Tatiana Canova y Miriam Carvallo presentan el cuento "Soy Fidel y tengo TEA Py (trastorno del espectro autista)", que representa a Esperanza para el Autismo (EPA) y TEA Py. Foto: Gentileza.
Cuento inclusivo de TEA Py invita a ver el mundo a través de los ojos de una persona con autismo
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“Sabemos que el autismo es una realidad invisible”, expresa Mirian Carvallo, secretaria general de TEA Py, una de las seis organizaciones que se une a la Federación Juntos por la Inclusión, cuyo primer proyecto es la colección de cuentos “Descubro un Tesoro”, donde está representada por el libro “Soy fidel y tengo TEA (trastorno del espectro autista)”, compartido con Esperanza para el Autismo (EPA).
“Prácticamente no existen hasta hoy día cifras, estadísticas exactas que nos digan cuántas personas están dentro de la condición del autismo. Está también una deuda pendiente del Estado poder cuantificar cuántas familias están dentro del espectro. Mientras sigan invisible, obviamente va a ser difícil crear programas para poder tratar mejor a las personas que están dentro de la condición del autismo”, describe Carvallo sobre la situación de este trastorno en el país.
La Asociación Paraguaya de Padres y Tutores de personas con Trastorno de Espectro Autista (TEA Py) fue creada el 5 de mayo del 2019. Se trata de una organización sin fines de lucro formada exclusivamente por padres y tutores. Actualmente están asociados 323 padres de diferentes puntos del país, abarcando ya casi todo el Paraguay. Como misión, buscan incidir en las políticas públicas en cuanto a salud y educación.
Esta organización sin fines de lucro formada exclusivamente por padres y tutores, fue creada el 5 de mayo del 2019. Foto: Gentileza.
Al respecto, la secretaria general de la asociación Mirian Carvallo dijo que lo que más les enorgullece comentar es que desde la conformación, una de sus principales banderas es la creación del programa nacional de atención integral a los trastornos del espectro del autismo (PNAITEA).
“Este año, el 16 de noviembre se conformó la primera reunión para conformar el Consejo Asesor donde participaron representantes de la sociedad civil y entre ellos nuestros representantes de la asociación TEA Paraguay para luego poder conformar la estructura orgánica y atender el PNAITEA y posteriormente poder elegir un responsable del programa nacional”, expresó en contacto con La Nación.
Carvallo comentó que este mes de noviembre se realizó un “aty guasu, ñañe’e hagua autismore”, donde padres, amigos, familiares de distintos puntos del país se convocaron para plantar la esperanza e ir concienciando y visibilizando sobre la condición del autismo en Paraguay. Refirió que lo que pretenden también lograr con la implementación de la ley es poder planificar los programas y estrategias para poder abordar de manera integral, llegar a más personas en cada rincón del país.
Trabajan en la creación del programa nacional de atención integral a los trastornos del espectro del autismo (PNAITEA). Foto: Gentileza.
Federación Juntos por la Inclusión
Es importante destacar que TEA Paraguay es una de las seis organizaciones que integran la Federación Juntos por la Inclusión, que tiene como primer proyecto, la colección de cuentos “Descubro un tesoro”. En este sentido, la asociación está representada por el libro “Soy Fidel y tengo Tea (trastorno del espectro autista)”. El mismo narra sobre Fidel, un niño con una gran imaginación. Tener TEA lo hace más sensible, por eso, Fidel invita a las familias a sumergirse en un mundo lleno de juegos e historias por contar.
“Nuestra organización TEA Paraguay integra redes nacionales e internacionales que tratan el tema del autismo. En juntos por la inclusión, venimos trabajando muy de cerca con relación a la inclusión, buscamos hablar sobre la sensibilización de las diferentes condiciones. Uno de ellos obviamente es el autismo que estamos dos instituciones en la federación representando al autismo”, apuntó Carvallo.
La colección está compuesta por seis cuentos impresos y animados. Foto: Gentileza.
Lanzamiento de la colección
Mirian argumentó que trabajan de cerca en el lanzamiento de la colección de los libros inclusivos “Descubre un tesoro”, que consideran una oportunidad para poder concienciar, sensibilizar y visibilizar las distintas condiciones. En cuanto a las expectativas, señaló que buscan llegar a todos los rincones del país, a cada aula, a cada biblioteca familiar y poder conocer sobre las diferentes condiciones, poder apreciar la diversidad como algo natural en todo.
“Todos los seres humanos somos diferentes, cada uno con sus desafíos y limitaciones, apreciar eso y poder fomentar juntos una cultura inclusiva. Es una oportunidad para que los docentes puedan seguir trabajando esto con los alumnos, para que los mismos practiquen la empatía, tolerancia y apreciar la diversidad de que todos somos diferentes, únicos e irrepetibles. Eso es lo que queremos lograr con esta colección de libros”, aclaró.
