El próximo año 2037 Asunción cumplirá 500 años. Falta poco más de una década para esta fecha altamente simbólica y la primera interrogante que se abre es si, al igual que durante el Bicentenario, se podrá generar una ola de fervor que, además de robustecer el conocimiento de la historia y las expresiones artísticas, en esta ocasión se traduzca en una mejora permanente de la integridad, servicios y habitabilidad de la ciudad.

Más de un millón de personas ingre­san diariamente a la ciudad de Asunción para estudiar, trabajar, reali­zar trámites administra­tivos, judiciales o atender su salud. Sin embargo, en horas de la noche tras las horas pico las calles que­dan desiertas. Además del despoblamiento, hay otros problemas crónicos como el deterioro de los edificios patrimoniales, la falta de espacios verdes, el inefi­ciente sistema de trans­porte público, gestión de residuos, la falta de redes de alcantarillado, la inse­guridad y el crecimiento de las poblaciones ribereñas que viven en condiciones de marginalidad.

Para debatir sobre estos y otros problemas, así como sus posibles soluciones, fue realizado esta semana en el Hotel Guaraní el Foro de la Federación Panamericana de Asociaciones de Arqui­tectos (FPAA) “Asunción 500 años”. Durante la jor­nada del miércoles, que fue abierta para todo público, entre otras participantes la joven arquitecta Viviana Pozzoli formó parte de la mesa dedicada a los “desa­fíos y oportunidades”.

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No es fácil plantear una entrevista tras una larga jornada es la que todos ya saben lo que hay que hacer y no queda más que poner manos a la obra. Seguir hablando parece un ejer­cicio inútil. No obstante ello, en medio de los apu­ros por rajar al after foro, Pozzoli accedió a charlar con El Gran Domingo de La Nación sobre las oportuni­dades que ofrece el quin­gentésimo aniversario de Asunción para solucionar sus problemas más urgen­tes.

–Quiero empezar haciendo una comparación con lo que fueron las celebra­ciones del Bicentenario. ¿Cómo te parece que la ciudad se puede benefi­ciar del importante ani­versario que se apro­xima?

–Es una oportunidad de vuelta. Lastimosamente, un problema sistemático que tenemos es que no le damos continuidad a las cosas. Si hubiésemos mantenido esa energía de la época del Bicentenario, esa energía de activación, de transfor­mación, de mejora para la ciudad, probablemente hoy íbamos a estar teniendo una Asunción y un centro his­tórico distinto. El desafío es aprovechar esa energía y que después no se des­vanezca, que los proyectos grandes de inversión se pro­longuen en el tiempo. Ahora viene este evento histórico y sabemos que va a haber de vuelta un entusiasmo y una presión, ya sea de la ciuda­danía o de las instituciones públicas, de demostrar que se hizo algo, que se avanzó en algo. Entonces, tenemos que aprovechar esa inercia y hacer todo lo que no hici­mos en este lapso de tiempo.

–Previsiblemente van a haber partidas presu­puestarias importantes para esa fecha. ¿Cuál te parece que son los pro­yectos inmediatos y más urgentes que debe­rían implementarse en la ciudad, sobre todo lo que tiene que ver con la revalorización y puesta en valor del centro his­tórico?

–Se tienen que aplicar las políticas públicas de acceso a la vivienda en el centro de Asunción. Tenemos que volver a habitar el centro, el ciudadano tiene que vol­ver a la ciudad. Se habló mucho de varias estrategias que quieren implementar, como reducir los impues­tos y la tarifa de los servi­cios para que la gente venga a vivir al centro. El tema es que se pase a la acción. Todo es muy lógico, muy lindo, muy posible, pero pasa el tiempo y no se aplican los proyectos. Esta problemá­tica del centro no es algo reciente, no es algo que no sepamos, todo este diagnós­tico lo sabemos desde hace muchísimo tiempo y tam­bién sabemos de las posi­bles soluciones. Entonces, lo que está faltando es que realmente se apliquen todas estas ideas, todos estos pro­yectos.

