En medio de las ruinas calcinadas del barrio Pacific Palisades, Jeff Ridgway pasea a su perra Abby como si nada pasara. A diferencia de decenas de miles de personas expulsadas por los incendios, este conserje se niega a evacuar. Este californiano de 67 años lleva una semana atrincherado en su apartamento en un exclusivo vecindario en los Ángeles, tras haber protegido su propiedad con mangueras de agua.
“Fue una verdadera guerra”, cuenta a la AFP mostrando un eucalipto renegrido al que salvó del fuego, justo frente al edificio donde vive. “Soy testarudo, me dije: ‘No me dejará vencer, no hay manera’”. Luego de vivir por casi 35 años en este lugar, el conserje hizo todo cuanto pudo para salvar los 18 apartamentos de este pequeño edificio. Cuando la ciudad se quedó sin agua, recurrió a la piscina para llenar baldes.
“Sentí que tenía cierta responsabilidad, no solo con mi casa y mis cosas, sino también con las cosas de los otros”, explicó. Los alrededores de Los Ángeles todavía están bajo el azote del fuego, que ya causó la muerte de 24 personas. Tanto en Pacific Palisades como en Altadena, las localidades más afectadas, cordones de policías y militares impiden a la mayoría de los evacuados volver a sus hogares.
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Ridgway no quiere terminar en un frío cuarto de hotel o en un albergue público. Acampa en su apartamento pese al espectáculo desolador que ve por las ventanas. Los residentes de su edificio hicieron que un policía compasivo le acercara víveres, botellas de agua y algunos alimentos con lo que este portero tiene para “al menos dos semanas”. Incluso recibió unas medias y comida para su perra.
“Está muy contenta por su comida. Y si ella está contenta yo también”, dijo el hombre mirando con ternura a su mascota. Sin electricidad, ha tenido que usar la misma ropa por varios días. “Necesito una ducha, ella también necesita un baño”, sonríe el hombre que viste una chaqueta de paño y unos vaqueros llenos de hollín, y que dice que ha comenzado a apodar “marrana” a su perra ya que está cada vez más sucia. Las malas condiciones de su aislamiento están sin embargo lejos de desanimarlo, y recuerda con nostalgia las jornadas de campamento que hacía en el parque natural Yosemite.
Es que mucho más allá de su edificio, este antiguo librero se enamoró del barrio Pacific Palisades. Para él, este rincón de colinas que miran al océano no es solo un refugio de celebridades, del que actores como Anthony Hopkins o Rita Moreno han sido alcaldes honorarios. “Es un Shangri-La”, dice al comparar su vecindario con el ficticio monasterio tibetano de la novela de James Hilton, como un modelo de belleza y quietud. “Es una verdadera comunidad solidaria, que tiene una gran historia”.
El barrio de Pacific Palisades alberga también el museo Getty Villa, donde hay una de las colecciones más importantes de arte y de estatuas antiguas. Los innovadores diseñadores Charles y Ray Eames también construyeron en el vecindario una casa estudio sobre una ladera. Con su exterior de vidrio y bloques de concreto coloreados, esta edificación sigue siendo un símbolo de la arquitectura moderna del siglo XX.
Estas joyas arquitectónicas, se han salvado hasta ahora de las llamas, pero a solo algunas cuadras del apartamento de Ridgway, el centro comercial y sus fachadas con decoración pomposa que databan de 1924 no son más que ruinas.
“Nuestro edificio es quizá uno de los más viejos de la ciudad ahora”, dice el conserje al explicar que se trata de un edificio de apartamentos de los años 1950. Cada año, Ridgway espera con impaciencia las celebraciones del 4 de julio, la fiesta de independencia estadounidense. Estas atraen a decenas de miles de personas a Pacific Palisades que vienen a admirar a los paracaidistas que se lanzan para aterrizar en Sunset Boulevard.
Pese a estos incendios devastadores, está convencido de que este aire a paraíso que le impidió huir, va a permitir que el barrio se recupere. “Incluso sin una casa, cada uno de estos lotes vale todavía uno o dos millones de dólares”, afirma. “Aún tenemos ahí las montañas, el océano y, sobre todo, un cielo azul y buena calidad del aire. Es lo que hará que la gente vuelva”.
