Retomando el ciclo de los maestros en sus especialidades, Augusto dos Santos recibe en su tradicional espacio de “Expresso”, emitido por el canal GEN/Nación Media, al instructor de básquetbol pilarense Valentín Sánchez, quien reflexiona sobre la situación actual de esta disciplina en nuestro país y del deporte en general. Sánchez aboga por la profesionalización del oficio del deportista y de los entrenadores, para lo cual destaca que son necesarios la dedicación exclusiva, la constante formación, la práctica diaria y el esfuerzo continuo con vistas a formar atletas de alto rendimiento que superen el amateurismo.

–ADS: Profe, ¿cómo habrá sido el inicio del básquetbol en Pilar?

–VS: Vinieron unos padres jesuitas para captar adhe­rentes. Hicieron una can­cha de básquetbol cerca del cine y trajeron como 100 pelotas.

–¿Habrá sido por los 50?

–48 o 50. Y tiraban allí en la cancha y entraban los chi­cos. Como en Pilar no había nada que hacer, entraban los chicos y miles de chi­cos practicaban. Y con el tiempo se fueron formando jugadores. Y había una per­sona que entendía de bás­quetbol, que era una per­sona de apellido Escribano. Y enseñaba a los chicos Y así se formó. Salían jugadores, había competencia. Y fue una locura, miles de chicos se formaron allí.

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–Pilar se convirtió en una fábrica de tejido y de bás­quetbol.

–Exacto. Hubo un torneo nacional, el primero, y salió Pilar finalista de un trabajo así espontáneo. Y de allí el básquet­bol fue furor. No sé por qué.

–Pilar tiene una historia riquísima no solamente de básquetbol acá, sino de exportación de jugadores a Argentina, a Asunción también y a la selección paraguaya.

–Sí, así mismo. Había grandes jugadores, pero no había grandes profeso­res. Pero se jugaba todos los días, llenas todas las canchas y había miles de canchas.

–¿Hasta hoy?

–Ahora no tanto, antes era más. Venías aquí y estaba lleno de chicos. Te ibas al Barrio Obrero, lleno de chi­cos. Te ibas a Crucecita, lleno de chicos. Después había una cancha allí cerca de la radio Parque.

–¿Ayuda mucho tener cer­támenes de básquetbol en forma permanente?

–Claro, lógico. Toda activi­dad física mejora con la prác­tica diaria. Había muchos torneos fuertes.

–Un factor fundamental es la dirigencia deportiva.

–En todo sentido los diri­gentes hacen grandes a las instituciones. Tanto con las empresas como con el deporte. Depende de los diri­gentes e influye mucho tam­bién lo económico porque hacer un deporte de calidad cuesta plata. Tenés que tener médico, tenés que tener fisio­terapeutas, tenés que tener técnico, ayudante. Requiere mucha plata y aquí el bás­quetbol no genera plata para el club.

–En Pilar incluso se esta­ban trayendo jugadores de Estados Unidos.

–Sí, porque había competen­cia y había personajes sol­ventes.

LOS INICIOS

–¿Cómo empezaste con este deporte?

–Yo me fui de aquí a los 16 años a la Caballería. En la Caballería se hacía mucho deporte y un día un sargento me dijo “vamos a correr”. Me fui, corrí, corrí, corrí y le dejé porque había competencia entre regimientos RC1, RC2, RC3, RC4 y de allí se sacaba un seleccionado y se com­petía con otros regimientos. Pero era una guerra. Estoy hablando de los 60, 61. Allí me dijo “¿de dónde sacaste vos esta resistencia?”. Por­que le dejé y me iba volando Aquí en Pilar se practicaba mucho atletismo. La arena, había competencia interco­legial. Todo el mundo prac­ticaba y yo gané en salto alto, salto triple y carrera con valla 400 metros. Y un profesor me dice: “¿No jugás básquet­bol? Vamos al Club Ciudad Nueva”. Y allí comencé. Esta­ban los Zapatini, los Bogarín, Fernández, Pavón, Estigarribia, Yegros. Grandes jugado­res.