MULTIPLICIDAD DE FACTORES

–¿Por qué se da esta pro­blemática de que cada vez más gente sale del cen­tro?

–El centro está expulsando a la población desde hace mucho tiempo por múl­tiples razones. La gente obviamente decide vivir en donde considera que es un lugar apropiado para el desarrollo de todas sus actividades y de repente el centro histórico se volvió un lugar no deseable para la vida, para la vivienda, para el habitar en múltiples aspectos. Esto es priorita­rio, que la gente vuelva al centro. Para que eso suceda tienen que haber condicio­nes favorables. Para empe­zar tenemos que atender la conectividad y la movilidad dentro del centro, mejorar el sistema de transporte público, que hasta hoy en día no tiene mejoras consi­derables. Esto lo venimos hablando hace demasiado tiempo. Sabemos que un buen sistema de transporte público es clave para que la ciudad pueda funcionar adecuadamente. Otro fac­tor es el económico, porque es caro estar en el centro, los impuestos son mucho más altos que otras zonas de la ciudad. También está la problemática de la inse­guridad a consecuencia de las poblaciones informales que van en aumento en los bañados y que están tan próximas al centro. Y estas personas también tie­nen derecho de tener una vida urbana digna, o sea que la cuestión no se soluciona con más policías. Hay un problema estructural que hay que atacar de raíz. ¿De dónde viene esa gente que viene a vivir en condicio­nes precarias a la ciudad en búsqueda de oportunida­des? Fundamentalmente es gente que fue expulsada de las zonas rurales. Es decir, hay una cadena de proble­mas que hay que atender que van más allá de los lími­tes del centro de la ciudad.

–¿Cómo se puede hacer para que ser propietario de un edificio histórico pase a ser una ventaja y no una carga?

–Este es un tema delicado en el sentido de que tra­bajar con un edificio viejo tiene ciertas complejida­des y ciertas exigencias para poder ponerlo en con­diciones y para adaptarlo a las nuevas necesidades de cómo vivimos hoy. Ten­drían que haber incen­tivos. De hecho que hay exoneración de impues­tos para inmuebles cata­logados de valor patrimo­nial que se mantengan en buen estado, pero obviamente no es sufi­ciente. Hay que con­siderar también que a la hora de hacer un proyecto en un edificio patri­monial por lo general encuen­tras muchas tra­bas burocráticas para conseguir los permisos. Por eso creo importante cuestionar la visión que t e nemo s respec to al patri­monio , puesto que la postura de momifi­car la ciudad conservando al patrimonio así tal cual como hace 200 años y que funcione de la misma forma ya está comprobado que no es la mejor manera. Tam­poco digo que hay que ir al extremo de no cuidar el patrimonio, ni hacer modi­ficaciones o proyectos que sean muy agresivos. Pero siempre hay que hacer el estudio de cada caso, del potencial que tiene el edi­ficio patrimonial, su valor histórico, su valor mate­rial, el estado en que se encuentra y a partir de ahí ver cómo se puede transfor­mar. Capaz no sea la forma más fácil, pero eso no quiere decir que no sea muy inte­resante hacer el esfuerzo de proyectar con la preexis­tencia patrimonial histó­rica, que sea realmente un plus en el proyecto, porque el beneficio que te pueda dar tener un elemento como ese dentro de un proyecto puede ser exponencial, pero requiere pensamiento, dedicación, tiempo de pro­yecto, tiempo de encontrar la manera de sacarle el potencial a eso. Yo creo que ahí está la responsabilidad de los proyectistas arqui­tectos que nos encontra­mos de repente con ciertas presiones de hacer proyec­tos veloces. El cliente tam­bién siempre está apurado, el capital siempre está muy apurado.

USOS DEL ESPACIO

–Más que un conserva­cionismo estricto, ¿el camino para que el patri­monio se convierta en un activo favorable sería adaptar su funcionalidad a las necesidades actua­les?

