Alfredo Bonga es un joven de 23 años proveniente de Angola, un país del continente africano, llegó a Paraguay en el mes de marzo del año 2016 con el objetivo de estudiar medicina.
Al principio, Alfredo se matriculó y cursó la carrera en una facultad privada, pero luego, por motivos económicos se vio obligado abandonar sus estudios. Esto lo llevó a emprender un innovador proyecto educativo.
Se trata de una plataforma denominada “Centro de Estudios de Razonamiento” bajo el dominio www.acbonga.com, que ofrece clases de refuerzo a distancia. Dirigida exclusivamente a estudiantes universitarios de las diversas carreras del área de la salud.
Es decir, sería como tomar clases con un profesor particular, pero de manera virtual. La página cuenta con amplia propuesta en cuanto a las diversas materias que la malla curricular de la medicina posee.
Anatomía, histología, biología, embriología, bioquímica son algunas de las materias que se encuentran en el sitio web. Además, al sistema se puede acceder a cualquier hora del día y las veces que se desee o sea necesaria.
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El servicio tiene un costo de G 100.000 e incluye todo el contenido de forma escrita, en audios y videos de cada materia. Para acceder al mismo es necesario llevar un formulario de inscripción que se encuentra disponible en la misma web.
Igualmente, el joven manifestó que el emprendimiento es reciente, por lo que también se encuentra buscando profesionales del sector que deseen ser parte de la iniciativa y compartir sus conocimientos.
Historia
Alfredo Bonga dejó a sus padres y hermanos y se mudó al continente americano para trabajar y estudiar, procurando por un futuro mejor. El mismo comentó que “inicialmente sus planes eran establecerse en Brasil, pero que por el costo de vida le fue imposible”.
Luego se mudó a Paraguay, debido a la influencia de sus paisanos quienes residen en nuestro país desde ya hace mucho tiempo. Así mismo dijo que no hablaba español pero fue aprendiendo y al igual que nuestra cultura, se está adaptando gracias a sus compatriotas.
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Arpas de Papel, la alegría de poder armar y aprender un instrumento
- Jorge Zárate
- jorge.zarate@nacionmedia.com
- Fotos: Mariana Díaz / Gentileza
Capibaras, ñandutíes y banderas paraguayas decoran las arpas de los niños que gracias a este revolucionario método pueden acercarse de manera más amable al entrañable instrumento nacional. Aquí una entrevista con su creador, el arpista y docente Éver Zaracho, que asegura que pueden abordarlo criaturas desde los 3 años.
Se dio cuenta de que el tamaño del instrumento conspiraba contra el buen aprendizaje en los niños. “Eso complicaba todo, la posición les daba incomodidad y no podían mantenerse en clase”, cuenta Éver Zaracho, arpista, docente, alma mater del proyecto Arpas de Papel.
“A raíz de todo esto me puse un poco a investigar qué era lo que se podía hacer y cómo se podía conseguir que los niños tengan primeramente un instrumento más adecuado para su tamaño, en segundo paso un instrumento que no sea muy caro como el tradicional y tercero que tengan un método adaptado a lo que ellos puedan estudiar de forma dinámica y divertida porque recordemos que los chicos necesitan un programa lúdico diferente al tradicional para que puedan llevar adelante una enseñanza acorde a la edad”, comenta. Aquí su diálogo con Nación Media:
–El tema de poder adaptar el tamaño a los niños parece ser un elemento alentador en el aprendizaje, ¿es así? ¿Qué otras cosas destacás del formato?
–Cambia totalmente el paradigma del aprendizaje y enseñanza porque los chicos pueden derribar dos barreras: Primeramente, la posición, la postura, el tamaño del instrumento; y por otra parte, lo que tiene que ver el precio, el costo del instrumento.
Los papás de buenas a primeras deben comprar un instrumento que te cuesta 2 o 3 millones de guaraníes, les cuesta mucho. También tienen un poco de miedo de comprar un instrumento que el niño puede dejar por otro o dejar de estudiar directamente. Con el Arpa de Papel utilizamos cartón para la caja una plantilla de madera muy básica, las cuerdas y la clavija, así se ahorra mucho el costo de un arpa.
–Vimos que los niños pueden participar en la construcción del instrumento. ¿Qué retornos te da esta posibilidad?
