Hoy Toni Roberto realiza el viaje final de un viejo autito en el que recorre la historia de una mujer paraguaya del siglo XX y la importancia, a partir de esta historia, de rescatar del olvido el trabajo de muchas féminas en todos los campos del quehacer social.

Recorrer la obra de Carmen Dora Pérez removió en mí las historias de muchas mujeres paraguayas del siglo XX poco visibilizadas. Eugenia Bordas Gatti, botánica que partió de este mundo desde las más oscuras piezas del olvido; Margarita Sánchez Minella, lustrabotas, artista y vendedora de caramelos; Zulema Noceda, modista de alta costura de barrio; Beba Caballero, fotógrafa y pintora; Rosa Masi, profesora de barrio que ofrecía sus amplios conocimientos de matemáticas y no cobraba a los menos pudientes; Constancia Gómez, que se autodenominaba “fotógrafa del arte”, y muchas otras mujeres de todo el Paraguay que aportaron desde “los rincones más escondidos del hogar”, más allá de la avenida Madame Lynch.

EL TALLER DE PINTURA DE LA CALLE ALBERDI

La historia de pintora de Carmen Dora empezó en la calle Alberdi, cuando ella y otras amigas conocieron la escuela de arte que fundó Elsa Wiezell de Espínola. Ahí enseñó el profesor Víctor Ocampo, quien fue reconocido como un gran artista después de su partida de este mundo por las injusticias del círculo cultural de su época.

Ocampo, que además de pintura enseñaba a dibujar con las legendarias biromes que fueran patentadas en Buenos Aires en 1943, que eran toda una novedad para aquella primera mitad del siglo XX en Asunción. Carmen Dora Pérez Carvallo de Gustafson, después de varias décadas de silencio, habiendo llevado con mucha dedicación el rol de madre de siete hijos, volvió al arte a principios de los años 80, con toda la potencia que regala el hecho de haber sido por más de dos décadas una “artista en reposo”.

Hoy de la mano su hija Greta Gustafson Pérez, la artista y antropóloga Fátima Martini y quien escribe estas páginas revive en estas obras, en un libro a todo color de 64 páginas. Un trabajo de recuperación de la memoria visual de esta mujer del siglo XX.

En este recorrido encontramos sus singulares paisajes, iglesias que solo existen en algún sueño, flores, parejas y mujeres envueltas en un clima de misterio que nos recuerdan a grandes artistas del siglo en el que le tocó vivir la mayor parte de su vida.

Todas sus vivencias, tanto de talleres de arte, así como muestras a las que frecuentaba religiosamente, le llevaron a encontrar un lenguaje propio muy particular. Esa manera de expresión única es la que hoy podemos ver en estas numerosas páginas en un recorrido que se convierte en la interpretación de su propia historia.

DESEMPOLVANDO HISTORIAS URBANAS

Carmen Dora Pérez (Asunción 1930-2011), nacida en una época difícil en la que las mujeres eran poco visibilizadas, nos entrega, en sus temas y sus colores, toda la dulzura y delicadeza que le caracterizaron en el transcurso de su vida más allá del arte y nos deja para siempre los recuerdos imborrables de un ser humano que sigue brillando con luz propia. Es además un ejemplo para desempolvar el trabajo de muchas féminas olvidadas poco conocidas en varios campos del quehacer social paraguayo, tan importantes como las historias de las guerras y las batallas.

Después de esta segunda entrega, el viaje ha terminado. El viejo Mazda 1500 modelo 1975, llamado en la familia cariñosamente el “espanta móvil”, volvió a su eterno sueño del “rincón para el auto” de su casa de la calle Tte. Ruiz del barrio Las Mercedes, seguro de haber colaborado, también él, con sus cuatro puertas y su diminuta baulera, en este trabajo de ayuda memoria de recuerdos, convencido de que Carmen Dora Pérez y su madre-copiloto Dora Carvallo desde algún rincón del espacio le estarán agradecidas para siempre.

Carmen Dora Pérez. Asunción, 2003

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