–Empezaste en un club de primera.

–Sí, sí. Cuando eso Ciudad Nueva era fuertísimo. Y me ayudaron muchísimo. Los Bogarín son personas muy generosas. Jorge Bogarín.

–Y ese camino de forma­ción del basquetbolista es un camino de sacrificio también, ¿verdad?

–Las cosas que te gustan no son un sacrificio, sino un esfuerzo para triunfar. En todos los ordenes de la vida es esfuerzo. Constancia, esfuerzo diario.

–¿Abunda eso o falta?

–Ahora no tanto, antes sí. Antes Paraguay era segundo. En los 60, 62 salió segundo en Argentina, en Córdoba. En Sudamérica Brasil era el único que le ganaba. Pero después vino la profesiona­lización y Paraguay se quedó atrás. Y tenía hombres grandes, fuertes. 1,90; 1,95; 1,98. Y después los otros. Dos metros dos, 2,6; 2,8; 2,12. Y no practi­caban, eran amateurs. Practi­caban una hora y media y los otros practicaban cinco, seis horas. Hoy en día, seis horas es lo mínimo que practica un basquetbolista profesional. Pero viven de eso, ganan un platal. En Europa ganan un platal.

AMATEURISMO

–¿Por qué hay en nuestro país tanto altibajo en cali­dad, en épocas doradas y épocas definidas?

–Uno que practica básquet­bol tiene que estudiar, tiene que trabajar y le sobra poco tiempo para practicar en forma. Como te dije, cuatro, cinco, seis horas se debe prac­ticar. Y el otro problema es la falta de profesionales. Son tan amateurs los profesiona­les que sabemos lo superficial nomás. Las cosas más avanza­das no aplicamos.

–¿Por qué pasa eso?

–No hay plata Uno, los pro­fesionales ganan poco Y vos tenés que capacitarte para ser bueno. Tenés que com­prar libros, tenés que irte a los cursos Y los cursos aquí en Paraguay son malísimos.

–¿Estuviste haciendo pasantías en clubes muy importantes y centros de alto rendimiento?

–Sí, tuve la suerte. A mí me ayudaron mucho los direc­tivos de Manufactura Pilar. Yo me iba a los cursos en el Cenard en la Argentina cada año, donde venían los mejores técnicos del mundo, de Esta­dos Unidos, Italia, España.

–¿El tema de ser maestro fue una pasión tuya cuando eras jugador todavía?

–Cuando era jugador me acuerdo les decía a mis com­pañeros “tenemos que mar­carle a ese, tenemos que bajar, tenemos que ayudar”. Y una vez renunció el técnico y me dijo el dirigente Lucho Gon­zález “edirigína nde”.

–¿El futuro presidente? ¿Jugaste con Lucho?

–Mi compañero era. Yo le pasaba la pelota.

–¿Qué tal era como bas­quetbolista?

–Bastante bueno. Porque venía a practicar todo el día. Y él se portó muy bien conmigo. Me hizo llamar aquí una vez y me ofreció si no quería un cargo. “Yo quiero ayudar a los amigos”, me dijo. Era un tipo formidable.

FORTALECIMIENTO

–Después empezaste a for­marte incluso en el extran­jero, pero ¿todavía estabas trabajando en la fábrica?

–Yo trabajé cerca de 30 años en la fábrica. Cada año me iba. Me encantaba. Y anotaba las cosas más esenciales para el básquetbol. Un técnico ruso decía “el agua ayuda muchí­simo en el fortalecimiento del cuerpo”. Y venía aquí y me metía en el agua hasta el cuello. Otro decía terreno variado, hay que correr por­que fortalece todo el orga­nismo. Venía a hacer eso. Un americano decía hay que hacer cajón y piola todos los días. Y así me iba formando.

–O sea, no es una casuali­dad donde llegó el básquet­bol pilarense.

–No, nada. La gente decía que yo era loco. Yo les llevaba a la estancia de mi exseñora. Todo arena era. Al principio caminaba y después trotaba.

