- Paulo César López
- Fotos: Gentileza
En la etapa final de la Guerra contra la Triple Alianza se produjo un enfrentamiento que, a pesar de su poca trascendencia en términos de movimiento de tropas o de bajas en un conflicto cuyo desenlace ya estaba definido, representó un hecho pionero al constituirse en la primera vez que una máquina terrestre fue utilizada como vehículo de combate o asalto.
Tras la corta y sangrienta Campaña del Pikysyry, que tuvo lugar en el mes de diciembre de 1868 en el sur del departamento Central, específicamente en las ciudades de Ypané y Villeta, el Ejército paraguayo siguió su repliegue en dirección a la capital desarrollándose la quinta y última etapa del conflicto, conocida como Campaña de las Cordilleras.
Durante esta tuvo lugar un episodio singular que supuso una innovación en materia de técnica militar a nivel continental y que al mismo tiempo reviste carácter anecdótico por hechos ajenos al desarrollo propiamente de la contienda.
En esta entrevista con Nación Media, el historiador Carlos von Horoch Benítez brinda algunos pormenores del combate de Yuquyry o combate del tren, que tuvo lugar el 10 de marzo de 1869 en la frontera entre los municipios de Luque y Areguá, en la cabecera este del puente del arroyo Yuquyry, que da nombre al sitio y al enfrentamiento.
–¿Qué tiene de singular el combate de Yuquyry?
–Fue la primera vez que se utilizaría un tren como vehículo de asalto en Sudamérica y en una guerra internacional. Tras la derrota del Ejército paraguayo en la Campaña del Pikysyry y la evacuación de Asunción, la población y defensa se habían trasladado a la zona donde posteriormente se desarrollará la Campaña de las Cordilleras. A Pirayú fueron llevadas todas las locomotoras, excepto una que estaba averiada. Posteriormente, habían destruido el puente sobre el arroyo Yuquyry. Fue una innovación, ya que antes nunca se había dado en Latinoamérica la presencia de una máquina terrestre utilizada como vehículo de combate o asalto. Décadas después sí se usaron locomotoras artilladas en la Guerra Civil de 1911 al 13 y posteriormente tanques en la Guerra del Chaco.
–¿Qué se sabe de lo que ocurrió en aquella jornada?
–El tren partió de la estación de Pirayú, recaló en Patiño Cue, donde madame Lynch y una comitiva selecta bajaron a disfrutar de un picnic en la casona de la dama irlandesa. Posteriormente, el tren consistente en 6 vagones, con uno de ellos al frente artillado con una pieza ligera de artillería, partió en dirección a Luque. Poco antes de llegar al Yuquyry, donde había una compañía de zapadores brasileños en labores de reparación del puente ferroviario, una compañía de rifleros descendió del tren para actuar como guerrilla a ambos lados de la vía. Algunas fuentes mencionan la presencia de una tropa de caballería paraguaya marchando a los costados del tren. La locomotora avanzó hasta ponerse en situación de hacer fuego contra los zapadores brasileños. Las fuerzas paraguayas habrían estado ubicadas en el sitio donde actualmente está la estación de ferrocarril de Yuquyry, que hoy es un barrio del municipio de Areguá. Mientras que las brasileñas estaban en torno al cauce del Yuquyry.
–¿Qué habría motivado esta maniobra?
–Era un periodo de la guerra en el cual el Ejército paraguayo ya estaba muy disminuido y prácticamente pasó a ser una milicia o una guerrilla, por lo que la improvisación y la audacia era el pan de cada día.
–¿Qué antecedentes hay sobre este tipo de operaciones?
–En la Guerra Civil Americana, que antecedió por poco a la Guerra contra la Triple Alianza, se utilizaron vagones artillados en ambos bandos, que tuvieron un valor táctico importante porque permitieron atacar posiciones fortificadas a lo largo de las vías ferroviarias que cuando eso ya contaba el país del norte. En la Guerra contra la Triple Alianza, la acción de Yuquyry, por falta de condiciones, no pudo significar una acción decisiva, pues las fuerzas paraguayas no estaban preparadas para una ofensiva mayor. Es probable que la intención del mariscal López haya sido conseguir una victoria con ingredientes de audacia para elevar la moral de una tropa que no terminaba de recuperarse de la desastrosa Campaña de Pikysyry y la consiguiente caída de la capital en manos enemigas.
–¿Qué es lo principal que se puede destacar de este suceso?
–El ingrediente principal de la acción es la audacia y lo bizarro del acontecimiento. Además del uso creativo de la tecnología como medio de guerra, está la presencia de una comitiva civil que acompañó a Madame Lynch a Patiño Cue. Por ello, yo lo llamo “tren de asalto y recreo”. Madame Lynch, al percatarse de que un tren saldría en dirección a Yuquyry, pidió a López que un vagón sea destinado a selectos pasajeros que irían con ella a su casa de Patiño Cue a pasar el día. López accedió y la locomotora de función mixta partió. Al llegar a Patiño Cue, Lynch y su comitiva bajaron, entre ellos estaban el general Bernardino Caballero y el embajador norteamericano Martin MacMahon, entre otros. El tren prosiguió en su función de ataque y antes de llegar al puente designado descargó a los fusileros que se posicionen en guerrilla. Con un cañonazo a la posición brasileña se inició el combate, parte de la fuerza enemiga se desbandó llevando la alarma a Luque y luego en cadena hasta Asunción, donde se iniciaron los trabajos de cavar trincheras, otra parte de la fuerza brasileña montada cruzó y fue enfrentada por la guerrilla paraguaya. Tras seis disparos, el tren se retiró, pasando por Patiño embarcó a Lynch y compañía. El resultado fue de unos 40 brasileños muertos y pocas bajas paraguayas, fue un combate singular.
–¿Cuál fue la consecuencia que generó este episodio?
–Otro aspecto importante fue que el ataque causó una alarma general en toda la línea, desde el Yuquyry hasta Asunción, pasando por Lambaré (Maramburé), Luque y Trinidad. En cada uno de esos sitios se comenzaron a cavar trincheras, puesto que creyeron que los paraguayos intentarían retomar Asunción.
–¿Se saben los nombres de los jefes militares que tomaron parte de aquel lance?