El compendio de libros puede adquirirse en preventa comunicándose al número a 0981 522-228.. Foto: Gentileza.
Acerca del libro
Indicó que “Soy Fidel y tengo TEA”, habla del espectro del autismo. “Fidel es un niño muy creativo, imaginativo, que por supuesto nos conquista con todas las ideas que tiene. Es adentrarse en un mundo de amor, de fantasía donde nos invita a conocer más sobre el trastorno del espectro del autismo. Nos habla de las características de las personas dentro del espectro, nos hace ver el mundo de una manera diferente a través de sus ojos, de su corazón”, afirmó.
Mirian mencionó que libro conquista con las aventuras de Fidel, desafíos y también invita a tener un corazón y mente abierta para poder conocer más sobre la condición del autismo y poder tratar de ser más empáticos. “Poder vivir la vida de una manera simple pero a la vez llena de amor”, subrayó.
“Py sevo’í” en Paraguay del siglo XX y la experimentación en humanos
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En la presente entrega de “Expresso”, Augusto dos Santos visita el campus de la Universidad Nacional de Asunción para conversar con el Dr. en Filosofía, profesor e investigador José Manuel Silvero, quien publicó recientemente su nuevo libro “Pysevo’í. La campaña sanitaria de la Fundación Rockefeller en Paraguay (1923-1928)”, en el que aborda con un importante archivo a disposición la problemática local de la anquilostomiasis de hace un siglo y la consecuencia social que acarreaba, la situación precaria del sanitarismo paraguayo de entonces y los trabajos de la fundación norteamericana, incluyendo la experimentación en humanos que se dio en ese contexto.
Fotos: Pánfilo Leguizamón
ADS –¿Cómo es que un filósofo lleva a interesarse en un tema como anquilostomiasis?
JMS –La historia guarda relación con una anécdota. Siendo niño nos convocan en la escuela a presenciar, a visualizar una película. Yo estaba entusiasmado porque ya tenía noticias de que había un personaje de nombre Popeye, de que había una pantera de color rosa, me contaban mis amigos y de tanto en tanto algún que otro vecino que tenía algún televisor nos dejaba ver estas maravillas. Todo esto en Caazapá, zona de San Juan Nepomuceno. Entonces automáticamente me dije “esta es mi oportunidad, voy a disfrutar de una hermosa película”. Llegamos, nos acomodamos todos los “mita’i” para visualizar la película en cuestión y era una de las películas de la Fundación Rockefeller, que le enseñaba a los niños a cómo gestionar de manera responsable sus excretas. Años después, (…) en el marco de los 100 años de aquella gran campaña sanitaria, entro en comunicación con la Fundación Rockefeller, y me liberan los archivos oficiales que para mí fue espectacular, porque no solamente tenía datos, informes, sino también imágenes.
–¿Qué hacía la Fundación Rockefeller entre el año 1923 y 1928?
–En Paraguay, en ese arco de tiempo se desarrolla la cooperación, que es una acción oficial que la firman la Fundación y el gobierno de aquel entonces. Eligio Ayala fue el firmante, y se salvaguarda eso a través de una ley ¿Qué hace la fundación? La fundación (Rockefeller) ya venía desarrollando desde 1916, estimativamente, acciones en terreno, en algo así como 140 países del mundo. Y el tema de fondo, el tema más importante de esa acción de la Fundación Rockefeller es la lucha contra la anquilostomiasis. Y en una de esas, un par de médicos muy relevantes de nuestra historia paraguaya, el Dr. Migone y el Dr. Andrés Barbero envían cartas a la Fundación, porque la Fundación tenía una especie de informe anual de sus acciones, envían cartas comentando, por un lado, que aquí también hay una prevalencia muy alta, y por el otro lado, muestran un interés para que la Fundación eventualmente pudiera cooperar. Entonces la Fundación responde diciendo que sí, que tienen interés de cooperar, pero en principio esa cooperación se basaría en el envío de unas cajas, que contenían una especie de proyector a linterna, lo llamaban, folletos, folletitos y algunos pósters. Una campaña educativa que el propio Migone lo paga de su bolsillo. Es interesante. Esa acción es la acción precedente, inmediata que va a dar pie luego a la firma oficial de la cooperación. ¿Y por qué es importante todo esto? Porque en el año 1917 y en el año 1920 se desarrolló en Paraguay sendas campañas de lucha contra el py sevo’i. Pero con un éxito relativo. Se necesitaba el acompañamiento de una organización grande, enorme, importante como lo fue en aquel entonces y como lo sigue siendo la Fundación Rockefeller. Y bueno, ese es el antecedente.