–Es importantísimo porque ellos ya directamente empiezan a construir y a decorar su instrumento, a ver cómo se va ensamblando, participan del proceso del pegado, del decorado, de pintar, de personalizar, esto ya hace que tenga un sentido de pertenencia desde el principio.
–¿Y eso en qué ayuda?
–Que justamente en la educación nos manejamos mucho con la motivación que es clave para que podamos encontrar en los chicos esas ganas de estudiar, de hacer las lecciones y más todavía en esta etapa donde ellos son pequeños, ahora porque nos manejamos por educación lúdica, o sea, estudiar la música a través del juego y esto colabora muchísimo para que puedan tener un una especie de aliento desde el principio y motivación con la pertenencia de sus instrumentos.
–Contabas que hay poca deserción entre los alumnos. ¿Qué es lo que más entusiasma del arpa?
–A mí también me sorprendió, porque tengo experiencia en los demás instrumentos en donde los chicos aprenden de muy temprano y es natural que se dé un declive hacia el final del año en la cantidad de alumnos.
Ahora con el Arpa de Papel iba pasando el tiempo y los alumnos no dejaban por el camino, no dejaban de estudiar y los papás siempre buscaban la manera de adaptarse y eso me impresionó bastante y me alentó en el sentido de que pude constatar que el método funciona. Creo que permite estudiar desde los 3 años de edad y no se da en ninguna otra parte del país y los chicos se sienten cómodos con él. Hay una dinámica bien divertida dentro de las clases, con la enseñanza lúdica aplicando a través del juego para el aprendizaje. Todo esto hace que puedan desarrollarse en libertad e ir aprendiendo música sin forzar absolutamente nada.
–En cuanto te ayudó la empresa Envaco, contanos, ¿cómo fue para que se involucre?
–Me dio un soporte y un aliento muy importante para este proyecto. El último eslabón o problema a resolver justamente fue donde mando a fabricar los cartones porque si bien ya tenía el método; el diseño; los alumnos; los repertorios, me faltaba lo más importante, la parte concreta, la parte visual, la parte palpable del proyecto y no se podía lograr de manera efectiva, de manera linda, de manera visual, de manera llamativa, si es que no se hacía por medio de alguien de una empresa.
Por suerte Envaco me apoyó. Les envié un correo, después los llamé, no se entendía el proyecto, no les convencía. Es un poco difícil para una industria grande tener que tal vez prestar atención o dar un cuidado especial a alguien que lleva un proyecto de manera personal que no es grande, que es pequeño, que es para un número reducido de alumnos.
Llevó más o menos un proceso de 6 a 8 meses para que ellos puedan acceder a hacerme el primer diseño, a lanzar el primer prototipo; después de vuelta otro año para modificar el prototipo inicial y bueno hoy por hoy tenemos ya las cajas en un troquelado que ellos diseñaron y que funciona de manera muy efectiva con los chicos, adaptado perfectamente a las medidas con base en la experiencia que fuimos recopilando y también con base en las recomendaciones que Envaco por el camino fue haciendo.
–¿En cuánto impacta la reducción del precio del instrumento en el éxito de este método?
–Prácticamente en un 50 %, porque la parte económica es una parte importante a tal punto que justamente jóvenes o adolescentes que querían empezar en instrumentos, pero no podían comprarlo, me comenzaron a llamar.
Ahora, de Caapucú me contactaron hace poco de una escuela de música donde tenían como 20 alumnos de arpa y en la escuela solamente tenían 2 instrumentos. Tenían que turnarse, armar un cronograma, prestarse el instrumento y estudiarlo. Hoy por hoy dio una ayuda para la gente en general para jóvenes que quieren empezar a estudiar. Da una opción de accesibilidad, que no deja afuera a nadie y ayuda a brindar el derecho humano del acceso a la vocación. Hoy, si este método se expande, podríamos duplicar o triplicar la cantidad de arpistas.
–¿Qué hace falta para concretar esta posibilidad?
–Imagínate que sin haber tenido muchas posibilidades de acceso a la educación en el arpa hoy tenemos maestros como Nicolás Caballero; Mariano González; Papi Galán o Marcelo Rojas por citar algunos de los arpistas que admiramos. Este método ayudará a multiplicar los virtuosos arpistas que tenemos. Esto porque tenemos un instrumento barato que permite estudiar con un método desde muy pequeño, una organización de las obras, de los conocimientos de las técnicas, de la pedagogía, de la didáctica, que le ayude a adquirir los conocimientos necesarios para que esté tocando el instrumento desde muy temprano. Estamos ante un cambio de paradigma de la educación.