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Fuertes vientos cálidos amenazan con reavivar e intensificar los grandes incendios que han devastado las colinas y suburbios de Los Ángeles con saldo de al menos 25 muertos y serios daños para la segunda ciudad más grande de Estados Unidos. Una semana después del inicio de los incendios que se expandieron sin control, las previsiones anuncian que pueden volver los vientos cálidos “particularmente peligrosos” de Santa Ana.
“Esté atento a su entorno. Esté listo para evacuar. Evite cualquier cosa que pueda provocar un incendio”, advirtió el Servicio Meteorológico Nacional estadounidense (NWS), al avisar de ráfagas de hasta 110 km/h entre las 3:00 (11:00 GMT) y las 15:00 (23:00 GMT) del miércoles.
Parte del condado de Los Ángeles y gran parte del vecino Ventura están en una “Situación Particularmente Peligrosa”, según el NWS, tal como se había alertado antes de que estallaran los incendios mortales de la semana pasada. Las autoridades insistieron en que están preparadas para la eventualidad.
“He posicionado estratégicamente equipos de bomberos y grupos de tareas que están abocados a responder rápidamente ante cualquier nuevo incendio que se desate”, declaró a la prensa la jefa de bomberos de Los Ángeles, Kristin Crowley.
La alerta llega luego de que resultaron carbonizadas 9.700 hectáreas de la lujosa localidad de Pacific Palisades y casi 5.700 hectáreas de la ciudad de Altadena. Los vientos de Santa Ana son característicos de los otoños y los inviernos en California. Pero este año adquirieron una intensidad que no se había visto desde 2011, con ráfagas de hasta 160 km/h la semana pasada.
Hay más de 90.000 evacuados afligidos por la incertidumbre del destino de sus hogares. “Mi casa ha desaparecido, lo sé. He visto fotos y todo lo que queda es la chimenea. Pero necesito constatarlo con mis propios ojos para creerlo”, declaró Fred Busche a la AFP. Entre la desesperación, hubo historias de fortaleza.
Jeff Ridgway contó cómo se negó a abandonar el complejo de apartamentos que administra y luchó contra las llamas cargando y lanzando baldes de agua de la piscina del condominio. “Fue simplemente una guerra”, aseguró a la AFP este hombre de 67 años mientras señalaba un eucalipto que apagó cuando amenazaba el edificio la semana pasada. “Fui terco. Pensé: ‘No voy a dejar que me derrotes. Lo siento, esto simplemente no va a suceder’”, dijo.
Los equipos de búsqueda que utilizan perros rastreadores de cadáveres han estado recorriendo entre los escombros durante días. Se trata de una tarea “muy dura”, según el sheriff del condado de Los Ángeles, Robert Luna. “Todos los días que hacemos esto, nos encontramos con los restos de miembros de la comunidad”, lamentó.
AccuWeather aumentó su evaluación del costo total de la tragedia a entre 250.000 y 275.000 millones de dólares, una cifra que la convertiría en una de las más costosas de la historia de Estados Unidos. “Una cosa es verlo por televisión y otra desde el aire. La destrucción masiva, masiva es inimaginable hasta que la ves realmente”, dijo Karen Bass, alcaldesa de Los Ángeles.
Miles de bomberos fueron movilizados ante un nuevo foco que se declaró a última hora del lunes en Oxnard, a 80 km de Los Ángeles. Las autoridades federales dijeron el martes que pusieron en marcha una investigación sobre las causas de los incendios, aunque advirtieron que podría tomar tiempo.
Con tantas personas afectadas, la ciudad esperaba cualquier atisbo de buena noticia. Y la ofreció el equipo de football americano de los Rams de Los Ángeles, que vencieron a los Vikingos de Minnesota en un partido de playoffs de la liga NFL el lunes por la noche quedando más cerca de disputar el famoso Super Bowl. El juego, que estaba programado para llevarse a cabo en Los Ángeles, fue trasladado a Arizona para así aliviar la presión sobre las fuerzas del orden, que están sobrecargadas.
En tanto, la industria del entretenimiento -con sus estudios Netflix, Disney, Amazon, Warner y la empresa matriz de Universal, Comcast- anunció importantes donaciones para ayudar al esfuerzo de reconstrucción. También, se movilizaron cientos de voluntarios para ayudar a distribuir los suministros para los evacuados.
Fuente: AFP.