–¿Cuál era la importancia de enfrentarse a esa enfermedad? ¿Cómo afectaba al momento paraguayo?
–Estudios de aquel entonces, de hecho, van a ser los médicos de la Universidad Nacional de Asunción; el Dr. Velázquez, el primer decano de la Facultad de Medicina, y todo un equipo de médicos, quienes a insistían en la necesidad de contrarrestar al sevo’i, la lombriz, el parásito que se metía por los pies y que empezaba a debilitar al niño, al adulto, da igual. Era tan grande esa incapacidad que uno tenía que administrar que, por supuesto, lo volvía anémico, lo volvía incapaz para trabajos de todo tipo y también de aquel entonces viene el famoso estigma del sa’yju, mita’i sa’yju y compañía. Es una enfermedad, es un mal que le debilitaba al pueblo, le volvía incapaz de producir. El doctor Velázquez cuenta en uno de sus textos cuenta ese escenario dantesco de niños famélicos y de adultos también incapaces de emprender algún tipo de tarea. (…) Manuel Domínguez, en una carta al doctor Insfrán, él habla del py sevo’i, en unos términos muy interesantes, donde dice: “El paraguayo tiene la manera de solucionar este problema y lo mata con el ka’arê –que es el quenopodio– y con la caña”.
–¿Y qué hacía la medicina y los médicos paraguayos antes de la llegada de la Fundación Rockefeller? ¿Era paliativa la tarea?
–Era paliativa. Había una química que probablemente era muy ineficiente, se habilitaron algunos puestos de distribución de algunas medicinas, y el problema más grave de aquel entonces, para llevar adelante esta lucha contra la anquilostomiasis era, por un lado, la eficiencia de la química, que los médicos de la Fundación Rockefeller calibraron muy bien, calibraron a costa de muchas muertes, pero, por un lado, la visión de la Fundación Rockefeller era una visión integral, por eso es una campaña de salubridad.
–Aquel no era un momento de bonanza en nuestro país, precisamente.
–Ese es un punto que a mí me hizo pensar mucho de cómo lo iba a plantear en el libro. Un Paraguay carente de infraestructura, un Paraguay carente de un sistema de salud medianamente fuerte y un Paraguay donde a la gente del campo se le proveía de algunos cuadernillos para consumir, para usufructuar, pohã ñana. De hecho, yo critico eso en un apartadito. Genaro Romero era el jefe de tierras y colonias, y él le recomendaba a los campesinos consumir o usar los yuyos, en ausencia justamente de un sistema medianamente justo, en el sentido de acceso a la salud. Teníamos muy pocos médicos, había una inestabilidad política tremenda
–¿Decís que en el marco de esta sistematización que hiciste del aporte de la Fundación Rockefeller, que esta crea casi lo que se diría es la burocracia a la gestión sanitaria en Paraguay?
–La Fundación Rockefeller tiene una incidencia política administrativa total en la configuración de la salud global. No se puede entender el nacimiento y el desarrollo de la Organización Mundial de la Salud y especialmente de la Organización Panamericana de la Salud sin el concurso y la “inteligencia”, entre comillas, de la Fundación Rockefeller, y su modo de trabajar. En ese modo de trabajar, la estadística, por ejemplo, es muy importante, la recogida de datos es muy importante, la organización con informes, con muchos detalles, el conocimiento del terreno, todo eso formaba parte de esa gran estrategia que lo desarrollaron a nivel mundial y también en Paraguay, por supuesto. En la historia de la salud pública, de la sanidad pública, el ministerio que llevaba, que tenía el control sobre la sanidad, era el Ministerio del Interior, sobre todo el Departamento de Higiene en este caso.
–Hay un capítulo que aborda experimentos humanos, especialmente con niños, que es éticamente cuestionable o condenable. ¿Cuál es la realidad en relación a ese capítulo en la historia de la presencia de la Fundación en Paraguay?
–Efectivamente, la campaña sanitaria, así como habíamos manifestado, se había repartido en diferentes acciones: grupos propiciando la construcción de letrinas, grupos de guardas sanitarios medicando a la población, otro grupo levantando datos para corregir el atlas de Gásperi del año 20, es decir, el tema de censo, una cuestión estratégica, la guerra va a venir después, y otro grupo trabajando en la divulgación, pero un grupo pequeño, sí, efectivamente se dedicó a llevar adelante trabajos de experimentación en contexto de encierro, con grupos vulnerables, en ausencia de criterios éticos razonables para aquel entonces, hay que acordarse que el código de Nuremberg y todo lo que pasó en los campos de concentración va a ser muy posterior, esto es 1923. Entonces en mi investigación yo me encontré con una conducta que se había repetido tanto en Brasil, en Colombia y en varios lugares de los médicos que se metían en los hospicios, en los orfanatos, en la policía, en el ejército, a llevar adelante experimentos con seres humanos. En este caso, con niños, menores de edad, con jóvenes probando sustancias químicas, probando sobre todo dosis. Lo llamativo y lo reprochable, si cabe el término, es que en función a lo que yo investigué, Fred Soper (el director) sabía exactamente que esas sustancias eran tóxicas y que podían causar la muerte. Aun así, siguieron utilizando hasta que llegaron a un punto que causaron muertes, entre 15 y 16 fallecidos durante toda la campaña, mirando la envergadura. El 90 % de ellos eran niños menores de edad, niños pequeños de 2 años, 4 años, 6 años, algunos soldaditos también.
