“¿Se cambia o no la hora?”, se preguntaron incrédulos miles de compatriotas al ver sus teléfonos celulares mientras se daba una explosión en redes sociales haciendo la pregunta el pasado domingo 23. Aunque sin consecuencias graves, el episodio recordó que en un mundo cada vez más automatizado gobiernos y empresas deben coordinarse con desarrolladores y proveedores de tecnología.

Hasta el año pasado se retrasaba en 60 minutos la hora, tal como lo establecía el horario de invierno, que entraba en vigor a partir del tercer domingo de marzo y se extendía hasta el pri­mer domingo de octubre de cada año.

El sistema Android, que hace operativos la mayoría de los teléfonos celulares, por una falla de actualiza­ción no registró la decisión tomada hace más de cinco meses por el Gobierno paraguayo de dejar de tener dos horarios en el país.

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La decisión se había tomado tras un largo debate que incluso llegó al seno del Parlamento, en el que recurrentemente se inte­rrogaba: ¿se ahorra ener­gía?, ¿obtiene la población alguna ventaja?

ESCALA DE TIEMPO

Lo concreto es que el país, desde el 14 de octubre de 2024, decretó como oficial el horario de verano, que rige también en Argentina, Uruguay, Chile y algunos estados de Brasil, el cono­cido como -3 GMT o -3 UTC (escala de tiempo univer­sal coordinado, su sigla en inglés).

El episodio obligó a pregun­tarse sobre los efectos de la tecnología en la vida dia­ria. Así, José Luis Vázquez, de la maestría en Inteli­gencia Artificial y Análisis de Datos de la Facultad Politécnica, entiende que “fue una falla menor, pero dejó en claro lo dependien­tes que somos hoy de sis­temas interconectados. Sirve de alerta para enten­der cómo algo tan simple como la hora puede afec­tar varios sistemas en cas­cada”, explica.

Diego Stalder, investigador de la Facultad de Ingeniería de la Universidad Nacional de Asunción (FIUNA), lo expone así: “A mi modo de ver, el incidente con la hora en los dispositivos Android y iPhone, aunque molesto, no fue grave a gran escala. Afectó principalmente a usuarios de teléfonos móvi­les, que sincronizan su hora con la ubicación y el huso horario. Este desajuste causó confusión y algu­nos inconvenientes con las aplicaciones que dependen de la hora local como las alarmas. Sin embargo, los sistemas más críticos utili­zan UTC (tiempo universal coordinado) en lugar de la hora local, lo que los hace independientes de cambios de huso horario o ajustes en la localización”, recordó.

Para la coordinación con la hora oficial paraguaya los usuarios se pueden conectar al sistema Aravo

DEPENDENCIA

La fuerte dependencia de los algoritmos y la inteli­gencia artificial quedó al descubierto en un breve pero contundente episodio que también afectó a algu­nos semáforos en Asun­ción.

Stalder recuerda que “en caso de los semáforos, pro­bablemente un bajo por­centaje en nuestro país esté sincronizado a través de un servidor central. En esos casos donde los semáforos están conectados y sincro­nizados con servidores, un problema de desajuste horario podría causar que, en vez de funcionar con la hora correcta, los semáfo­ros se enciendan más tarde o cambien a intermitente más tarde, lo que afectaría el flujo del tráfico”.

Otro elemento que se vio perjudicado fueron las transacciones financieras. “Gente, ojo cuando hagan transferencias bancarias con la hora en manual, por­que no funciona el token de las apps de bancos con la hora puesta en manual”, advertía una usuaria de Twitter en el epicentro del episodio.

Esta situación lleva a reflexionar sobre el tema.

Vázquez entiende que “definitivamente podría ocurrir algo grave. Por ejemplo, si ese mismo des­ajuste puede afectar opera­ciones críticas en hospita­les, sistemas financieros o controles de tráfico aéreo. Un error pequeño puede escalar rápidamente”.

Para Stalder, “en general no se dan casos graves. Los riesgos serían mayores si sistemas esenciales (hos­pitales, aeropuertos, redes eléctricas) dependieran exclusivamente de la hora local automática. Pero, por diseño, estos suelen usar UTC o pro­tocolos que evitan tales fallos. El mayor inconveniente sigue siendo la con­fusión en la población, especialmente en agendas digitales o sistemas no actualizados”, apunta.

José Luis Vázquez, de la maestría en Inteligencia Artificial y Análisis de Datos de la Facultad Politécnica

PREVISIONES

Vázquez piensa que “pode­mos programar alertas automáticas que detecten inconsistencias en tiempo real. Además, realizar pruebas de estrés regular­mente ayuda a identificar estos riesgos antes de que ocurran. Normalmente, este tipo de fallas ocurre por errores humanos al programar o por no anti­cipar situaciones que pare­cen improbables”, dice.

