La organización de la Feria Palmear comentó el éxito que viene arrojando la actividad por el gran movimiento que genera tanto de feriantes, locales comerciales y espectadores que cada sábado visitan el trayecto de la icónica calle Palma para disfrutar de la propuesta, que redunda en una recaudación semanal estimada en G. 150.000.000.
En la última edición del 22 de junio acudió una multitud para el festejo del San Juan, con una concurrencia comparable a los niveles vistos en las fiestas patrias de mayo pasado. La Asociación de la Movida del Centro Histórico de Asunción (AMCHA), una arista de la organización de la feria, mencionó que el buen desempeño no habría sido posible sin el esfuerzo de todos, tanto del sector privado como del Gobierno.
“Fue un éxito este fin de semana, la gente acudió al centro y se encontró con muchas actividades. Unos 150 millones de guaraníes es la recaudación cada semana, está habilitada para 25 feriantes, cada semana rotan y así le alcanza a diferentes feriantes, porque tenemos una lista de espera incluso”, expresó Sebastián Peña, vocero de Amcha, a la 920 AM.
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“San Juan Palmear”
La palmeada arranca desde las 11:00 de la mañana de cada sábados, y este último fin de semana terminaron a las 2:00 de la mañana del domingo por el gran éxito que se dio y la cantidad de personas que se acercaron. Se celebró la fiesta de San Juan con una serie de actividades tradicionales como juegos, música y, por supuesto, las comidas típicas características de esta conmemoración.
El referente señaló que Palmear está abierto a todo tipo de feriantes, y que está pensado para ser realizarlo todos los sábados. Agregó que los visitantes ya saben que encontrarán buena música, artesanía y lo mejor de la gastronomía. “La gente volvió a Palmear”, subrayó.
Peña aseguró que si algo se hace bien, las personas responden, y si bien la organización está concentrada en el calendario de este año, la idea es que el próximo también se desarrolle orgánicamente, con la premisa de que más locales se adhieran y se potencien las que ya participan.
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Ozzy Osbourne y Black Sabbath se despidieron de los escenarios
Con una última interpretación de “Paranoid”, su mayor éxito, el mítico rockero inglés Ozzy Osbourne y su grupo Black Sabbath se despidieron el sábado pasado de los escenarios en un concierto en su Birmingham natal que rindió culto al heavy metal. “I love you (los amo)”, gritó con su voz todavía rechinante el carismático cantante a la entregada multitud en el estadio Villa Park, donde se rodeó de grandes estrellas del género.
A sus 76 años, el “Príncipe de las Tinieblas” sufre desde hace varios años la enfermedad de Parkinson. El cantante, que escribió su leyenda al morder la cabeza de un murciélago en pleno concierto, cantó en su despedida sentado, prisionero de sus temblores, en un trono satánico confeccionado para el padrino del heavy metal.
Fue un adiós crudo y emotivo, acompañado de sus compañeros de Black Sabbath y de decenas de miles de seguidores del metal llegados del todo el mundo hasta el estadio del Aston Villa, convertido por una noche en una catedral pagana. “Podría ver nuestro apoyo y eso me hizo llorar”, explicó Lilly Chapman, una seguidora de 29 años, todavía emocionada de ver al rockero “mostrarse vulnerable ante miles de personas”.
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“Una vez en la vida”
Hacía 20 años que Black Sabbath, pionero del heavy metal, no se reunía en su formación original de 1968 (Osbourne como cantante, Tony Iommi en la guitarra, Geezer Butler en el bajo y Bill Ward en la batería).
Si eso no fuera suficiente, a ellos se sumaron otras bandas y músicos emblemáticos como Metallica, Guns N’ Roses, Pantera, Slayer, Tom Morello de Rage Against The Machine, Steven Tyler de Aerosmith o Ron Wood de los Rolling Stones.
