El vibrante escenario de Broadway (Nueva York) abre sus puertas a una nueva promesa, y su nombre resuena con el eco de la cultura guaraní. Con tan solo 23 años, la talentosa actriz paraguaya Yvanna Manuela Tassy Giménez está marcando su impronta en el competitivo mundo de la actuación en la meca mundial del teatro.
Yvanna está demostrando que la pasión y el arduo trabajo pueden abrir oportunidades en todos los escenarios, en su caso, en el competitivo y exigente mundo de las artes escénicas, nada más y nada menos que en la Gran Manzana. Graduada Magna Cum Laude de la prestigiosa Universidad Jesuita Fordham, cuna de luminarias como Denzel Washington y Patricia Clarkson, Tassy Giménez se ha abierto camino con determinación y talento innato. Su rápido ascenso es un testimonio de su dedicación.
La joven actriz compatriota ya ha tenido la oportunidad de trabajar con ganadores de Premios Tony, los Óscar del teatro, y recibió formación de maestros de la talla del multifacético actor Stanley Tucci, conocido por su trabajo en la película “El diablo viste a la moda”, y el aclamado director de Hollywood, Michael Hoffman. El año pasado hizo el papel de “Martirio en la casa de Bernarda Alba”, obra que fue dirigida por Dawn Saito, directora de la mundialmente famosa Escuela Juilliard.
LEGADO
La motivación de Yvanna encuentra profundas raíces en el legado de su madre, Larissa Giménez, una figura incansable siempre ligada al mundo de los medios de comunicación, con una notable trayectoria en producción de TV en Estados Unidos, Sudáfrica y Paraguay. Esta influencia familiar, nutrida por una visión global de las artes, sin duda sembró en Yvanna la semilla de la curiosidad y el empuje para perseguir sus sueños.
Desde hace un año, Tassy Giménez es parte del elenco del renombrado Lincoln Center, un hito significativo en su joven carrera. Además, actualmente cuenta con un comercial al aire en los Estados Unidos, llevando su rostro y talento a millones de hogares.
El mes de julio se perfila aún más emocionante para Yvanna, con el estreno de dos obras de teatro: una en el prestigioso Lincoln Center y otra en una de las compañías más importantes de Off-Broadway, solidificando su posición como una fuerza emergente en la escena neoyorquina.
“A todos los castings que voy, lo primero que me preguntan es de dónde soy… cuando les digo Paraguay, se sorprenden y siempre quieren saber más sobre nuestro país”, manifestó Yvanna, resaltando el arraigo guaraní que la define y la impulsa a promover nuestra cultura en el diverso mundo de las artes.
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Múltiples celebraciones por los 40 años del Live Aid
Hoy 13 de julio se cumplen 40 años del icónico festival Live Aid (1985), donde las más grandes estrellas del rock del momento se presentaron en un festival solidario para ayudar a países africanos que atravesaban una crisis humanitaria. Algunas de las bandas que se presentaron aquella vez y cadenas internacionales difundirán durante la jornada materiales conmemorativos para festejar el aniversario.
- Fotos: Gentileza
Como celebración del alcance icónico y el espíritu solidario del género, desde 1986 cada 13 de julio se celebra el Día Mundial del Rock en conmemoración del gran concierto Live Aid, que tuvo lugar en 1985 de manera simultánea en Londres y Filadelfia, con la presencia de los más grandes representantes del género en ese entonces.
La icónica cita planteó como objetivo la recaudación de fondos benéficos para Somalia y Etiopía, países africanos que se encontraban en ese momento en una gran crisis alimentaria.
Aquel evento, del cual se cumplen 40 años y que fuera impulsado por el músico y activista irlandés Bob Geldof, marcó a una generación y juntó en el escenario, entre EE. UU. e Inglaterra, a grupos como Queen, U2, The Beach Boys, Dire Straits, Reo Speedwagon, Black Sabbath, Led Zeppelin, Judas Priest, The Who e intérpretes como Mick Jagger, Tina Turner, George Michael, Bryan Adams, Kenny Loggins, Eric Clapton, Sting, Phil Collins, David Gilmour, David Bowie, Elton John, Bob Dylan, Paul McCartney, entre otros.
