Tokyo Electric Power (TEPCO), operador de la central nuclear de Fukushima-Daiichi (noreste de Japón), indicó el miércoles que comenzó los últimos preparativos en vistas al vertido al océano del agua residual de la central. TEPCO explicó en un comunicado que transfirió cerca de 1 m3 de esta agua filtrada para quitarle las sustancias radiactivas, salvo el tritio, y que diluyó esta cantidad con 1.200 m3 de agua de mar.
La concentración de tritio de esta muestra se medirá para confirmar que está por debajo del nivel previsto de radiactividad de 1.500 becquerelios (Bq) por litro, el máximo establecido para su vertido al océano Pacífico, añadió TEPCO. Este nivel es 40 veces inferior a la normativa japonesa y la internacional (60.000 Bq/litro) y siete veces menor que el máximo establecido por la Organización Mundial de la Salud (OMS) para el agua potable (10.000 Bq/litro).
Según los expertos, solo las dosis altamente concentradas de tritio son peligrosas para la salud. Japón prevé verter en tres décadas más de 1,3 millones de m3 de agua de la central de Fukushima procedente de las aguas pluviales y subterráneas, y de las inyecciones necesarias para refrigerar los núcleos de los reactores que entraron en fusión tras el tsunami de marzo de 2011 que devastó la costa noreste del país.
El Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA) validó y supervisará el plan japonés, pero esto no tranquilizó a China, que desde julio aplica restricciones a la importación de productos de Japón. El martes Hong Kong también impuso restricciones parecidas. Tokio indicó que el nivel de radiactividad de los vertidos de centrales chinas es muy superior al previsto en Fukushima, y los analistas consideran que la posición de Pekín está seguramente relacionada con las tensas relaciones sino-japonesas.
Iniciará el jueves
El vertido al mar del agua residual tratada de la central nuclear de Fukushima empezará el jueves, anunció el primer ministro nipón el martes, lo que desató reacciones inmediatas de países vecinos como China. El gobierno japonés y el operador de la central TEPCO aseguran, con el respaldo de la agencia nuclear de la ONU, que el agua no implica riesgos sanitarios o medioambientales tras un tratamiento que elimina la mayoría de sustancia radioactiva.
Pero la comunidad pesquera local teme el daño reputacional para sus productos y tanto China como la ciudad semi-autónoma de Hong Kong han impuesto prohibiciones a la importación de alimentos nipones. El gobierno pedirá a TEPCO “prepararse para el inicio del vertido oceánico, basándose en el plan aprobado por la Autoridad de Regulación Nuclear”, informó el primer ministro Fumio Kishida.
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El inicio de la descarga está “previsto para el 24 de agosto si las condiciones meteorológicas y marítimas no lo impiden”, agregó tras una reunión del gobierno. En uno de los peores desastres radioactivos, la central nuclear de Fukushima-Daiichi quedó destruida por un masivo terremoto seguido de un tsunami que mató a unas 18.000 personas en marzo de 2011.
Desde entonces, el operador TEPCO ha acumulado más de 1,3 millones de toneladas (el equivalente a la capacidad de 500 piscinas olímpicas) de agua de refrigeración de los reactores radioactivos, mezclada con agua subterránea y de lluvia que se ha filtrado. TEPCO asegura que el agua ha sido diluida y filtrada para eliminar todas las sustancias radioactivas a excepción del tritio, que se encuentra en niveles muy inferiores al umbral de peligrosidad. El plan prevé verter el agua a un ritmo máximo de 500.000 litros diarios al océano Pacífico, frente a la costa noreste de Japón.
Manifestaciones y restricciones
La oenegé ecologista Greenpeace denunció que el proceso de filtración era defectuoso y que una “inmensa” cantidad de material radioactivo se dispersará en el mar en las próximas décadas. Pero Tony Hooker, experto nuclear de la Universidad de Adelaida (Australia), lo tachó de “alarmismo”.
“El tritio ha sido liberado (por las centrales nucleares) durante décadas sin evidencias de efectos perjudiciales para el medio ambiente o la salud”, dijo a la AFP. La Organización Internacional de la Energía Atómica dijo en julio que la descarga tendrá un impacto “insignificante en la población y el medio ambiente”. Sin embargo, el plan japonés genera inquietud en la región.
En Corea del Sur se produjeron manifestaciones en contra y algunos ciudadanos, alarmados, hicieron acopio de sal marina por temor a que el agua de la que se obtiene termine contaminada. Sin embargo, el gobierno del presidente Yoon Suk Yeol, en plena campaña de distensión de las históricamente distantes relaciones con Tokio, no se ha opuesto al plan de Japón.