–Únicamente se menciona como comandante a Aveiro, lo hace el periódico Estrella, una semana después del episodio. Estrella se publicaba en Piribebuy, fue el último periódico de los tiempos de los López. Aveiro podría ser el coronel Silvestre Aveiro, pero él dejó sus memorias y no menciona el hecho.
–¿Cómo valora usted este hecho?
–A López le gustaba organizar ataques sorpresa, con mucha audacia e imaginación, pero sin un plan definido y útil. Más allá de la riqueza anecdótica que tuvieron esa serie de hazañas, terminaron siendo contraproducentes, pues mantenían en un estado de alerta a las fuerzas de la Triple Alianza y de esa forma otras empresas ofensivas paraguayas de mayor envergadura e importancia táctico-estratégica perdían la posibilidad del factor sorpresa.
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¿Paraguay fue una potencia antes de la guerra contra la Triple Alianza?
Uno de los principales tópicos en el imaginario nacional respecto al Paraguay de la preguerra del 70 es que nuestro país era una potencia que despertó la envidia de los vecinos, que se conjuraron para destruir a una nación próspera y rica. Los historiadores Margarita Miró Ibars, Mary Monte de López Moreira y Jorge Coronel Prosman brindan sus puntos de vista sobre esta histórica controversia.
- Por Jimmi Peralta
- jorge.zarate@nacionmedia.com
- Fotos Gentileza / Archivo
“El único país independiente de toda América”
Paraguay era una potencia. Era realmente el único país independiente de toda América. Y su potencial era gigantesco. Uno de los celos que despertó Paraguay es que contrataba los técnicos para venir a hacer las instalaciones como la siderurgia, los arsenales, el ferrocarril, que eran todas empresas estatales, es decir, estaban a cargo del Gobierno.
Entonces, toda esa autonomía y ese poder que tenía era lo que, por supuesto, despertaba celos porque era un mal ejemplo para América, que se estaba independizando. Entonces, no podían hacer que se copiara ese modelo de gobierno. Poco se analiza desde el gobierno del Dr. José Gaspar Rodríguez de Francia, porque él dejó un país rico, disciplinado, con las mujeres que tenían autonomía económica, que las liberó de la esclavitud española. Ellas podían comercializar, disponer de sus productos y todo eso hacía que haya un circulante de dinero y la producción, que era algo en lo que él insistía.
Una de las obras que generó más envidia es la fabricación de hierro. La Rosada de Ybycuí se manejaba a carbón vegetal y sin importar hierro. El hierro y los otros materiales que se necesitaban eran traídos de San Miguel, Caapucú y de los alrededores, llevados en carreta y también por agua, a través del Tebicuary. Fue también una obra financiada totalmente por el Gobierno paraguayo y también se fabricaba el acero, que era en ese entonces lo fundamental para las piezas más delicadas que necesitaban cierta ductilidad y ese acero se hacía con carbón vegetal.
¿Cuál era la ventaja de ese acero a carbón vegetal? Que era de mejor calidad que el resto de las industrias que lo hacían con carbón mineral, ya que esto hacía que el material fuera contaminado. Además, también había astilleros donde se fabricaban barcos de la Armada Nacional.
“Paraguay estaba dispuesto a convertirse en una potencia”
Paraguay estaba dispuesto a convertirse en una potencia, estaba en vías de desarrollo como los demás países. Lo que a Paraguay le diferenció de sus países limítrofes es que durante el gobierno de Carlos Antonio López se habían contratado más de 200 técnicos especialistas en diversas actividades. Fueron traídos además maestros, arquitectos e ingenieros ingleses que instalaron el ferrocarril, que mucha gente dice que fue el primer ferrocarril del Río de la Plata y no es cierto.
Argentina ya tenía el ferrocarril en el año 1857. Se inauguró una línea desde el Teatro Colón hasta el barrio La Floresta en Buenos Aires. Si bien Brasil no tenía ferrocarriles, tenía una red de tranvías que comenzaron hacia 1859, Chile tuvo ya 1851 y fue una de los primeros países en Sudamérica.
El Paraguay inauguró su ferrocarril el 21 de octubre de 1861, una línea corta que iba del puerto hasta cerca de Trinidad y posteriormente recién hacia 1912 el ferrocarril llegó hasta Encarnación. Pero era un país que estaba siendo desarrollado. Lo importante es que el Paraguay en 1850 tuvo la primera fundición de hierro del Río de la Plata, tenía astillero y también tenía telégrafos. Si bien Uruguay inauguró una línea telegráfica en 1855, se utilizó recién hacia 1860.
CONTRATACIÓN DE TÉCNICOS
De todas maneras, Paraguay sobresalió por la contratación de técnicos que no tuvieron los demás países. Lastimosamente vino la guerra y el proceso de esta primera modernidad en el Paraguay fue interrumpido.
Los viajeros que venían al comienzo del gobierno de Carlos Antonio López decían que Asunción era como una aldea, ya que las casas eran todas de techos de paja, de un solo piso, con algunas excepciones.
Sin embargo, cuando vienen los técnicos a partir de 1853-54, la fisonomía de Asunción y de muchas ciudades del interior cambió. De hecho, estaba en vías de desarrollo con los demás países gracias a estos técnicos. Con ellos se tuvo un desarrollo tecnológico importantísimo, una inversión que el gobierno estaba haciendo con todos estos adelantos técnicos.
Lastimosamente luego vino la guerra. Además del cercenamiento de nuestro territorio, porque la Argentina y Brasil llevaron más de 144.000 kilómetros cuadrados, también se ocasionó un déficit extraordinario en la demografía. Quedaron cerca de 200.000 habitantes, en su mayoría mujeres y niños, y unos 30.000 hombres útiles de 14 a 60 años. Se los llama hombres útiles porque podían trabajar.
Se calcula que antes de la guerra Paraguay tenía casi 500.000 habitantes y más de la mitad de la población murió en esa hecatombe. Además, también fueron llevados niños a los países aliados en calidad de esclavos. Los soldados regalaban a los niños o los vendían.
Esta hecatombe retrasó al Paraguay por un siglo en todos los aspectos, no solamente en el aspecto material, sino también en el aspecto cultural, educativo y científico.
