El futbolista del club Olimpia, Rodrigo Burgos, denunciado por violencia familiar, consiguió que la Justicia le otorgue un nuevo permiso para estar presente en el encuentro deportivo de su club. Mucha diferencia con respecto al caso de María Concepción, que afronta el mismo caso, pero a pesar de que prácticamente no existen pruebas en su contra, está recluida en el Buen Pastor desde el 11 de enero.
El caso Burgos llamó la atención mediática. Como jugador de fútbol y número puesto en el equipo de Olimpia, su caso se comentó en redes sociales, en los medios y ganó estado público. Su pareja, Lucía Aguilera, le denunció públicamente el pasado 23 de enero a través de las redes sociales. Sin embargo, los casos ante la Justicia ya los había presentado en diciembre del año pasado.
El fiscal Julio Ortiz imputó a Burgos a inicios de este mes, pidió prisión preventiva y decretó su detención. El futbolista se presentó ante el Juzgado varios días después, el 11 de enero pasado. Allí empezaron las primeras concesiones; tuvo arresto domiciliario y el permiso para trasladarse a su lugar de trabajo; es decir a las prácticas en el club Olimpia.
El 22 de enero pasado, el Decano tenía que enfrentar al Montevideo Wanderes de Uruguay, por la fase I de la Copa Libertadores 2018, en la capital uruguaya. Burgos consiguió un permiso especial para viajar, concedido por el juez Juan Francisco Recalde, quien no tuvo en cuenta la prisión preventiva del jugador ni la prohibición de salida del país que pesaba sobre el futbolista que había solicitado la fiscala Dora Nolh, quien tomó la causa para ese entonces.
El pasado viernes, en la revancha contra el mismo equipo uruguayo, nuevamente el futbolista consiguió el permiso “para trabajar” y estuvo presente en el equipo franjeado, jugando como titular, en el partido que Olimpia ganó 2-0 para clasificar en la serie. Ahora, justamente por seguir en esta competencia internacional, Olimpia recibe mañana al Junior de Barranquilla, de Colombia.
Esta mañana, de nuevo el juez Juan Francisco Recalde emitió el oficio 114 mediante el cual avisa a la Comandancia de la Policía Nacional que el futbolista Rodrigo Burgos cuenta con el permiso correspondiente para presentarse a jugar contra el equipo colombiano.
Como se puede ver, Burgos, además de ser considerado por el director técnico de Olimpia, Daniel Garnero, goza de la misma consideración por parte del juez Recalde.
La otra cara
Lejos del mediatismo de Burgos, pero tan cerca del mundo de la violencia, María Concepción Ramírez es una mujer de 33 años, que trabaja de limpiadora y que desde el 11 de enero está recluida en el Buen Pastor porque soporta una denuncia por supuesta violencia familiar. Fue denunciada por su marido, Ángel López, quien aseguró que la mujer le derramó “ácido” en la cara.
A diferencia de Burgos, María Concepción se presentó por propia iniciativa a la Comisaría de Caacupé, una vez que le alertaron que su esposo sufrió lesiones. Ella dice que la tarde en que se pelearon, ella se defendió arrojándole un balde cargado con agua y lavandina. Sin embargo, no existen informes médicos que sostengan que López haya sufrido alguna lesión grave.
En el caso del futbolista, su esposa mostró fotos de las supuestas agresiones que sufrió. Además, existen informes médicos que certifican la gravedad de las lesiones. Una situación totalmente diferente al caso de María Concepción, en donde no hay forma de confirmar la denuncia inicial del "ácido" derramado contra el denunciante.
Rapidez inusitada
La denuncia contra María Concepción se recepcionó cerca del mediodía en la Comisaría Central de Caacupé. Se corrió traslado a la fiscalía local. Ese mismo día, el agente fiscal Gustavo Sosa firmó la imputación e hizo el pedido de prisión preventiva en el grado de “violencia familiar y lesión grave” contra María Concepción. Para la noche, la mujer ya estaba recluida en el Buen Pastor. Ni siquiera tuvo derecho a defenderse.
La fiscalía ordenó hacer allanamientos al día siguiente de la denuncia para buscar evidencias sobre el “ácido” derramado a Ángel López. No encontraron nada, salvo un polvo que estaba en el fondo de la casa, debajo de una pileta, y que se usa para eliminar las pulgas de las mascotas. Tampoco los informes médicos de los centros hospitalarios en donde fue atendido Ángel López muestran rastros de que haya sido afectado por “ácido”, como mencionó en su denuncia.
Sin embargo, no era la primera escena de violencia en la pareja. Ya cuando vivían en Encarnación, María Concepción le había denunciado por violencia familiar, años atrás. Aquella ocasión, nada pasó. Pero los casos se venían sucediendo desde el primer año que vivieron juntos, en el 2005.
La defensa jurídica de María Concepción y sus amigos esperan que en estos días le puedan dar por lo menos, prisión domiciliaria. María Concepción desea ver a sus tres hijos menores, quienes quedaron a cargo de la Codeni local. Ella era la única que los mantenía.