negativa de Rusia a negociar un alto el fuego mientras el ejérico ruso sigue avanzando en el frente oriental.
Zelenski volvió a pedir “sanciones severas” contra Rusia y su economía, en especial el sector petrolero, “que ha estado alimentando la maquinaria de guerra de Moscú durante más de tres años”. En tanto, un ataque ucraniano con drones dejó tres muertos, incluido un soldado de la guardia nacional, en la ciudad fronteriza rusa de Kursk, informó la mañana del miércoles el gobernador interino Alexander Jinskein.