“Tenía todo para convertirse en un polo de desarrollo”
En líneas generales el Paraguay tenía una diferencia importante con los países de la Alianza, ya era un Estado-nación. En cambio, Brasil era un Estado esclavist a, Argentina estaba en una pelea casi inacabable entre federales y unitarios, y eso afectaba a todas las provincias, provocando profundas divisiones. Y Uruguay, sobre todo luego de la derrota de José Gervasio Artigas, tampoco encontraba un camino como nación, atrapado en la tensión entre los intereses argentinos y brasileños, y su población o sus líderes formaban parte de una u otra tendencia, lo que en definitiva impedía su consolidación como nación.
Paraguay, sin embargo, en la década de 1860 ya tenía características propias. Eso le permitió ser el país, en la región, que tenía un Ejército nacional, cosa que no ocurría con Brasil, que tenía una guardia nacional, integrada por pequeñas milicias locales. Paraguay sí ya tenía su ejército, que al comienzo de la guerra se calcula que tenía reclutados más o menos 65.000 hombres.
Militarmente tenía un ejército bastante numeroso, pero no logró avanzar en cuanto a la tecnología, no llegó a modernizarse antes de desatarse el conflicto. Los fusiles, los cañones, los barcos no eran los nuevos armamentos que se estaban ya usando en Europa y que el Ejército aliado sí usó masivamente. Cañones rayados y fusiles a repetición, belgas y franceses como el fusil Minié, no a chispa como eran los de Paraguay, y barcos militares acorazados, etc.
Económicamente, los países del Plata también tenían diferencias. La administración del Dr. Francia había dejado un país económicamente consolidado, con reservas para el Estado, lo que le permitió ser uno de los pocos países que no tenían deuda externa, cosa que no pasaba con Brasil, Argentina o Uruguay, que tenían fuertes deudas con la banca británica, principalmente.
Pero tampoco se puede concluir que era un país rico y poderoso. Era un país con una economía rural-campesina, relativamente pobre, pero con tierras propias. Si bien legalmente las alquilaba el Estado, era de hecho una finca familiar propia, con una calidad de vida donde la igualdad era bastante llamativa. Las crónicas de la época informan que no era fácil ni barato contratar mano de obra en Paraguay, pues la población prefería trabajar su tierra.
ADQUISICIÓN DE TECNOLOGÍA
En la década de 1850, Paraguay empieza a comprar tecnologías, ferrocarril, telégrafos, arsenal, siderúrgica y gran parte de eso se pagaba al contado. Es decir, Paraguay poseía esa capacidad de pagar al contado las compras de barcos, trenes y pagar sus técnicos. Esto sin necesidad de recurrir a los bancos, a los que estaban recurriendo los países de la Alianza.
Sin embargo, no se puede hablar aún de una potencia industrial. El astillero era más bien para barcos mercantiles y casi artesanales, la siderúrgica de Ybycuí producía, principalmente, pequeña cantidad de utensilios, balas, herramientas, etc. Es difícil caracterizar eso como industria siderúrgica. El ferrocarril, si bien novedoso para la región, tenía pocos kilómetros de vía y un solo ramal, Asunción-Paraguarí.
También en la educación se habla mucho sobre las varias menciones de extranjeros, describiendo un Paraguay sin analfabetos.
Esto no es del todo cierto porque, por ejemplo, las mujeres en general no recibían ninguna educación. Pero en líneas generales los hombres recibían una educación y eso quedó también patente en la guerra.
El Ejército paraguayo fue bastante burocrático en el sentido de que todas las órdenes eran escritas, permitiendo que queden bastantes documentos. Eso significaba que una gran parte de los oficiales escribían y leían.
También la proliferación de los periódicos de trinchera jocosos, como Cabichuí, Lambaré y otros, que estaban destinados para levantar la moral de los soldados. Es decir, la gente leía, los soldados paraguayos leían, a diferencia de las tropas de la Alianza (que estaban conformadas sobre todo por esclavos y gauchos reclutados forzosamente, ndr).
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Isla Umbú: restaurarán templo que invita a viajar en el tiempo
- Jorge Zárate
- jorge.zarate@nacionmedia.com
- Fotos: Gentileza
A 12 kilómetros de Pilar, es punto obligado de visita para el que quiera conocer Ñeembucú y los sitios históricos de la guerra contra la Triple Alianza. El templo de la localidad, centro de memoria y religiosidad, será puesto en valor en el marco del programa Tekorenda, dando inicio así a una recuperación de un valioso patrimonio nacional. Aquí la historia.
“Venir a nuestro pueblo es como entrar en el túnel del tiempo”, dice Mabel Franco, de la Universidad Nacional de Pilar, describiendo la sensación que siente al ingresar al “cuadrilátero”, el antiguo dibujo de las manzanas centrales de Isla Umbú.
Un paisaje que refleja el estilo de construcción de la década de 1860 se percibe en las casonas de tipo colonial que enmarcan la plaza grande en la que está el cuartel desde que el mariscal Francisco Solano López dirigió en un momento la defensa del sur durante la Guerra Guasu.
En el centro mismo de ese espacio, como un elemento de identidad, está el templo San Atanasio, de gran valor simbólico, histórico y cultural. Este último fue elegido por el Programa Tekorenda de restauración de sitios históricos impulsado por la Secretaría Nacional de Cultura (SNC) para una intervención destacada.
El intendente Jorge Marecos se muestra agradecido: “Es la primera vez después de mucho tiempo que tendremos una intervención del Estado en esta refacción”, dice con alegría.
Sin embargo, los restantes edificios requieren intervenciones para preservar uno de los pocos cascos urbanos que ayudan a reconstruir época que quedan en pie en el país. “Este entorno le da ese toque cultural antiguo al pueblo, pero lastimosamente algunas casas están desocupadas, con techos derrumbados. Son casas particulares y es difícil intervenir, pero presentamos a la SNC un proyecto para conservar por lo menos las fachadas”, destaca el jefe comunal.
UNA INTERVENCIÓN NECESARIA
El intendente Marecos indica que “el templo está con dificultades. Los técnicos de la SNC el año pasado hicieron una visita y detectaron que necesitaba esta restauración que se va a encarar desde octubre si todo va bien”, apuntó.
“El edificio está sólido, bien parado, pero tiene sus años. Así que esta tarea que durará más o menos un año o un poquito más será más que importante para nosotros”. Entre tanto, habrá que encontrar un buen sitio para oficiar las misas, ya que allí se congrega la feligresía católica los domingos. “Es un tema sensible”, señala.