–¿Esto tenía que ver con la aplicación de diversas formas de químicos o algún químico en particular con el que se experimentaba?
–Sí, el tetracloruro de carbono con la mezcla con el aceite de quenopodio. En los informes lo que yo pude notar es, porque claro, tenían que justificar, tenían que dar cuentas, tenían unas fichas donde comentaban las posibles razones de la muerte, y hablaban también de ciertas enfermedades de base. Entonces, que no lo tenían muy manejado, decían “a los epilépticos no hay que suministrarle; a los alcohólicos, tampoco, y a ciertos niños que tenían otros parásitos, tampoco”. Lo que pasa es que esa fundamentación o esa explicación venía después de la muerte. No antes.
–¿En qué momento de la investigación te encontraste con este hecho tan contrastante con el lado positivo de esta campaña y qué generó en vos como investigador?
–La investigación en sí es una tarea en solitario muy interesante. Es un tiempo en que uno se sumerge completamente de manera obsesiva en llevar adelante este trabajo. Funciona unos mojones que es el esquema del trabajo, pero uno piensa muchas cosas. Como docente investigador de la UNA, yo envío un correo institucional y ellos me envían paquetes, paquetes muy importantes de información. En uno de esos paquetes me encuentro con los muertos.
–¿Y en uno de esos paquetes te encontrás con las fotos de esos experimentos?
–En uno de esos paquetes me encuentro con fotos de niños, de niñas, del orfanato, con enfermos mentales, del neuropsiquiátrico, con soldaditos, con militares. Esas fotos están en el libro. Son 60 imágenes inéditas que por primera vez se está viendo en el Paraguay. Estaban guardadas en el archivo de la Rockefeller Center.
–¿En este camino de contacto con la Fundación Rockefeller encontraste en los líderes actuales de la Fundación alguna actitud de ocultamiento digamos?
–Ninguna. En todo momento fueron muy amables conmigo, tengo que recalcar eso en todo momento, fueron cordiales, me ayudaron. Sí les envié un correo cuando el trabajo ya estaba listo, les dije que quería utilizar esas fotos en el marco de la investigación y me dijeron que sí, llené una proforma como se suele hacer.
–¿En estos 100 años, antes de tu libro, antes de tu investigación, ¿hubo algún tipo de denuncia por parte de alguna autoridad de Paraguay respecto de estos experimentos?
–De paraguayos no, yo por lo menos no encontré. Sí, en Brasil. Un médico de aquel entonces que ya en el año 22, en un evento científico del Brasil de aquel entonces, sale a gritar, a vociferar que la Fundación estaba matando a gente inocente, a niños y sobre todo a gente de color, porque en el Brasil la envergadura y la dimensión de la campaña fue muy diferente. Y en Guatemala, si no me equivoco, también se presentó en el año 2010 una investigación que daba cuenta de ciertos abusos que se cometieron con personas en situación de encierro, de grupos vulnerables, la cárcel, el orfanato, un calco de lo que fue en Paraguay. Esto es del año 40 más o menos.
–¿Y cómo reaccionaron las autoridades de la Fundación?
–Ellos sí pidieron una explicación. Obama estaba como presidente, Obama le pide a la Comisión Nacional de Bioética que investigue si eso es cierto. Corroboran que efectivamente porque los datos estaban guardados en un archivo en los Estados Unidos, y Obama pide oficialmente disculpas al gobierno de aquel entonces y ese es un precedente que yo encontré. En este caso de experimentación con seres humanos en Guatemala, Fred Soper aparece en la lista de los médicos. Acá Fred Soper fue el director de la campaña de Paraguay; que, por cierto, fue director de la OPS durante creo que 4 periodos.
–¿Cómo y por qué culmina esta misión finalmente en Paraguay, en el 28?
–Culmina porque la guerra iba a desatarse en cualquier momento. El gobierno de aquel entonces destina los fondos para fines estratégicos. Y entonces se desfonda, se queda sin fondos la campaña. Pero, además, se venía arrastrando una serie de pequeñas inquinas entre médicos paraguayos y médicos paraguayos que trabajaban para la Fundación, y especialmente médicos norteamericanos.
