Ha iniciado la 76ª edición del prestigioso evento internacional organizado por la Asociación Francesa del Festival Internacional de Cine, más conocido como el Festival de Cannes y que se lleva a cabo en el Palacio de Festivales y Congresos de Cannes, Francia.
En las últimas horas, celebridades como Jennifer Lawrence, Natalie Portman, Salma Hayek, por citar algunas, entre muchas otras han acaparado las diversas redes sociales, tras su paso por la alfombra roja del festival cinematográfico.
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Indiscutiblemente y para sorpresa de todos, Jennifer Lawrence ha logrado posicionarse en lo más alto del podio, gracias su outfit tan particular, ya que en esta ocasión, la actriz se vio enfundada en un glamouroso vestido solero de Dior de color rojo, mientras que en sus pies llevaba puesto unas zapatillas negras, concluyendo que ha optado por la comodidad antes que la elegancia.
Otra de las que captó la atención no solamente del público, sino también de los especialistas de la moda fue Natalie Portman, quien causó sensación con un traje diseñado en 1949, por el mismo Christian Dior, una pieza de museo, denominada el Junon Dress.
En tanto que la actriz y productora mexicana Salma Hayek tampoco se quedó atrás, al marcar presencia con un vestido bastante escotado, de corte sirena en tono violeta oscuro, confeccionado en shantung, que también destacó volumen en la parte final del vestido.
No podemos dejar de lado a la modelo Gigi Hadid, quien cautivó con una creación de Zac Posen; mientras que Julianne Moore resaltó con un diseño de Louis Vuitton, mangas largas en color verde. Cate Blanchett hizo lo propio al vestir en terciopelo drapeado con un escote profundo, también de LV. Naomi Campbell fue otra de las figuras más llamativas, y una de las más elegantes al portar un Valentino Alta Costura que lo combinó con unas joyas de Chopard.
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Jafar Panahi volvió a Cannes tras 15 años y ganó la Palma de Oro
- Cannes, Francia. AFP.
“Un simple accidente”, del cineasta disidente iraní Jafar Panahi, ganó este sábado la Palma de Oro del 78º Festival de Cannes. La película, rodada en clandestinidad, narra el encuentro fortuito de un hombre que cree reconocer a su torturador en las calles de Teherán. Por su parte, el actor brasileño Wagner Moura ganó el premio a la mejor interpretación masculina por “El agente secreto”, de Kleber Mendonça Filho.
“Creo que este es el momento de pedir a toda la gente, a todos los iraníes, con todas las diferentes opiniones, en cualquier parte del mundo, en Irán o en el mundo, me permito pedir una cosa: dejemos a un lado (...) todos los problemas, todas las diferencias, lo más importante en este momento es nuestro país y la libertad de nuestro país", declaró el cineasta, de 64 años, al recibir el premio de manos de la actriz Cate Blanchett.
“Nadie tiene el derecho a decirte lo que tienes o no tienes qué hacer”, prosiguió, en sus palabras de agradecimiento, en persa, que se tradujeron al francés en la ceremonia. Panahi, encarcelado en dos ocasiones en su país, hostigado por el gobierno, pudo acudir a Cannes por primera vez en 15 años para recibir el galardón, junto a todos sus actores y actrices.
Nadie sabe qué le ocurrirá cuando regrese a Teherán después de este filme.
“Lo más importante es que la película se ha hecho. No me he tomado el tiempo de pensar en lo que puede pasar. Estoy vivo porque hago películas”, dijo a AFP esta semana. Desde 2010, el cineasta iraní no pudo salir de su país para ir participar en los grandes festivales de cine, que le han otorgado innombrables distinciones (dos Osos de Oro en Berlín, tres destacados premios en Cannes y otro en Venecia).
Palmarés de la 78.ª edición
- Palma de Oro -
“Un simple accidente”, del iraní Jafar Panahi.
- Gran Premio -
“Sentimental Value”, del noruego Joachim Trier.
- Premio del Jurado -
“Sirat”, del español Oliver Laxe, ex-aequo con “Sound of Falling”, de la alemana Mascha Schilinski.
- Mejor dirección -
El brasileño Kleber Mendonça Filho por “El agente secreto”
- Mejor guion -
Los belgas Jean-Pierre y Luc Dardenne por “Jeunes mères”
- Mejor actriz -
La francesa Nadia Melliti por “La petite dernière”.
- Mejor actor -
El brasileño Wagner Moura por “El agente secreto”
- Premio Especial -
“Resurrection”, del chino Bi Gan.