La activista cultural Mabel Franco recuerda que “es muy importante este acto porque la última restauración fue en 1979 y estuvo a cargo del Ministerio de Obras Públicas y Comunicaciones (MOPC), donde se pudieron intervenir algunos horcones, ya que sus cimientos estaban muy comprometidos.
Pero desde esa vez a esta parte es la comunidad la que mantiene el edificio y ya se necesitan nuevas intervenciones en los cimientos, teniendo en cuenta el tiempo y que el edificio es original de la época, es un patrimonio demasiado importante porque es único en su tipo”.
Explica entonces que en Laureles tuvieron que hacer una réplica de la iglesia antigua, en tanto que en Guasu Kua se hicieron intervenciones que reemplazaron componentes originales de su templo. En cambio, San Atanasio, en Isla Umbú, mantiene su estructura original.
TURISMO
A apenas 10 minutos de Pilar, capital del Ñeembucú, se asienta esta población de 3.700 habitantes, centro de la producción lechera regional. Franco apunta: “Nuestra comunidad lleva hasta 2.000 litros por día de leche para las familias pilarenses”.
Enmarcada por el imponente paisaje de los humedales, su verde intenso, su laguna Capilla destaca por la belleza que aporta la visita de una variedad notable y colorida de aves silvestres.
El jefe comunal de Isla Umbú asegura que están preparados para recibir más turismo. “Formamos parte del circuito turístico, pero no tenemos mayores auxilios de la Secretaría Nacional de Turismo (Senatur), lo hacemos a nivel municipio”.
Contó que la gente no solo puede visitar el museo, el cuartel, el templo, sino que también acercarse a la laguna, “que ahora tiene un lindo muelle y caminero para tomar sol en estos días tan lindos”, propuso.
Recordó que una idea que tienen es avanzar en el recorrido turístico extendiéndolo hacia “las compañías como Boquerón y Tajy, donde hay escenarios de la guerra contra la Triple Alianza que ayudan a entender lo heroico de la defensa que se dirigió desde Isla Umbú”.
UN POCO DE HISTORIA
Mabel Franco, de la Facultad de Humanidades de la Universidad Nacional de Pilar (UNP), recuerda que “la reorganización de Isla Umbú fue dispuesta por Carlos Antonio López, que le dio orden al jefe del cabildo de Pilar para poder formar el pueblo. Eligieron el mejor lugar para asentar el pueblo y luego se hizo una expropiación. Para ello tenían que pagar el diezmo los más adinerados y a los más humildes los ayudó el gobierno”.
Así fue que “se diseñó ‘el cuadrilátero’ en el estilo de los jesuitas, iglesia en el medio y en el lado oeste el cuartel, el cabildo y luego las casas a los costados con una gran plazoleta en el medio”, explica.
“Cuando la Triple Alianza, el Cabildo se convirtió en cuartel y fue el centro de aprovisionamiento del Ejército paraguayo en batalla, que entraba en acción más hacia el sur”, cuenta.
Posteriormente, en el siglo XX el cuartel fue escuela, juzgado de paz, todo lo que necesitaba administrativamente funcionó allí y el cuadrilátero se mantuvo”, refiere. “La Municipalidad aprobó en 2003 una ordenanza declarando las casonas antiguas patrimonio distrital, cultural, dictando así un no innovar para que se mantengan las casas antiguas”, recordó.
Ese elemento político necesita ahora de inversiones para una recuperación que se espera se inicie con la restauración del templo. Como antecedente, vale señalar que en 2002 se restauraron los tres cuarteles históricos de la llamada “diagonal de sangre”: Isla Umbú, Humaitá y Paso de Patria.
UN PATRIMONIO A DESCUBRIR
La arquitecta Silvia Rey es la coordinadora del Eje de Intervención del Programa Tekorenda y cuenta que la iglesia San Atanasio de Isla Umbú “es un templo típico paraguayo, con estructura de madera independiente, muros de adobe de simple cerramiento y techos de teja y picanilla. Debido a sus características materiales, las condiciones climáticas y el paso del tiempo han afectado su estado”.
Describe a su vez que “los problemas de conservación se concentran principalmente en la cobertura debido a filtraciones de agua pluvial. Asimismo, presenta lesiones en los muros, como grietas, fisuras y desprendimiento de revoque.
La presencia de murciélagos es otro de los factores de degradación; además, se observan rastros de la acción de termitas (kupi’i), que aunque parecen estar inactivas actualmente habrían afectado la estructura del altar y algunas piezas de la estructura”.
–¿Qué pidió la comunidad en el marco de la audiencia pública?, ¿cuáles son los reclamos centrales?
–La comunidad expresó su preocupación respecto a la necesidad de salvaguardar la memoria histórica, muchas de cuyas tradiciones y conocimientos se conservan y transmiten de manera oral, debido a la pérdida de las fuentes documentales. Asimismo, manifestaron su interés en la protección del patrimonio cultural material, tanto mueble como inmueble, especialmente la iglesia y el museo. Concientes del valor de su entorno, otra de las preocupaciones principales es la preservación del ambiente urbano y natural de Isla Umbú. Para ello, se considera fundamental la implementación de un plan de ordenamiento urbano-territorial que promueva un desarrollo sostenible en la zona.
POTENCIAL
–¿Está pensado también un tratamiento para los otros edificios?
–En esta primera etapa, la intervención se centra específicamente en el templo. Sin embargo, la edificación que alberga el Museo Coronel Pedro Hermosa también se encuentra en el listado de edificios en necesidad de salvaguarda urgente de la SNC, lo que implica priorizar la obtención de fondos para su intervención en el marco del Programa Tekorenda.
No obstante, es importante señalar que el trabajo en territorio involucra varias otras acciones, las cuales son abordadas en un trabajo coordinado con la Dirección General de Patrimonio de la SNC en el marco de la política de protección del Patrimonio Cultural, como la documentación y el registro.
Dado el potencial que posee Isla Umbú, se espera que, con el proceso de puesta en valor, se genere un mayor interés hacia el sitio, lo que podría facilitar la inversión en la recuperación física y funcional de otras edificaciones.
