En el relato de esta semana, también del libro “Desde el otoño”, los primeros sentimientos de amor están magníficamente relatados, envueltos en la memoria de la niña de entonces, con la inocencia de un tiempo y una edad de sueños e ilusiones.
- Por Pepa Kostianovsky
No sé por qué, pero mi mamá consideraba que no estaba bien andar por ahí todas las siestas. Me dejaba ir a lo de El si, de vez en cuando, pero lo habitual era que me quedara en casa.
Mi situación era mejor que la de otros chicos, para los que dormir a esa hora era obligatorio, no porque fuera saludable ni necesario, sino para que no fastidiaran el descanso de los mayores. Eso sí, se imponía un relativo silencio, por lo cual el capricho de mi madre de enseñarnos a leer tan temprano, me vino de maravillas.
No quiero imaginar siquiera la tortura de esas siestas aburridas, de no haber sido por los libros.
Mujercitas, los Cuentos de Jo, Tom Sawyer, la Cabaña del Tío Tom… los debo haber leído cien veces. Pero el preferido era Corazón. Quizás porque para disfrutarlo tenía que esconderme de mi hermano, que se burlaba cruelmente de mi llanto incontenible.
La llegada del juego de living fue providencial. La posición inclinada que le había dado mi madre al sofá creó el espacio ideal para tenderme panza abajo en el rincón y repasar una y otra vez las penosas andanzas de Marco, desde los Apeninos a los Andes, la valentía del Pequeño Vigía Lombardo, la precoz maldad de Franti y la torpe ternura de Garrón. Hasta que el libro quedaba empapado en lágrimas.
Con mi hermano, juntábamos las monedas ganadas con nuestros empachos poéticos e íbamos hasta la librería La Esfera, frente a la Plaza Uruguaya, donde comprábamos libros y revistas.
La gran fiesta nos la dábamos cuando, cada dos o tres meses, avisaban desde el correo que había llegado una encomienda de Buenos Aires. La hermana de mi madre, cuyos hijos eran mayores, nos enviaban paquetes con docenas de Intervalo, Paturuzú, Antena y Radiolandia. Mi mamá compraba Cuéntame y luego lo intercambiaba por Para Ti, con mi abuela Olga; hace poco Beba Libster me recordó que de aquel círculo también participaba su madre, doña Dorita, que compraba Vosotras. Papá traía del centro Life, Visión y Selecciones. Después empezó a llegar desde Cuba, Bohemia, que un día pasó a llamarse Bohemia Libre. Hasta que no la dejaron entrar más.
Los sábados íbamos al cine. En invierno, por la tarde. Y en verano, por la noche, a la Terraza del Granados, donde veíamos películas musicales o de vaqueros y tomábamos refrescos de granadina. A pesar de que la película se llamaba “Los caballeros las prefieren rubias”, yo no aspiraba a ser como Marilyn Monroe. Mi parámetro era Jane Russel, que tenía una melena oscura igual a la de mi tía Cata, a la que todos me encontraban parecida.
Para mi desgracia no tenía su cabello ondulado, ni el de mi madre, que era pelirroja. Mi pelo siempre fue lacio, como el de papá. Y Mamá se empeñaba en domarlo con unas hediondas “permanentes” que poco milagro hacían, por lo que sólo quedaba el recurso de unas trenzas raídas que, al soltarse, insinuaban una que otra onda, de muy efímera duración. Mi madre, sin preocuparse de mi autoestima, las calificaba como crenchas. Menos mal que cuando les llegó el momento, se pusieron de moda.
No obstante, ya en mi edad temprana aceleré el palpitar de algunos corazones. Como el de mi compañerito Darío, un rubiecito flacucho tan protegido por su madre que, a pesar de vivir a menos de cien metros de la escuela, lo acompañaba de ida y de vuelta y no se conformaba con esperarlo en la vereda. La señora se instalaba en la puerta del aula y lo tomaba de la mano antes de que pusiera un pie en el corredor.
Sin embargo, se las arregló para escapar al rígido control materno. Y una siesta llegó hasta mi casa, golpeó la puerta y me entregó una cajita en la que había un collar hecho con rollitos de papeles de colores. Sin decir palabra, dio media vuelta y salió corriendo.
Si bien no devolví el precioso obsequio, no correspondí a los sentimientos de Darío, porque por entonces ya tenía yo un novio que estaba a punto de recibirse de médico.
Creo haber contado que papá tenía dos hermanos mucho menores. Mario y Rogelio. Maruco y Rorropo. Los “muchachos”. Altos y buenos mozos, mis tíos veinteañeros estaban perdidos de amor por nosotros, sus sobrinos. Pero, sin proponérmelo, yo sacaba ventajas ante mi hermano. Él era un varón a punto de entrar en la edad de pavo y yo una nenita en plena etapa de gracias y coqueteos.
No solamente tenía metidos en el bolsillo a ese par de grandotes tiernos, sino a todos sus amigos. El preferido era Carlitos Cañizá, estudiante de Medicina y propietario de un hermoso par de ojos verdes, que decía que yo era la chica más linda del mundo y aseguraba que se iba a casar conmigo.
Una noche, papá y mamá se empaquetaron con sus mejores galas y anunciaron, sin la menor consideración, que iban a una boda. Se casaba Carlitos Cañizá.
Pensé primero que era una broma. Hasta que pasaron a buscarlos en el auto de Rogelio ¡con mi abuela y mi tía Cata! No sé si pregunté o simplemente fue la conversación espontánea la que confirmó la terrible noticia. Cañizá se casaba con otra. Y toda mi familia, que había sido testigo de sus reiteradas promesas, se hacía cómplice de esa temprana herida de mi corazón.
Ni siquiera podía buscar comprensión en mi hermano, quien se burlaría de mis sueños destrozados.
Esa noche no aprendí ningún soneto. Estaba demasiado triste para cargar también con la desolación de los poetas.
Es posible que haya tenido, ya por esa época, una predisposición a fijarme en los hombres algo mayores que yo.
En la escuela nos enseñaban las primeras nociones de Historia. Y la tendencia en boga, a pesar del nacionalismo imperante, era bastante peyorativa con los indígenas.
La versión del libro de lectura era que ante los españoles, de piel clara y rostro barbado, enfundados en sus armaduras de metal y despidiendo fuego desde sus fusiles, los nativos creyeron ver llegar a seres superiores, algo así como dioses o por lo menos semidioses. Y se entregaron sin riñas ni corcoveos.