- Cámara de Oro (mejor ópera prima) -
“The President’s Cake”, del iraquí Hasan Hadi.
- Mención especial de Cámara de Oro -
“My Father’s Shadow”, de británico-nigeriano Akinola Davies Jr.
- Palma de Oro del cortometraje -
“I am glad you are dead now”, de Tawfeek Barhom
- Mención especial del cortometraje -
“Ali” de Adnan Al Rajeev
- Palmas de Oro honoríficas -
Robert de Niro y Denzel Washington
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Cannes 2025: los mejores momentos de la alfombra roja
Hoy llega a su final otra gran edición del mayor evento de la cinematografía mundial, una cita anual ineludible para las celebridades del séptimo arte, en la exclusiva Riviera Francesa.
El Palacio de Festivales y Congresos de Cannes, centro de las proyecciones de películas y la entrega de premios del festival, alberga hasta este sábado la entrega número 78 de esta emblemática celebración, tras doce días de intenso movimiento en el mítico Boulevard de la Croisette.
Aquí es donde se despliega la icónica alfombra roja de Cannes para recibir a decenas de intérpretes, directores y productores de cine, cantantes, modelos y otras celebrities del mundo del entretenimiento, protagonistas de una verdadera fiesta del cine y de la moda. Y es que Cannes es
una vitrina donde, además de exponer su talento artístico a través de sus nuevas producciones, los famosos se presentan con fabulosos estilismos, haciendo de modelo de emblemáticas maison y gigantes del glamour. Desde sus comienzos, este festival va unido al mundo de la moda, con las estrellas vestidas exclusivamente por marcas que compiten duramente entre bambalinas para poder colocar el máximo de diseños en la alfombra roja.
La novedad de este año fueron las nuevas normas de vestir instituidas por la organización del evento. Una de ellas tuvo que ver con la prohibición de lucir “vestidos voluminosos, en particular aquellos con una gran cola” y también “prendas transparentes que dejen algunas zonas del cuerpo en total desnudez”.
Los diseños que revelan considerablemente más que lo que ocultan se convirtieron últimamente en tendencia en las diferentes alfombras rojas tanto de la escena cinematográfica como de la industria musical.
Muchas invitadas, incluida la oscarizada actriz Halle Berry, miembro del jurado este año, tuvieron que hacer un cambio de última hora en sus vestuarios por no ajustarse al nuevo dress code.
La buena noticia fue que para esta oportunidad se resolvió un viejo drama que ha generado muchas disputas y controversias en los últimos años: Cannes finalmente revió la normativa que exigía a las mujeres lucir tacones altos, decretando que se permiten “zapatos o sandalias elegantes con o sin tacones”.
Bajo estos códigos, las diferentes galas del presente festival derrocharon más elegancia y sofisticación que nunca, dejando momentos memorables que repasamos en este espacio de La Nación del Finde.
NADIA CONQUISTÓ CANNES CON ESTOS LOOKS
En su debut en el mítico Festival Internacional de Cine de Cannes, al que asistió con embajadora de la marca de relojes de lujo Bulova, la supermodelo, empresaria y filántropa paraguaya Nadia Ferreira descolló con diseños muy elegantes y estilosos que potenciaron su esbelta figura y su porte de reina.
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“Planètes” deslumbra en la Semana de la Crítica de Cannes
- Por David Sánchez, desde Cannes (Francia), X: @tegustamuchoelc (*).
Momoko Seto, directora japonesa que vive en Francia, ha presentado su largometraje “Planètes” en la clausura de la Semana de la Crítica del Festival de Cannes 2025. Este film de 75 minutos, con diseño sonoro de Nicolas Becker, sigue a cuatro semillas de diente de león —Dandelion, Baraban, Léonto y Taraxa— que, tras explosiones nucleares que arrasan la Tierra, son lanzadas al cosmos en una odisea visual. “Para ver mejor, hace falta emoción, una historia”, explica Seto, cuya búsqueda de conectar con el ecosistema a través de fenómenos naturales define esta obra.
Nacida en Japón, un país líder en animación, Seto no planeaba dedicarse a este campo. “No quería hacer animación, quería ser artista plástica”, confiesa. Estudió en la Escuela de Bellas Artes de Marsella y luego en Le Fresnoy, en el norte de Francia, antes de establecerse en París para trabajar. “Soy como una semilla de diente de león que se vuela con el viento y aterricé allí”, dice sobre su llegada a Francia. Su incursión en la animación fue accidental, iniciada con cuatro cortometrajes llamados “Planetas Z”, “Sigma”, “A” e “Infinity”, donde experimentó con técnicas para capturar la naturaleza.