–¿Qué rol tuvo el edificio durante la guerra contra la Triple Alianza?
–La Triple Alianza es el episodio más recurrente en la memoria colectiva de Isla Umbú. Según la tradición oral, la construcción de la iglesia fue motivada por la victoria que obtuvo el mariscal Francisco Solano López en la batalla de Estero Bellaco, cumpliendo una promesa hecha a San Atanasio, a quien se había encomendado. Sin embargo, el año de construcción referido, 1862, no coincide con este hecho histórico, que se dio cuatro años más tarde, en 1866.
–¿Cuáles son otros edificios históricos que requieren intervención?
–El edificio que hoy alberga al Museo Histórico Cnel. Pedro Hermosa, en homenaje a un combatiente de la guerra del 70, habría funcionado como cuartel de las tropas paraguayas durante las batallas desarrolladas en la zona de Ñeembucú. Se habría construido en la misma época que la iglesia, al igual que otras viviendas construidas alrededor de esta.
–¿Podría contarnos un poco la historia del distrito?
–A pesar de que los orígenes de Isla Umbú se remontan a 1779, cuando se inicia la ocupación efectiva de la zona del Ñeembucú, luego de la fundación de Pilar, la fecha de fundación que reconocen los pobladores es la del 8 de mayo de 1862, cuando, como parte de su política urbanística, don Carlos Antonio López ordena la reorganización del pueblo.
Sin embargo, según investigaciones realizadas por la historiadora Viviana Paglialunga, existen fuentes documentales en el Archivo Nacional de Asunción que dan cuenta de la existencia de cuatro escuelas y de trabajos en las obras del templo en el partido de Isla Umbú que datan de 1842.
–¿Cómo fue su evolución durante el siglo XX hasta la actualidad?
–A pesar del paso del tiempo, Isla Umbú ha mantenido sus características urbano-arquitectónicas, con la iglesia en el centro de la plaza y las viviendas con galería a su alrededor, disposición típica de los poblados del Paraguay desde la época colonial. La población va decreciendo debido a la migración campo-ciudad y, lamentablemente, hoy varias edificaciones se encuentran abandonadas y en riesgo de derrumbe.
–¿Isla Umbú está lo suficientemente referenciada como para movilizar el turismo histórico o ser parte de quienes llegan al Ñeembucú por sus humedales y paisajes?
–Isla Umbú está entre los secretos mejor guardados de nuestros pueblos pintorescos. Queda a tan solo 15 kilómetros –20 minutos en auto– de Pilar, recorrido que vale la pena, dadas sus características urbanas, ambientales y paisajísticas, así como su riqueza histórico-cultural y la calidez de su gente, que la convierte en un punto obligado para quien quiera conocer y disfrutar del Ñeembucú.
Entre sus tradiciones más arraigadas están la fiesta patronal en honor a San Atanasio, que se celebra el 2 de mayo de cada año y en la que no faltan las comidas típicas, los juegos tradicionales, la música y el baile.
Esta festividad culmina con el Festival Anual de la Leche, celebración en la que Isla Umbú hace gala de ser cuna lechera debido a que la producción de leche es la fuente principal de su economía.
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Los tesoros enterrados de la guerra contra la Triple Alianza
A más de 153 años de la finalización de la guerra contra la Triple Alianza, la persistencia en la búsqueda de tesoros continúa en Paraguay. Parte importante de la ciudadanía tiene el convencimiento pleno de la existencia de tales tesoros y no escatima recursos ni esfuerzos en la búsqueda de estos valores, muchas veces poniendo en riesgo su vida.
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Este artículo de Mito o Realidad busca dilucidar la existencia o no de tales tesoros desde la perspectiva del historiador Claudio Velázquez Llano, miembro de la Asociación Cultural Mandu’arã, quien realizó una investigación al respecto y la ponemos a disposición de nuestros lectores.
ELISA LYNCH Y EL TESORO SECRETO
Con posterioridad a la guerra contra la Triple Alianza, en numerosas ocasiones se insinuó que Elisa Alicia Lynch tenía conocimiento de un importante tesoro enterrado en Paraguay. Aparentemente se trataba del tesoro con pertenencias de Francisco Solano López. En una ocasión, Lynch informó a emisarios paraguayos en París, en 1874, que podía hacer revelaciones acerca de dinero que pertenece al Estado y del que nadie sabía. Higinio Uriarte, quien llegó a ser presidente de Paraguay, llegó a sostener que “ella debe conocer algunos entierros (de tesoros) realizados por López”.
Todas estas intrigas despertaron el interés del presidente Juan Bautista Gill, quien mantuvo correspondencia con la misma y la invitó a Paraguay según dos misivas fechadas el 23 de marzo de 1874 y el 11 de julio de 1874. Pero, de acuerdo a Lillis y Fanning (2010), los amigos de Elisa le insistían que no viaje a Paraguay porque las cartas de Gill son “una trampa para tomar el control de su persona y forzarle bajo tortura a revelar sitios de entierros de dinero y joyas que, según afirmaba la prensa, conocía íntegramente”.
A Gill le importaba el supuesto tesoro y a Elisa recuperar algunas de sus propiedades confiscadas por el Estado al término de la guerra. Finalmente, en octubre de 1875 Elisa volvió a Paraguay, pero no logró recuperar ninguna propiedad ni Gill logró dar con el supuesto tesoro.
TESOROS DE OTRO TIPO: VINOS
En abril de 1869, ya con Asunción ocupada por los aliados, se reporta la existencia de un supuesto tesoro enterrado de abundantes joyas en Trinidad. Un informe de la fecha refiere que se “ordenó que fuese un oficial acompañado de escolta al lugar indicado para, en caso de que hallaren los valores, sean recogidos de aquella repartición una vez cumplida la misión”. Agrega que se encontró “un depósito pequeño de vinos, que fue destinado para los hospitales”.
Otra situación reportada, pero en Piribebuy, refiere que tras la batalla del 12 de agosto de 1869, cuando allanaron la casa donde provisoriamente residió Lynch, se encontraron con una “habitación llena de artículos ricos, porcelanas, camas doradas y un piano en buen estado”. También se hizo una excavación en el patio de la vivienda en búsqueda de otro tesoro y nuevamente hallaron una “gran cantidad de vinos delicados y licores”. Estos hallazgos reportados indican que, en algunas familias pudientes, era común tener lo que se conocía como cavas: los depósitos donde se guardaban vinos.