Un día papá vino temprano del centro, acompañado nada menos que por Óscar Ferreiro, quien por entonces tendría poco más de treinta años. También para mí, era la primera vez que veía a alguien con barba. ¡Y tan hermoso!
Aunque no traía armadura, sino un simple traje de brin liviano, no cabía la menor duda. Era El Conquistador, sentado en la sala de mi casa, compartiendo con mi padre una amable tertulia, regada de estimulante Aristócrata con hielo y limón.
Esa sucesión de decepciones despertó en mí una temprana vocación por la frivolidad.
Las visitas a casa de mi abuela me daban acceso a las revistas que compraban mis tíos. Y yo adoraba un personaje de Rico Tipo. La serie, creada por Divito, se llamaba “Varios novios tenía Bibi” y relataba los tropiezos de una ondulada y casquivana señorita.
Mis proyectos bocetaban un futuro poliándrico como el de la afortunada Bibi. Secreto que sólo osaba compartir con mi tímida amiguita Elsi, que me escuchaba asustada. Y sigue siendo mi asignatura pendiente.
Dejanos tu comentario
Meghan no viajará; Hillary, mamá a los 48; looks de alto nivel y amores van y vienen
Al final, luego de tantas especulaciones, Buckingham anunció que el príncipe Harry asistirá a la coronación de su padre Carlos III, pero que la duquesa de Sussex se quedará en EEUU para festejar el cumple 4 de su hijo. Hillary Swank se ha convertido en madre de mellizos a los 48 años, un milagro. Taylor Swift y Joe Alwyn se separan luego de 6 años. La reina Máxima “compite” en looks con Brigitte Macron. Millie Bobby Brown se casará y la “China” Suárez le devuelve el auto que le regaló su ex Rusherking hace días, y más...
HARRY VA, MEGHAN SE QUEDA
Luego de tantas especulaciones sobre si irían los Susex a la coronación de Carlos III el 6 de mayo próximo, al final, hubo lo que se llama una solución salomónica. Así, el palacio de Buckingham ha comunicado que la duquesa de Sussex no asistirá a la coronación de su suegro y sí lo hará el príncipe Harry. Meghan Markle se quedará finalmente en su casa de Montecito con sus hijos Lilibet, de un año; y Archie, que cumple 4 años ese mismo día de la ceremonia. El palacio ha revelado el miércoles que Enrique asistirá a la coronación de su padre, el rey Carlos III, sin la compañía de su esposa. El duque de Sussex se unirá a los más de 2000 invitados en la abadía de Westminster, pero no la esposa.
Es evidente que tras su marcha a Estados Unidos y las revelaciones íntimas sobre la familia real, Meghan y Enrique se han convertido en invitados incómodos. Por tanto, esta decisión de Meghan de no asistir es vista como una prueba más de que las tensiones familiares entre los Sussex y el resto de los Windsor. Según el “Daily Mail”, un amigo de ellos, Omid Scobie, confirmó que el cumpleaños de Archie “influyó en la decisión de la pareja” y que esperaba que Harry hiciera “un viaje bastante rápido al Reino Unido”. Está previsto que el duque solo asista a la ceremonia y no al resto de actos que la rodea. Sobre todo por no compartir tiempo ni ver tal vez a su hermano Guillermo, contra el que Harry disparó munición gruesa en sus entrevistas y libro, con su cuñada Kate, convertidos en grandes protagonistas como príncipes de Gales. Basta recordar la cara de “pocos amigos” de ambas parejas obligadas a caminar juntas en el funeral de Isabel II. Según fuentes, el rey estaría “muy decepcionado” de no poder ver a Meghan y a sus nietos.
HILARY, MAMÁ DE MELLIZOS
A sus 48 años, Hilary Swank se ha convertido en madre por primera vez. La actriz ha dado a luz a sus mellizos, un niño y una niña que ella misma ha presentado en Instagram en una foto en la que posa mirando al mar. La actriz aparece de espaldas llevando a sus recién nacidos cada uno en una mano y escribe junto a la foto: “No ha sido fácil. Pero chico (¡y chica!) valió la pena”, junto a los emoticones de dos ángeles y un corazón.
Con esta bonita imagen, la actriz de “Million Dollar Baby” ha compartido con el mundo entero que se ha convertido en madre por primera vez junto a su segundo marido, el empresario Philip Schneider, de 45 años, ambos anunciaron el embarazo el pasado mes de octubre. La ganadora de dos premios Óscar se ha referido en todo momento a su gestación como “un milagro”. Y numerosos amigos y compañeros de profesión no han dudado en felicitarla. Una de ellas es Sharon Stone, quien le ha enviado un cariñoso mensaje: “Dios los bendiga, cariño. Este es el viaje más extraordinario de la historia. Muy feliz por todos vosotros”. Lindsay Lohan también les envía sus felicitaciones y les desea que “Dios los bendiga”. Por su parte, la actriz Kate Hudson le dice: “Feliz Pascua, mamá”.
FIN DEL AMOR
Taylor Swift y Joe Alwyn eran para muchos la pareja perfecta. Sin embargo, esta semana se ha confirmado su separación tras seis años inseparables. Sus amistades han dicho que el motivo de la decisión fueron “grandes diferencias en sus personalidades” y se dieron cuenta de que ya no podían seguir juntos. “Tuvieron momentos difíciles antes y siempre consiguieron resolverlo, así que los amigos llegaron a pensar que solo se tomarían un tiempo separados pero que al final volverían a estar juntos (...) No son el adecuado el uno para el otro”, ha explicado. Supuestamente, después del confinamiento, él se dio cuenta de que no conocía a Taylor Swift realmente. “Lo cierto y verdad es que él todavía no la ‘conocía’ bien fuera de esa burbuja (...) Las diferencias en sus personalidades también se han vuelto más difíciles de ignorar después de años juntos. Se han distanciado”. Según explican “Son amigos. Ella no tiene nada malo que reprocharle a Joe. Sencillamente han roto y ahora Taylor se mantiene concentrada en su gira. Cabe señalar que las alarmas empezaron a saltar cuando Joe no fue visto en ninguno de los conciertos de la gira de Taylor, ‘The Eras’, al igual que cuando eliminó de su repertorio una canción dedicada a su ahora ex pareja.
DOS ESTILOS DIFERENTES
La visita oficial del presidente de Francia y su esposa Brigitte Macron a los Países Bajos ha sido ocasión también de destacar los looks elegidos por la reina Máxima y la primera dama francesa, que es un referente de la moda de su país. La reina también lo es, a su modo, más “latino” con más colorido, pero esta vez, hubo momentos especiales en los que la francesa lució impecable y minimalista pareciendo aún más joven de lo que es.