Los espectadores, con camisetas de metal, espesas barbas y grandes tatuajes, acompañaban los himnos que conocían al dedillo sacudiendo la cabeza en un ambiente que poco tenía que envidiar al generado por los “villanos”, los seguidores del Aston Villa que suelen ocupar ese lugar.
“Esto solo ocurre una vez en la vida”, decía entusiasmado Rich Newlove, llegado del norte de Inglaterra. Ozzy “estaba en mejor forma y mejor estado de salud de lo que esperaba”, afirmó con una cerveza en la mano tras el concierto.
El sentimiento, sin embargo, es “agridulce” al haberlo podido ver por primera, pero también por última vez.
Algunos llegaron de muy lejos. “Va a ser el mayor concierto de metal de todos los tiempos”, expresó Jared Higginbotham, un estadounidense de 34 años que vino junto a su novia desde Texas.
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Entradas agotadas en 16 minutos
A pesar de los elevados precios, las entradas para el espectáculo se agotaron en apenas 16 minutos. Los fondos obtenidos se destinarán a organizaciones benéficas como Cure Parkinson’s y el Hospital Infantil de Birmingham.
Henry Broderik, un barrendero de Cambridge de 22 años, se gastó 415 libras (560 dólares) por su entrada porque “era todo lo que quedaba”.
Es el precio a pagar para asistir a la despedida de Ozzy, un ícono conocido por sus fechorías, pero también por la emisión de un programa de telerrealidad de su familia en los años 2000, “The Osbournes”, que se convirtió en un gran éxito en MTV y lo conectó con nuevos públicos. Black Sabbath ha vendido más de 75 millones de álbumes en todo el mundo y es ampliamente reconocido como uno de los pioneros del heavy metal con grandes éxitos como “Paranoid”, “War pigs” o “Iron man”.
Fuente: AFP.
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Paisajes, historia y oportunidades para invertir: así crece Juan de Mena
Juan de Mena, el distrito más extenso del departamento de Cordillera, se perfila como un lugar de enormes oportunidades gracias a su producción agrícola, sus paisajes y su gente trabajadora. Está ubicado estratégicamente en el corazón cordillerano. Esta comunidad combina tradición, naturaleza y el anhelo de un futuro con más desarrollo e integración.
En comunicación con La Nación/Nación Media, Fabio Díaz, intendente de Juan de Mena, manifestó que la ciudad es reconocida principalmente por su producción de caña dulce ecológica y orgánica, cultivo que sostiene a muchas familias y que se comercializa a través de la Cooperativa Manduvirá. Precisó que la agricultura y la ganadería son el motor de la economía local, complementadas con actividades de autoconsumo, lechería y pequeñas chacras que reflejan el esfuerzo de los pequeños productores.
A pesar de ser una comunidad de perfil rural, Juan de Mena cuenta con un movimiento económico notable, sobre todo en época de zafra (actualmente). Supermercados, estaciones de servicio y comercios pequeños dinamizan el distrito, demostrando que hay base para el crecimiento. “Hoy por hoy hay dinero en Juan de Mena gracias a la cosecha, eso impulsa el comercio y la actividad local”, destacó a LN el jefe comunal.
Turismo
Además de su perfil productivo, Juan de Mena ofrece atractivos históricos y turísticos que valen la pena conocer. Entre ellos se destaca el nuevo museo que recuerda la última batalla de Mariscal López en Arroyo Hondo, un sitio que forma parte de la memoria nacional.
También está la conocida estancia Josefina, ubicada a pocos kilómetros, un lugar cargado de historia y tradición. El paisaje es una combinación de praderas verdes, espejos de agua, pequeños bosques y humedales. Cuenta con una gran variedad de aves como garzas blancas y rosadas, que se aprecian entre matorrales y praderas.
Geografía
Es una localidad rica en recursos naturales. Tiene extensas campiñas cubiertas con humedales y una infinita variedad de aves silvestres. Así como en la ciudad de Arroyos y Esteros, en Juan de Mena se pueden apreciar extensos e imponentes carandatales.