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China, en cambio, criticó la decisión nipona. “El océano es propiedad común de toda la humanidad, no un lugar para que Japón vierta arbitrariamente agua contaminada con materia nuclear”, reaccionó el portavoz del Ministerio de Relaciones Exteriores, Wang Wenbin. Pekín tomará “las medidas necesarias para salvaguardar el entorno marino, la seguridad alimentaria y la salud pública”, añadió. El gigante asiático prohibió la importación de productos alimentarios de diez prefecturas niponas e impuso controles de radiación a los del resto del archipiélago.
La ciudad semiautónoma china de Hong Kong, un importante mercado para las exportaciones marítimas japonesas, también decretará restricciones, anunció John Lee, el jefe del ejecutivo local. Las restricciones generan preocupación en la industria pesquera nipona, justo cuando el negocio empezaba a recuperarse más de una década después del desastre nuclear.
“Nada de la liberación de agua nos beneficia”, dijo Haruo Ono, de 71 años. Este pescador de tercera generación, que vive a 60 km de la planta nuclear, perdió a un hermano en la catástrofe de 2011. James Brady, de la consultoría de riesgo Teneo, considera que las preocupaciones chinas pueden ser sinceras, pero también ve un tinte de rivalidad geopolítica y económica en su reacción. “La naturaleza polifacética de la cuestión del vertido de aguas residuales de Fukushima hace que Pekín pueda explotarla”, dijo Brady a la AFP. China “puede ejercer cierto grado de presión económica en el eje comercial, exacerbar las divisiones políticas internas sobre esta cuestión dentro de Japón”, agregó.
¿Seguro o preocupante?
Japón prevé iniciar este jueves el vertido al mar de más de un millón de litros de agua procedentes de la planta nuclear de Fukushima, destruida por un masivo terremoto y un tsunami en 2011. Tanto Tokio como expertos internacionales argumentan que la operación no representa peligro alguno porque el agua fue tratada y el proceso será gradual. Pero algunos países vecinos, sobre todo China, han expresado su preocupación.
La central de Fukushima Daiichi genera en promedio más de 100.000 litros de agua contaminada al día. Se trata de agua pluvial, proveniente de las capas subterráneas o de inyecciones necesarias para enfriar sus reactores. El agua se recupera, se filtra y luego se almacena en el propio recinto, pero las capacidades disponibles están casi saturadas.
Desde 2011, el operador Tepco ha acumulado más de 1,3 millones de toneladas (el equivalente a la capacidad de casi 540 piscinas olímpicas) de agua en cisternas gigantes. Tras años de reflexión, Japón optó en 2021 por descargar el agua en el mar a través de un conducto submarino construido especialmente para la operación. El procedimiento, en el que se echarán al mar un máximo de 500.000 litros al día, será supervisado por el Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA) y durará hasta 2050. El OIEA aprobó el plan nipón en julio.
¿No existe peligro alguno?
El agua se trata mediante un proceso de filtración denominado “Sistema Avanzado de Tratamiento de Líquidos” (ALPS). El sistema permite eliminar la mayor parte de las sustancias radiactivas, con excepción del tritio, que necesitaría otro tipo de tecnología.
El tritio es un radionucleido que se encuentra de forma natural en el agua de mar y tiene escaso impacto radiológico. Si se inhala o ingiere, puede presentar un riesgo, pero sólo las dosis muy altas son perjudiciales para la salud humana, indican los expertos. Tepco prevé diluir el agua con tritio para reducir su nivel de radioactividad a un nivel muy inferior al umbral de peligrosidad.
Desde hace décadas, las centrales nucleares y las plantas de procesamiento de residuos nucleares liberan tritio en el agua de forma regular, recordó a la AFP Tony Hooker, especialista en radiación de la Universidad de Adelaida (Australia). “No hemos identificado ningún impacto sobre el medioambiente o la salud”, subrayó.
¿Quién está preocupado y por qué?
El plan del gobierno nipón, sin embargo, genera inquietudes. La oenegé ecologista Greenpeace acusó a las autoridades de minimizar los riesgos de radiación. Los pescadores japoneses también temen que afecte la imagen de sus productos. China, por ejemplo, prohibió en julio la importación de productos alimentarios de diez prefecturas japonesas e impuso controles de radiación a los del resto del archipiélago. Para Pekín, el plan japonés es “extremadamente egoísta e irresponsable”. Tokio quiere usar el océano Pacífico como si fuera una “cloaca”, denunció.
Por su parte, Corea del Sur no rechaza el plan japonés. Pero tanto la oposición como la población están preocupados. Ya se produjeron manifestaciones en contra en el país y algunos ciudadanos, alarmados, hicieron acopio de sal marina por temor a que el agua de la que se obtiene termine contaminada.
Tanto el gobierno nipón como el operador Tepco tratan desde hace meses de convencer a los escépticos. Para ello han organizado visitas a la central de Fukushima, sesiones de información técnica o retransmisiones en directo en YouTube de un experimento en el que peces nadan en cuencas de agua tratada y diluida. Tokio también lucha contra la desinformación en línea que se publica alrededor del proyecto.
Fuente: AFP.