Ambas compartieron una salida durante la visita yendo juntas a la casa de Ana Frank, en Amsterdam. La reina llevó un vestido de color nude con bordados en rojo y un tapado rojo por encima. A su lado, Brigitte estaba impecable, con un traje de pantalón y chaqueta en azul Klein que le sentaba como un guante, con una camisa blanca. Lo que destacaron los medios es que Máxima tiene 52 años y en la foto parece una persona mayor por el look elegido, mientras que Brigitte cumplió 70 años el 13 de abril, parecía muy chic y moderna. A la noche, en cana de gala, la reina desplegó un maravilloso traje en rojo con volantes y encandiló con su tiara y joyas, mientras que la señora Macron llevó un delicado vestido en azul y negro de su casa de “cabecera”, Louis Vuitton.
JOVENCÍSIMOS ENAMORADOS
Millie Bobby Brown, la joven actriz británica que se hizo mundialmente conocida gracias a la famosa serie “Stranger Things”, ha anunciado a través de sus redes sociales que se casará con el amor de su vida, el también joven Jake Bongiovi, que es hijo del cantante Jon Bon Jovi. Brown es muy joven, tiene apenas 19 años, pero ha logrado reconocimiento mundial gracias a la serie de Netflix, ficción donde interpreta a Eleven, una joven con superpoderes. En su anuncio en las redes, Millie ha escrito acompañando la foto de ambos abrazados: “Te he querido tres veranos ya, los quiero todos”. Con estas emotivas palabras saludó al chico en el 3er. aniversario de su amor. Recibieron muchas felicitaciones, pero también críticas por casarse tan jóvenes, ella con 19 y él con 20, pero todos dicen que están perdidamente enamorados. En minutos, la publicación ha acumulado más de 2,5 millones de “me gustas” y más de 20.000 comentarios.
LA “CHINA” DEVUELVE REGALO
La actriz y cantante argentina Eugenia “China” Suárez cumplió 31 años el 9 de marzo y fue entonces cuando su pareja, el joven Rusherking (22) la agasajó con un lujoso auto vintage descapotable que fue furor en las redes. El costoso obsequio del cantante sorprendió por completo a la actriz que en su momento advirtió: “Agárrense que volvió la bestia”. Pero nada es para siempre y pocos días después, en la cuenta de Instagram del cantante, anunció que habían dejado de ser pareja, luego de 9 meses de intenso romance , muy criticado por la diferencia de edad y porque la figura de la “China” es controvertida, ya que es madre de 3 hijos, una con Nicolás Cabré y dos con Benjamín Vicuña, manteniendo una presencia siempre en las redes y protagonizando noticias que son titulares de prensa.
Ella, entonces, ante la andanada de críticas y sospechas de lo que haría con el regalo, le llamó a Rusherking para decirle que le devolvía el auto; él ni envió a otra persona a buscarlo, lo que da la pauta de que muy buena relación no tienen en la actualidad. Para acentuar esa idea, hace dos días, ella posteó un video, como es costumbre, para relatar estados de ánimo y otros temas, pero en esta ocasión el metamensaje es muy poderoso, dado que se filmó en el interior de un auto y cantando un tema muy especial. Dijo entre otras cosas: “Necesito un chico grande”. La mención fue como si le enviara el “mensaje” al joven que, según todos sus amigos, habría sido quien cortó la relación pues tenían proyectos de vida diferentes. Ambos dejaron de seguirse a través de las redes. Todos se preguntan quién será el próximo amor de la bella “China”.
Dejanos tu comentario
Arnoldo Wiens, de “amores” con el socio narco de Giuzzio
El supuesto narco, procesado en el Brasil, Marcus Vinicius Espíndola no solo gozaba de la amistad del ex ministro Arnaldo Giuzzio, ya que en su agenda de relaciones amistosas y de intereses económicos con referentes del actual gobierno, también figuraba el ex ministro de Obras Públicas y actual presidenciable oficialista Arnoldo Wiens, con quien al parecer mantenía un estrecho vínculo de amistad. El gobierno de Mario Abdo es señalado como cómplice del esquema de narcotraficantes. Durante la actual gestión se batieron los récords de la narcoexportación.
- Por Jorge Torres Romero y Cinthia Mora
El supuesto narcotraficante Marcus Vinicius Espíndola Marqués de Padua, detenido en Brasil el 16 de febrero de este año, gozaba de importantes amistades con preponderantes protagonistas del Gobierno. Estos sospechosos vínculos narco de las autoridades paraguayas se suman a la serie de medidas adoptadas por el gobierno de Mario Abdo Benítez, que sospechosamente terminaron beneficiando al esquema de los narcotraficantes.
El apuntado por la policía brasileña como referente narco de primera línea es sindicado de ser un nexo principal de la mafia italiana, a la cual proveería de gran cantidad de cocaína de alta pureza, despachada desde Paraguay. Aquí, Marcus Vinicius Marqués de Padua era dueño de la empresa Black Eagle Group SA, encargada de fabricar vehículos blindados de alta gama, uno de los cuales prestó al entonces ministro del Interior Arnaldo Giuzzio para pasear con su familia por las playas del Brasil. Fue por este vínculo con el narco que Giuzzio terminó siendo apartado del primer anillo del presidente Mario Abdo Benítez.
De acuerdo con una investigación fiscal, Giuzzio supuestamente recibía favores del aparente narcotraficante brasileño que pretendía ser proveedor del Estado, mientras tanto, en paralelo se buscaba avanzar con operativos antidrogas en medio de filtraciones de información sensible a favor de los narcos. La Fiscalía lo imputó por cohecho pasivo agravado (coima) luego de que su par del Brasil remitiera los extractos de las conversaciones que mantuvo con el presunto narcotraficante capturado en la operación Turf, los cuales dejaron en evidencia que el ex referente del combate al narcotráfico del gobierno de Mario Abdo Benítez estaba estrechamente ligado a un sospechado de integrar una importante organización de tráfico internacional de drogas.
Pero Marcus Vinicius no solo gozaba de la amistad del ex ministro Arnaldo Giuzzio, ya que en su agenda de relaciones amistosas y de intereses económicos con referentes del actual gobierno también figuraba el ex ministro de Obras Públicas y actual presidenciable oficialista, Arnoldo Wiens, con quien al parecer mantenía un estrecho vínculo de amistad.