Clínica Placera: un libro que narra la experiencia de psicoanalizar al aire libre
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El psiquiatra Agustín Barúa Caffarena hizo durante años la experiencia de conversar con pacientes en las plazas de Asunción. Volcó sus aprendizajes en “Clínica Placera, ¿nos sentamos acá?” que se presentó días atrás en la Sociedad Paraguaya de Psiquiatría.
“Amí me parece que la clínica placera aporta un permiso de explorar otras formas de trabajar en salud mental en el contexto asunceno”, entiende el autor. “En Asunción, que solemos ser tan reprimidos emocionalmente, usamos los bancos para llorar, para gritarnos y desgritarnos, para besarnos, para saber estar solos. Entonces, ahí apareció la posibilidad de usar el banco de plaza como un dispositivo de acompañamiento de salud mental”, cuenta de la génesis del inusual procedimiento.
El libro, que tuvo presentaciones en Argentina, Cuba y Paraguay, permite según la mirada del psiquiatra Agustín Barúa Caffarena “que se pueda probar nuevas cosas y se pueda dialogar con las necesidades contemporáneas. A veces creo que nos quedamos muy tiesos en el mundo profesional esperando que la gente se amolde a nosotros y no dialogando con las necesidades de nuestra sociedad. Me parece que es el gran aporte”, apunta.
Aquí su diálogo con Nacion Media:
–¿Qué sensaciones te provoca que la experiencia de la Clínica Placera llegue al libro?
–Son sensaciones complejas. Por un lado, es gratificante porque el libro a mí me satisface como producto estético, pero también como producto reflexivo y de memoria histórica. Me parece que también la tarea de estos 7 años de plaza fue bastante específica y tenía su soledad también dentro de su espacio público y colectivo.
También me da un poco de tristeza y eso lo dije cuando lo presenté en Camsat, que es una organización territorial del bañado Tacumbú, me dio tristeza y enojo.
–¿Por qué?
–Porque me recordó que yo no quería trabajar con las capas medias asuncenas inicialmente, yo quería trabajar con los sectores populares, en este caso bañadenses, ¿no? Pero el golpe de estado al gobierno de Fernando Lugo interrumpió ese proceso y al presentar el libro en el Bañado me recordó esa pérdida.
–Comenzaste en 2015 en bancos de plazas de Asunción. ¿Cuál fue el disparador de tu actividad?
–Y fue ese junio de 2012, cuando sucede el golpe, yo trabajaba desde la Universidad Nacional de Asunción y desde el Ministerio de Salud en los territorios bañadenses acompañando 15 equipos de Atención Primaria en Salud. Era mi jornada laboral plena de lunes a viernes, iba a los bañados todos los días y cuando sucedió el golpe, lo viví como un manotazo, un arrebato gigante, me impactó emocionalmente.
Me pasó que coincidió con una relación de pareja en Montevideo, donde fui y estuve 3 años haciendo diferentes cosas en un contexto de políticas públicas muy creativas: ahí sí se hicieron, por ejemplo, las leyes progresistas de identidad de género, de regularización de la marihuana y de despenalización del aborto. Y en ese contexto volví en 2015 y me dije: quiero seguir trabajando las cosas que creo…
–Te dio como un impulso esa vivencia…
–Y cuando volví, no pude entrar a mis nichos laborales habituales, habían cambiado muchas cosas así que subalquilé un consultorio. Era la primera vez que iba a hacer psiquiatría clínica privada y me morí de la angustia. Viví con mucha extrañeza las baldosas, la pared sin humedad, ese tapizado de sofá combinado con la cortina, el split. Yo venía de trabajar en los patios de las villas con chanchos, bebés, ropa secándose, goteando, en algo que llamamos Clinitaria hasta el 2012.
Me dije: “A mí me gusta conversar con la gente”, así que me vinieron a la mente los bancos de plaza que tienen una cuestión maravillosa que son espacios de intimidad pública.
–Sostenés que es posible tratar la salud mental fuera del manicomio. ¿Qué avances ves en torno a esta tendencia?
–El manicomio no es necesariamente un lugar, un “adentro”. Puede recrearse en los “afueras”, por una concepción manicomiana de la salud mental, tener una posición autoritaria, llenar de psicofármacos a la gente; ordenar internaciones compulsivas en el hospital psiquiátrico, querer imponerse a las otras profesiones, no dar como válido el saber de la gente.