Siempre tiene un proceso. Yo soy profesor recibido en una de las mejores escuelas de Asunción y eso me ayudaba mucho. Y después me iba en bicicleta hasta el puente Medina. Nos quedábamos a almorzar ahí y después vol­víamos.

–Incluso estuviste en el centro de alto rendi­miento del Club Barce­lona.

–Sí, donde el tema era la cien­cia aplicada al deporte. Vos hacés un ejercicio, te sacan la sangre y ven qué gastaste. Y enseguida te dicen “tenés que comer esto, esto, esto”. Nosotros somos amateurs en el deporte. Por eso no sur­gimos nada. Eso me ayudó porque yo sabía que traba­jaba aquí y el Comité Olím­pico Internacional supo y me dio la beca de cuatro meses.

–¿Y tu tarea de docente aplicaste mucho en clu­bes de Asunción?

–Me ofrecieron muchas veces. Y vino el doctor famoso de Libertad, un tipo que era oculista que se reci­bió en Estados Unidos. Vino a buscarme para trabajar, quería haber bajo las gradas habitaciones y captar juga­dores como hacen todos los adelantados en el deporte. Hacen competencia y llevan a trabajar a los mejores pro­fesores.

–¿Formando jugadores?

–Sí, primero me llevó el doc­tor Benítez Musa. Pero no quiero saber nada de primera porque no saben ni entrar de bandeja izquierda. Y se está haciendo difícil porque no quieren practicar. Yo quiero practicar con personas que sueñan. Los chicos sueñan y vienen. Los grandes no te van a venir. Me llevó y ganamos dos campeonatos en cuatro meses. Gané 60 millones en 2007 como premio.

–¿Es complicado el tra­bajo en conjunto?

–Yo lo primero que hago es reunir a los padres y a los chicos. ¿Ustedes quie­ren ser buenos jugadores de básquetbol? Mirá que para ser buenos jugadores es muy difícil. Para saber jugar se necesita cons­tancia, perseverancia, esfuerzo, atención, con­centración. Y si es que no quiere aprender, yo lo voy a sacar porque molestan a los que quieran aprender. Esa es mi regla. Veo que está uno distraído y le digo “andá a descansar y después entrá otra vez”.

–Para muchos chicos el básquetbol es eso que ven en los 30 segundos de la jugada más brillante de la NBA. ¿Cómo hacés para explicarles que no sola­mente eso es básquetbol?

–Yo me voy siempre tem­prano. Si se practica a las cinco, ya me voy a las cua­tro y si viene alguno le digo “hacé el ejercicio que hici­mos ayer”. Y tratan de hacer su lanzamiento, su caída, su salida, su parada. Y si están jodiendo, les digo “no”.

REPETICIÓN

–La repetición es muy importante, ¿no?

–Un americano decía “el bás­quetbol es repetición, repeti­ción, repetición”. Cosas bási­cas. Tu cimiento tiene que ser bueno para que tu edi­ficio sea grande, decía. El cimiento es la base básica del básquetbol No podés tener un chico en tercer grado si no ha aprobado el primero o el segundo. No te van a hacer, no te van a entender nada.

–¿Y cuándo hay que empe­zar con el básquetbol, pro­fesor?

–Anteriormente era a los seis años. Ahora hay un método nuevo que se inicia a los cua­tro o cinco años con partes de fun­damento. Partí y hacé en forma recreativa la parte de fundamento.

–Es una especie de prees­colar.

–Exacto. Y la motrici­dad básica es fundamen­tal. Nosotros tenemos cero motricidad básica.

–¿Cómo es eso?

–Coordinación, equilibrio. Eso, nada.

–¿Cómo es el nivel del básquetbol nacional en cuanto a formación?

–Los chicos se forman en el útero. Nosotros somos pobres y la alimentación de las madres tam­bién. Por eso es que nuestros basquetbolis­tas van afuera y les pasan encima. Porque no tie­nen cosas básicas, motri­cidad básica, la nutrición. Y ese es nuestro problema. Como ellos no hacen nada en el colegio, nada de movi­miento, de flexibilidad, nada de coordinación. La coordi­nación es fundamental, el equilibrio. No podés ir a sal­tar y te caes todo mal, perdés tiempo, te roban la pelota. Tienes que estar bien equili­brado para salir rápido. Tie­nes que tener buena coordi­nación para que los gestos técnicos sean fluidos.