Fotografías acercadas al equipo de “La caja negra” muestran a Vinicius posando con Wiens, no hace mucho, en lo que, según refieren desde el partido de gobierno, fue una reunión de amigos de cuando todavía el vicepresidente Hugo Velázquez era el postulante del abdismo para las presidenciales del 2023. En una de las instantáneas se observa a Wiens junto a Marcus, además de otras personas que los acompañaban. Pero este no habría sido el único encuentro de ambos, ya que una segunda fotografía fue capturada en otro momento, frente a un quincho.
NARCOGOBIERNO: “BOOM” DE ENVÍOS DE DROGAS AL EXTERIOR
El senador colorado Enrique Riera compareció días atrás ante la Comisión Bicameral de Investigación (CBI) de investigación de hechos punibles de lavado de dinero y otros delitos conexos del Congreso, donde expuso el auge de la narcoexportación en Paraguay bajo la gestión del presidente de la República, Mario Abdo Benítez, pasando de ser un país conocido como productor de marihuana a convertirse en un verdadero narcoestado mediante el cual se envía toneladas de drogas al extranjero.
Según el informe presentado ante la CBI, en los últimos tres años –en coincidencia con el mandato de Marito– se incautaron de 47 toneladas de cocaína “paraguaya”, tanto en nuestro país como en puertos marítimos de Europa. Pero haciendo un comparativo entre las incautaciones locales y las extranjeras, se ve una marcada diferencia. Del 2020 al 2022 cayeron en Bélgica cuatro importantes cargas de 1.331 kilos, 3.400 kilos, 10.964 kilos y 5.170 kilos. Además de los 16.174 kilos en Alemania y los 4.178 kilos en los Países Bajos. En ese mismo período, solo se incautaron de 2.906 kilos en Terport-Villeta y 3.415 kilos en Fernando de la Mora.
De acuerdo con Riera, del total de la droga traficada, solamente se incauta el 10%, por lo que se calcula que por Paraguay se movieron cerca de 470 toneladas de la droga, que equivale a un total de 25 mil millones de dólares, lo cual es 2 veces nuestro presupuesto nacional de gastos.
A esto se suma que en mayo del año 2020, en pleno auge de la narcoexportación desde Paraguay y cuando comenzaban a duplicarse las cifras de decomisos de toneladas de cocaínas enviadas desde nuestro país a Europa, el entonces ministro de la Senad, Arnaldo Giuzzio, firmó una resolución eliminando la Dirección de Investigación Aérea Fluvial y Terrestre (Diaft). Esto posibilitó a los narcos contaminar cargas de productos legales y así tener vía libre para exportar la cocaína.
La falta de un combate al narcotráfico en la actual administración del Estado se notó aún más con la excesiva dilación en la Dirección Nacional de Aduanas, a cargo de Julio Fernández, para adquirir modernos escáneres de Rayos X para controlar las mercaderías importadas en los contenedores, lo cual posibilitará mermar la exportación de droga desde el Paraguay.
Dejanos tu comentario
De amores, amistades, tragedias, muertes, impunidad, poesías y canciones inolvidables
Por Ricardo Rivas, periodista, Twitter: @RtrivasRivas
“Yo quisiera olvidarte / Me es imposible / Mi bien, mi bien / Tu imagen me persigue / Tuya es mi vida / Mi amor también…”. La peña de Valderrama desbordaba aquella noche cuando una de las zambas más hermosas del cancionero argentino comenzó a entonar una multitud. “Yo quisiera tenerte / a mi lado todo el día / De mis ocultos amores / Paloma, te contaría / Pero es inútil mi anhelo / Jamás, Jamás / Vivo solo para amarte / Callado y triste / Llorar, llorar…”.
A pasos de la mesa donde me encontraba, una pareja comenzó a bailar. El pañuelo del hombre la envolvió a ella cortejándola. La mujer solo suspiraba y lo miraba mirándose en sus ojos. Se hizo una rueda en torno de aquellos enamorados de aquel amor que bailaban. Al momento de aplaudir y aplaudirlos, percibí que un parroquiano, como abstraído, bebía un vino parsimonioso. ¿Dónde estarán sus recuerdos? Yo también estaba solo entre esa multitud. ¿De quiénes hablará esa zamba? Apuré un trago de tinto. Amores, tragedias, violencias, con frecuencia, son elementos constitutivos de la cultura popular en todas sus formas.
Desde siempre. Al punto, casi, de imaginar que se trata de una constante o algo parecido. Tango y folclore, con frecuencia, dan cuenta en sus letras de dramas sociales profundos. Coinciden. Eso pensé aquella noche en Salta, noroeste de Argentina, unos 1.050 km al oeste de mi querida Asunción, mientras cantábamos en Valderrama “La López Pereyra”. A tres mesas escuché que un parroquiano, entre vino y vino, contó que, en 1901, el autor de esa obra folclórica tradicional, Artidorio Cresseri –salteño, vendedor de cueros y afinador de pianos– dedicó esa composición musical, sin letra ni título, a un juez al que conoció y frecuentó amistosamente cuando ambos compartían correrías nocturnas en la capital provincial. El relato de aquel notable contador de historias me atrapó.
“TODOS SON POETAS”
Con una jarra de buen tinto y dos vasos me acerqué a la mesa que ocupaba. “¿Puedo sentarme?”, consulté respetuosamente. Asintió. “El Cresseri era un salteño nochero. Rara vez amanecía en su casa. Se acostaba cuando el sol se esforzaba para superar la ladera de los montes”. Alguien me dijo algún día que no recuerdo con precisión que “en Salta, todos son poetas y creen hablar como poetas”. Continuó: “Don Artidorio, cada una de sus noches bohemias, las ocupaba para deleitar con el piano a noctámbulos y noctámbulas de las familias acomodadas de la provincia”.
Cada palabra parecía elegirla con tanto cuidado como el que se tiene cuando con tinta china se escribe sobre papel sedoso en letra gótica. Hacía pausas. Saludaba a conocidos y conocidas que pasaban. Y con cada cantor que entonaba hacía un pequeño silencio como para valorizar sus aptitudes y decidir si continuaba o aguardaba para aplaudirlo con fuerza.
“Cresseri, el animador de las fiestas de los ricos, comenzó a ser conocido por su repertorio finamente seleccionado. Pero, especialmente, quienes contrataban sus servicios le pedían que cerrara cada presentación interpretando aquella composición a la que él llamaba ‘la chilenita’”.