Me parece importante discutir ese dentro y fuera, hay mucha manicomialidad fuera del hospital psiquiátrico. Creo que estamos muy retrasados con políticas públicas. La Ley de Salud Mental permitió avances todavía muy incipientes, creo que la mirada manicomial sigue siendo la dominante en el territorio, la salud mental se disocia de la salud y esta más aún de los derechos. Entonces si no tenemos esa politización de la salud mental, somos parte del problema, reducimos el problema a diagnósticos, psicofármacos, sin contexto, sin historia, sin derecho, sin cultura, sin territorio, sin diálogo, ¿no?
–¿Cómo ves la salud mental en el país?
–Si bien creo que hay mucha gente en el Estado que quiere hacer bien las cosas, hay una crisis institucional, los desfinanciamientos, los prebendarismos, los autoritarismos, los conservadurismos, las precarizaciones, los abandonos siguen siendo la tónica dominante en muchos campos de derechos constitucionales que no se concretan.
No hay salud mental sin salud, no hay salud sin derecho, y tenemos una crisis de derechos gigantesca en Paraguay. Nos entretenemos con los efectos, no con las causas, entonces vemos una reacción de una persona que mata a sus abuelos; el uso complicado de cocaína fumable de crack llamada chespi y su presencia en las calles; las conductas suicidas, etc. Si no tratamos las causas los efectos van a seguir.
Cuesta mucho avanzar en preguntas honestas, sobre todo en un país tan desigual y tan aterrorizador porque cuando uno comienza a preguntarse estas cosas necesariamente necesita valor. No podemos construir ese argumentar sin un cierto coraje para conversar las cosas que estamos evitando como sociedad.
SOBRE EL AUTOR
Agustín Barúa Caffarena (1971) es médico por la Universidad Nacional de Asunción (UNA). Psiquiatra de Atención Primaria de Salud por el Instituto Superior de Ciencias Médicas de La Habana y tiene una maestría en Antropología Social por la Universidad Católica Nuestra Señora de la Asunción.
Terapeuta. Psicodramatista por GRUPA (Grupo Psicodrama Asunción). Certificado en Prácticas Colaborativas y Dialógicas por el Houston Galveston Institute y The Taos Institute.
Investigador en Salud Mental Comunitaria por la Universidad Nacional de Pilar.
Autor de los libros “Clinitaria: andando, de a chiquito, con la gente. Acompañamientos clínicos en salud mental desde sensibilidades comunitarias” (2011), “Ejedesencuadrá: del encierro hacia el vy’a. Transgresiones para una salud mental sin manicomios” (2020) y “¿Nos sentamos acá? Clínica placera” (2025)
El libro “Chipa de Raíces Profundas. Páginas con Sabor” del autor paraguayo Diego “Grillo” Benítez fue galardonado como “Best Artist Cookbook in the World” (mejor libro de artistas en el mundo), así como en la categoría Indigenous en los prestigiosos Gourmand World Cookbook Awards, que se desarrolló del 18 al 21 de junio en Portugal.
“En honor a todos los que hicieron, hacen y seguirán haciendo el pan sagrado de los paraguayos, chipa”, expresó el autor del libro paraguayo en Instagram, con imágenes de la premiación. “Ganamos Best Artist Cookbook in the World y también fuimos Winner en la categoría Indigenous en los Gourmand Awards 2024. Dos premios que llevan el nombre de Paraguay al mundo. Todavía me cuesta poner en palabras lo que siento”.
“Este reconocimiento es el fruto de años de trabajo, de amor por nuestras raíces, de madrugadas ilustrando, escribiendo, investigando…, soñando. Gracias a mi familia, mis amigos, a las marcas que me apoyaron, y a cada persona que creyó en este proyecto. Chipa de Raíces Profundas no es solo un libro, es un homenaje a lo que somos. A ese pan ancestral que nos une, que se hereda, que se comparte. Este premio es de todos. Gracias de corazón. ¡Y sí… seguimos!”, concluyó el artista galardonado desde Europa.
LITERATURA GASTRONÓMICA
Gourmand World Cookbook Awards es conocido como los “premios Óscar” de la literatura gastronómica mundial, subrayando la importancia de la gastronomía en la identidad cultural de los países. La Secretaría Nacional de Turismo (Senatur) celebró este logro, indicando que se trata de “una obra que celebra el alma del Paraguay a través de la chipa, pan ancestral y símbolo cultural guaraní, rescatando más de 100 recetas tradicionales, saberes y costumbres que forman parte de nuestra identidad gastronómica”.
“Lo que estoy llevando ya es la segunda versión del libro, con nuevo diseño de portada y un poquito más ampliado y profundizado en lo que a historia se refiere”, comentó Grillo, argentino de nacimiento, pero que reside en Asunción desde hace 26 años, en una entrevista publicada por La Nación Finde el sábado 14 de nota.