Hay mucho interés en Chile, me escribieron desde Ecuador, Argentina, también desde México en donde se muestran interesados por el método, por ejemplo.
–Contanos del libro “Estudio del arpa paraguaya-Arpa de Papel” que lanzaste recientemente. ¿A qué apuntás con él?
–Es un libro en donde describe cuáles son las músicas que se trabajan, las canciones, habla un poco del nacimiento del método, da a conocer a los papás, a los profesores, a los educandos, cómo se fundamenta el método, de qué se trata y es básicamente un material didáctico de estudio en donde uno va a poder encontrar las obras, pero obviamente tiene que ir acompañado de capacitación, porque no es un estudio convencional.
–Vimos que llevaste el Arpa de Papel a la Argentina. ¿Conoció otros países, cómo va esta agenda de hacerla conocer en el mundo?
–Así es, nos fuimos a Formosa, en donde hay un movimiento de arpistas muy grande, son como 200 estudiantes, en donde también me manifestaron que estaban teniendo problemas con el costo del instrumento, era una barrera. Queremos ver si más adelante se puede dar eso de llevar el instrumento por el mundo, exportarlo.
Innovación favorable
“Creo que esto nos permite de vuelta ser vanguardistas en lo que tiene que ver el arpa popular”, dice Éver Zaracho, propulsor del Arpa de Papel.
Historia entonces que cuando nació el arpa paraguaya “en definitiva lo que nos destacó fue un Félix Pérez Cardozo con las composiciones, con el virtuosismo, las modificaciones que incluyó que le permitieron al arpa sobresalir”.
En este derrotero menciona a Papi Galán “que empezó a experimentar con el anillo del cromatismo que no tenían las otras arpas. Después vino Mariano González que empezó a utilizar el cabezal de otras arpas para el arpa paraguaya que permitió dar un paso más en el cromatismo; el repertorio, la sonoridad y prácticamente a partir de ahí no tuvimos más evoluciones”, expone. “Entiendo que el Arpa de Papel se inscribe en ese camino porque permite que los niños aprendan desde los 3 años con didáctica, pedagogía, y aparte de eso, un nuevo instrumento, pequeño hecho de cartón en donde los chicos participan del proceso”, destaca.
Sobre Éver Zaracho
Se desarrolla como docente, arreglador, instrumentista y compositor. Creador y desarrollador del método Arpa de Papel, declarado de interés cultural por la Cámara de Diputados. Es docente y da clases en el Conservatorio Nacional de Música donde también es jefe del área de instrumentos populares acústicos.
Estudió con grandes maestros como Adolfo Bernal (Papi Galán), Nicolasito Caballero y Sixto Corbalán y actualmente cursa la maestría en Musicología en la Universidad de las Artes de Argentina. Fundador de la Orquesta Académica de Niños (OANI) y director general de la Academia de Música de Villa Aurelia, coordinador del Taller de Música Pytyvo. Como arpista recorrió Latinoamérica y otros países en distintos continentes.
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Lavado de pies con bicarbonato y sal: qué efecto real tiene
Sumergir los pies en agua templada con sal y bicarbonato se ha convertido en una rutina popular para quienes buscan aliviar el cansancio, suavizar la piel o eliminar el mal olor. Este remedio casero, muy extendido en redes sociales y blogs de autocuidado, promete múltiples beneficios, pero ¿hay algo de cierto detrás de estas afirmaciones?
A medio camino entre el confort personal y el deseo de soluciones naturales, este tipo de baños han ganado presencia como gesto cotidiano. Pero, más allá de la sensación relajante del agua templada, ¿tienen realmente un impacto físico en la salud de los pies?
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Control del olor
El bicarbonato de sodio se utiliza desde hace años en dermatología como un exfoliante físico suave. Al frotarse sobre la piel, ayuda a eliminar células muertas y a mejorar la textura, favoreciendo la renovación celular. Además, su capacidad para neutralizar olores está documentada en estudios sobre higiene corporal, aunque la mayoría se centran en su aplicación en axilas o la cavidad oral.
