Con el fin de arrojar más luces respecto a los fenómenos sísmicos que afectan a la tierra, sobre todo tras el devastador terremoto que sacudió a Turquía y Siria, que ya se ha cobrado la vida de más de 20.000 personas, Nación Media conversó con el geólogo Alcides Maximiliano Caballero, operador de la Estación de Sismología de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales (Facen) de la Universidad Nacional de Asunción (UNA), quien brindó algunas precisiones sobre estos eventos geológicos.

Lo que más ha llamado la atención, en pri­mer lugar, fue la mag­nitud de los daños y la can­tidad de víctimas que ha dejado el sismo en Turquía y Siria, que se convirtió en la mayor catástrofe que ha afec­tado a esa región en casi un siglo. Respecto a por qué este terremoto ha causado tan­tos estragos, el especialista explicó que “el terremoto de Turquía fue devastador por­que fue a poca profundidad, es decir, llegó con bastante energía a la superficie”.

Con relación a este punto, los especialistas refieren que el temblor se ha produ­cido a “tan solo” 18 kilóme­tros de profundidad de la cor­teza terrestre. Por ello, “las vibraciones que salieron del terremoto no perdieron la suficiente energía antes de llegar a la superficie y eso pro­vocó una agitación extrema en la zona que muchos edifi­cios, especialmente los tra­dicionales de Medio Oriente, no estaban preparados para soportar”, dijo a la BBC Mundo Stephen Hicks, inves­tigador del Departamento de Ciencias de la Tierra del Imperial College London.

El geólogo Alcides Maximiliano Caballero.

Además de ello, a esto cabe agregar que se han sumado factores sociodemográficos como el hecho de que el país euroasiático es el que alberga mayor cantidad de refugia­dos en el mundo, más de tres millones, a raíz sobre todo del largo conflicto que azota a su vecina Siria, que también fue alcanzada por el terre­moto y que se debate en una cruenta guerra civil desde el 2011 tras el estallido de la llamada Primavera Árabe.

Observadores internaciona­les también han apuntado al hecho de que la cantidad tan elevada de víctimas se debe a un factor tan fortuito como que el sismo se pro­dujo en horas de la madru­gada, cuando la mayor parte de las personas se encon­traban durmiendo en sus hogares, por lo que no fue posible realizar una rápida evacuación ante las pri­meras señales de alarma.

Con relación a por qué se producen este tipo de movi­mientos en la tierra, Caba­llero indicó que “las placas tectónicas o zonas de fallas activas acumulan energía debido al rozamiento y movi­miento de ellas; los sismos son respuestas a liberaciones de energía o tensiones en for­mas de ondas mecánicas que se propagan en el suelo”.

Cinturón de fuego del Pacífico, la zona de mayor actividad sísmica.

“La tierra se encuentra en constante movimiento, las erupciones volcánicas y los terremotos son fenómenos que siempre ocurrieron y seguirán ocurriendo”, añadió.

MAGNITUD E INTENSIDAD

Sobre la manera en que estos movimientos son evaluados y medidos por la ciencia, el especialista paraguayo refi­rió que existen parámetros fundamentales de los terre­motos. Uno de ellos es la mag­nitud, para la cual hay una escala en particular, siendo la más popular la escala de Richter, “una fórmula loga­rítmica que hace referencia a la energía liberada en el momento de un terremoto”. Haciendo uso de esta escala, el terremoto que afectó a Turquía fue de magnitud 7,8.

En tanto, la otra unidad de medida utilizada es la escala de intensidad de Merca­lli, “que se encarga de calificar un terremoto en fun­ción de sus efectos sobre el entorno”. Esta escala se mide en números romanos de I a XII. Para tener una idea con­creta al respecto, en el caso del terremoto que afectó a las ciudades turcas de Osma­niye, Kahramanmaras, Adi­yaman o Malatya, la intensi­dad ha sido estimada en IX, lo cual significa que ha sido “muy destructivo” causando daños severos en las edifica­ciones del área afectada y derrumbe de muchas de ellas.

A renglón seguido, al ser consultado sobre las zonas más proclives a sufrir este tipo de desastres, el experto detalló que “en el mundo las zonas más activas son las que están en el denominado cin­turón del fuego del Pacífico, es decir, las regiones que limi­tan con el océano Pacífico. Esto se debe a que placas rígi­das (placas tectónicas) ubica­das en el subsuelo se encuen­tran rozándose con otras o entrando una debajo de otra”.

“Las placas tectónicas o zonas de fallas activas acu­mulan energía debido al rozamiento y movimiento de ellas. Los sismos son respues­tas a liberaciones de energía o tensiones en formas de ondas mecánicas que se propagan en el suelo”, respondió ante la consulta de por qué se registran este tipo de fenó­menos de manera periódica.

En lo tocante a la relación entre los movimientos telúri­cos y otros fenómenos extre­mos como las erupciones vol­cánicas, Caballero respondió que efectivamente existe una correlación entre ambos y es un caso particular, pues “un ejemplo de ello es cuando ocurren grandes erupcio­nes y dicha fuerza es tanta que hace temblar la tierra o bien provoca la liberación de energía que una zona cercana ya lo estaba acumulando”.