MASIVIDAD
El Live Aid arrancó al mediodía en el estadio de Wembley, Inglaterra, con 74.000 espectadores y en el JFK, de Estados Unidos, con 99.000 asistentes. El evento se transmitió a más de 150 países y se estima que lo siguieron a través de la pantalla 1,9 millones de personas, logrando una recaudación solidaria de 150 millones de libras, gracias a la presencia de más de 70 artistas y bandas en escena.
El rock se encontraba posiblemente en su mejor momento de difusión. A un par de décadas de su surgimiento y posterior afianzamiento, los 80 era un momento de expansión y masividad incomparable, con un avance tecnológico y de libertades en el mundo que hacían de este género la forma de expresión del momento.
El Live Aid surgió en un momento de apogeo del rock y el pop, y permitió marcar un hito en los libros de la historia cultural, capitalizando el alcance que los medios de comunicación, y en particular la televisión, tenían en ese momento.
POR EL ANIVERSARIO
Uno de los inolvidables momentos estuvo a cargo de la banda inglesa Queen, que con un show de poco más de 20 minutos sobre el atardecer nublado de Londres abrió el show con la interpretación de “Bohemian rhapsody”, con Freddie Mercury marcando la melodía en un piano vertical negro de costado al público para concluir posteriormente con “We are the champions”.
La legendaria banda, integrada actualmente por Brian May y Roger Taylor, publicó en la última semana una invitación a sus fanáticos en la red social X, diciendo “¿Listos para cantar con Freddie?”, indicando que este 13 de julio realizarán una transmisión a través de Youtube, a la misma hora que se inició aquel show de hace 40 años, 18:41.
Además, otros anuncios en el marco de la celebración de las cuatro décadas del evento son la publicación de un álbum con el elenco del show que lleva el nombre “Just for one day – The live aid musical”. Este material buscar recrear a través de la música el espíritu solidario y empático que marcó una época del rock. Por su parte, la cadena BBC publicará una serie documental del detrás de escena del festival, que lleva el nombre “Live Aid at 40”, que contará con tres episodios, bajo la dirección de Thomas Pollard. En tanto, algunos canales y radios internacionales realizarán trasmisiones especiales del concierto de hace 40 años.
ROCK SOLIDARIO
El Live Aid marcó un hito en su alcance en tiempos en los que los proyectos musicales se embanderaban con consignas solidarias y posicionamientos sociales y/o políticos.
Antes de ese festival, Bob Geldof y Midge Ure habían ya grabado “Do they know it’s Christmas”, con el mismo objetivo y con la colaboración de Bono, Sting, George Michael, Phil Collins, Simon Le Bon, Andy Taylor y Nick Rhodes, entre otros. En ese mismo marco, Michael Jackson y Lionel Richie, con producción de Quincy Jones, grabaron en 1985 “We are the world”, con el supergrupo denominado USA for Africa, al que se sumaron Tina Turner, Bob Dylan, Paul Simon, Stevie Wonder, Cyndi Lauper y muchos más.
Otros eventos que dieron continuidad a la actividad solidaria y colaborativa de artistas del rock y del pop fueron Live 8 (2005), Afrika Rising (2010), 46664, Global Citizen, entre otros.
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Ovecha rague, el legado de “la ciudad que te abriga”
En junio pasado fue declarado como Patrimonio Cultural Inmaterial Nacional y se reconoció a dos de sus artesanas como Tesoros Nacionales Vivos. Aquí un panorama de la artesanía en lana en “la ciudad que te abriga”, San Miguel, y un diálogo con algunas de las artesanas que lo hacen posible.
- Por Jorge Zárate
- Jorge.zarate@nacionmedia.com.py
- Fotos Mariana Díaz
“Toda la historia del pueblo se fue tejiendo, por así decirlo, en torno a la artesanía, no solo su economía, sino la identidad de su propia gente”, apunta Enrique Correa, director de Cultura de la Municipalidad de San Miguel, en el departamento de Misiones.