Su eficacia contra bacterias responsables del mal olor se debe a su capacidad para modificar el pH, creando un entorno menos favorable para los microorganismos. Sin embargo, no existen ensayos específicos sobre su aplicación directa en los pies para estos fines, por lo que sus beneficios se asumen por analogía con otras zonas del cuerpo.
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Propiedades de la sal marina
En el caso de la sal, especialmente la marina o la del Mar Muerto, sí existen revisiones científicas que han demostrado su efecto beneficioso sobre determinadas afecciones cutáneas como la dermatitis atópica o la psoriasis vulgaris. En estudios clínicos se ha observado que los baños con sales pueden mejorar la hidratación de la piel, reforzar la barrera cutánea y reducir la inflamación, gracias a la presencia de minerales como el magnesio.
Aunque estos beneficios están más relacionados con tratamientos terapéuticos supervisados, lo cierto es que el uso de sal como exfoliante físico -al igual que el bicarbonato- puede ayudar a suavizar la piel de los pies y a mantener una higiene más profunda, especialmente en zonas con tendencia a endurecerse o agrietarse.
¿Entonces, sirve de algo?
Algunas de las publicaciones que circulan en Internet atribuyen al bicarbonato propiedades antifúngicas. Un estudio reciente desarrollado en Perú comparó su efecto con el de la nistatina -antifúngico-- frente a la Cándida albicans, una levadura frecuente en infecciones por hongos. La investigación concluyó que, aunque el bicarbonato al 5 % mostró cierto efecto inhibitorio, fue significativamente menor que el del fármaco antifúngico. En resumen: puede tener cierta capacidad, pero no sustituye a un tratamiento médico.
En definitiva, sumergir los pies en agua templada con sal y bicarbonato no es un milagro, pero tampoco una pérdida de tiempo. Puede resultar útil para relajar la musculatura, suavizar la piel, favorecer la higiene y controlar el olor. Sin embargo, los beneficios más ambiciosos que a menudo se atribuyen a esta práctica -como “desintoxicar el cuerpo” o “eliminar toxinas”- no están respaldados por la evidencia científica.
Por tanto, si se emplea como complemento dentro de una rutina de cuidado personal, puede ser una opción interesante de vez en cuando. Pero es importante no sustituir con ello otros tratamientos dermatológicos indicados por especialistas.
Fuente: Europa Press.
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Estudiantes de medicina fallecieron en accidente en CDE
Ayer sábado se reportó un trágico accidente en el departamento de Alto Paraná, en el que perdieron la vida dos estudiantes de medicina, uno de ellos falleció en el lugar del hecho y la segunda persona camino al hospital.
Según el reporte policial, el siniestro ocurrió sobre la ruta PY 02, a la altura del kilómetro 4 de Ciudad del Este. Se vieron involucrados dos vehículos, uno sería un automóvil de la marca Toyota y una motocicleta de la marca BMW, en este último iban dos estudiantes.
Los fallecidos fueron identificados como Luz Isabela Sosa, quien iba de acompañante y falleció en sitio, y Farley Junior Dos Santos, de 48 años, de nacionalidad brasileña, conductor de la moto. Ambos eran estudiantes de medicina.
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Los intervinientes indicaron que cuando llegaron al lugar el hombre aún tenía signos de vida, por lo que rápidamente fue trasladado hasta el Hospital Regional de Ciudad del Este donde los médicos hicieron todo lo posible para reanimarlo, pero no resistió a los golpes y se confirmó su fallecimiento.
Las primeras hipótesis señalan que la motocicleta iba a muy alta velocidad, no pudo detener la marcha e impactó por la parte trasera del rodado. Así también, no se descarta que el conductor del vehículo realizó una maniobra cerrando el paso a la moto, lo que provocó el impacto.
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“Py sevo’í” en Paraguay del siglo XX y la experimentación en humanos
En la presente entrega de “Expresso”, Augusto dos Santos visita el campus de la Universidad Nacional de Asunción para conversar con el Dr. en Filosofía, profesor e investigador José Manuel Silvero, quien publicó recientemente su nuevo libro “Pysevo’í. La campaña sanitaria de la Fundación Rockefeller en Paraguay (1923-1928)”, en el que aborda con un importante archivo a disposición la problemática local de la anquilostomiasis de hace un siglo y la consecuencia social que acarreaba, la situación precaria del sanitarismo paraguayo de entonces y los trabajos de la fundación norteamericana, incluyendo la experimentación en humanos que se dio en ese contexto.
