- Por Carlos A. Primo Braga
La presidenta de la Comisión Europea (Ursula von der Leyen) y los presidentes de los países del Mercosur anunciaron la conclusión de las negociaciones del acuerdo de asociación entre la Unión Europea (UE) y el Mercosur en Montevideo el 6/12/2024. Estas negociaciones comenzaron en 1999, y el pilar de “libre comercio” se había acordado el 28/06/2019, pero la resistencia política al acuerdo en varios países de Europa impidió su implementación.
Este nuevo capítulo de las negociaciones enfrentará nuevamente la oposición de algunos sectores económicos (en particular los agricultores europeos) y organizaciones no gubernamentales que ven el acuerdo como una amenaza para el medioambiente. Además, varios gobiernos miembros de la UE (por ejemplo, Austria, Francia, Países Bajos y Polonia) ya han expresado su oposición a la nueva versión del acuerdo.
Los próximos pasos incluyen la redacción final del texto, la verificación jurídica de sus aspectos legales y su traducción a todos los idiomas oficiales de la UE. Se espera que la Comisión Europea transmita el acuerdo para su evaluación por parte del Consejo de Ministros (Consejo de la Unión Europea) y del Parlamento Europeo en 2025. La aprobación en el Consejo requiere una mayoría cualificada de votos de 15 Estados miembro. Una minoría de 4 miembros que representen al menos el 35 % de la población de la UE podría impedir la aprobación del acuerdo.
Pero el acuerdo también deberá ser aprobado por los parlamentos nacionales (y en algunos casos por parlamentos regionales) en todos los países involucrados. La experiencia del acuerdo entre Canadá y la UE (Acuerdo Económico y Comercial Global, CETA) ilustra las dificultades para la ratificación final de un acuerdo que abarca áreas que no son de competencia exclusiva de la UE.
Aunque el CETA se aplica provisionalmente desde 2017, en varios países (Bélgica, Bulgaria, Francia, Irlanda, Grecia, Hungría, Italia, Polonia y Eslovenia...) su ratificación parlamentaria aún no había sido aprobada hasta mediados de 2024, y en el caso de Chipre el parlamento votó en contra de su ratificación.
La experiencia con el CETA ilustra el camino tortuoso que aún debe recorrer el acuerdo Mercosur-UE. Una opción sería adoptar la estrategia que la Comisión Europea utilizó en el contexto de las negociaciones del área de libre comercio entre la UE y Singapur. En este escenario, el acuerdo se dividiría entre sus reglas para el comercio internacional y las demás consideraciones. El acuerdo de libre comercio entre la UE y el Mercosur se presentaría como un acuerdo limitado a las áreas de responsabilidad de la UE y, por lo tanto, no requeriría la aprobación de los parlamentos de los Estados miembro de la UE. Evidentemente, tal solución enfrentaría oposición política en los países mencionados anteriormente, pero probablemente abriría el camino para la adopción parcial del acuerdo.
Los beneficios del acuerdo serán positivos. Estimaciones basadas en modelos computacionales de equilibrio general identifican un aumento del comercio entre las regiones y un impacto positivo (aunque pequeño) en las tasas de crecimiento de los países involucrados, así como un incremento en los flujos de inversiones europeas hacia el Mercosur.
Las exportaciones del sector agroindustrial del Mercosur se verán positivamente afectadas (particularmente exportaciones de carne de res, aves y azúcar), y lo mismo ocurrirá con las exportaciones europeas de productos manufacturados (particularmente maquinaria, productos químicos y farmacéuticos), pero también con respecto a productos lácteos y alimentos procesados. Sin embargo, el impacto de estos cambios será gradual, ya que la liberalización comercial se llevará a cabo durante varios años: en el caso de automóviles y motores de combustión, por ejemplo, el proceso de liberalización está programado para un período de 15 años.
Puntos de conflicto (por ejemplo, el tratamiento de las compras gubernamentales en los países del Mercosur y los compromisos respecto al medioambiente) recibieron atención especial en la versión de 2024. En cuanto a las compras gubernamentales, la UE otorgó a Brasil ciertas flexibilidades en la implementación del acuerdo. En lo que respecta al medioambiente, la asociación Mercosur-UE incluye el Acuerdo de París como componente esencial del acuerdo. Además, los países involucrados se comprometen a evitar la deforestación adicional a partir de 2030.
En resumen, el acuerdo abre un nuevo capítulo en las relaciones entre la UE y el Mercosur. Sin embargo, su ratificación será un proceso complejo. El programa PAEX de la FDC puede ayudar a las empresas del Mercosur a prepararse para sus impactos.
Este nuevo capítulo de las negociaciones enfrentará nuevamente a la oposición de algunos sectores económicos (en particular los agricultores europeos) y organizaciones no gubernamentales que ven el acuerdo como una amenaza para el medioambiente. Además, varios gobiernos miembros de la UE (por ejemplo, Austria, Francia, Países Bajos y Polonia) ya han expresado su oposición a la nueva versión del acuerdo.
Las exportaciones del sector agroindustrial del Mercosur se verán positivamente afectadas (particularmente exportaciones de carne de res, aves y azúcar), y lo mismo ocurrirá con las exportaciones europeas de productos manufacturados (particularmente maquinaria, productos químicos y farmacéuticos), pero también con respecto a productos lácteos y alimentos procesados.