TRAGEDIA Y ABSOLUCIÓN
El pianista trabó una fuerte amistad con un periodista y abogado al que todos llamaban don Carlos. Un hombre “muy léido (sic), que hablaba como un profesor”. Juntos, estiraban la noche sin apuros ni urgencias. Pese a que dejaron de frecuentarse, Cresseri estaba atrapado por la nocturnidad. “Así fue que llegó una madrugada a la casa donde convivía con una mujer cuyo nombre nunca nadie pudo recordar. Procuró no hacer ruido para no molestarla. La creyó dormida, pero estaba despierta. Lo esperaba. Lo increpó y regañó por las cada vez más frecuentes trasnochadas. Lo amenazó con dejarlo. La discusión escaló en intensidad.
El griterío perturbó al vecindario. “De pronto, la voz de la mujer fue la más fuerte. ‘Basta, carajo’”, impetró Cresseri. Se escucharon ayes de dolor y de inmediato nuevamente el silencio ganó protagonismo. Un par de horas más tarde, el pianista caminó como perdido y se presentó a la policía. “Maté a mi mujer”, dijo en el borde del llanto. Quedó detenido. Sabía que lo esperaba la perpetua. Pasaron varios meses. La justicia tiene sus tiempos. Para sorpresa de Cresseri y de Salta toda, recuperó la libertad. El juez determinó que mató en estado de “emoción violenta”. Quien lo había juzgado (¿con justicia?) fue Carlos López Pereyra, aquel viejo amigo en, y de, la nocturnidad que los unía. El que le pedía que interpretara “la chilenita”. Enmudecí. Cuando creí que aquel relato había finalizado, aquel historiador barrial prosiguió: “Cresseri volvió a lo de antes para ganarse el pan al salir de la cárcel. Animaba fiestas con gentes de alta alcurnia. Una de aquellas reuniones, justamente, fue para celebrar el cumpleaños de aquel juez que encontró la forma para liberar a su amigo de cientos de trasnoches y dejar impune el asesinato de aquella mujer. Los salones de un suntuoso hotel capitalino desbordaban de alegría. Por prudencia, el pianista Cresseri no se acercó al magistrado cumpleañero. Sin embargo, antes de cerrar su presentación en aquella velada, no pudo contenerse. Se puso de pie junto al piano y, con solemnidad, anunció: ‘Amigo doctor don Carlos López Pereyra, hoy en el día de su cumpleaños, quiero hacerle un obsequio. A partir de este momento, la chilenita de mi autoría que a usted tanto le gusta llevará en su honor el título de ‘La chilena del doctor Carlos López Pereyra’”. Sus palabras fueron coronadas con aplauso y ovación. “Nadie recordó a la asesinada. Su almita en pena sigue sin descansar en paz”, dijo el parroquiano con sus ojos fijos en algún lugar.
“AL DIOS PIADOSO, RESIGNACIÓN”
Se puso de pie. Agradeció los vinos, la compañía y se despidió. Increíble. Los tres días siguientes que permanecí en Salta consulté sobre aquella historia con varias personas que confirmaron la tragedia impune. Solo hubo discrepancias cuando algunos aseguraban que “la mató de un tiro en el pecho” u otros que sostenían que “le dio varias puñaladas”. Con el tiempo, un músico de Santiago del Estero, Andrés Chazarreta, quien seguramente conocía la historia criminal de Cresseri, poetizó la impunidad. Le puso la letra que se canta hasta hoy a “la chilenita”. Suena a ruego o a contrición. “Un día de mañanita / Al cielo azul miré, miré / Contemplando las estrellas / A la más bella le pregunté / si ella era la que alumbraba / Mi amor, mi amor / Para pedir por ella / Al Dios piadoso, resignación / Para pedir por ella / al Dios piadoso, resignación”. Las historias trágicas que se cuentan en peñas, fogones y sobremesas trasnochadas son atrapantes. La de Cresseri llegó después de una semana de estar enganchado con el recuerdo del amigo-hermano Horacio Guarany, “El Potro” y su Templo del Vino.
MEMORIAS DEL “TEMPLO DEL VINO”
Pasó medio siglo desde aquellos tiempos en que comenzamos a conocernos con Eraclio Catalín Rodríguez Cereijo, como lo llamaron el criollo José Rodríguez, su papá y la española leonesa Feliciana Cereijo, su mamá. Con treinta años más que yo, escuchar de su boca historias que aún hoy me parecen increíbles era como transitar un mundo onírico que nunca soñé. Alguna larga madrugada pensamos en fundar una materia donde calentar los amaneceres porteños con variedades de mates. “El mate con gotitas de ginebra, en los inviernos, reconforta”, decía Horacio con picardía. “También podemos explicar otras variantes. El mate con azúcar quemado con una brasita para que el caramelo quede en el fondo y el dulzor permanezca hasta que se vacíe la pava”, agregaba incontenible porque, Horacio, soñaba en voz alta entrecerrando los ojos.
Era el tiempo en que vivía en el barrio porteño de Coghlan, cerca de la estación del ferrocarril Mitre, entre las barriadas de Belgrano y Urquiza, mucho antes de residir en Plumas Verdes, el pueblo bonaerense de Luján al que así llamó “porque queda en la c… de la lora”. Aquella, su casa, cuando casi la séptima década del siglo 20, estaba en la calle Ugarte entre Rómulo S. Naón y Estomba. Cerca de allí vivía mi también amigo-hermano desde bastante antes, Santiago Julio Novoa Quintana, El Chago, otro artista de alto vuelo para soñar y crear. Eran tiempos increíbles. Tristezas, tragedias, alegrías, sueños, amores, fracasos, persecuciones, desapariciones forzadas, silencios, música, represiones, broncas, guitarreadas. El periodismo era, por entonces, más que un oficio una ilusión de poder hacerlo. Un aprendizaje. En el Templo del Vino fue donde conocí a José Froilán González y a Juan Manuel Fangio.
Con Froilán mantuvimos la amistad por décadas. Pero también llegaban hasta allí los grandes de la cultura popular. Especialmente del tango y del folclore, aunque también –más de una vez inesperadamente– las y los del cine y del teatro. Edmundo Rivero. Los Chalchaleros, Beba Bidart, Jorge Cafrune –asesinado por la banda terrorista paraestatal de ultraderecha Triple A– Alberto Olmedo, Graciela Borges, eran algunos y algunas de los que frecuentaban ese punto de encuentro donde aplacar la sed y construir amistad. Sentarme junto con ellas y ellos, dialogar con las reglas del tuteo cuando el usted era una especie de frontera inexpugnable, no era cosa de todos los días. Después de buenos asados, bien regados con el vino tinto que fluía de las canillas de aquella vieja casona, siempre emergían la música, el canto y las historias. Así aprendí que “calentar las gargantas” es parte sustancial de lo vincular. Ecualizar es otra cosa.