–¿Y cómo ves el básquet­bol paraguayo hoy?

–Mal. Fijate nomás en el torneo que hubo aquí ante­riormente. Las paraguayas eran todas seleccio­nadas, pero no salieron campeo­nes. Y Brasil y Argentina no trajeron nada.

–¿Y qué falta?

–Trabajo de base formativa. El secreto está en la forma­ción. En todo orden de la vida, formación.

REFERENTES

–¿Cuáles son para recor­dar cinco jugadores de básquetbol que conside­rás que fueron los mejores con los que jugaste en tu equipo o contra su equipo?

–En mi equipo había gran­des jugadores. Ciudad Nueva tenía a Zapatini, Fernán­dez, los Bogarín, Pavón. A él le quisieron llevar los Glo­betrotters. Era muy inteli­gente, muy vivo. Y dominaba. En Olimpia estaba Isuzi, gran jugador. Él salió mejor jugador en un Sudamericano cuando salieron campeones en Cúcuta.

–¿A vos te gusta la inyec­ción de jugadores extran­jeros? ¿Eso ayuda?, ¿cuánto ayuda?

–Si son buenos, sí. Pero gene­ralmente vienen los que no tienen equipo. Raro es que vengan jugadores buenos.

–¿Cómo le ayudó a Pilar ser una ciudad próxima a Argentina en su básquetbol?

–No tanto. Argentina trabaja muy bien, es uno de los países sudamericanos que mejor trabaja. Vos te vas a un curso, vienen los mejores técnicos del mundo. Vienen a dar cla­ses. Te vas a un curso, están 5, 6 mil profesores mirando, atendiendo, anotando. Noso­tros aquí estamos 20, 30 y miran, pero no anotan nada, no hacen nada. ¿Ves la dife­rencia? Porque en Argentina y Brasil para enseñar sub-15 tienes que dar examen, tie­nes que saber qué enseñar. Si no apruebas el examen, no enseñas.

–¿Cuáles te parece que son los principales desafíos de cara al futuro para la for­mación de los chicos?

–No tenemos dirigentes. No hacemos nada. Los par­tidos son malísimos. Una pena. De aquí de Pilar van muchos jugadores jóvenes porque hay una cantera que trabaja muy bien, que todo el día entrena, incluso los sába­dos o cuando llueve porque la municipalidad les hizo un estadio bueno.

–O sea, Pilar sigue expor­tando jugadores.

–Sí, sigue. Y si es que tenemos dirigentes buenos, Pilar le va a superar a todos. A todos.

UN MEDIO PARA CRECER

–¿Qué es el básquetbol para vos, profe?

–El básquetbol es para mí un medio de crecer como profe­sional y de ayudar a los chi­cos. Yo estoy dispuesto los sábados, domingos, feriados. Todo el que quiere, me llama y yo le enseño. Pero tiene que tener condiciones y querer practicar.

–¿A partir de qué tiempo te das cuenta de que un jugador va a ser un extraordinario?

–Enseguida me doy cuenta.

–¿Qué debe hacer un juga­dor para ser extraordina­rio?

–Tiene que tener habilidad, inteligencia, espíritu de sacrificio. Tiene que tener una capacidad física por­que hoy en día es intenso el básquetbol. No como antes, antes se jugaba a pasos. Ahora es intenso, hay que marcar, presionar, hay que salir enseguida.

“Las cosas que te gustan no son un sacrificio, sino un esfuerzo para triunfar. En todos los ordenes de la vida es esfuerzo. Constancia, esfuerzo diario”.


“Uno que practica básquetbol tiene que estudiar, tiene que trabajar y le sobra poco tiempo para practicar en forma. Como te dije, cuatro, cinco, seis horas se debe practicar. Y el otro problema es la falta de profesionales. Son tan amateurs los profesionales que sabemos lo superficial nomás”.

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