Distante a 180 kilómetros de Asunción, a la vera de la ruta PY01, esta localidad se enorgullece de ser la capital de la lana, “la ciudad que te abriga”, la cuna del ovecha rague. A la vera de la ruta existen unas 15 tiendas/talleres que producen y venden tejidos, pero también hay un número mayor de tejedores que se reparten en el casco urbano de la ciudad y en las compañías Arasape y Hugua.
“Es una realidad bastante compleja porque por un lado están los aspectos patrimoniales, que es lo que hemos logrado o tratado de salvaguardar, por ejemplo, con esta declaratoria, los saberes técnicos que los artesanos han transmitido de generación en generación que tiene un alto valor y que le da un valor agregado importantísimo a la artesanía”, apunta Correa.
Habla de la declaración como Patrimonio Cultural Inmaterial Nacional del Ovecha Rague, que hiciera el gobierno en junio pasado en un paso importante para buscar apuntalar la actividad.
Después está lo económico porque “es la fuente principal de ingreso y el sustento de varias familias”, describe.
MOTOR ECONÓMICO
“El hecho de que sea el motor económico de la ciudad nos lleva a trabajar en cómo ofrecer el producto, buscar nuevos mercados, el tema de la materia prima también. Hasta influye el cambio climático, los inviernos ya no son tan crudos hoy en día en nuestra región. Eso obligó a los artesanos a innovar, a buscar otros materiales, el algodón, por ejemplo, que fue ingresando bastante”, agrega Correa.
Recuerda que “la lana tiene su salida solamente en el invierno, en el verano hay que pensar en otros productos. Los artesanos se ingeniaron y le dieron con todo, con el tema del algodón, las colchas, las hamacas, que tienen bastante salida en el verano”.
La realidad económica impacta en las familias “que se van desintegrando, los hijos que emigran a otros lugares, entonces todo atenta contra el mantener este proceso, este conocimiento, este saber y este patrimonio que le otorga una identidad al pueblo”.
Correa entiende que es un desafío “para nosotros como un municipio, la gobernación, el Instituto Paraguayo de Artesanía y para la Secretaría de Cultura, la Senatur, cómo hacer alianzas estratégicas para que la artesanía se siga manteniendo, pueda seguir vendiéndose aquí y en el exterior y que nuestra gente siga produciéndola”.
La intermediación es otro elemento que se intenta resolver a la hora de conseguir un “precio justo” para los artesanos. “Es importante que puedan llegar directamente al consumidor”, apunta ya que “muchos al vender el producto final recuperan quizás lo invertido en materia prima, pero la mano de obra y las horas invertidas en cada uno de los procesos que conlleva elaborar esa prenda muchas veces no son tenidas en cuenta y no son monetizadas. Entonces esos son los grandes desafíos que estamos enfrentando”, indica.
TESOROS VIVOS
Ella está escardando la lana en su sillón favorito, en la galería de la casa, en compañía de gatos y gallinas. Fermina Fernández viuda de Correa tiene 84 años y desde que tiene memoria hila y teje. “Cuando tengo 7 años ya mi abuela me enseñaba cómo tengo que hacer por la lana”, memora la mujer que en junio pasado fue reconocida como Tesoro Nacional Vivo por la Secretaría Nacional de Cultura.
Fermina muestra su rueca, monta las fibras de lana con oficio y con el suave y mecánico impulso de un pedal va construyendo el hilo con el que luego elaborará sus finos tejidos.
La tarea también se puede hacer a mano con un huso, para conseguir un hilo más fino, como el que usa en sus fantásticos vichu, chales de fina lana, todo un símbolo de la cultura de los tejedores de San Miguel. Los teje a crochet y los vende desde los 120 mil guaraníes.
“El otro día vinieron las bailarinas y llevaron casi todo de mí”, dice entre risas, contenta por la particular venta que tiene la prenda, infaltable en las integrantes de los ballets folclóricos. Fue en junio durante el festival del Ovecha Rague que recibió a unas 50 delegaciones de artistas.
Mueve a reflexión cómo se valora este trabajo artesanal que tiene un proceso que incluye el lavado de la lana, el escardado, el blanqueo, que puede llevar un mes, de no mediar lluvias y humedad, antes de que las manos de Fermina aborden la prenda. “El tejido no tarda más de una semana”, cuenta.