LAS PEÑAS EN EL RECUERDO
Desde los 60, en el siglo pasado, las peñas para cantar y bailar zambas y chacareras en Buenos Aires era una práctica social deliciosa. Por allí transhuman mis pensamientos en esta noche de viernes nostalgiosa. La noche es muy fría lejos de los leños crepitantes. La vieja mecedora también aporta para recodar. El copón, colmado con un Gran Enemigo Gualtallary Single Vineyard 2017, agrega valor a los recuerdos. Como lo aprendí alguna vez en el Templo del Vino, el contenido de la botella que se entibió cerca del hogar tiene un toque de canela molida. Sabor soñado, aunque quienes del vino hacen culto me repudien. El querido Polo Román, bombisto de Los Chalchaleros y enorme contador de historias, que dos años atrás partió dejándonos con una sensación de vacío a quienes disfrutábamos de su amistad, algunos años atrás recordó –vaya a saber por qué– una larga sobremesa allá en Coghlan. “¿Te acordás, chango?”, preguntó en rueda de amigos en Vía Appia, un entrañable restó-bar marplatense justo en la esquina de las avenidas Tejedor y Constitución cerca de un mediodía sabatino.
“¿Cómo olvidar aquel momento, Polo?”, respondí y apunté: “Creo que cantamos ‘Mi luna cautiva’”. El Polo sonrió y, para quienes lo escuchaban con atención, recordó que “el que arrancó fue El Turco Cafrune”. Con desmesura y desvergüenza –en algunos casos– lo secundamos. “De nuevo estoy de vuelta, después de larga ausencia / Igual que la calandria que azota el vendaval / Y traigo mil canciones como leñita seca / Recuerdos de fogones que invitan a matear / Y traigo mil canciones como leñita seca / Recuerdos de fogones que invitan a matear...”. Recordar aquello nos llevó lejos de la mesa que ocupábamos. Román no se detuvo. Recordar, finalmente, como sostenía el siempre presente y querido Eduardo Galeano, “es volver a pasar por el corazón”.
“DESPUÉS DE LARGA AUSENCIA”
Aquella noche lejana, El Potro contó que esa bella zamba la compuso el “Chango Rodríguez cuando estaba en cana por matar a su compadre de dos tiros por una discusión menor”. El 11 de diciembre de 1963, ocurrió la tragedia. José Ignacio Rodríguez, El Chango, cantautor, fue condenado a 12 años de prisión. Las rejas, sin embargo, no fueron suficientes para contener sus creaciones. El guitarrero poetizó sus sentimientos en la Cárcel de Encausados de Córdoba. Algunos dicen que escribió más de 500 temas. Exageran. El Chango los desmiente y asegura que solo “fueron más de 60″. El encierro duró casi cinco años. Lidia Haydée Margarita Bay, la Gringa, docente, su musa inspiradora, era su novia. Lo visitó cada uno de los días en que estuvo encarcelado. Los mediodías llegaba a la prisión con la vianda. Un beso al llegar y otro al partir.
El Chango, siempre en la celda, escribía en cada despedida y punteaba con la guitarra, inseparable compañera. “Tu amor es una estrella con cuerdas de guitarra / Una luz que me alumbra en mi oscuridad / Acércate a la reja, sos la dueña de mi alma / Sos mi luna cautiva que me besa y se va / Acércate a la reja, sos la dueña de mi alma / Sos mi luna cautiva que me besa y se va…”. El 8 de enero de 1965, se casaron en la cárcel. Él vistió un frac negro con moño. Ella, un vestido floreado. El regalo de bodas de un preso fue una sencilla jaulita con un pájaro que, como el que regaló y el agasajado, estaba entre rejas. La Gringa trabajó duramente para que El Chango fuera excarcelado. Esa libertad era una demanda social cordobesa. Se juntaron firmas. Hasta la mítica Tita Merello firmó. Guarany reveló aquella noche en el Templo del Vino que “lo visité con mi guitarra en 1967 y, con la reja entre nosotros, canté ‘Luna cautiva’ para homenajearlo”. La incorporó a su repertorio y fue el primero en cantarla en público. Solidaridad entre artistas populares. En 1968, el 11 de setiembre, fue indultado y excarcelado. Siete años después el Chango murió, el 7 de octubre de 1975.
La Gringa, aquella mujer que puso todo su empeño y amor para conseguir su libertad, lo sobrevivió largamente. Falleció el 3 de enero del 2008. “El nuestro fue un amor muy profundo. Hermoso. Ni la cárcel ni la muerte pudieron separarnos”, me dijo muchos años atrás cuando la entrevisté en Córdoba. Cresseri y El Chango Rodríguez, dos historias inciertas y trágicas de amor, muertes, encarcelamientos e impunidad. Pulsiones de vida. Pulsiones de muerte.
Dejanos tu comentario
De tragedias, amores y desamores entre enemigos íntimos
- Por Ricardo Rivas
- Periodista
- Twitter: @RtrivasRivas
El 10 de julio de 1945, amaneció frío en Mar del Plata, unos de mis lugares en el mundo y donde habito en cada oportunidad que estoy en la Argentina. Cerca de 1670 Km hacia el Sur la separan de mi querida Asunción. A las 7 de aquella mañana, un vigía de la base de submarinos de la marina argentina, descubrió que desde el mar, no muy lejos de la costa ni de su posición, un buque intentaba comunicarse con un reflector. Los puntos y las rayas del alfabeto Morse, con el formato de haces de luz, claramente lo informaban. El capitán de corbeta Ramón Sayus fue despertado por su asistente para imponerlo de esa novedad relevante. Corrió hasta donde se encontraba el observador. Con la cooperación de un experto en comunicaciones, Ramón supo que un submarino alemán y su tripulación querían rendirse frente a él. Increíble pero Otto Wermuth, comandante del sumergible, con chispazos de luces cortas y otros un poco más largos, así se lo hizo saber. El Unterseeboot -que nunca fue detectado- identificado como U530, estaba a poco menos de 5 Km del muelle militar. Como se lo indicó Sayus, Wermuth navegó en superficie hasta atracar. Minutos después, en el mástil de la embarcación rendida, flameaba la bandera nacional. La tripulación fue prisionera.