Está regado por las aguas de los ríos Negro y Manduvirá, y por los arroyos: Jhú, Peguajhó, Andaí, Tobatiry, Mbutuy, Culandrillo y Hondo. En el distrito se encuentran los esteros Chipá, Mbutuy, Tobatiry y Pamtel. La cantidad de lluvia caída en el año alcanza 1.536 mm, dando un término medio de 153 mm por mes. Los meses de junio y agosto son los meses de menor lluvia.
El intendente aseguró que la tranquilidad y la calidad de vida son otros de los grandes tesoros de Juan de Mena. Es una comunidad pacífica, con bajo nivel de adicciones y problemas sociales. La gente vive en armonía, lo que refuerza la idea de que el distrito tiene un gran potencial para inversiones en sectores como la industria y el turismo.
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Proyectos
Uno de los proyectos más esperados por la población es la construcción de un nuevo camino de 29 kilómetros que conecte Juan de Mena con Caraguatay. Esta obra reduciría tiempos de viaje y potenciaría el vínculo con Caacupé y otras localidades vecinas.
Las gestiones ya fueron iniciadas con autoridades nacionales y la comunidad acompaña de cerca los avances del proyecto, convencida de que la conectividad es clave para el desarrollo.
Desafíos
Entre los desafíos que enfrenta el distrito, el intendente señaló la necesidad de mejorar el servicio eléctrico para atraer industrias que generen empleo y diversifiquen la economía. “Hay infraestructura, pero necesitamos mejorar la calidad de la energía para que los inversores se animen a instalarse aquí”, expresó Fabio Díaz.
Finalmente expresó que la localidad de Juan de Mena invita a ser conocida no solo por su gente trabajadora y hospitalaria, sino también por su historia, sus paisajes y su potencial. Con proyectos en marcha y un fuerte compromiso comunitario, dijo que el distrito espera seguir creciendo y ofreciendo nuevas oportunidades para sus habitantes y para quienes apuesten por el desarrollo de Paraguay.
Fundación
Juan de Mena fue fundada el 1 de julio de 1928 a través de un decreto firmado por el expresidente de la República, Eligio Ayala. Lleva este nombre en honor al alguacil mayor de Asunción cuando Paraguay aún era una provincia y estaba bajo el dominio español.
Este alguacil desempeñó un papel destacado en la primera etapa de la Revolución Comunera, que abrazaba la concepción de que el poder monárquico no debe prevalecer sobre la voluntad colectiva, encapsulada en la célebre expresión: “La voz del pueblo es la voz de Dios”. En su honor, Eligio Ayala decidió que se llamara así la ciudad.
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El ñandutí: una tradición que lleva el pan a los hogares
- Jimmi Peralta
- Fotos: Matías Amarilla
El ñandutí, tejido tradicional del Paraguay, presenta en sí misma una sutil metáfora de su naturaleza dentro de la ciudad que sin dudas es su hogar, Itauguá. Situado a 30 kilómetros de Asunción, el distrito es conocido como el centro de producción de vestidos, cuadros, blusas y manteles confeccionados a base de este tejido artesanal, que representa al suelo guaraní en todo el mundo en diversas instancias y certámenes. Las artesanas redoblan la apuesta y ahora van por el Récord Guinness.
El ñandutí es realizado generalmente de manera individual por manos de mujeres. En su desarrollo, tejen más allá del bastidor una trama de producción en comunidad que traza formas, líneas rectas y curvas interconectadas en la diversidad de colores y direcciones.
Como artesanía, el ñandutí se aprende en la casa, con la magia de la formación no sistemática, que da vuelo y vida a su esencia. Al mismo tiempo, pone el sentido de la transmisión de conocimiento de madres a hijas y de hijas a madres, entretanto se cimenta parte del sustento familiar. Este tejido primero pone pie en la función más elemental: llevar el plato de comida a los hogares de los itaugüeños para después barnizar el vínculo colectivo de una ciudad que cuenta con varios centenares de tejedores y tejedoras.