Solo ella y otra artesana tejen los vichu en el centro de San Miguel, pero en la compañía Arasape queda todavía un grupo importante de tejedoras que ayudan a mantener esta bella tradición.
Fermina supo hacer frazadas, de gran factura, pero “ya me va es demasiado pesado manejar el telar, se hace complicado, se tiene que tener fuerza”, explica. Muestra una que confeccionaron con sus hilos unos artesanos asociados que cuesta 900 mil guaraníes. Se siente que vale más.
El tejido exige un compromiso de los cuerpos que los artesanos padecen. Dolores articulares, reuma y artritis aparecen cuando se convierten en adultos mayores.
Por eso se la ve contenta con el reconocimiento que se le hizo: “Me sentí demasiado bien. Estoy orgullosa con mi trabajo. Porque de chiquitita yo comencé y hasta ahora estoy trabajando gracias a Dios”.
Tiene 7 hijos que aprendieron con ella a trabajar la lana. “Ahora nomÁs ellos se van todos de acá por estudio, por trabajo… por acá no hay trabajo”, dice.
Relata que los precios en mucho responden al alto precio de la lana cruda. “Te venden a 60 o 70 mil guaraníes el kilo. ¡Muy caro ya es!”, considera . “ Por eso no podemos hacer más barato nuestro trabajo porque el material es demasiado caro. Tengo que lavar con agua oxigenada y jabón en polvo con agua caliente”.
Fermina aborda personalmente el hilado porque de ello depende la calidad de la prenda. “La gente quiere trabajar, pero no quiere hacer bien el trabajo, ese es el problema, el hilado es muy delicado, si el hilo se va a usar en el telar, entonces requiere torcer un poco más, hacerlo un poquito más firme. Si lo va a hacer a crochet tiene que ser un poco más suave”, explica.
“Yo ahora poco vendo porque no salgo más”, cuenta de su actualidad. Relata entonces que antes iba a la Expo de Mariano Roque Alonso, y recorría el interior llegando a Santa Rita, Saltos del Guairá, Colonia Yguazú, Ciudad del Este. También que hubo señoras que hicieron llegar sus tejidos al exterior con gran éxito y valoración.
Le gusta ir a descansar los domingos a la casa materna de Costa Hû, un barrio de San Miguel, en donde comenzó su historia como tejedora. “Cuando yo me muera ustedes van a vender, pero ahora no porque es mi herencia”, cuenta que les dice a sus hijos. Allí su mamá y su madrina le enseñaron los oficios de la lana y allí siempre vuelve.
UNA VIDA CON LA LANA
Eustaquia Palma de Garay tiene 95 años y fue también reconocida como Tesoro Nacional Vivo. “Y la verdad es que yo no sé, parece que les gustaron las cosas que hice”, comenta.
Hace un tiempo que ya dejó de tejer y ahora, con su marido, se dedican a la venta de piezas confeccionadas por otras manos en su negocio ubicado sobre el Paseo de los Artesanos, que se puede visitar a la vera de la ruta PY01 en San Miguel.
Desde niña comenzó a tejer gorras, luego fue el tiempo de los vichu y más tarde su especialidad fueron las frazadas de lana bordadas. “Mi hermana empezó a hacer la frazada con otra artesana y después mandamos a hacer un telar y comenzamos esa tarea”, cuenta.
Sus ojos brillan al rememorar los motivos que adornaban cada pieza: “Una planta de rosa o de clavel nosotras hacíamos desde el tallo hasta la hoja, las flores y todo, quedaban muy lindas”. “En la feria yo vendía mi frazada antes, me fui a Roque Alonso, llevamos el telar y hacíamos las muestras”, recuerda de años pasados.
Ahí destaca: “Antes las frazadas se vendían, por ejemplo, en Yacyretá yo vendía muchísimo. Recorría las casas de los trabajadores y me compraban. Ahora mermó un poco la venta”, relata.
Sobre la calidad de la artesanía refiere que “ahora la gente quiere rápido y no se hace así. Con atención tenemos que hacerlo. Lleva su tiempo y su paciencia también”.
“Desde los 7 años yo ya empecé a trabajar, cuando mi papá murió. Entonces teníamos que ayudarle a nuestra mamá. Ellos lavaban la lana y nosotros escardábamos”, recuerda.