- Fotos: Pánfilo Leguizamón
ADS –¿Cómo es que un filósofo lleva a interesarse en un tema como anquilostomiasis?
JMS –La historia guarda relación con una anécdota. Siendo niño nos convocan en la escuela a presenciar, a visualizar una película. Yo estaba entusiasmado porque ya tenía noticias de que había un personaje de nombre Popeye, de que había una pantera de color rosa, me contaban mis amigos y de tanto en tanto algún que otro vecino que tenía algún televisor nos dejaba ver estas maravillas. Todo esto en Caazapá, zona de San Juan Nepomuceno. Entonces automáticamente me dije “esta es mi oportunidad, voy a disfrutar de una hermosa película”. Llegamos, nos acomodamos todos los “mita’i” para visualizar la película en cuestión y era una de las películas de la Fundación Rockefeller, que le enseñaba a los niños a cómo gestionar de manera responsable sus excretas. Años después, (…) en el marco de los 100 años de aquella gran campaña sanitaria, entro en comunicación con la Fundación Rockefeller, y me liberan los archivos oficiales que para mí fue espectacular, porque no solamente tenía datos, informes, sino también imágenes.
–¿Qué hacía la Fundación Rockefeller entre el año 1923 y 1928?
–En Paraguay, en ese arco de tiempo se desarrolla la cooperación, que es una acción oficial que la firman la Fundación y el gobierno de aquel entonces. Eligio Ayala fue el firmante, y se salvaguarda eso a través de una ley ¿Qué hace la fundación? La fundación (Rockefeller) ya venía desarrollando desde 1916, estimativamente, acciones en terreno, en algo así como 140 países del mundo. Y el tema de fondo, el tema más importante de esa acción de la Fundación Rockefeller es la lucha contra la anquilostomiasis. Y en una de esas, un par de médicos muy relevantes de nuestra historia paraguaya, el Dr. Migone y el Dr. Andrés Barbero envían cartas a la Fundación, porque la Fundación tenía una especie de informe anual de sus acciones, envían cartas comentando, por un lado, que aquí también hay una prevalencia muy alta, y por el otro lado, muestran un interés para que la Fundación eventualmente pudiera cooperar. Entonces la Fundación responde diciendo que sí, que tienen interés de cooperar, pero en principio esa cooperación se basaría en el envío de unas cajas, que contenían una especie de proyector a linterna, lo llamaban, folletos, folletitos y algunos pósters. Una campaña educativa que el propio Migone lo paga de su bolsillo. Es interesante. Esa acción es la acción precedente, inmediata que va a dar pie luego a la firma oficial de la cooperación. ¿Y por qué es importante todo esto? Porque en el año 1917 y en el año 1920 se desarrolló en Paraguay sendas campañas de lucha contra el py sevo’i. Pero con un éxito relativo. Se necesitaba el acompañamiento de una organización grande, enorme, importante como lo fue en aquel entonces y como lo sigue siendo la Fundación Rockefeller. Y bueno, ese es el antecedente.
–¿Cuál era la importancia de enfrentarse a esa enfermedad? ¿Cómo afectaba al momento paraguayo?
–Estudios de aquel entonces, de hecho, van a ser los médicos de la Universidad Nacional de Asunción; el Dr. Velázquez, el primer decano de la Facultad de Medicina, y todo un equipo de médicos, quienes a insistían en la necesidad de contrarrestar al sevo’i, la lombriz, el parásito que se metía por los pies y que empezaba a debilitar al niño, al adulto, da igual. Era tan grande esa incapacidad que uno tenía que administrar que, por supuesto, lo volvía anémico, lo volvía incapaz para trabajos de todo tipo y también de aquel entonces viene el famoso estigma del sa’yju, mita’i sa’yju y compañía. Es una enfermedad, es un mal que le debilitaba al pueblo, le volvía incapaz de producir. El doctor Velázquez cuenta en uno de sus textos cuenta ese escenario dantesco de niños famélicos y de adultos también incapaces de emprender algún tipo de tarea. (…) Manuel Domínguez, en una carta al doctor Insfrán, él habla del py sevo’i, en unos términos muy interesantes, donde dice: “El paraguayo tiene la manera de solucionar este problema y lo mata con el ka’arê –que es el quenopodio– y con la caña”.