“Mi abuela no sé si tejía, pero yo aprendí de mi mamá, de muy chiquita, y ni bien cuando yo empecé a hacer los bordados, me daba la plata mi mamá. ‘Este es tu trabajo. Te va a servir para comprar otra vez tus materiales’, me solía decir mi mamá. Y así nunca dejé de hacer. Este trabajo también ayudó para criar a mis tres hijas”, comenta Antonia Morínigo, tejedora itaugüeña que esta semana se sumó a la Red Tejiendo Cultura, una plataforma que nuclea a más de 500 artesanas del ñandutí del Paraguay y de países como Australia, Puerto Rico, Chile, Reino Unido, España y Argentina.
Más de 150 de estas artesanas son de Itauguá, algunas jóvenes y otras de más de 90 años. Ahora forman parte de este proyecto que busca sumar el trabajo individual para armar el tejido de ñandutí más grande el mundo, que será de 120 metros de largo por 5 metros de ancho, buscando el récord mundial.
TEMPRANA INICIACIÓN
Como la mayoría de las tejedoras, Antonia empezó de niña. Ahora es abuela y ya no puede producir en bastidores grandes como antes. Ella tiene a su cargo las labores del hogar y todos los días, después del almuerzo, se sienta en su dormitorio a dibujar con el hilo y la aguja sobre su tela. “Este bastidor armado yo termino en un día, porque yo soy ama de casa, tengo que cocinar todo, yo soy la mamá de la casa. A la tarde, puede comer la comida, me suelo sentar acá en mi pieza y hago mi ñandutí, a la noche ya quiero descansar”, comenta. El proceso de producción arranca con el dibujo sobre el papel “y regla”, recuerdan las tejedoras. Luego se estira la tela en el bastidor, se dibuja en la tela y se comienza a tejer. Terminado el trabajo, se separa el tejido de la tela, se lo lava y finalmente se le pone el almidón para que se endurezca.
“Hay gente que tuvo que migrar a otros países, pero se llevaron parte de sus culturas y otras que se dedicaron a enseñar y así esparcir por todo el mundo. La ciudad de Itauguá es conocida como la capital del ñandutí y cuna de la misma. En cada compañía de Itauguá te encontrarás con un o una artesana elaborando su trabajo porque la técnica fue otorgada de generación a generación y se ha vuelto una tradición para las familias. Es por ello que hay más cantidad de artesanos en la localidad de Itauguá”, comenta Guillermo Acosta, coordinador de la Red, itaugüeño y profesor de ñandutí, quien en su propio perfil vital narra la historia del tejido y las familias de su ciudad.
“Todo se inició desde la tristeza de mi querida Maximina Quiñónez. En una tarde se puso triste y observaba su ñandutí y me dice ‘qué pena que ninguna de mis hijas va a legar esto que yo hago, ninguna de ellas dos sabe hacer’. Sentí tanta pena al oírla decir eso que entonces le pregunté cuál era el dechado más difícil y complicado de hacer. A lo que ella me respondió el arasape y la filigrana, que coincidentemente estaba haciendo. Entonces me fijo en sus idas y vueltas que realizaba sin decirle nada en absoluto. Como ella trabajaba cama adentro y venía a casa los fines de semana, la sorprendí con un trabajo que estaba realizando sin decirle nada. Era una imagen de san Blas, pero en ñandutí. Me pregunta quién hizo y le digo que yo.
Me mira y dice que no me cree. Para que me pudiera creer, me siento y le muestro que sí lo podía hacer y desde entonces le tomé como hobby”, narra Acosta sobre cómo en el ñandutí se reafirma el tejido social y el empoderamiento económico de las mujeres de una ciudad.