BANDERAS NAZIS
Otto le entregó, más tarde, al capitán de navío, Julio César Mallea, que lo esperaba en el muelle, una de las dos banderas nazis que llevaba en el buque que comandaba. La de guerra, Mallea guardó aquel trofeo hasta su muerte como recuerdo de aquel acto final de una guerra de la que no participó. La otra bandera, la de ceremonias, la habían quemado. El 17 de agosto, el U977, también se rindió. La Segunda Guerra Mundial, en Berlín, había terminado el 8 de mayo. El dictador y genocida Adolfo Hitler, en el interior del Bunkerführer, cometió suicidio junto a Eva Anna Paula Braun Hitler, su flamante esposa, el 30 de abril. También mataron a Blondi, mascota ovejera alemana de la pareja, en la que probaron la efectividad de una pastilla de cianuro que la obligaron a ingerir. Sus cadáveres fueron incinerados antes de que llegaran los rusos al lugar. Otros submarinos fueron avistados, desde entonces, en varios lugares de la costa de este país. Alguno, incluso, a la altura de San Clemente del Tuyú, unos 214 Km al Norte de la base marplatense, donde fue avistado por el policía Pedro Longhi, destacado en las cercanías de aquella localidad, que reportó formalmente el avistamiento. La paz, finalmente, había llegado. Millones festejaron. Aunque no todos, ni todas, con las mismas motivaciones. Aquí, los rich and famous de entonces, desde apenas iniciado el 1939, justamente por los submarinos de la Kriegsmarine, de la marina del III Reich, como los que se rindieron en Mar del Plata, que en solitario o “en manada”, atacaban inmisericordes para hundir tanto a barcos civiles como militares que navegaban por el Atlántico, dejaron de viajar a Europa, como lo hacían desde fines del siglo 19. ¡Hasta las vacas llevaban a bordo para alimentarse en aquellos periplos! Aunque usted no lo crea. Y, hay más en el anecdotario.
LA “BIARRITZ” DE SUDAMÉRICA
Cuando aquellas embarcaciones cruzaban la línea del Ecuador, en los viajes de ida, algunas de aquellas y aquellos ricachones arrojaban por la borda la vajilla propia que llevaban con ellos porque, de Europa, regresaban con todo nuevo. El pánico por las letales amenazas submarinas hizo que, en la Argentina, aquellos grupos sociales adoptaran las costas marplatenses para sus temporadas de descanso como muchos y muchas de la misma condición que, en Europa optaron por Biarritz o, en los Estados Unidos, donde la opción fue Atlantic City. La guerra, para algunos y algunas, fue una fuerte de preocupación sólo por los placeres de los que debían prohibirse. De allí que algunos secretos patricios ganaron popularidad. Ciertos o no, algunos datos son, desde cuando promediaba la tercera década del siglo pasado, parte del chismorreo público aunque, vale decirlo, antes fueron parte de la agenda de tertulianos y tertulianas en salones con pretensiones aristocráticas.
DE EUROPA A MAR DEL PLATA
Victoria y Silvina Ocampo, Adolfo Bioy Casares y Jorge Luis Borges, por ejemplo, son cuatro nombres que ganaron popularidad en los largos inviernos marplatenses como consecuencia de las extendidas permanencias de ese cuarteto en las villas que poseían en la principal ciudad turística de la Argentina durante los veranos. También se hicieron conocidos algunas y algunos de sus allegados y familiares que revelaron -entonces y hasta nuestros días- fragmentos de sus vidas. Dolores Bengolea, poco tiempo atrás, en el transcurso de un programa televisivo, no dudó en comentar que los días en Villa Victoria Ocampo, las “malas palabras” eran parte frecuente de los diálogos. El “déjate de joder” o “me cago en la buena educación”, según Dolores eran expresiones frecuentes de su tía, enorme gestora cultural y creadora de la Revista y Editorial Sur, circa de 1931. Con aquellas dos creaciones sacudió la cultura en este país. Victoria, era parte del poder. Se asegura que, en alguna tarde de té con visitas en su residencia marplatense, cuando recordaba los tiempos de su infancia y adolescencia, sostenía -tal vez con ironía- que “el país (la Argentina) se manejaba un poco en familia”. Cuando suspendió los viajes a Europa por la guerra, interrumpió una larga serie de traslados que comenzó cuando tenía seis años. No fue sola en la primera del buque. Eran media docena de hermanas Las Ocampo y, como el viaje era de muchas semanas, justamente, viajaban con las vacas holando-argentinas para que no les faltara el calcio de los lácteos.
HISTORIAS Y TRAGEDIAS DE FAMILIA
Sus nombres y sus apellidos estaban vinculados con la historia nacional. De las buenas historias y de las no tan buenas, sin dejar de lado las profundamente trágicas. El asesinato de Felicitas Antonia Guadalupe Guerrero y Cueto, en la estancia La Postrera -vaya nombre- fue muerta de un tiro por el tío abuelo de Las Ocampo, Enrique Ocampo Regeira. Los chimentos, dan cuenta que la madre de la muerta, Felicitas Cueto y Montes de Oca, cuando la niña tenía 15 años, le informó que debía casarse con Martín Gregorio de Álzaga y Pérez Llorente (60). La joven resistió con vehemencia sin ningún éxito. (ver La Nación https://www.lanacion.com.py/gran-diario-domingo/2019/10/20/cronica-de-una-tragedia-que-aun-desconsuela-a-su-fantasma/) aunque el destino quiso que enviudara en pocos años. Joven, linda, viuda y millonaria, el tío abuelo de Victoria puso sus ojos y sus intenciones sobre ella pero no pudo digerir que aquella mujer -por primera vez en su vida- se enamorara de otro, Samuel Sáenz Valiente. Felicitas murió el 30 de enero de 1872. Enrique Ocampo, que un día antes la mató en la residencia que la familia tenía en el barrio de Barracas, en la capital argentina, falleció junto a ella. “Felicitas salió de su cuarto (...) y se dirigió a la salita donde estaba Enrique. Recomendó que no los molestaran. A pesar de eso, la señora de Cueto (...) se quedó cerca de la puerta cerrada. Oyó una discusión acalorada y después de un rato un tiro, y otro tiro. Acudieron los hombres. Se encontraron con Felicitas tendida en el suelo, ensangrentada, y a Enrique con un revólver en la mano y cara de loco”, escribió la sobrina nieta del asesino en el primero de los tomos de su autobiografía, “El Archipiélago”, en 1979. Victoria Ocampo era un alma inquieta y “sabia en amores”, me dijo alguna vez, mientras compartíamos un café, Helvio “Poroto” Botana. En 1912, casó con