Descendiente de don Carlos Antonio López, el ilustrador argentino Francisco Solano, homónimo del mariscal paraguayo, vuelve a obtener el reconocimiento por su trabajo, 14 años después de su muerte, al popularizarse la serie argentina protagonizada por Ricardo Darín.

  • Por Jimmi Peralta
  • Fotos Gentileza

El pasado 30 de abril tuvo su estreno a tra­vés de Netflix la serie “El Eternauta”, convirtién­dose rápidamente en ten­dencia global al alcanzar el primer puesto en reproduc­ciones entre las realizaciones en español dentro de la pla­taforma. Se trata de una pro­ducción argentina basada en la historieta de igual nombre, publicada en el vecino país en su primera entrega entre 1957 y 1959 a través del suple­mento semanal Hora Cero, con guion de Héctor Oester­held (1919-1977) y dibujos de Francisco Solano López Fon­taine (1928-2011).

Esta coincidencia de nombre con el mariscal paraguayo no es una mera casualidad, pues se trata del tataranieto del pri­mer presidente constitucio­nal del Paraguay, don Carlos Antonio López, y bisnieto de Venancio López. Fue en honor al máximo héroe paraguayo que sus padres, Carlos Antonio López Blomberg y Carmen Fon­taine, lo hicieron heredero del nombre Francisco Solano, una marca que atravesó su historia familiar y que en las últimas semanas resonó nuevamente, evocando a la vez el origen de este sello que lo vincula con el Paraguay.

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“El Eternauta” se enmarca dentro de una narrativa de ciencia ficción que se desarrolla en Buenos Aires de los 50

“Mi padre tenía mucha ilusión de hacer por lo menos una histo­ria, aunque no fuera completa, del mariscal y me encargó a mí escribirla”, comenta Gabriel Solano López, guionista e hijo de López Fontaine.

LA GUERRA DEL PARAGUAY

El dibujante de “El Eternauta” y de un sinnúmero de publica­ciones más trabajó a fines de los 70 en la historieta “La gue­rra del Paraguay”, con guion de su hijo Gabriel, quien habló con La Nación/Nación Media sobre la figura y el legado dejado por su padre.

“La historia se concentró en el último periodo de la guerra, cuando el mariscal estaba en medio de la selva, escapando, intentando que no lo descu­brieran en su odisea con 400 supervivientes. Entonces, un poco nos concentramos en ese periodo porque mi padre tampoco tenía tiempo porque estaba con sus compromisos editoriales, entonces a poco podía proyectar una historia así a largo plazo”, explica Gabriel Solano López.

Gabriel Solano López, hijo del celebrado dibujante, conversó con La Nación/Nación Media

La historieta realizada entre padre e hijo marca una mirada respecto a la historia no popula­rizada en el vecino país. El mate­rial fue varias veces reeditado. “Ambos disfrutamos mucho de ese trabajo. Lo disfrutamos mucho porque hemos sido muy estudiosos de la guerra del Para­guay para hacerlo, mi padre por orgullo y yo también. Lo hici­mos a partir de un historiador que en su momento fue muy popular en Argentina, que era José María Rosa”, agrega.

NARRATIVA

La narrativa predominante en el vecino país respecto a la con­tienda, conocida en Paraguay como guerra contra la Triple Alianza, estaba marcada por el sesgo justificador de la acción de los aliados, pero la mirada de Rosa no coincidía de pleno con ella. “Con respecto al maris­cal, en principio mi opinión era, como la de mi padre, con ese orgullo de nuestra ascen­dencia y por el carácter heroico del mariscal y de cómo murió también, eso fue realmente un espectáculo muy bár­baro. Pero ya con el tiempo fui cambiando mi perspec­tiva”, explica el guionista.

Gabriel trabajó en su juventud con su padre como guionista

Gabriel Solano López está cerca de cumplir 50 años de vida en España, donde lo llevó en principio su padre luego de rescatarlo de la prisión en el contexto de la dictadura mili­tar argentina, la que se cobra­ría la vida del guionista de “El Eternauta”, Héctor Oesterheld.

UN TRABAJADOR

“Yo me he criado desde muy niño viendo a mi padre tra­bajar sin descanso, trabajar, trabajar y trabajar. ‘El Eter­nauta’ se empezó a publicar el mismo año que yo nací. Entonces, cuando terminó, en el 59, yo tenía 2 años. O sea, testigo de su trabajo en ‘El Eternauta’ no podría haber sido. Lo que yo recuerdo es verlo a él trabajando conti­nuamente”, comentó Gabriel.

Francisco Solano López Fontaine firmó publicacio­nes de diversas temáticas en Argentina, Reino Unido y EE. UU. Su carrera se inició en la década del 50 y siguió hasta sus últimos días, abarcando géneros como la ciencia fic­ción, la épica histórica, el drama, las aventuras eróti­cas, entre otros.