Recientemente, en trabajos de mantenimiento realizados en el Palacio de López, se halló una bóveda cerrada, que posiblemente fue cerrada entre fines de los siglos XIX y XX. Se trataría de un sitio para depósito de bebidas.
JULIÁN NICANOR GODOY
Al hablar de supuestos tesoros durante la guerra contra la Triple Alianza, es imposible no traer a colación la vida de Julián Nicanor Godoy, narrada por el historiador Alberto del Pino Menck.
Godoy se destacó por participar activamente en los enfrentamientos de la guerra contra la Triple Alianza y por haberse adjudicado “la misión de dirigir el enterramiento de valores y elementos diversos en la zona central cordillerana, en los escasos meses en que se mantuvieran inactivas las operaciones bélicas en 1869. Al parecer, Godoy tuvo actuaciones sigilosas nunca suficientemente aclaradas en la zona de San José de los Arroyos”, refiere Del Pino.
Él sobrevivió a la guerra y se radicó en Areguá, donde tuvo una vida opulenta. Aparentemente, contaba con una fortuna importante cuyo origen el lector sabrá interpretar.
El cónsul italiano Lorenzo Chaperón sacó en el buque Confidenza joyas de familias italianas y paraguayas, que nunca volvieron a saber de estas. Incluso, se menciona que como consecuencia de esto Chaperón terminó asesinado años después en Buenos Aires, Argentina.
SISTEMÁTICOS SAQUEOS DE ASUNCIÓN
El primer día de 1869 llegaron a Asunción aproximadamente 1.700 hombres, que se dedicaron a saquear la ciudad. Algunas casas contaban con lujosos muebles y artículos de decoración, objetos de arte, pianos, además de vajillas y ropas de fina calidad.
Diferentes fuentes hablan de un saqueo total de parte de los brasileños. Los argentinos se instalaron inicialmente en Santísima Trinidad y su jefe, Emilio Mitre, no pretendía formar parte de los saqueos, que se realizaban incluso durante la noche. Ni el cementerio de la Recoleta pudo salvarse, ya que las tumbas eran saqueadas en búsqueda de uniformes, amuletos y hasta dientes de oro.
La gran cantidad de saqueos testimoniados dan la pauta de que no hubo tiempo suficiente para planificar el ocultamiento de pertenencias. Es posible que alguno haya podido hacerlo, pero en situaciones de mucha dificultad.
CARROZAS DE TESOROS HACIA AMAMBAY
Un fragmento del periódico El Jornal do Commercio de Río de Janeiro, de setiembre de 1869, hace alusión a que “un oficial del regimiento San Martín encontró unas botas de López bordadas en oro, con chapas de metal y diseños de mucho gusto y riqueza. La silla toda decorada, freno, estribos de oro macizo, con sus iniciales”. Más que tesoros, se trataban de artículos de propiedad personal de Francisco Solano López.
El historiador Juan E. O’Leary, en su obra cumbre “El libro de los héroes”, narra el testimonio del combatiente José María Romero, quien formó parte de la 5.ª División al mando del coronel Juan Bautista Delvalle. Esta supuestamente transportaba armas y municiones con la orden de ocultarse y resguardar la carga del enemigo.
Luego de la muerte de Francisco Solano López, el 1 de marzo de 1870, los brasileños tomaron conocimiento de su ubicación y los ejecutaron, salvo al entonces capitán Miguel Alfaro. “Escapó con vida el entonces capitán, después coronel, Miguel Alfaro, quien con un rico reloj de oro sobornó al sargento que lo custodiaba, huyendo en la grupa de su caballo”. ¿De dónde obtuvo el reloj de oro? Una de las respuestas podría ser que lo extrajo del cargamento que transportaba, que no era de armas, sino de valores. Romero también logró escapar con vida y volvió a San Lorenzo.
DE SEPULTURERO A BUSCADOR DE TESOROS
Francisco Lino Cabriza fue el encargado de enterrar al mariscal en Cerro Corá. No fue Elisa Lynch en medio de una tormenta, sino este oficial paraguayo que tenía la particularidad de ser bueno cavando.
En la posguerra, y dada su fama, el poderoso Juan B. Gill lo mandó a buscar tesoros en propiedades ajenas. Es así que llegó a la propiedad de Eduardo Aramburu, quien se encontraba preso y de quien se decía tenía una importante cantidad de dinero que le habían mandado de Europa. En todo momento se pensó que esas ganancias estaban en Paraguay, pero esto nunca llegó a confirmarse.
PLATA YVYGUY
La plata yvyguy o enterrada es una leyenda alimentada fuertemente desde la guerra contra la Triple Alianza y que vincula tesoros enterrados con actividades sobrenaturales. Según la leyenda, la presencia de estos tesoros se hace manifiesta a través de llamas que aparecen repentinamente ante los que están llamados a desenterrarlo.
Otra versión apunta a la aparición de un perro blanco, de pelo corto y sin cabeza, que es señal indiscutible de la existencia de un tesoro. Esta creencia perdura hasta hoy y personas que acrecentan su capital repentinamente lo explican con el hallazgo de plata yvyguy.
Desde principios del siglo XX, era frecuente encontrar publicaciones en diarios locales sobre personas que decían tener conocimiento de sitios de probable ubicación de tesoros. Incluso, había un trámite que debía hacerse ante el Ministerio del Interior previo a la excavación en busca de tesoros.
PAGOS CON ESPECIAS O MERCADERÍAS
En el periodo colonial y parte del independiente, la moneda no era de circulación muy frecuente. No había una tradición monetaria afianzada y los pagos generalmente se hacían con especias o se recurría al trueque de mercaderías.
Durante la larga dictadura de José Gaspar Rodríguez de Francia, Paraguay estuvo cerrado al comercio exterior. Esto produjo una escasa circulación de oro y el recurrente uso del trueque para adquirir valores. Es cierto que Carlos Antonio López abrió el Paraguay al mundo y aumentó notoriamente el comercio, pero aun así es difícil que en tan breve tiempo haya aumentado en demasía la circulación de monedas. Incluso, se menciona que a los británicos venidos de Europa a trabajar en Paraguay se les pagaba con yerba mate en ocasiones.
