Abu Mohamed al Jolani, el líder de la alianza rebelde islamista que ha tomado amplias partes de Siria en una ofensiva relámpago, es un extremista que ha adoptado una postura más moderada para alcanzar sus metas. Al frente del grupo Hayat Tahrir al Sham (HTS), que tiene su origen en la rama siria de Al Qaeda, Jolani afirma que el objetivo de su ofensiva es tumbar el régimen del presidente Bashar al Asad.

“Cuando hablamos de objetivos, la finalidad de la revolución sigue siendo derrocar a este régimen. Tenemos derecho a usar todos los medios disponibles para alcanzar esta meta”, dijo en una entrevista con la CNN divulgada el viernes. Durante años, el líder rebelde operó en la sombra. Pero ahora se sitúa bajo los focos, ofreciendo entrevistas a medios internacionales y dejándose ver en la segunda ciudad siria, Alepo, después de arrebatarla completamente al gobierno por primera vez desde la guerra civil que estalló en 2011.

Con los años también ha dejado de lucir el turbante habitual de los yihadistas y se decanta por la indumentaria militar. El miércoles, en la ciudadela de Alepo, vestía camiseta y pantalones de color caqui mientras saludaba desde la puerta de su vehículo a la multitud. Desde que rompió relaciones con Al Qaeda en 2016, Jolani ha intentado presentarse como un líder más moderado. Pero todavía levanta suspicacia entre analistas y gobiernos occidentales, que clasifican a HTS como organización terrorista.

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“Es un radical pragmático”, afirma Thomas Pierret, especialista en política islámica, a la AFP. “En 2014 estaba en el pico de su radicalización”, explica en referencia al periodo de la guerra en que intentaba rivalizar con el grupo yihadista Estado Islámico. “Desde entonces, ha moderado su retórica”, agrega.

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Origen adinerado

Nacido en 1982, Jolani se crió en Mezzeh, un distrito exclusivo de Damasco. Su familia era pudiente y él era buen estudiante. Durante la ofensiva lanzada el 27 de noviembre, ha empezado a firmar comunicados con su nombre real: Ahmed al Sharaa. En 2021 explicó a la cadena estadounidense PBS que su nombre de guerra evoca sus raíces familiares en los Altos del Golán, de donde su abuelo tuvo que huir tras la anexión israelí de la zona en 1967.

Según el portal de noticias Middle East Eye, Jolani comenzó a verse atraído por los postulados yihadistas después de los ataques del 11 de septiembre de 2001 en Estados Unidos, cuando empezó a “acudir a sermones y discusiones clandestinas en suburbios marginales de Damasco”.

Después de la invasión estadounidense de Irak, el ahora líder rebelde dejó Siria para participar en los combates. Allí se unió a Al Qaeda en Irak, liderada por Abu Musab al Zarqawi, y pasó cinco años detenido, lo que le impidió escalar puestos en la organización yihadista.

En marzo de 2011, cuando estalló la revuelta contra Al Asad, volvió a casa y fundió el Frente Al Nusra, la rama siria de Al Qaeda. En 2013 se negó a jurar fidelidad a Abu Bakr al Baghdadi, que se convertiría en el emir del grupo Estados Islámico, y favoreció al líder de Al Qaeda, Ayman al Zawahiri.

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“Lo más inteligente”

Realista a ojos de sus seguidores, oportunista según sus adversarios, Jolani dijo en mayo de 2015 que él, a diferencia del EI, no planeaba atacar Occidente. También proclamó que si derrotaba a Al Asad, no habría ataques de venganza contra la minoría alauita de la que forma parte el clan presidencial. Rompió lazos con Al Qaeda con tal de no dar motivos a Occidente para atacar su organización.

Según Pierret, desde entonces ha intentado trazar un camino para convertirse en un hombre de Estado creíble. En enero de 2017, Jolani impuso una fusión del HTS con grupos islamistas rivales en el noroeste de Siria y reivindicó el control sobre partes de la provincia de Idlib que habían escapado del control presidencial.

En las zonas bajo su poder, el HTS desplegó un gobierno civil y estableció una especie de Estado en la provincia de Idlib, al mismo tiempo que aplastaba a rebeldes rivales. Pero en este proceso ha recibido acusaciones de residentes y grupos de derechos humanos de abusos brutales contra los disidentes que la ONU ha clasificado de crímenes de guerra. Sabedor del miedo y el odio que su grupo despierta, Jolani se dirigió a los residentes de Alepo, con una importante minoría cristiana, para asegurarles que no iban a padecer daños bajo el nuevo régimen.

“Cuanto menos pánico local e internacional crees y cuanto más responsable parezca Jolani en vez de un yihadista extremista tóxico, más fácil será su trabajo. ¿Es completamente sincero? Probablemente no”, afirma Aron Lund, del grupo de reflexión Century International. “Pero es lo más inteligente que puede decir y hacer en este momento”.

Fuente: AFP.

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