–¿Y qué hacía la medicina y los médicos paraguayos antes de la llegada de la Fundación Rockefeller? ¿Era paliativa la tarea?
–Era paliativa. Había una química que probablemente era muy ineficiente, se habilitaron algunos puestos de distribución de algunas medicinas, y el problema más grave de aquel entonces, para llevar adelante esta lucha contra la anquilostomiasis era, por un lado, la eficiencia de la química, que los médicos de la Fundación Rockefeller calibraron muy bien, calibraron a costa de muchas muertes, pero, por un lado, la visión de la Fundación Rockefeller era una visión integral, por eso es una campaña de salubridad.
–Aquel no era un momento de bonanza en nuestro país, precisamente.
–Ese es un punto que a mí me hizo pensar mucho de cómo lo iba a plantear en el libro. Un Paraguay carente de infraestructura, un Paraguay carente de un sistema de salud medianamente fuerte y un Paraguay donde a la gente del campo se le proveía de algunos cuadernillos para consumir, para usufructuar, pohã ñana. De hecho, yo critico eso en un apartadito. Genaro Romero era el jefe de tierras y colonias, y él le recomendaba a los campesinos consumir o usar los yuyos, en ausencia justamente de un sistema medianamente justo, en el sentido de acceso a la salud. Teníamos muy pocos médicos, había una inestabilidad política tremenda
–¿Decís que en el marco de esta sistematización que hiciste del aporte de la Fundación Rockefeller, que esta crea casi lo que se diría es la burocracia a la gestión sanitaria en Paraguay?
–La Fundación Rockefeller tiene una incidencia política administrativa total en la configuración de la salud global. No se puede entender el nacimiento y el desarrollo de la Organización Mundial de la Salud y especialmente de la Organización Panamericana de la Salud sin el concurso y la “inteligencia”, entre comillas, de la Fundación Rockefeller, y su modo de trabajar. En ese modo de trabajar, la estadística, por ejemplo, es muy importante, la recogida de datos es muy importante, la organización con informes, con muchos detalles, el conocimiento del terreno, todo eso formaba parte de esa gran estrategia que lo desarrollaron a nivel mundial y también en Paraguay, por supuesto. En la historia de la salud pública, de la sanidad pública, el ministerio que llevaba, que tenía el control sobre la sanidad, era el Ministerio del Interior, sobre todo el Departamento de Higiene en este caso.
–Hay un capítulo que aborda experimentos humanos, especialmente con niños, que es éticamente cuestionable o condenable. ¿Cuál es la realidad en relación a ese capítulo en la historia de la presencia de la Fundación en Paraguay?
–Efectivamente, la campaña sanitaria, así como habíamos manifestado, se había repartido en diferentes acciones: grupos propiciando la construcción de letrinas, grupos de guardas sanitarios medicando a la población, otro grupo levantando datos para corregir el atlas de Gásperi del año 20, es decir, el tema de censo, una cuestión estratégica, la guerra va a venir después, y otro grupo trabajando en la divulgación, pero un grupo pequeño, sí, efectivamente se dedicó a llevar adelante trabajos de experimentación en contexto de encierro, con grupos vulnerables, en ausencia de criterios éticos razonables para aquel entonces, hay que acordarse que el código de Nuremberg y todo lo que pasó en los campos de concentración va a ser muy posterior, esto es 1923. Entonces en mi investigación yo me encontré con una conducta que se había repetido tanto en Brasil, en Colombia y en varios lugares de los médicos que se metían en los hospicios, en los orfanatos, en la policía, en el ejército, a llevar adelante experimentos con seres humanos. En este caso, con niños, menores de edad, con jóvenes probando sustancias químicas, probando sobre todo dosis. Lo llamativo y lo reprochable, si cabe el término, es que en función a lo que yo investigué, Fred Soper (el director) sabía exactamente que esas sustancias eran tóxicas y que podían causar la muerte. Aun así, siguieron utilizando hasta que llegaron a un punto que causaron muertes, entre 15 y 16 fallecidos durante toda la campaña, mirando la envergadura. El 90 % de ellos eran niños menores de edad, niños pequeños de 2 años, 4 años, 6 años, algunos soldaditos también.