TRANSMISIÓN INTERGENERACIONAL
Juliana Centurión (88) y Esmérita Antonia Centurión (91) son dos hermanas tejedoras que viven junto a la hija de la segunda en una humilde casa en el centro de Itauguá, donde las tres comparten además el amor al ñandutí y su creación.
Las hermanas aprendieron el oficio desde pequeñas. Su madre transmitía el conocimiento a su descendencia femenina, “porque los varones buscaban otras formas de aportar, como trabajando en la carpintería y otras cosas”.
“Cuando teníamos entre 7 u 8 años nosotros mirábamos a escondidas cómo trabajaba nuestra mamá y hacíamos que practicábamos en papel. No podías hacerlo bien porque ella no quería que nosotras trabajemos. Pero cuando se dio cuenta de que ya lo hacíamos, finalmente decidió mostrarnos cómo hacerlo bien”, comenta Esmérita.
“Cuando me siento puedo producir rápido, pero ahora ya no puedo sentarme por mucho tiempo, ya estoy grande”, explica Juliana.
“Antes valía más nuestro trabajo, se pagaba mejor por el ñandutí. Nosotras ya no salimos a vender ahora, no nos vamos a ninguna parte. Vienen a hacernos el pedido y hacemos. Antes salíamos, ahora tenemos una patrona. Antes producíamos muchísimo más”, explica Esmérita.
El oficio que le legó su madre le sirvió para sostenerse durante una larga vida y para la crianza de su hija, que también teje. Las hermanas se sumaron esta semana al proyecto que busca batir el récord mundial con un tejido de producción colectiva.
ENSAMBLE
Actualmente la producción de las tejedoras se realiza de diversas maneras, pero la preferida es la realización individual de piezas que después son acopiadas e integradas a vestidos, manteles y otras piezas.
Los precios pueden variar y los productos se realizan en algunos casos bajo pedido y en otros es un proceso a la espera de clientes. Las pequeñas piezas se suman entre sí y de esta manera diversas tejedoras pueden finalmente articular sus trabajos en un producto final, que provee a sus hogares de sustento y de prendas a las principales tiendas especializadas de la ciudad o, como varias de ellas dicen, “a mi patrona”.
Entre tanto, para el proyecto del tejido más grande del mundo se les proveerá a todas las artesanas de insumos (bastidores, lienzos, hilos, agujas) y ellas decidirán cuántos módulos realizarán de acuerdo a sus capacidades y habilidades. Las piezas serán posteriormente certificadas para el ensamble. Como es dable esperar, la producción del tejido significará un ingreso económico.
Se estima que se juntarán unas 2.200 piezas a través de la red. Esta será de los diez dechados (dibujos) seleccionados para la ocasión: jazmín poty, mbokaja poty, buey pypore, machete punta, arasape, arapaho un lado, estrella de cuatro puntas con kurusu’i, takuru con karê’i doble, margarita y pensamiento. A los costados la pieza contará con randas con cadenilla doble y en las esquinas estrellas de cuatro puntas con filete. La puesta en valor del ñandutí a través de este proyecto genera un aporte inmediato mediante la generación de pedidos para las tejedoras. A mediano plazo centralizará una red de trabajadoras, lo que podría facilitar a futuro la producción, la adquisición de insumos y la comercialización. A largo plazo se busca la valoración cultural y pecuniaria a nivel nacional e internacional de este tejido que data del XVI, y que surgió en estas tierras de la unión de una técnica europea y la creatividad de la mujer paraguaya.
“CADA VEZ QUE TE TENGO PEDIDO VENDO TODO MI ÑANDUTÍ”
Porfiria González (61), de Itauguá Guasu Costa Dulce, teje desde los 13 años. Ella valora la iniciativa del proyecto y celebra que significará más trabajo para ella.
“Aprendí a hacer ñandutí viendo a mi tía y mi prima. Al darle el primer trabajo que hice, mi tía ya lo llevó, vendió y me trajo ya directamente materiales para hacer más”, comenta Porfiria, quien trabaja mechando su artesanía con las labores domésticas con la ayuda de su hija.
