- Juan Carlos dos Santos G.
- juancarlos.dossantos@nacionmedia.com
En un escenario internacional cada vez más multipolar (no se debe confundir con “agenda globalista”), donde las potencias tradicionales comparten protagonismo con nuevos actores emergentes, Paraguay tiene ante sí una oportunidad poco explorada pero de alto valor estratégico: fortalecer sus vínculos con la República de la India.
India no solo es el país más poblado del planeta, al tener poco más de 1.460 millones de habitantes, sino es también una de las economías de más rápido crecimiento en el mundo. Es un gran referente en tecnología, farmacéutica, energías renovables, inteligencia artificial y diplomacia multilateral.
Vincularse con un socio así representa para Paraguay una puerta abierta hacia una diversificación necesaria, tanto en el plano económico como político.
La enorme miopía política de los actores de una oposición destructiva, quienes critican “los viajes presidenciales”, confirma que la única agenda tanto de políticos, como medios y activistas, es la de poner “palos a la rueda” a todo lo que provenga del actual gobierno, no importa que tan buena sea la propuesta o el logro.
Las potencias mundiales no prestan atención a visitas oficiales que no tengan un nivel de contacto Estado – Estado, y lo ven como meramente protocolares.
India no es cualquier país en la actualidad. Quizás se pueda cuestionar su PIB comparado con China, por ejemplo, pero eso no le resta que sea una nación que tiene clara su meta, la fecha y el como lograrlo.
India hace años ha puesto en marcha un plan económico, geopolítico, social y estratégico que irremediablemente la ubicará como la potencia mundial dominante a partir del año 2048.
En el ámbito comercial y económico, el potencial es inmenso. India necesita alimentos, materias primas y energía limpia. Paraguay, por su parte, es un país agroexportador con excedentes en soja, carne y energía hidroeléctrica.
A través de acuerdos bilaterales, pueden abrirse nuevos mercados para nuestros productos, reduciendo la dependencia del Mercosur y ampliando horizontes para el desarrollo industrial.
Además, las empresas indias están ávidas por invertir en América Latina, y Paraguay –con su electricidad barata, ubicación estratégica y beneficios fiscales– tiene condiciones competitivas que no deben subestimarse.
En el plano tecnológico, India lidera iniciativas de digitalización masiva, con herramientas aplicadas al gobierno electrónico, pagos digitales, identidad biométrica y salud pública.
Si Paraguay sabe posicionarse con visión, puede acceder a transferencia de tecnología, formación de talento y cooperación en áreas clave como ciberseguridad, administración pública y educación técnica.
Pero quizás el aspecto más estratégico esté en lo político y diplomático. Fortalecer los lazos con India permitiría a Paraguay equilibrar su política exterior, tradicionalmente volcada hacia Occidente o condicionada por la región.
En un mundo donde el Sur Global gana peso, construir alianzas con países como India –miembro del BRICS, del G20 y un actor influyente en la ONU– da a Paraguay una mayor autonomía y visibilidad internacional.
El acceso a programas de cooperación Sur-Sur, como los ofrecidos por el gobierno indio a través del programa ITEC, representa una forma concreta de fortalecer el capital humano y las capacidades institucionales del país.
Becas, cursos técnicos, intercambios académicos y asistencia especializada ya están disponibles: solo falta voluntad política para aprovecharlos.
La relación entre Paraguay e India no es nueva, pero tampoco ha sido suficientemente priorizada. Es hora de cambiar eso. No por romanticismo diplomático, sino por pragmatismo estratégico.
En un mundo que se redefine cada día, las alianzas inteligentes no son una opción: son una necesidad.