–Por supuesto, por­que obviamente la manera en que habitamos hoy no es la misma que hace 100 años. Cam­bió bastante la manera en que usamos los espacios y también los usos. Algu­nos de estos edificios patri­moniales fueron concebidos como residencias y hoy necesitan ser ofi­cinas o comer­cios u otros usos. Esto implica ciertos cambios espaciales y hay que saber cómo hacerlos.

–¿Cuáles son algunos puntos positivos que te parece se podrían destacar del potencial de crecimiento y mejora que tiene la ciudad?

–Algo positivo que tene­mos es la cuestión de la escala. Somos pequeños, por lo tanto nues­tros problemas también son pequeños. Tenemos una escala muy fácil de moldear como ciudad, es muy manejable. O sea, el tamaño de las inversio­nes económicas necesa­rias para los proyectos de la ciudad son proporciona­les a nuestra escala, no son números descabellados. Sin embargo, a veces con­seguimos los recursos y no los usamos de manera efi­ciente ni inteligente. Soy optimista porque creo que si hay un compromiso de la sociedad, de las institucio­nes públicas, de las organi­zaciones civiles y las ins­tituciones educativas de apuntar a lo mismo, real­mente vamos a poder. Hay que aprovechar esta iner­cia del quinto centenario de nuestra ciudad para ver qué podemos sacar. Tene­mos potencial y podemos hacer muchas cosas, tene­mos todo para hacer.

COORDINACIÓN INSTITUCIONAL

–¿Cuáles son algunas medidas sencillas y rápi­das que se podrían imple­mentar con vistas a este objetivo?

–Y hay que mejorar la ges­tión de los proyectos, la burocracia dentro de las instituciones públicas. Hay que pasar a la acción. Tiene que haber más coor­dinación entre las distin­tas instituciones involucra­das. Yo tuve experiencia de trabajar en ciertos proyec­tos públicos y me di cuenta de que muchas institucio­nes públicas entre ellas no están coordinadas o están enemistadas, no hay cola­boración. Y obviamente ese no es el camino, estamos desperdiciando muchísimo esfuerzo. De repente varias instituciones tienen pro­yectos para un mismo lugar y en vez de juntarse todas y apuntar a un único proyecto se pisan entre ellas. O sea, desperdician muchísima energía por no poder coor­dinar entre los distintos actores. Yo creo que es una cuestión de determinación.

–¿Te gustaría hacer un comentario final para ir cerrando esta charla?

–Me gustaría terminar con algo optimista en el sentido de que nuestra ciudad, el centro histórico de Asun­ción, tiene mucho poten­cial. Es bella a pesar de su abandono, tiene una escala muy humana, aún cuenta con una gran can­tidad de edificios de alto valor patrimonial y ade­más está en contacto con el río Paraguay, tiene tanto potencial que justamente nos hace soñar en todas las cosas que podrían suceder ahí. Y de vuelta yo estoy segura de que es una cues­tión de determinación, de coordinación, de voluntad colectiva para que se eje­cuten los proyectos de los que ya se vienen hablando y proyectando hace muchos años. Creo que van a suce­der cosas y tenemos que tratar de involucrarnos desde donde podamos para sumar.

PERFIL

  • Viviana Pozzoli Ferreira nació en Asunción el 23 de febrero de 1990.
  • Arquitecta egresada de la Universidad Católica Nuestra Señora de la Asunción, 2016.
  • En 2017 funda el estudio Equipo de Arquitectura junto con Horacio Cherniavsky.
  • Es docente de la Facultad de Arquitectura, Diseño y Arte (FADA) de la Universidad Nacional de Asunción (UNA) y de la Facultad de Arquitectura de la Universidad Católica Nuestra Señora de la Asunción.
  • Entre otras condecoraciones, entre las más recientes cabe citar el premio Moira Gemmill Prize for Emerging Architecture Awards en Londres, Reino Unido, en 2023, y fue ganadora en la categoría de vivienda unifamiliar en los premios Brick Award de Viena, Austria, en 2024.

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