“Yo me levanto a la mañanita y en medio de mi mate hago mi ñandutí. Después me levanto a hacer para el almuerzo, hago todo eso y ya me siento otra vez a trabajar. Si no hay pedido, igual nomás hago yo. En algún momento va a venir el pedido. Cada vez que tengo pedido vendo todo mi ñandutí; si no hago mi ñandutí, hago chipa”, comenta.
Relata que para ella la parte más difícil es el dibujo. “Eso se hace primero, el dibujo, con la regla se hace, se hace bien eso en el papel, después tenés que estirar con el bastidor la tela y dibujar. Ahí se trabaja”, narra sobre el proceso de producción.
“DESDE MUY CHIQUITA ME PAGABAN POR MI TRABAJO”
Felipa López (63) desde los 7 años se sumó a su mamá, su abuela y sus hermanas, todas de la ciudad del ñandutí, en el oficio de tejedora.
“Hago diferentes dibujos, con hilo fino y con hilo grueso, de ambas formas. Eso también me enseñó mi mamá. A ella le enseñó mi abuela. Desde muy chiquita me pagaban por mi trabajo. La plata me servía para mi escuela, para mis útiles. Tengo siete hijos, ahora conmigo ya solo vive uno. A tejer le enseñé solo a dos hijas mías”, comenta Felipa, quien desde sus manos y el arte dio de comer a su familia junto con su marido, quien es constructor.
“JAGANA´I, PERO JAGANA, UPÉA LA HE´ISÉVA”
Filemona Figueredo (68) arrancó como tejedora a los 12 años con su madre y sus seis hermanas. Ella también se sienta con su bastidor entre las actividades de cuidado y de la labor doméstica en su hogar itaugüeño.
“Recuerdo que cuando era chiquita cada 15 días nos tocaba a cada una ir a vender. De esa plata comprábamos para nuestra ropa para farrear”, comenta entre risas.
“Nunca trabajamos para otra persona”, refiere acentuando que nunca tuvo un trabajo en situación de dependencia.
“Siempre jagana’i, pero jagana, upéa la he’iséva. Igusto remba’apo, revende ha rejúma nde platamíre” (siempre ganamos poco, pero ganamos, eso es lo que importa. Da gusto trabajar, vender y venir con tu platita), explica Filemona, quien es madre de tres hijos.
SOBRE EL PROYECTO
Tejiendo Cultura – El Ñandutí Más Extenso del Mundo es una iniciativa impulsada por Innovaciones Comerciales y la Asociación de Ñandutí en Japón, con el acompañamiento de la Municipalidad de Itauguá y la alianza estratégica de la EBA.
Su objetivo no solo es confeccionar de forma colaborativa la pieza de ñandutí más grande del mundo, sino también visibilizar el trabajo artesanal, fortalecer el turismo cultural y abrir nuevas oportunidades económicas para las tejedoras del país a través del arte textil.
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Fans de Oasis vibraron en su esperado regreso a los escenarios
Ante 74.000 personas entregadas a sus himnos generacionales, la emblemática banda de britpop Oasis comenzó este viernes en la ciudad galesa de Cardiff su esperada gira de regreso más de 15 años después de su agria separación. La banda de Mánchester, que sacudió el panorama musical a mediados de los 1990 con éxitos como “Wonderwall” o “Champagne supernova”, recorrerá cuatro continentes en esta gira que contará con paradas en Argentina, Brasil, Chile y México.
En la primera de sus dos noches en el Principality Stadium de la capital galesa, los antes enfrentados hermanos Liam y Noel Gallagher encadenaron una ristra de sus grandes temas que dejaron encandilados a los 74.000 espectadores. “Fue fantástico, todo lo que habíamos soñado”, dijo Sebastian Vyrtz, un aficionado danés de 37 años. “Canciones fantásticas, sin tonterías. Era como un festival de éxitos”, aseguró.