quien fuera su único esposo, Luis Bernardo de Estrada. Lo llamaban “Mónaco”. La luna de miel en Europa se extendió por un año. Pero, en el viaje, la flamante esposa conoció y se enamoró profundamente del primo de su esposo, Julián Martínez Estrada, por entonces empleado en la embajada argentina en Francia. De Mónaco se separó en 1920. El matrimonio no daba para más. Vivían cada uno en un piso de un petit hotel porteño. Solo se reunían los domingos, “para almorzar en familia”, aseguran los pocos, muy pocos amigos y amigas contemporáneas. “Te cuento más -agregó una de ellas que me exigió bajo juramento que no revelaría su nombre- para poder verse sin que nadie la viera con Julián fue la primera mujer con licencia para conducir en Buenos Aires porque quiso evitar que el chófer que conducía su Packard no supiera dónde iba”. De estas cosas se hablaba cuando ricas, ricos, famosos y famosas, no podían viajar a Europa. Victoria, incluso, en aquellos tiempos difíciles, construyó una casa que ya no está en las cercanías de la calle Alberti equina Carlos Pellegrini. Siempre aseguró que la construcción era de su propio diseño. “Era la casa más fea de Mar del Plata”, escuche que alguna vez sostuvo un viejo y muy respetable arquitecto devenido en historiador ya fallecido y de muy ilustre memoria. “¿Por qué dice así de aquella obra?”, pregunté. “No soy el primero en decirlo -comenzó a responder con irónica sonrisa y mirada en procura de algún tipo de complicidad- porque antes que yo, lo dijo Le Corbusier (Charles-Édouard Jeanneret-Gris, su nombre real)”. En verdad, Victoria -según el arquitecto Ramón Gutiérrez- a través de una amiga que reside en París, le encomienda a ese enorme arquitecto que le diseñe una casa en Buenos Aires. En 1929 Le Corbusier llegó a la capital argentina y, en algún momento, junto con su colega local Antonio Ubaldo Vilar, viajó en tren a Mar del Plata, pero desde ese momento y por algunos días se pierde el rastro de ambos. ¿Compartieron un fin de semana con Victoria Ocampo? ¿Por qué tanto silencio o, si se quiere discreción? Una década después, el supuesto fin de semana marplatense de Victoria, Vilar y Le Corbusier, comenzó a ser tema de conversaciones, dimes y diretes. ¿Habrá visitado la casa de Alberti y Pellegrini? ¿Se habrá alojado en ella con ella? Victoria y Silvina Ocampo, su hermana menor, no se llevaban bien. Sus diferencias, al parecer, eran profundas. Enorme escritora -brillante- la más chica, se instaló en el mundo de la intelectualidad bajo el ala protectora de su hermana mayor que, fundadora de Sur -como se dijo- fue mecenas, entre otros, de Federico García Lorca, Thomas Edwar Lawrence (de Arabia) a quien le publicó dos libros y, Rabindranath Tagore. Sin embargo, los desencuentros entre ambas fue un camino de ida. Silvina, repentinamente y después de varios años de convivencia casó con Adolfo Bioy Casares, 11 años menor que ella, hijo de Marta Casares, que adoraba a su nuera. Las diferencias entre las hermanas Ocampo, también alcanzó a la señora Casares al punto que dejaron de hablarse con Victoria. El grupo de aquellos notables se completaba con Jorge Luis Borges. Desde diciembre, cuando comenzaba el verano hasta que finalizaba, permanecían todos aquí. Adolfo era una especie de galán global. Enorme seductor. El propio Borges, de su amigo íntimo, decía que para él, “enamorar a una mujer es como para mí tomar un vaso de agua”. Contundente definición. Las casas de Victoria -prefabricada en madera europea hoy museo- y la de Silvina -de ladrillos, cementos y tejas, hoy colegio secundario- se ubican y ocupan dos manzanas en diagonal. También por estos detalles daban que hablar. Un viejo casero de la mansión de Silvina y Adolfo, en una tarde de invierno -unos 25 años atrás- a dos periodistas, después de varios días de insistencia, nos contó de algunas aventuras de ambos. ¿Amorosas? No sé. ¿Por qué tengo que categorizarlas? El caso es que aquel viejo servidor de la familia aseguró, con la vista clavada en el piso que mientras que “Doña Silvina y Doña Marta Casares eran muy unidas, inseparables, Don Adolfo, un solitario enamoradizo, después de un viaje por Europa, volvió con una joven amante, casi niña de nombre alemán. Nunca se separaban. Las tres mujeres y él vivían aquí”. No admitió preguntas. Algunos concurrentes del Ocean Club, un aristocrático punto de encuentro marplatense en Playa Grande, que conocían todos y cada uno de los pormenores de los encuentros y desencuentros de los Ocampo, los Bioy y los Casares a los que consultamos, confirmaron lo que dijo el jardinero y avanzaron bastante más, aunque no mucho: “Aquella jovencita de nombre alemán, amante de Bioy, que era como de la familia, en estado de depresión total, intentó suicidarse y, con pocos años, murió de cirrosis. Silvina, Marta Casares y Bioy sufrieron mucho aquella muerte. Era como que se sentían responsables por no haberla cuidado más. Por abandonarla”. Se negaron rotundamente a agregar ningún otro detalle. Tiempo después, un fotógrafo que los conoció mucho todos, en una charla personal que con él mantuve Nueva York, recordó que aquella se llamaba María Teresa von der Lahr. Otros testimonios aseguran que “su nombre era Henka” y fueron más allá. Coincidieron en sostener que “no era como de la familia. Era familia”. ¿Afirmación simbólica? Recordé la mirada clavada en el piso de quien fuera el jardinero marplatense de Villa Silvina. Tan incierto todo como incomprobable. Quien recordó a Teresa, precisó que “Silvina vio por primera vez a la beba que luego aceptó inscribir como su hija en un hotel en París”. ¿Cómo saberlo? Desde el siglo 19 a estas familias patricias fueron pasajeras de sucesivas tragedias. Nos detuvimos para mirar el mar. Procurábamos respuestas. Los ‘90, en el siglo pasado, también fueron trágicos para esta familia ampliada tan particular. En 1993, después de largos años de padecer Alzheimer, murió Silvina. En 1994, en un increíble accidente de tránsito, falleció Marta Bioy Casares Ocampo (40) y, en 1999, expiró Adolfo. Fabián Bioy Demaría (42), hijo varón de Adolfo con otra amante, falleció en 2006. De aquel amor, además de innumerables historias, solo quedan juicios de quienes reclaman heredarlos, una magnífica -brillante- producción literaria y numerosos historias inciertas.