Según la teoría del bienestar, la economía debe estar al servicio de las personas y no al revés. En un sistema con leyes y normas e incentivos se busca ofrecer calidad de vida y prosperidad a todas las personas. Un estado que está interesado en el crecimiento de sus habitantes centraliza las necesidades básicas y busca solucionarlas.
Bajo ese concepto, el economista Cayo Cáceres explicó a La Nación/Nación Media cuál es la relevancia y transversalidad de que las políticas públicas económicas de un país estén definidas concretamente para que sean ejecutadas y que el efecto derrame pueda llegar a todos los niveles inferiores de la economía, a través de una macro sostenible y fuerte. “Tenemos a las grandes, a las medianas y las pequeñas empresas, tanto en la parte industrial, primaria y de servicios. Esas son tres realidades totalmente diferentes. Lo que la teoría del bienestar nos dice es que cuando crece la economía en su totalidad, en su conjunto, desde el punto de vista de los grandes agregados macroeconómicos, se puede generar un derrame hacia los niveles inferiores”, indicó a LN.
MOTOR DE LA ECONOMÍA
Seguido, ejemplificó este hecho con lo que sucede en el sector agrícola, donde el motor de la economía local encuentra su mayor concentración, pero que requiere de un empuje estatal para que las bases se potencien. Señaló que el derrame de los efectos del agronegocio prácticamente no existe hacia los pequeños productores y que es una deuda del Gobierno comenzar a proyectar mayor acompañamiento a este segmento productivo.
“En el interior del país existen 250.000 fincas que no tienen la posibilidad de acceder a una asistencia técnica permanente, porque no existen políticas que califiquen para ellos desde el Ministerio de Agricultura. Ese es el gran desafío que tenemos. Definir las medidas de las políticas económicas de acuerdo a los sectores que queremos impactar”, afirmó. Resaltó que una medida pública no puede ser la misma para el desarrollo agrícola a gran escala que para pequeños productores.