Las lanas naturales tienen diferentes colores, blancos, grisáceos, distintos tonos de marrón, algún exquisito negro más escaso y valorado. “Ibamos a comprar la lana a San Ignacio, a San Juan y eso y traíamos la bolsa encima de la cabeza, pobrísimos éramos. A veces las personas te ayudaban a traer un poco tu bolsa”, memora de su vida con la lana.
En setiembre cumple 96 años y le sigue gustando cocinar. “Hago guiso, locro, polenta, puchero. Tenemos que seguir únicamente porque ese es nuestro sustento. Si no trabajamos no vamos a comer”, dice mirando al cielo entre los tejidos colgados en su tienda.
MUÑECA, EL FUTURO Y LOS PONCHOS
Julia Cristina Álvarez García se llama, pero para todos es Muñeca y su taller de confecciones fue incluido en la Ruta de la Artesanía, una iniciativa que busca promocionar sitios destacados en el país.
Allí, además de una muestra muy bien seleccionada y cuidada de la artesanía local, se puede apreciar desde un llamativo ventanal el trabajo de los telares. Muñeca los va mostrando: “Aquí se teje una colcha de algodón, este es un poncho modelo triángulo y más allá se está por empezar un poncho masculino”. Cuenta que allí se teje de todo un poco: “Producimos individuales de algodón, alfombras, que serían más nuestras opciones de verano y ahora en el invierno ponchos, ruanas, mantas”, comenta.
“Ahora están saliendo mucho los ponchos”, dice recordando que tienen precios que van desde los 330 mil guaraníes. “Depende del material, porque nosotros trabajamos este tipo de lana industrializada importada de Argentina. También usamos la materia prima local, pero esos trabajos son más exclusivos y hacemos en menor cantidad. Por lo que lleva tiempo producir el hilo de lana de oveja”, explica. Un poncho de pura lana paraguaya se consigue desde 900 mil guaraníes.
En el muy bien montado local hay una rueca a pedal y un muestrario del proceso de la lana que ayuda a entender del gran trabajo que se necesita para tejer con hilo propio. Así un chal de lana pura se consigue desde 300 mil guaraníes.
Consultada sobre la posibilidad de industrializar la lana misionera, entiende que hay algo en la ecuación que todavía no cierra como para emprender esa inversión. “Es todo un tema, por ejemplo, para nosotros buscar la lana adecuada para hacer ese hilo, producirlo durante todo el verano para obtener material para febrero, marzo, para nosotros es mucho trabajo y mucho proceso. Sin embargo, si estuviera industrializado sería más fácil, vamos a ir a escoger medidas, colores y comenzamos a confeccionar”. Entre tanto se usa lana argentina que “es menos caliente, es un material más económico y más fácil de conseguir”.
Tejedora desde los 13 años más o menos, comenzó haciendo cosas pequeñas hasta llegar a los ponchos y frazadas, el derrotero tradicional de los cultores del oficio en San Miguel. “Era una tradición, antes todo el mundo tenía su frazada. Ahora creo que ya no se usan tanto porque son pesadas y aparecieron los edredones livianos que son calentitos también”, especula. “También son más caras, está el tema de las alergias… muchas razones, pienso yo”, dice.
Entiende que se debería interesar a los jóvenes en el trabajo y apunta el que hacen sus hijas con las redes sociales. “Toda promoción nos viene bien, ellas venden a través de las redes, está funcionando muy bien”, cuenta.
“María Elena Ruiz es la encargada de las fotos, de las redes sociales e inclusive también ella trabaja en la máquina porque terminó la carrera de diseño de moda. Mis cuatro hijos son profesionales y yo trabajo aquí con mi esposo, ojalá los jóvenes sigan adelante”, concluye.
BLANCA, LA MAESTRA DE LAS JERGAS
La lana natural se seca al sol que generoso baña la casa de Blanca González, artesana, especialista en jergas, unos paños que ayudan a alivianar el roce que la montura le produce al caballo. “Hago unas 20 semanales”, dice la mujer que con gran espíritu lava a mano la lana en el patio en un proceso que le lleva 24 horas. “Primero la dejo en remojo con jabón en polvo y al otro día la enjuago y la paso por el secarropas”, explica.