IMPREDECIBLES

En medio del extraordina­rio desarrollo científico que ha alcanzado la humanidad con el desarrollo de sofisti­cados dispositivos que pue­den predecir una múltiple variedad de ciclos naturales e incluso suplir la inteligen­cia humana, resulta paradó­jica la extrema vulnerabilidad de nuestra especie en ciertos flancos, específicamente en lo que respecta a la ocurren­cia de actividades sísmicas.

Consultado sobre la capaci­dad para anticiparse a este tipo de amenazas, Caballero señaló que “hasta el momento la ciencia no permite prede­cir un evento sísmico. Si bien se pueden saber las zonas donde hay probabilidad que ocurran, no el momento en que estos ocurrirán”.

Por otra parte, el último tem­blor que se abatió sobre el sureste de Turquía y noroeste de Siria, así como otros fenó­menos climáticos extremos que han aumentado en mag­nitud y frecuencia han dis­parado las alarmas respecto al posible efecto del calenta­miento global y las activida­des antropogénicas en el com­portamiento del clima. En consideración a este punto, Caballero mencionó que “existen actividades que el ser humano realiza que provocan el movimiento del terreno, aunque la actividad humana no podría tener participación para esta clase de desastre”.

Inquirido sobre a qué tipo de prácticas se refiere, aseveró que “existe una técnica lla­mada fracking, que inyecta agua a alta presión en el sub­suelo. Un método utilizado en muchos países para la extracción de gas y petró­leo, aunque las magnitudes de esas prácticas son bajas”.

BAJA SISMICIDAD

En cuanto al potencial riesgo de que en nuestro país poda­mos sufrir este tipo de cata­clismos, Caballero puso paños fríos ante estas seña­les de alarma aclarando que el Paraguay se caracteriza por poseer una sismicidad de baja magnitud y poca fre­cuencia. “La baja magnitud y poca frecuencia se debe a que el Paraguay se encuen­tra lejos de los bordes de pla­cas. Es decir, distantes de los bordes activos”, explicó.

Con relación al aumento de las notificaciones de activida­des sísmicas en nuestro país, sostuvo que esto se debe más al aumento de la información y acceso a instrumentos de medición más que al incre­mento de la sismicidad en sí. “No existe aumento de sis­micidad, lo que existe es un aumento en la difusión de la información. Las personas ahora ante un evento sís­mico abren un hilo en Twi­tter y todo el mundo ve. La información está al instante para todos nosotros”, aclaró.

Sobre la ubicación geográ­fica en que mayormente tie­nen lugar estos movimien­tos, explicó que las zonas más comunes son Ñeembucú, Para­guarí y zonas del Bajo Chaco.

BRIGADA CANINA

Al igual que varios países del mundo, el gobierno de México se ha sumado a la ola de solidaridad con el envío de un grupo de rescatistas para colaborar en los trabajos de asistencia huma­nitaria en Turquía tras el devastador terremoto que afectó a la nación euroasiática. El equipo está conformado por miembros de la Marina, el Ejército, Protección Civil y Cruz Roja Mexicana. Pero los que más notoriedad pública han adquirido en este grupo son los 16 perros de rescate que integran la brigada y que ya prestan ayuda en la búsqueda de sobrevivientes.

“Misión rescate ya en Turquía, aterrizaron a las 5:47 am (hora de CDMX) en la Ciudad de Adana, el punto más cercano a la zona afectada por el sismo. Los 16 binomios caninos serán críticos para las operaciones de rescate. Les mantengo informados”, tuiteó el pasado martes Marcelo Ebrard, secretario de Relacio­nes Exteriores mexicano.

Con una amplia experiencia en este tipo de desastres por la intensa actividad sísmica en su territorio, en México son cono­cidos los perros entrenados para alertar con sus ladridos cuando encuentran sobrevivientes y cuerpos entre los escombros.

La brigada canina lleva el nombre de Grupo de Rescate Frida, bautizado así en honor a la perra homónima que ganó fama durante las labores de rescate tras el terremoto que afectó al país azteca en el 2017 y que murió a fines del 2022 a la edad de 13 años, cuando ya había sido beneficiada con la “jubilación”.

EL “TOP TEN” SÍSMICO

A continuación la lista de los diez terremotos más fuertes de la historia:

1-Valdivia, Chile - magnitud 9.5° - 22/05/1960

2-Sumatra, Indonesia - magnitud 9,3° - 26/12/2004

3-Estrecho de Prince William, Alaska - magnitud 9,2° - 28/03/1964

4-Sendai, Japón - magnitud 9,0° - 11/03/2011

5-Kamchatka, Rusia - magnitud 9,0° - 04/11/1952

6-Ecuador y Colombia - magnitud 8,8° - 31/01/1906

7-Concepción, Chile - magnitud 8,8° - 27/02/2010

8-Islas Rat, Alaska - magnitud 8,7° - 04/02/1965

9-Sumatra, Indonesia - magnitud 8,6° - 28/03/2005

10-Sumatra, Indonesia - magnitud 8,6° - 11/04/2012

Fuente: ISAAC

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