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“Planètes” nació tras tres años de escritura junto a su coguionista Alain Layrac. “Entendí que contar una historia permite ver aún más”, afirma Seto, quien transformó su exploración visual en una aventura de cuatro semillas buscando un hogar. El rodaje, que duró 260 días a lo largo de dos años y medio, fue una proeza técnica. En Borgoña, convirtieron una orangerie en un estudio con seis espacios de animación, 17 cámaras, robots y un sistema que sincronizaba luces y disparos. “Era una locura, una gran maquinaria”, admite. También filmaron tres semanas en Islandia, tres meses en Japón, tres semanas en Bretaña y una semana en el sur de Francia.
El film combina animación 3D para los personajes, timelapse para acelerar procesos como el crecimiento de plantas, slow motion con cámaras Phantom para descomponer movimientos rápidos —“una abeja se convierte en águila al volar más lento”—, y macro para magnificar detalles. Seto y su equipo, a veces de solo dos personas junto a su director de fotografía y un ingeniero, innovaron con un brazo robótico y ópticas propias, como un periscopio para tomas subacuáticas en contrapicado. “Cada imagen tiene al menos cuatro capas de fotos o videos”, explica.
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El mayor desafío fue anticipar la luz y el fondo para planos que podían incluir elementos filmados con un año de diferencia. “Hay que saber exactamente la orientación de la luz, su suavidad, para que todo coincida”, detalla. Aunque los productores, familiarizados con los tres meses de rodaje de sus cortos, subestimaron la magnitud del proyecto, Seto describe Planètes como un “OVNI”, un híbrido que no encaja en narrativas tradicionales ni en temas políticos explícitos. Solo incluye una crítica sutil: “Las tres bombas al inicio muestran que el humano se mata a sí mismo, es un poco estúpido”.
Sobre su recepción en Japón, donde el anime domina, es cauta: “No sé si será popular, pero como no habla, es accesible a todos”. Tras Cannes, “Planètes” competirá en la sección oficial de Annecy, el festival más importante de animación, consolidando a Seto como una voz única.
* David Sánchez es un periodista franco español afincado en Toulouse, centrado especialmente en cine iberoamericano, miembro de la crítica internacional Fipresci. Sitio: https://www.tegustamuchoelcine.com.
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Crítica: “Un poeta” colombiano en Cannes
- Por David Sánchez, desde Cannes (Francia), X: @tegustamuchoelc (*).
Parece concebida como un experimento: un ensayo tragicómico sobre la creación artística, la decadencia masculina, y la supuesta trascendencia de la poesía en un mundo que no la necesita. Sin embargo, lo que podía haber sido un retrato melancólico y lúcido sobre el fracaso —personal y estético— termina convirtiéndose en una acumulación de decisiones formales y narrativas que resultan más autoindulgentes que efectivas.
Rodada en 16 milímetros, con un formato 4:3 que busca evocar una estética de otra época —quizá en correspondencia con la anacronía de su protagonista y su universo poético marginal—, “Un poeta”, de Simón Mesa Soto, se construye desde el principio como una película que demanda ser tomada en serio. Y esa es precisamente su trampa: el uso del celuloide y del encuadre cuadrado, lejos de ser herramientas expresivas al servicio de la historia, se sienten como gestos estéticos vacíos, una especie de pedantería visual que acompaña bien el discurso elitista de su protagonista, pero que no se justifica en términos narrativos ni emocionales. No hay una relación directa entre el lenguaje fílmico y el mundo interno de los personajes, sino una afectación formal que termina distanciando más que acercando.
El relato gira en torno a Óscar, un profesor de literatura que, rondando los cincuenta o sesenta, vive en la sombra de una vida artística que nunca fue. El personaje encarna todos los clichés del poeta frustrado: egocéntrico, misógino, narcisista, decadente. Su única válvula de escape es Yurlady, una joven de origen humilde a quien intenta formar como poeta, en una relación ambigua que combina paternalismo, deseo encubierto y una búsqueda desesperada de redención personal. Mesa Soto, según sus propias palabras en las notas de prensa, quiso hacer una película libre, casi punk, que reflexionara sobre el arte desde dentro, y que usara la poesía como canal para hablar de lo inútil y lo esencial. Sin embargo, lo que logra es un film errático, que salta de escena en escena sin lógica interna, con acciones que resultan inverosímiles y que parecen más pensadas para causar un efecto (poético, irónico o absurdo) que para construir personajes complejos o un relato con ritmo y coherencia.