Blanca se entusiasma que la venta de su artesanía, muy demandada desde las estancias ganaderas del Chaco, le ayuden a afrontar una nueva operación de rodilla. “Yo siempre quiero tener mucha lana, esa es mi obsesión”, dice entre risas mostrando su acopio y explicando que es la manera de conseguir bajar el precio de su insumo.
“Está difícil el trabajo en la lana, necesitamos más ayuda de las autoridades. Imagine que todavía las personas de la generación que me sigue, los que tienen 40 años todavía trabajan la lana, pero los más jóvenes ya no, se van todos”, expone.
Una vez que tiene seca la lana se encarga de hilar en unas máquinas que hizo construir para acelerar los procesos. Primero hace el yva, el hilo fino y en otra parte de su tiempo se dedica a producir el poyvi, el hilo grueso.
Ya en el telar, que monta de manera ágil y eficiente, los entrecruzará de manera maestra para conseguir la jerga. Cada unidad se vende en precios que van de los 40 a 45 mil guaraníes.
“Esta es mi vida”, dice satisfecha del oficio que aprendió con sus mayores cuando tenía apenas 7 años. “En esa época tejíamos gorras porque se vendían muy bien”, cosa que ahora no pasa tanto.
Madre de cuatro hijos, solo una de las mujeres heredó el oficio y también teje jergas. “No se valora nuestro trabajo”, dice lacónica Blanca, para volver luego a una sonrisa transparente cuando posa para la foto en su cálido taller.
ESFUERZOS PARA LA PROMOCIÓN
Patricia Alvarenga es la directora de Formación y Coordinación Departamental del Instituto Paraguayo de Artesanía (IPA). “Nosotros nos encargamos de llevar adelante el Programa Nacional de la Ruta de la Artesanía, del cual forma parte de Artesanía Muñeca”, cuenta.
“Queremos acercar estas experiencias vivenciales de conocer el proceso de la producción de artesanía a todo el público”, apunta. El local junto a muchos otros en el país está incluido en un recorrido turístico. “A través de una página web tenemos la posibilidad de acercar de forma directa al público todos los datos para que puedan acceder a la experiencia de conocer el proceso de la lana acá en el taller de Muñeca”, informa.
La idea es que visitando la web: ruta.artesania.gov.py, las personas encuentren información que la ayude a escoger destino. “También estamos trabajando con agencias de turismo y organizaciones, también con la Secretaría de Turismo que nos apoya para este programa”, relata explicando que lo hacen en alianza con los gobiernos locales y departamentales.
Alvarenga apunta: “Sabemos que la realidad nacional afecta al sector de la artesanía por eso buscamos traer tanto a turistas nacionales como internacionales a visitar los espacios y a comprar de forma directa del artesano productor a su cliente directo para que pueda tener una ganancia justa”, señala.
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Lali y Pope presentan “No soy yo, sos vos”
La dupla arranca su temporada con show hoy y mañana en la Alianza Francesa.
La reconocida actriz internacional Lali González y el multifacético comunicador Pope Spinzi presentan, en su fin de semana de estreno, la comedia “No soy yo, sos vos”. Habrá funciones hoy, a las 20:30, y mañana, a las 20:00, en la Alianza Francesa de Asunción (Mariscal Estigarribia y Estados Unidos). Es una propuesta teatral rodeada de mucha expectativa desde el primer momento de su anuncio.
Se trata de una obra actual y provocadora que pone en jaque los mandatos, las parejas, el deseo y la culpa. Una pareja se encuentra frente a frente para decirse todo. O al menos, todo lo que se animan a confesar. Lo que arrastran, lo que ocultan, lo que aún desean y lo que ya no se soportan. “Le va a encantar al público porque la trama, de principio a fin, muestra a una pareja hastiada y quebrada por la rutina que tiene que ser creativa para sobrevivir”, dijo Lali en el lanzamiento de la obra.