Estos hechos deben ser tenidos en cuenta al momento de analizar la posibilidad de la existencia de tesoros ocultos de la época de la contienda. A decir del historiador Luis Verón, Paraguay no era precisamente un país rico y donde abundaba el capital. A lo mucho, algunas familias de clase media para arriba contaban con valores consistentes en joyas de plata, jarras y utensilios valiosos. Pero no en cantidad importante como para constituir un tesoro de alto valor.
Las apresuradas órdenes de evacuación y el seguimiento no permitían a los pobladores enterrar debidamente sus pertenencias y menos contar con mapas de ubicación.
INTERROGANDO AL PASADO
En octubre de 2021, se publicó una colección de 8 libros denominada Interrogando al Pasado, que trae entre sus anexos un supuesto mapa de la Quinta de Santísima Trinidad, donde se ubica la Casa Carrillo y unas bóvedas que aparentemente contienen tesoros, según su descripción.
“Bóveda I y II. Tesoros de la Nación y de las antiguas reducciones. Aquel de buen corazón y con amor a la patria lo encontrará. Dios lo guarde”, dice el mapa, que forma parte de la colección y cuya autenticidad es cuestionada por la Academia de Historia del Paraguay.
“Proveniente de una o diversas fuentes de falsificación, pero con dos o tres destinatarios distintos, se ha producido y se sigue produciendo casi por encargo para satisfacer vanidades de personas o familias, dando a personajes históricos conocidos rasgos y honores que jamás tuvieron, narrando situaciones y conversaciones imposibles, así como inventando de la nada otros personajes e historias, a total placer del consumidor final, que paga en efectivo por todo esto”, reza la Asociación sobre la publicación.
CONCLUSIONES
Al poco tiempo de terminar la guerra, hubo varias personas (muchas vinculadas al Gobierno) interesadas en ubicar los supuestos tesoros enterrados. Durante la última fase de la contienda, entre los cargamentos transportados se llevaban objetos de valor, pero las dificultades mismas del tránsito y el hostigamiento constante de los invasores hicieron que parte de ellos se pierda y que no se encuentre una fuente que los tenga inventariados.
Otra parte fue enterrada en algunos parajes del camino y el caso del teniente coronel Nicanor Godoy nos da la pauta de esto. Una parte del cargamento aparentemente llegó hasta Cerro Corá, con la división del coronel Delvalle, que fue saqueada el 3 de marzo de 1870.
Es difícil creer que el supuesto cargamento enterrado durante el tránsito haya permanecido enterrado durante mucho tiempo. Al término de la guerra, parte de los sobrevivientes habrán hecho el mayor esfuerzo en ubicarlos por las condiciones económicas mismas de los sobrevivientes.
La sociedad paraguaya no era de mucho capital, tampoco de excesiva moneda circulante. Esto descarta las posibilidades de grandes y numerosos tesoros enterrados en el país. Los que poseían capital y cargamentos de valores estaban vinculados al Gobierno. Algunos reportes de batallas desarrolladas en mayo de 1869 citan a mujeres que llevaban sus escasas pertenencias con ellas y no mencionan que las enterraran.
La posibilidad de planificar y organizar entierros de valores en sitios apropiados y registrarlos en mapas era escasa, primero por el dinamismo y movimientos constantes de la guerra en sus últimas fases. Por otro lado, el Gobierno ejercía un férreo control de todos los ciudadanos, lo que también descarta la posibilidad de que se hayan podido hacer grandes excavaciones enterrando gran cantidad de valores. La probabilidad de que estos tesoros sean posibles de encontrar a partir de grandes excavaciones es muy poca.
También se debe tener en cuenta que parte de los cargamentos de valores fueron sacados del país. Para esto, los propietarios se valieron de diplomáticos y comerciantes.
La clandestinidad e irresponsabilidad con la cual se recurre frecuentemente a la búsqueda de valores son grandes. El Estado, a través de la Secretaría Nacional de Cultura, debe desarrollar campañas de concienciación y aplicar sanciones ejemplares a quienes atenten contra el patrimonio. Si este flagelo persiste, llegará un momento en el que un patrimonio cultural (no precisamente vinculado al oro) sea afectado de manera irreversible.
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La barbarie de Cerro Corá, a través de los ojos de una testigo inédita
- Por Gonzalo Cáceres
- Periodista
Cerro Corá, 1 de marzo de 1870. El Ejército Imperial del Brasil caía sobre el último campamento del mariscal López, el día en que el pueblo paraguayo culminaba la tristemente célebre Diagonal de Sangre y la guerra contra la Triple Alianza.
Stephen Bonsal (1865-1950) anduvo por las calles de Asunción durante los días en que el coronel Albino Jara hacía de las suyas. 17 años después, en abril de 1929, publicó en la revista literaria The North American Review un artículo titulado “When war was war in Paraguay (Cuando la guerra era guerra en Paraguay)”, donde reflexiona sobre las conversaciones que mantuvo con una veterana paraguaya de la Guerra del 70.
LA GUERRERA
Bonsal, corresponsal de profesión, recorría el mundo en busca de historias y dar con la “Molly Pitcher (heroína semi-legendaria de la guerra de Independencia de los Estados Unidos) guaraní” suponía toda una novedad, porque la mujer, según su propio relato, vivió “los momentos épicos del mariscal López cuando una nación se enfrentó a su exterminio”. El estadounidense describe a su entrevistada como “bastante bien nutrida”, aunque “ella poseía el control más perfecto e instantáneo de sus miembros”. Tampoco dudó de “las facultades mentales” de la misma ya que “se coordinaba con maravillosa precisión”, al tiempo de hacer gala de “carácter” para la vida militar.
La autodenominada Sargenta, como se presentó, ostentaba unos “hondos ojos negros” que “no eran bellos, no como de las chicas que la rodeaban sentadas a sus pies”, pero “tampoco eran fríos o amenazantes” aunque “muy distintos” al de las demás personas. “Imagino que esto se debe mucho a la frecuencia con la cual (los ojos de la mujer) contemplaron, tranquilos y sin temor, al caballero negro (la muerte)”, anotó.