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Uno de los mayores problemas de la película es su inconsistencia tonal. A ratos quiere ser una comedia absurda, como en la escena delirante de la discusión entre personajes para decidir quién ha sufrido más históricamente: si las mujeres o los pueblos indígenas. En otros momentos coquetea con el humor feminista paródico, como cuando una mujer realiza una especie de performance de baile contra el patriarcado. Estos momentos, que podrían funcionar como crítica social o sátira lúcida, están mal integrados al resto del film, que en general se toma demasiado en serio a sí mismo. El resultado es una mezcla poco lograda entre comedia y drama, donde el humor no aligera el peso de lo solemne, sino que lo ridiculiza.
Hay algo en “Un poeta” que recuerda a “Los delincuentes” (Rodrigo Moreno, 2023), en esa manera de plantear situaciones serias desde el absurdo o el extrañamiento. Pero mientras en aquella película el tono está perfectamente calibrado y las actuaciones están medidas al milímetro, aquí todo parece excesivo. El principal ejemplo de ello es la actuación de Ubeimar Ríos, quien interpreta a Óscar. Su trabajo es tan desproporcionado, tan cargado de gestos y énfasis ridículos, que por momentos parece un personaje de Saturday Night Live antes que un hombre herido por el paso del tiempo y el fracaso vital. Ríos, un no actor (o actor natural) elegido por el director por su autenticidad y su conexión con la poesía, no logra transmitir ni la vulnerabilidad ni la inteligencia que el papel exige. Se dirá que es un recurso estilístico —una actuación grotesca a lo Buster Keaton descompuesto—, pero lo cierto es que su presencia rompe cualquier posibilidad de empatía o de credibilidad. A ratos parece que el director lo empuja a sobreactuar, como si quisiera que su caricatura simbolizara algo, sin que ese algo se haga visible. Es inevitable pensar en casos similares, como Viaje, del director peruano José Fernández del Río, donde el protagonista Marco Antonio Miranda también fue llevado por el director a una sobreactuación forzada que terminó arruinando el proyecto.
En contraste, las dos actrices protagonistas, Rebeca Andrade y Allison Correa, ofrecen actuaciones mucho más sólidas. Andrade, en particular, aporta una frescura y una sinceridad que le da algo de humanidad al relato. Sin embargo, el guion no le permite desplegar todo su potencial. La relación entre Óscar y Yurlady nunca se define claramente: no hay tensión, ni evolución, ni complicidad real. Es una relación funcional al discurso, pero sin carne dramática. Algo similar ocurre con la madre de Óscar: un personaje que declara su deseo de morir, pero cuya relación con su hijo es fría y carente de matices. No hay rencor, ni amor, ni siquiera indiferencia. Hay texto dicho, pero no vivido.
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El entorno educativo, otro de los escenarios del film, termina siendo también un espacio caricaturesco. Los profesores parecen salidos de una parodia, y las interacciones entre ellos recuerdan a un sketch fallido. Se entiende que el director buscaba un tono cómico-satírico, pero lo que resulta es una confusión entre estilo e ineficacia actoral. Como espectador, uno no sabe si reír, incomodarse o aburrirse.
Hay, eso sí, una voluntad autoral detrás del film. Mesa Soto quiere hablar de los dilemas de la creación artística, de la diferencia de clases, de la instrumentalización del otro en el arte, y de la fragilidad del hombre maduro en crisis. Y lo hace desde un lugar íntimo, casi confesional. Pero la falta de cohesión, el desbalance actoral y la desconexión emocional hacen que el resultado se sienta más como un ejercicio inconcluso que como una obra lograda.
En última instancia, Un poeta parece hablar más de su director que de sus personajes. Es un film que oscila entre el ensayo y la autoficción, entre la sátira y el autorretrato. Pero como ocurre con ciertos poetas que se enamoran más de su estilo que de lo que quieren decir, Mesa Soto termina atrapado en su propia imagen. Y el espectador queda afuera, mirando un espectáculo que no conmueve ni divierte, sino que provoca, a lo sumo, una reflexión amarga: que no basta con tener una buena intención artística si no hay una película que la sostenga.
* David Sánchez es un periodista franco español afincado en Toulouse, centrado especialmente en cine iberoamericano, miembro de la crítica internacional Fipresci. Sitio: https://www.tegustamuchoelcine.com.