Con motivo del Día del Libro Paraguayo, que se recuerda el próximo 25 de junio, Milia Gayoso, Javier Viveros y Vidalia Sánchez hablan sobre sus experiencias en la industria editorial en la isla rodeada de tierra
Con motivo del Día del Libro Paraguayo, que se recuerda el próximo 25 de junio, Milia Gayoso, Javier Viveros y Vidalia Sánchez hablan sobre sus experiencias en la industria editorial en la isla rodeada de tierra. Esta conmemoración se da en el contexto de la reciente aprobación de la ley del libro, que prevé campañas para la promoción de la lectura y legisla sobre algo que no estaba regulado: los libros digitales, que en adelante están protegidos como propiedad intelectual.
Una de las propuestas de vida de la sociedad actual con respecto a la producción material se basa en que el ciudadano tipo debe buscar una actividad laboral que lo apasione para sobrellevar su vida más alejado del displacer productivo.
Es en ese paradigma en el que en algunos casos se localiza a la carrera profesional en las coordenadas en las que uno aplaude frente a un mostrador con la pretensión de requerir algo parecido a la plenitud.
No obstante, en ese marco la producción artística en países pequeños y sin mucha tradición en las artes le juega una broma amarga a los interlocutores de las musas. Ellos llegan, intuición y fortuna mediante, a reconocer el lugar del deseo y el goce en un hacer específico, cumpliendo así la excepción de la regla general. Pero para sopesar la buena suerte las condiciones estructurales hacen que aquel hacer no garantice las condiciones materiales de la existencia.
RECORDACIÓN
El próximo miércoles 25 de junio se celebra el Día del Libro Paraguayo, un agasajo que rescata la fecha de finalización de la redacción del libro “Anales del descubrimiento, población y conquistas del Río de la Plata”, de Ruy Díaz de Guzmán, en 1612.
La historia del libro paraguayo cuenta con grandes hazañas y un premio Cervantes en su haber, pero con la mirada puesta en el presente El Gran Domingo de La Nación conversó con los escritores Milia Gayoso y Javier Viveros, así como con la editora Vidalia Sánchez, sobre el presente del mundo editorial y el devenir de los textos que llevan a algunos lectores a convertirse en escritores y así abrazar esta labor, que difícilmente permite un sostén económico en Paraguay. Por ello, a la vez de cultivar su arte los escritores locales también trabajan en otra cosa.
Libros de autores paraguayos
Niños y jóvenes, el gran objetivo
La escritora Milia Gayoso, periodista jubilada con tres décadas de ejercicio del oficio, apunta a llevar los libros al público infantojuvenil para crear una sociedad de lectores.
“El trabajo que realizo con los niños en las escuelas, más que un ‘encuentro con el autor’, es un reencuentro con mi pasado en las aulas argentinas, donde vi nacer mi vocación de lectora voraz-contadora de historias, por un lado. Y, por otro, me hace ver la gran necesidad que tienen los niños y jóvenes de ese acercamiento vital a los libros y el bien que les hace leer, adentrarse en otras realidades, conocer otras vidas parecidas o diferentes a las suyas. Muchos de ellos vienen de hogares donde no se lee y son ellos quienes encienden esa mecha en sus padres y/o hermanos. El efecto en los demás miembros de su familia es maravilloso”, comenta Gayoso, quien lleva unos años orientada con más énfasis en la producción de libros para niños y adolescentes, lo que le permite el recorrido permanente en instituciones educativas, marcando una experiencia en primera persona con sus lectores, sus intereses y su humanidad.
Milia Gayoso, escritora y periodista
OXÍGENO
“Nunca he podido vivir de la producción literaria. Me dediqué más de treinta años a trabajar como periodista, he vendido desde carteras hasta orquídeas. Me jubilé hace cuatro años y lo que percibo es bastante modesto. No voy a negar que en los últimos años me va mejor con la venta de mis libros. El programa Ñe’êry del MEC (Ministerio de Educación y Ciencias) con sus llamados a licitación para adquirir libros ha logrado que muchos escritores consigamos interesantes ingresos que dieron un poco de oxígeno a nuestra economía. Desde hace algunos meses, también trabajo con la editorial Atlas como su embajadora cultural y todo junto me permite continuar aportando en la casa”, agregó.
Milia realizó su primera publicación en 1990, material que lleva el título de “Rondas en las olas”, gracias a un primer impulso que le dio su compañera de trabajo María Luisa Ferreira. Poco más de tres décadas después, Gayoso es referente en el ámbito editorial con decenas de títulos en su haber.
–¿Cómo empezaste a relacionarte con los libros paraguayos?