“NACIDA PARA SOBREVIVIR”
“La Sargenta ha sobrevivido todos los peligros de la desastrosa guerra y de su larga vida. No era la suerte la que la mantenía sana entre tantos horrores… era porque ella había nacido para sobrevivir”.
Bonsal explica que la anciana “se encerraba en un pequeño mundo propio, poblado solo por los fantasmas de los que habían compartido sus sufrimientos, pero que hacía largo tiempo habían desaparecido” tras lo que significó la traumática guerra contra la Triple Alianza, que marcó a sangre y fuego el destino de la nación. “En tales momentos, ella hablaba de hombres de apellidos desconocidos (para Bonsal), y en voz baja habló del joven López, el don Francisco. Era natural para ella susurrarle a él, como la gente suele hablar de Dios dentro de los recintos de su santuario”.
“ESTUVE CON EL GRAN MARISCAL”
Bonsal indica, a grandes rasgos, la manera en que fue ganándose el favor de la Sargenta; cigarrillos, cumplidos y alguna que otra invitación al bar local, hasta que –al fin– pudo ir escarbando en las vivencias de la guerrera, en los lúgubres recuerdos de Cerro Corá. “Yo que estoy hablando, estuve con el gran mariscal hasta el final, o casi. Llevé conmigo mi fusil en las filas por cuatro años. Sí, estuve con él hasta el penúltimo día”, refirió la mujer.
Como dudando de la autenticidad del relato, Bonsal cuestionó en cierto momento el motivo por el que su entrevistada había sobrevivido al “Armagedón sudamericano”, pero la Sargenta le respondió. A decir de la mujer, lo suyo fue cuestión de suerte porque zafó de la masacre en Cerro Corá por haberse alejado del campamento unas horas antes. “Yo corrí en la noche antes del último día; no de los macacos (brasileños), sino porque me sentía enloquecida por la sed y el hambre. Pido que Dios sea mi testigo en notar que jamás dije nada de importancia (quejas) por un año entero. Por días, hasta por meses, estuvimos sobreviviendo recogiendo yerbas y cavando raíces, ya era gracioso de hecho el día en que pudimos arrojar un pedacito de cuero dentro de nuestro puchero para darle un gusto a carne”.
Así, la Sargenta describe la irrupción del Ejército brasileño al último escondite del mariscal López. Y todo fue drama. “Desde aquella alta posición podía ver el gran número de soldados brasileños que tenían rodeado al resto de nuestra tropa, hombres demasiado débiles para resistir, y oí a los oficiales gritando ‘¡No desperdicien sus cartuchos con estos heridos! y vi cómo fueron cortadas las gargantas de nuestros hombres, uno a otro donde los encontraron. Era exactamente como lancear a chanchos. Fue así la actuación de los macacos. Nuestros soldados se sintieron tan fatigados y tan gastados que poca sangre fluyó de sus pálidas heridas”.
La Sargenta indicó que desde su lugar pudo atestiguar los momentos finales del mariscal López, que no sería como en la versión oficial. “Desde la cumbre de este collado pude ver la muerte del mariscal, no fue ahogado en el Aquidabán como dicen los libros de cuentos. Y vi cómo la Linchee (madame Lynch), su hermosa mujer irlandesa, la inteligente, logró salvarse de la lucha montado a su caballo feroz, que había importado de su país de caballos”.
“COSAS PEORES”
El estadounidense cuenta que, en ese preciso momento del raciocinio, la exaltada mujer tomó una prolongada pausa. Seguidamente, tomó aire, elevó la vista y –como eligiendo cuidadosamente sus palabras– con los ojos húmedos y oscuro semblante, dijo: “Esto ha sido el final (Cerro Corá) para la mayoría de nosotros (paraguayos) –pero (para las pocas sobrevivientes)– era el comienzo de cosas peores”.
La Sargenta, que tendría unos 70 años al momento de coincidir con el autor (1912), cambió el tono y descomprimió la tensión del momento cuando manifestó haber pasado por “buenos tiempos y malos”.
La mujer no entró en más detalles sobre lo ocurrido con el mariscal, porque, según entiende Bonsal, aquel último vistazo no es sino el máximo tesoro que guarda su propia existencia, como mudo testigo del episodio cumbre de la historia paraguaya. El extenso artículo de Bonsal prosigue con el expolio sistemático al que fue sometido el Paraguay, a través de las vivencias de la Sargenta quien, en dicho momento, se revela su nombre: Celá. Celá, no sin antes dar señales de una profunda tristeza, contó que fue a parar a Corumbá como parte del “premio” de un soldado raso. Tras años de abusos y malos tratos, finalmente el hombre la liberó para ella volver y reencontrarse con los hijos que dejó en Asunción. “Allí estaban mis hijos, ya altos y crecidos, listos para trabajar. Les puedo contar que no me sentí desagradecida (por lo vivido en Brasil). Me fui a la Catedral esa noche con la cabeza inclinada y puse una enorme vela de cera en frente de la imagen de Nuestra Señora de Dolores, quien me ha guardado de tantos peligros. De las que quedaron en el norte, en el Brasil, pocas volvieron. Las criaturas de la guerra fueron salvadas, pero las madres, la mayoría de ellas, murieron de hambre a centenares de millas de distancia, hacia el Mato Grosso”.
Antes de despedirse de su impresionante anfitriona, Bonsal le preguntó sobre el futuro del Paraguay, muy agitado en aquel entonces a raíz de las luchas internas y los recurrentes enfrentamientos entre las distintas facciones políticas, serviles a caudillos surgidos de la contienda.
“La paz sí va a venir al Paraguay, si Dios quiere; pero ayudaría al Todopoderoso si el jefe supremo fusilara a todos esos hombres arrogantes que llevan botas de cuero y a todas estas chicas que tienen diamantes en su cabello negro, en vez de las rosas amarillas que usaban nuestras madres. Son estas cosas que vuelven locos a los hombres, haciendo que olviden a Dios. En cualquier caso, hay un mejoramiento; por lo que he escuchado. La paz vendrá al Paraguay cuando Dios lo mande”.
*La transcripción y traducción del artículo original fueron publicadas en la revista Estudios Paraguayos; Vol XXXV, N.º 2 (año 2017), editada por la Universidad Católica de Asunción (UCA), entrega del historiador norteamericano Thomas Whigham, especialista en la Guerra Grande.