A fines de los 70, el ilustrador de “El Eternauta” trabajó en la historieta “La guerra del Paraguay” con la colaboración de su hijo Gabriel como guionista

Gabriel trabajó en su juven­tud con su padre como guio­nista y, si bien señala que actualmente su única rela­ción con la escritura la man­tiene en su condición de lec­tor, según la crítica de entre aquellos trabajos “Ana” e “Historias tristes” lo inscri­ben entre los más destacados del género en Argentina.

Francisco Solano López, tataranieto de don Carlos A. López, es uno de los representantes más destacados de la ilustración argentina

“‘Historias tristes’ las escribí más como relato, como cuento en prosa y entonces lo que hizo mi padre fue seleccionar los textos, asegurándose de que se veía un hilo argumental y dibujaba las viñetas. Y luego ‘Ana’ ya lo escribía directa­mente con forma de hilo, con sus viñetas y sus cantidades de páginas, hacia el concepto de página. El concepto de página me lo enseñó Carlos Sampayo”, comentó.

Gabriel Solano nunca volvió a vivir en Argentina. Su padre lo acercó a la producción de historietas, pero él no le dio continuidad a ese camino. Al parecer, el mundo de cer­tezas propios de la juventud que lo marcaron dentro de la militancia política se pusieron entre paréntesis en el contexto de su formación en filosofía.

La producción audiovisual de la serie que arrasa en Netflix tuvo cerca a los herederos de Solano López y de Oesterheld

LA SERIE

La serie “El Eternauta” vuelve a poner sobre la mesa la historia de sus creado­res: Héctor Oesterheld y Francisco Solano López Fontaine, dos personajes icónicos en el mundo de las historie­tas, que tal vez reciben el reconoci­miento de una nueva generación a través del ejercicio de la memoria.

“Una pena que yo siento es que mi padre no esté presente, porque el reconocimiento que tiene ahora de todos los medios dedica­dos al género mi padre nunca lo recibió directamente. Alguna vez tuvo un premio. Fue en una feria de historietas de Barcelona y él comentó entre sus amigos de la profesión que era la primera vez que le daban un premio. Llevaba mucho tiempo en la profesión y tenía su nombre, pero no obtuvo el reconocimiento que se está dando ahora, que se está haciendo justicia a posteriori”, comenta.

“El Eternauta” se enmarca dentro de una narrativa de ciencia fic­ción que se desarrolla en Buenos Aires de los 50, una temática que atrapó a los lectores de varias generaciones. La publicación tuvo tres partes y llegó a ser editado sin la autorización de los creadores y herederos.

“A mí la serie me gustó mucho, primero porque se animaron, se atrevieron a hacerla ubicándola en la actualidad y me parece que ese fue un acierto. Funciona a la hora de captar público juvenil que podrá sentirse identificado. Hacer toda una reproducción de la época de los años 50 y 60 sería un esfuerzo quizá necesario y, aunque hay también muchos cambios en el guion, creo que esos cambios son positivos, porque lo exige también lo que es el len­guaje cinematográfico, que es distinto. Lo que es el espíritu y el argumento que quería transmitir el dibujo de mi padre yo creo que está respetado en la serie y, claro, con los límites de distintos géneros, pero está respetado y logrado”, refiere Gabriel.

La producción audiovisual de “El Eternauta” tuvo cerca a los herederos de Solano López y de Oesterheld, quienes estuvie­ron de alguna forma en la custodia del legado artístico. La serie vuelve a plantear una valoración sobre las historietas, que déca­das atrás marcó una forma de consumo de la ficción y la no fic­ción en la cultura masiva. La producción ya anunció la realización de una segunda temporada, que mantendrá en alerta al público de habla hispana.

GÉNERO EN BOGA

En el último par de décadas las historietas volvieron a tener un papel protagónico en las narrativas de ficción, retroalimentándose con la pantalla, proveyendo al cine y a las plataformas de personajes y reavivando la dinámica del papel. “En aquel momento y hasta hace relativa­mente poco, se planteaba que la historieta era un género menor. Y había por las clases pretendidamente cultas como cierto desprecio a la historieta, tanto del guionista como el dibujante. Pero desde hace ya bastantes años ha habido una corriente de reconocimiento y ahora se le llama noveno arte a las historietas”, explica el guionista.

“Y de ahí vienen también los intentos de prestigiarla llamándola novela gráfica, que yo creo que no es necesario. La historieta se puede con­siderar como un arte y valorarla sin necesidad de ponerle nombres supuestamente más honoríficos. Las buenas historietas, las grandes his­torietas, aunque tengan el nombre de historieta o de cómic, es un arte ya masivo y no necesita que se le ponga ese suplemento”, remata.

Francisco Solano López Fontaine es uno de los representantes más destacados de la ilustración argentina en el mundo de las historietas, y fue un orgulloso heredero de un nombre familiar que marcó la historia del Paraguay y la suya.

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