–Mi trabajo como periodista me permitió conocer a numerosos escritores de mi generación y de generaciones anteriores, antes de que yo me hiciera de un lugarcito en la literatura nacional. Siempre me sentí una privilegiada de haber podido entrevistar a personalidades como José Luis Appleyard, Augusto Roa Bastos, Josefina Plá, Luis María Martínez, Gladys Carmagnola, Raquel Saguier, Raquel Chaves, Elsa Wiezzel, Renée Ferrer, Nila López…. entre varios otros. Mi cercanía con algunas escritoras fue fundamental para mi crecimiento personal y profesional como narradora. Bebí de la generosidad de Nila López, Renée Ferrer, Raquel Chaves y Gladys Carmagnola.
“Tensión entre el entusiasmo creativo y las limitaciones estructurales”
El escritor, editor y actual ministro de la Secretaría de Políticas Lingüísticas, Javier Viveros, informático de profesión, aconseja siempre a los aspirantes a escritores a escribir mucho y a asegurarse fuentes de ingresos de otras actividades laborales.
“He aprendido que en la industria local del libro conviven, en tensión permanente, el entusiasmo creativo y las limitaciones estructurales. Como escritor, he confirmado que hay un capital simbólico potente: talento, diversidad de voces y una buena tradición literaria que a menudo se reinventa desde los márgenes. Pero como editor, comprendí que ese impulso tropieza muchas veces con obstáculos concretos: baja tirada, escasa distribución y circuitos de venta muy limitados. A mi juicio, hacer libros en Paraguay sigue siendo una suerte de acto de fe, una forma de militancia cultural. Sin embargo, cada libro que circula, cada lector que se forma, cada autor que encuentra un espacio, confirma que merece la pena sostener esa apuesta”, comenta.
Desde su labor editorial, Viveros pudo vivenciar la realidad del libro en Paraguay desde ambas aristas.
Javier Viveros, escritor y editor
“El libro paraguayo en el contexto del mercado internacional está aún en estado larvario. Asoma de un modo muy tímido en la escena editorial allende nuestras fronteras. Paraguay permanece fuera de los grandes circuitos editoriales y la escasa crítica literaria, sumada a la falta de traducciones, conspira contra su proyección. Pero hay signos de movimiento, avances lentos, pero avances al fin. No olvidemos que la larva sueña con sus alas futuras”, agrega Viveros.
–¿Cómo empezaste a relacionarte con los libros paraguayos?
–Llegué a la obra de Gabriel Casaccia antes que a la de Roa Bastos y todavía recuerdo el deslumbramiento que produjo en mí la lectura de su novela “La llaga”. No por la forma, sino por el fondo, por su realismo sombrío, por el penetrante manejo de la psicología de sus criaturas de papel y la lucidez implacable con la que ausculta la condición humana. Salvando las distancias, Casaccia es nuestro Dostoyevski.
“Situación prometedora”
La relación entre la posibilidad de mayor y mejor producción editorial es casi proporcional a la demanda. Sin estudios acabados, las estadísticas citadas en grandes medios señalan que en el país en promedio se leen 0,25 libros por habitante al año, exponencial diferencia negativa con relación a otros países de la región.
Sin embargo, la directora de la editorial y librería Servilibro, Vidalia Sánchez, se muestra optimista por el impacto que tiene y tendrá en el futuro la actual política oficial de fomento de la lectura en la educación inicial.
“La situación del mercado editorial local en este momento es buena y muy prometedora gracias al programa de comprensión lectora Ñe’êry, iniciado desde el MEC. Este programa se basa en distribuir en cada aula, no en cada colegio, pequeñas bibliotecas de 100 o 150 libros. Entonces, 10 minutos antes de comenzar las clases, los chicos tienen que leer libros, un fragmento, una poesía, lo que sea, pero tienen que leer todos los días. Eso hizo que el Ministerio de Educación tenga que comprar muchos libros. Unas 12.000 bibliotecas en la primera parte que ya se distribuyeron a los colegios. Ahora se tiene que licitar la segunda parte, otras 12.000”, comenta Sánchez.
Directora de la editorial y librería Servilibro, Vidalia Sánchez
“Se cuenta con un presupuesto para distintos proyectos: que los escritores lleguen a los colegios, que se compren también libros para bibliotecas departamentales, que se publiquen también libros”, relata.
En lo tocante a cuáles son las principales trabas que existen para el acceso a los libros, Sánchez señala que “sigue no estando al alcance de todos. Un empleado que gana un sueldo mínimo, vive en casa de alquiler, tiene tres o cuatro hijos, tiene que ver para la educación, la salud y todo lo que los chicos requieren. Ese empleado no tiene para comprar ni un libro por año. Entonces, ¿cuál es la solución? Hay que crear bibliotecas públicas y bibliotecas comunitarias donde la gente puede leer gratis. Esa es una materia pendiente todavía en nuestro país”, sentencia Sánchez.