Ha pasado “demasiado tiempo”, reconoció el cantante Liam poco después de empezar las dos horas de espectáculo que incluyeron clásicos como “Stand by Me” o “Supersonic”. Protagonistas de numerosas riñas que llevaron a la separación de la banda, los hermanos Gallagher se agarraron las manos al subir al escenario o incluso cantaron juntos el tema “Roll with it”.
En el cierre del concierto, la banda agradeció a sus seguidores por “aguantar durante todos estos años”. “Fue más que un espectáculo. Tenía mis brazos abrazando a completos desconocidos”, explicó Frank Gonzales, un californiano de 49 años que se declaraba impactado “emocionalmente”. Grandes aficionados del fútbol, los Gallagher rindieron tributo al futbolista fallecido del Liverpool, Diogo Jota, cuya imagen apareció en las pantallas durante las últimas notas de “Live forever”.
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“Increíble”
La gira Oasis Live ’25 cuenta con 41 conciertos en ciudades como Londres, Mánchester, Los Ángeles Tokio, Sídney, Ciudad de México, Sao Paulo, Santiago o Buenos Aires. Desde la separación del grupo en 2009, tras una enésima pelea entre los hermanos en un festival en las afueras de París, muchos ya no esperaban volver a verlos juntos sobre el escenario.
Omar Llamas, de 39 años, voló desde México para el evento. “Va a ser una experiencia que cambiará mi vida”, dijo a la AFP al entrar al estadio unas tres horas antes del inicio del concierto. “Es simplemente increíble estar aquí. ¡Me cuesta encontrar las palabras!”, añadió su compatriota Cynthia Flores, de 30 años.
A pocas horas del inicio, el centro de Cardiff ya era eco de la emoción de los fans, que coreaban los éxitos del grupo en las terrazas de pubs abarrotadas, vestidos con sus camisetas de Oasis. Mark Cassidy, un estadounidense de 31 años, vino “solo por esto” desde Nueva York con un amigo. Charlotte Abisset, una francesa de 37 años, es fan “desde hace 25” pero nunca ha visto al grupo en concierto. “Estoy muy emocionada, todavía no me creo que voy a vivir este momento histórico”, dijo.
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Unas 900.000 entradas vendidas
Oasis anunció su regreso el pasado mes de agosto, pocos días antes del trigésimo aniversario del primer álbum de la banda, “Definitely Maybe”.
Tras su separación, los Gallagher continuaron su carrera por su cuenta, sin alcanzar la gloria de la época de Oasis, y mantuvieron frecuentes enfrentamientos a través de los medios de comunicación.
El anuncio sorpresa de su regreso desató una verdadera locura entre los fans, tanto antiguos como nuevos, por conseguir entradas. Alrededor de 900.000 se vendieron en pocas horas para los conciertos en Reino Unido e Irlanda.
Pero el caótico proceso de venta en línea y el aumento desmedido del coste de las entradas por un sistema de precios llamado “dinámico” provocó polémica y una investigación del regulador británico.
“¿Se lo están pasando bien? ¿Vale la pena las 40.000 libras que pagaron por la entrada?”, bromeó desde el escenario Liam Gallagher.
Al salir del estadio, Debbie Bonfield, una galesa de 65 años, dijo que “lo que cobraban a los seguidores era una estafa”, pero que “el ambiente lo compensó”. “Fue increíble, me encantó”, afirmó.
La gira se perfila como muy rentable. El banco Barclays estimó que los seguidores de Oasis podrían gastar más de 1.000 millones de libras (alrededor de 1.365 millones de dólares) en entradas y gastos relacionados como transporte y alojamiento. De acuerdo con medios británicos, la banda volvió a tocar desde hace varios meses y ensayó en directo más recientemente en Londres. Para la gira sumaron nuevos miembros como un teclista o un batería.
Fuente: AFP.