–¿Esto tenía que ver con la aplicación de diversas formas de químicos o algún químico en particular con el que se experimentaba?
–Sí, el tetracloruro de carbono con la mezcla con el aceite de quenopodio. En los informes lo que yo pude notar es, porque claro, tenían que justificar, tenían que dar cuentas, tenían unas fichas donde comentaban las posibles razones de la muerte, y hablaban también de ciertas enfermedades de base. Entonces, que no lo tenían muy manejado, decían “a los epilépticos no hay que suministrarle; a los alcohólicos, tampoco, y a ciertos niños que tenían otros parásitos, tampoco”. Lo que pasa es que esa fundamentación o esa explicación venía después de la muerte. No antes.
–¿En qué momento de la investigación te encontraste con este hecho tan contrastante con el lado positivo de esta campaña y qué generó en vos como investigador?
–La investigación en sí es una tarea en solitario muy interesante. Es un tiempo en que uno se sumerge completamente de manera obsesiva en llevar adelante este trabajo. Funciona unos mojones que es el esquema del trabajo, pero uno piensa muchas cosas. Como docente investigador de la UNA, yo envío un correo institucional y ellos me envían paquetes, paquetes muy importantes de información. En uno de esos paquetes me encuentro con los muertos.
–¿Y en uno de esos paquetes te encontrás con las fotos de esos experimentos?
–En uno de esos paquetes me encuentro con fotos de niños, de niñas, del orfanato, con enfermos mentales, del neuropsiquiátrico, con soldaditos, con militares. Esas fotos están en el libro. Son 60 imágenes inéditas que por primera vez se está viendo en el Paraguay. Estaban guardadas en el archivo de la Rockefeller Center.
–¿En este camino de contacto con la Fundación Rockefeller encontraste en los líderes actuales de la Fundación alguna actitud de ocultamiento digamos?
–Ninguna. En todo momento fueron muy amables conmigo, tengo que recalcar eso en todo momento, fueron cordiales, me ayudaron. Sí les envié un correo cuando el trabajo ya estaba listo, les dije que quería utilizar esas fotos en el marco de la investigación y me dijeron que sí, llené una proforma como se suele hacer.
–¿En estos 100 años, antes de tu libro, antes de tu investigación, ¿hubo algún tipo de denuncia por parte de alguna autoridad de Paraguay respecto de estos experimentos?
–De paraguayos no, yo por lo menos no encontré. Sí, en Brasil. Un médico de aquel entonces que ya en el año 22, en un evento científico del Brasil de aquel entonces, sale a gritar, a vociferar que la Fundación estaba matando a gente inocente, a niños y sobre todo a gente de color, porque en el Brasil la envergadura y la dimensión de la campaña fue muy diferente. Y en Guatemala, si no me equivoco, también se presentó en el año 2010 una investigación que daba cuenta de ciertos abusos que se cometieron con personas en situación de encierro, de grupos vulnerables, la cárcel, el orfanato, un calco de lo que fue en Paraguay. Esto es del año 40 más o menos.
–¿Y cómo reaccionaron las autoridades de la Fundación?
–Ellos sí pidieron una explicación. Obama estaba como presidente, Obama le pide a la Comisión Nacional de Bioética que investigue si eso es cierto. Corroboran que efectivamente porque los datos estaban guardados en un archivo en los Estados Unidos, y Obama pide oficialmente disculpas al gobierno de aquel entonces y ese es un precedente que yo encontré. En este caso de experimentación con seres humanos en Guatemala, Fred Soper aparece en la lista de los médicos. Acá Fred Soper fue el director de la campaña de Paraguay; que, por cierto, fue director de la OPS durante creo que 4 periodos.
–¿Cómo y por qué culmina esta misión finalmente en Paraguay, en el 28?
–Culmina porque la guerra iba a desatarse en cualquier momento. El gobierno de aquel entonces destina los fondos para fines estratégicos. Y entonces se desfonda, se queda sin fondos la campaña. Pero, además, se venía arrastrando una serie de pequeñas inquinas entre médicos paraguayos y médicos paraguayos que trabajaban para la Fundación, y especialmente médicos norteamericanos.