Al iniciar la misa dominical de Caacupé, el obispo de la Diócesis, monseñor Ricardo Valenzuela, oró por todas las personas que están luchando por su vida en los hospitales. En ese sentido, oró por todos los que están en las unidades terapia intensiva, intermedia, en los pasillos y en las salas de los hospitales.
El religioso encomendó a todos los enfermos a la Divina Misericordia para que pueda derramar su bendición sobre ellos y pronto puedan superar la enfermedad. También oró por las familias de los enfermos, para que tengan fortaleza y fe.
Durante la misa también rezaron por los médicos y enfermeras que a diario están trabajando incansablemente en los hospitales para poder asistir a las personas enfermas.
En ese sentido, apeló a la sensatez de las personas sanas, para que se cuiden, recordando que hoy en día la mayor lucha es por conseguir una cama de terapia intensiva. “La pelea no es por el pan, es por una cama de terapia”, lamentó y dijo que efectivamente estamos en una franja roja.
“Ya perdí a muchos amigos y conocidos, es muy doloroso saber que no los volveremos a ver. Sabemos la situación de que no hay camas, debemos cuidarnos y oro por los enfermos que están en terapia”, dijo el religioso.
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Por ser el día de la Divina Misericordia, monseñor Valenzuela recordó el significado y la importancia del domingo: se conmemora el día de la Resurrección de Jesús. Asimismo, dijo que el domingo es un día de descanso, de participar de misa, visitar a los padres, compartir con los amigos, familiares, los enfermos.
“Es un día en que el hombre se encuentra consigo mismo, que tiene un cuerpo que debe descansar, una mente que cultivar. Un día para compartir con sus seres queridos. Para nosotros el día domingo es un don, un reglado, concebido para compartir con quienes más queremos”, aseguró.
Sin embargo, hoy en día este día para muchos es de desenfreno, muchos de esos que llevan a las personas a contagiarse y luego justamente llevar y contagiar a otros más vulnerables. Mencionó a las personas que se vuelven fanáticas por salir, ya sea para ir a la cancha, a ver el fútbol, a ver las carreras e incluso a los jóvenes que no se sienten completos si no salen a bailar.
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Al referirse a las fiestas, dijo que estos funcionan en horarios “malsanos”, pues se debe estar despierto cuando normalmente se tiene que dormir. “¿Te parece justo que tus padres tengan que pagar con lágrimas por tu diversión por un momento?”, se preguntó el religioso.