Aunque médico de formación, la música fue y es el gestor de su voluntad. Con sus ocho décadas encima, sigue priorizando lo que más le gusta hacer: cantar. Su pasión por el canto y su oficio de cuidar la salud ofrecen la clave de su longevidad artística.
“La música la llevo muy adentro, desde jovencito. Dentro de la música estoy más bien en el canto. Y dentro de eso tengo algunas obras que introducen el jazz a la música paraguaya”, se define Carlos Ayala, más conocido como el Doc. Ayala (81), una figura que en la última década y media pudo registrar en grabaciones lo más destacado de su repertorio, actividad que le fue esquiva durante gran parte de su vida a pesar de que la música, según narra, siempre fue el motor de su vida.
En julio pasado, el cantante publicó su último material discográfico, “Jazz a la guaraní”, que está disponible en las principales plataformas de streaming y es resultado de un trabajo que se gestó entre 2017 y 2018. Como muchos otros casos, el proyecto vio postergado su alumbramiento para el público por los avatares que conllevó la pandemia.
EN CLAVE DE GUARANIA
“Jazz a la guaraní” presenta nueve composiciones destacadas del repertorio jazzístico internacional interpretados en clave de guarania y en guaraní, incluyendo obras como “Sarambí” (“All of me”), de Gerald Marks; “Nde ha’e” (“All the things you are”), de Jerome Kern y Oscar Hammesrten; “Jasy yvate” (“How high the moon”), de Nancy Hamilton, entre otras.
“Considero muy importante cantar en guaraní porque es parte de mi raíz. Los paraguayos primero pensamos en guaraní, después viene el castellano. El guaraní es parte de mi raíz, es muy importante para mí. Mi primera lengua es el guaraní”, explicó.
El material lleva el sello de Random Sounds y la grabación contó con la participación técnica de Nicolás Caballero y Ricardo Zuccarelli, y la interpretación musical de Ariel Burgos en contrabajo, Daniel Pavetti en batería y percusión, y Carlos Centurión en teclados.
INICIOS
Su vínculo con el arte se dio a una edad muy temprana y estuvo marcado por sus propios tiempos. Su talento lo empujaba a cruzarse con otros músicos, a llegar a los escenarios y a volverse el elegido de las serenatas. “Felizmente fui bien encaminado en la música con varios amigos que me enseñaron a tocar la guitarra. Y muy pronto ya estaba yo con mi guitarra, cantaba mis canciones acompañándome a mí mismo, pero en realidad no soy un guitarrista, la guitarra me acompañó a mí”, indicó.
Tras 20 años en el Brasil, donde se especializó en homeopatía, el Doc. Ayala regresó al Paraguay y se instaló definitivamente en 1981 en Ypacaraí. Lo aprendido y su audacia lo llevaron a marcar su propio estilo de interpretación de la música paraguaya, caracterizada por la rearmonización que realizaba.
Décadas después, de las manos de sus hijos Jirasol y Juanito, fue relacionándose con músicos de la nueva generación, como Mike Cardozo, Rolando Chaparro o Lobito Martínez. De ahí fue abriéndose camino para llegar a su primer disco, que llevó el nombre de “Ñasaindy poty” (2011), grabado a dueto con Miguel Ibarra en guitarra.
“Yo me caracterizo por ser un cantante melódico. Me gustan las músicas melódicas, las músicas románticas. Sea cual fuera el ritmo siempre soy un cantante melódico, escojo melodías dulces”, comenta.
Un nuevo proyecto se fue forjando años después junto con Carlos Centurión y Ariel Burgos. Con una tendencia más claramente cercana al jazz, en 2015 lanza “Autobiografía musical”, que lo incorporó en el mapa del jazz nacional e internacional.
SU VOZ, SU TESORO
Primero músico antes que médico, antes cantante que guitarrista, melodioso y romántico antes que enérgico, primero la voz antes que nada.
“Mi única preocupación es cuidar de mi voz, que es el tesoro que tengo. Entonces, siempre estoy haciendo ejercicios para mantener mi voz fresca y tentar lo que es más difícil, que es la buena interpretación. Eso nadie te puede enseñar, esa es una cosa que uno lleva adentro, el poder transmitir y conmover a las personas que te están escuchando”, explica.
Los procesos del Doc. Ayala tienen sus propios tiempos y por ello sus nuevas producciones se hacen esperar. En este sentido, refiere que un repertorio está listo para presentarse cuando se ha trabajado hasta el último detalle. “Busco la seguridad. (Puedo grabar cuando) yo mismo me convenzo de que estoy bien porque conmigo soy muy exigente. La búsqueda de la perfección siempre está en mí. Siempre quiero cantar mejor. Eso es para mí lo más importante”, ratifica.
DESDE YPACARAÍ
Ypacaraí es ese punto en el mapa donde don Carlos Ayala eligió seguir construyendo su mundo, un universo que mira de frente a la comunidad y marca su hogar familiar como centro de convocatoria para talentosos músicos ypacaraienses de las nuevas generaciones, como los hermanos Zacher, Cachito Galeano, Juan Vera y otros. “Yo creo que Ypacaraí es un lugar muy especial, muy musical, es un gusto estar siempre ahí acompañado de los amigos.
Son grandes músicos, están en grandes conjuntos, hay varios estilos que se hacen aquí. Yo creo que algo sembramos, algo hicimos por hacer crecer la musicalidad de este pueblo, que de por sí ya es muy musical. Tenemos el festival, por ejemplo. Ahí se incentivó muchísimo la musicalidad de este pueblo, vino gente de todas partes y pudimos escuchar muchos estilos. Y así fuimos creciendo en este pueblito donde hay tantos valores que hacen de ella una ciudad muy musical”, señala.
Con los años Ayala se volvió una referencia de su ciudad, primero por su talento y relación con su gente, después por su trabajo y de alguna forma marca un camino humano y musical. “Para mí es muy importante ser un artista ypacaraiense, representar a mi pueblito en el arte, decir que soy un cantante de Ypacaraí cuando llevo mi arte a otras partes. Amo mucho a este pueblo y todo lo que hago es en agradecimiento por hacer parte de esta hermosa ciudad tan musical”, expresa.