Stalder interpreta que todo depende de los sistemas: “En dispositivos móviles, es más complicado porque las actualizaciones las con­trolan fabricantes interna­cionales, que no siempre priorizan cambios legales locales. La solución tempo­ral es desactivar la sincroni­zación automática y ajustar la hora manualmente”, dice.

Para la infraestructura pública como semáforos o servidores, “lo ideal es que las entidades respon­sables verifiquen sus siste­mas y actualicen las bases de datos horarias para evi­tar futuros errores”.

Los especialistas conclu­yen coincidiendo en que, “aunque el problema no tuvo consecuencias catas­tróficas”, sirve como un importante recordatorio de que, en un mundo cada vez más automatizado, es crucial que gobiernos y empresas trabajen en una coordinación más eficiente con desarrolladores y pro­veedores de tecnología.

UNA EXPLICACIÓN OFICIAL

La ingeniera Lira Giménez, directora del Insti­tuto Nacional de Tecnología, Normalización y Metrología (INTN), explica en primer término que la institución que conduce “no es ente regulador en el ámbito de los sistemas infor­máticos o sistemas operativos desde el punto de vista de la tecnología de la información o herramientas TIC (tecnologías de la informa­ción y la comunicación)”.

Desde esa aclaración, aborda el episodio expli­cando que “desde el punto de los dispositivos Android u otro sistema operativo, el INTN no tiene injerencia alguna, ya que depende de manera exclusiva de los sistemas operativos que manejan cada uno de los dispositivos, y las alteraciones sufridas vienen marcadas en función a sus respectivas actualizacio­nes”.

Agregó que “en relación con los semáforos, estos poseen su propio relevador de tiempo y referencia de donde captan la hora y sobre esto el INTN no tiene interven­ción ni competencia”.

Giménez agregó que “las salvaguardas están hechas desde el punto de vista de la hora ofi­cial del país, dado que en el patrón nacional de tiempo (PNT) esta situación de cam­bio de hora no se dio, porque estos equipamientos están configura­dos para operar conforme a una programación predeterminada realizada con mucha anticipación. Una vez que se realizó la modificación de la ley acerca de la hora que regirá en el país, los ajustes y sal­vaguardas ya fueron realizados en el mes de octubre del año 2024″.

SISTEMA ARAVO

También expuso que quien necesite una coor­dinación con la hora oficial paraguaya para sus actividades se puede conectar al sistema Aravo.

Allí, mediante un enlace se puede visualizar la hora oficial al que se pueden vincular los dis­positivos sin modificar el sistema operativo de los mismos.

Lo hizo recordando que “no existe alguna regulación o documentación que exija u obligue a las organizaciones públi­cas o privadas la vinculación al sis­tema Aravo para obtener la hora oficial”.

Al explicar técnicamente, indicó que Aravo funciona “a través de un equipamiento complejo que opera a través de una interfase o comunica­ción satelital en función al horario local estable­cido, acompañado del uso horario corres­pondiente (UTC-3). Eso se comunica a nivel regional y luego a nivel mundial a través de la interacción con los demás institutos de metrología”.

Y2K, LA FALLA QUE INICIÓ EL SIGLO

El problema del año 2000 o Y2K (Y=year o año, 2=dos y K=abreviatura del número 1.000) fue quizá el más famoso bug o error de software. Esto a tal punto que se invirtieron cerca de 214.000 millones de euros para evitar sus efec­tos en el mundo, que finalmente fueron leves.

Se temía que al pasar de 1999 a 2000, el sis­tema asumiera que estaba de nuevo en 1900, lo que provocaría una secuencia de equívocos que no se podían estimar en hospitales, aeropuer­tos, servicios esenciales, etc.

Stalder recuerda: “En el caso del Y2K, los siste­mas informáticos usaban solo dos dígitos para representar los años, lo que podría haber cau­sado confusión al llegar al 2000. Hoy en día, los problemas con la hora ocurren por la forma en que se gestionan los cambios de huso hora­rio y el horario de verano. Estos problemas son similares al efecto 2000 (Y2K), pero en menor escala”, comentó.

En la antigua programación, cada espacio era valioso, no había tanta disponibilidad de memo­ria como hoy, por eso los técnicos economi­zaban lugares. Así, para las fechas, daban por supuesto que transcurría en 1900 durante el siglo XX.

Finalmente, al llegar el sábado 1 de enero de 2000 solo se detectaron problemas menores que no provocaron daños significativos. Esto a merced de las grandes inversiones realizadas por los gobiernos y las empresas para actualizar los sistemas y prevenir eventuales fallas.

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