La puesta escrita por Claudia Morales sube a escena bajo la dirección de Jorge Báez, con un éxito precipitado en la taquilla, con entradas completamente agotadas para este finde. En la plataforma de Tuti se pueden adquirirlas para las funciones correspondientes al viernes 18, sábado 19 y domingo 20, a las 20:30. Los precios son: G. 180.000 (Bronce), G. 180.000 (Vip Oro) y G. 120.000 (Vip Plata).
MÁS OBRAS
En la cartelera del fin de semana también se destaca la obra “Cambala”, escrita y dirigida por Rodrigo Pastore, que se presentará en La Recova (Presidente Franco 994), hoy y mañana, a partir de las 20:30. Integran el elenco Teresa Barriocanal, Lidia López, Lorena Acosta y Kathya García. Más informes en el (0983) 021-800.
Una atractiva propuesta para la próxima semana es “El macatero de Villa Yvytu”, una obra original de Luis Recalde, bajo la dirección de Arturo Martínez. Se trata de una historia para toda la familia que mezcla risas, sorpresas, personajes entrañables y momentos mágicos que te van a atrapar de principio a fin.
Su estreno está previsto para el viernes 18 de julio, en el Teatro Municipal Ignacio A. Pane, a las 20:30. Las entradas generales costarán G. 50.000. Reservas e informes en el (0992) 837-296.
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El CCDL inaugura mañana la muestra “Fauna sin techo”
Ana Carina Aranda, Jazmín Jara, María Teresa Recalde, Mavi Servín, Marijó Veiga y Martín Spinzi protagonizan esta nueva propuesta artística.
Este domingo 13 de julio, el Centro Cultural del Lago de Areguá habilita una exposición colectiva bajo el título “Fauna sin techo” del que participan los artistas Ana Carina Aranda, Jazmín Jara, María Teresa Recalde, Mavi Servín, Marijó Veiga y Martín Spinzi. La muestra quedará oficialmente abierta en un acto programado para las 11:00.
Sobre la temática que desarrolla esta nueva experiencia artística, la directora del emblemático establecimiento cultural, Ysanne Gayet, refiere que el objetivo es llamar la atención sobre los millones de animales, de todos los tamaños, desde el insecto más pequeño hasta el tatú bolita y el yaguareté, que, por la caza indiscriminada, la triste deforestación y el “progreso” del ser humano, han quedado sin su “hogar”.
“Cuando vemos pasar una bandada de loritos verdes o un tucán por los cielos de la ciudad y sus alrededores, quizás en esos segundos paramos para preguntarnos a qué se debe que están ahora acá. La respuesta más evidente para mí es que ellos también están en la búsqueda de un techo”, dice la artista y promotora cultural.
LOS EXPOSITORES
Ana Carina Aranda, artista plástica autodidacta de estilo naif, cuenta que presenta una obra que retrata una cruda y grave realidad social paraguaya: el excesivo cultivo de soja transgénica. Por su parte, Jazmín Jara enfoca en su trabajo “la situación actual de nuestras especies silvestres, la pérdida de hábitat y la intromisión de especies exóticas de fauna y flora que las van desplazando cada vez más”.
Entretanto, María Teresa Recalde (Matt), reconocida por el deslumbrante cromatismo de sus cuadros de estilo Naif o ingenuo, dice: “Que el techo sea el cielo sin límites con los hermosos atardeceres que Dios nos regala. Valoremos la hermosa creación, que no sea invisible a nuestros ojos”. Martín Spinzi también forma parte de esta muestra. Es un pintor autodidacta con un estilo naif que retrata fauna, flora e iglesias coloniales paraguayas. “El ser humano, en su afán por el dinero, podrá dañar, maltratar la naturaleza, pero jamás derrotarla, esta se adaptará por su naturaleza infinita”, sostiene al hablar sobre el hilo conductor de “Fauna sin techo”
Titiritera y artista plástica, Mavi Servín destaca sobre su obra que “el arte aquí no representa un bosque devastado ni una fauna ausente. Representa un gesto cotidiano, simple y luminoso que nos recuerda que quien aprende a cuidar lo frágil también puede cuidar el planeta”. Finalmente, la artista y educadora Marijó Veiga entiende que “podemos moldear nuestras acciones cotidianas para vivir en armonía con la naturaleza que aún resiste, y que aún espera”.