Este jueves 28 de noviembre, el conocido escritor Toni Roberto lanzará su nuevo libro “Relatos de barrio” de la casa Louteiro a la Casa de la Integración de Toni Roberto; siendo esta su segunda obra relacionada con temas urbanos, en este caso, narrando la historia de los habitantes de esta zona. El evento será en el salón Gran Chaco de la Casa de la Integración a las 18:00.
“En el libro se narra la historia de una cuadra de la Avenida Mariscal López, con los relatos de los antiguos vecinos, con sus historias de vecindad y la vida cotidiana de la época. En él recogí relatos de los pobladores y sus familiares sobrevivientes, y se ilustra también con fotos que documentan el estilo de vida de los mismos”, explicó el escritor Toni Roberto en conversación con La Nación / Nación Media.
El mismo destacó que la idea de documentar y dar a conocer la historia de esta zona nació justamente del interés que se generó en torno a sus artículos dominicales publicados desde hace seis años denominados “Historias de barrio” donde no solo habla sobre la historia de los barrios de Asunción, sino que también relata sus historias particulares y las vivencias de los vecinos dando una mirada más que histórica cultural del lugar y sus habitantes.
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“Yo creo que cualquier barrio es icónico, porque todos tienen su encanto, todos tienen algo que contar; en el caso del libro hablamos de una zona opulenta sobre la Avenida Mariscal López en aquella época, pero existe en cada barrio una historia que los hace especial”, remarcó Toni Roberto.
Toni Roberto es comunicador del Grupo Nación, y dibujante con más de 30 años de experiencia en el arte. A lo largo de su carrera ha dibujado cientos de piezas que son exhibidas en todo el país y que han ganado numerosos premios, pero no se ha limitado solo a contar historias a través del arte del dibujo, sino que también se encarga de poner por escrito las historias que guardan en lo profundo cada rincón urbano de la ciudad de Asunción con sus artículos semanales que son publicados en La Nación.
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Presentan “Me mudo de vos”, canción de Marcelo Gabriel y Luigi Manzoni
El cantautor paraguayo Marcelo Gabriel presentó su balada “Me mudo de vos”, que contó con la colaboración de Luigi Manzoni. Esta canción tiene una influencia del pop de los años 2000, cuando los dúos masculinos reinaban en las baladas románticas de Latinoamérica.
Este nuevo single fue producido por InOut Music y fue lanzado a la medianoche de hoy martes y ya puede ser visto en el canal de Marcelo Gabriel. La obra nace en un momento cumbre para cantautor, envolviendo las intensas emociones que transitaba tras el fin de una relación que marcó su vida.
Es que así como nace la canción “Me mudo de vos”, cuya letra habla sobre el cambio que pasa una persona tras cerrar un ciclo amoroso. Marcelo comparte esa transición física y emocional por la que pasó y humaniza el dolor, en búsqueda de la esperanza de un nuevo comienzo una nueva oportunidad de amar.
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En sus párrafos, el autor muestra su intención de encontrar un nuevo sentido y lugar en el mundo. Además, resalta que simplemente cambia de casa sino que configura todo su interior, evolucionando hacia nuevas formas de comunicarse, de expresarse, de ser. Luigi Manzoni se suma al proceso de composición y producción e inyecta su estilo creativo.
“Me mudo de vos” es una canción de esperanza, que invita a poner en valor la belleza de la transmutación, la idea de que los cambios, aunque sean duros, serán oportunidades para recomenzar.
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Recogen en un libro la rica historia de la Cerveza en Paraguay
La historia de la cerveza en Paraguay es un viaje lleno de sabor y tradición, donde la llegada de los inmigrantes dejó una huella imborrable en la identidad nacional. Todo esto podrás conocerlo en el libro Cerveza en Paraguay, lanzado el miércoles en el Complejo Textilia. Se trata de una obra de Juan Alberto Migliore con diseño de Celeste Prieto.
Aunque hubo momentos duros, como el incendio de una fábrica o la triste decisión de un empresario de poner fin a su vida en su propia cervecería, esta historia brilla por la alegría y las fiestas en las que la cerveza siempre ha sido el alma de la reunión.
En el libro también se descubre que el gran futbolista Arsenio Erico, el Saltarín Rojo, tenía raíces italianas y cerveceras. También se podrá conocer más sobre un decreto del gobierno obligó a cambiar de nombre a una cervecería. Estas fábricas eran, además, el epicentro de reuniones llenas de vida, donde los fines de semana se degustaba chopp y se compartían deliciosas comidas.
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Pedro Herken, en San Bernardino, comenzó esta costumbre sirviendo una fresca cerveza que él mismo elaboraba, mientras su esposa Catarina cocinaba platos típicos alemanes para los visitantes. A principios del siglo xx, era todo un acontecimiento viajar en vapor desde el Puerto de Asunción hasta la cervecería La Paraguaya en Sajonia, o en tranvía tirado por mulas hasta la fábrica de los hermanos Creydt en Tuyucuá. Eran días de celebración, ocasiones para disfrutar en familia y con amigos.
La cerveza en Paraguay no es solo una bebida; es un lazo que une a las personas, una herencia dorada con un rico acervo que ha conectado a generaciones y que seguirá fluyendo mientras haya memorias que compartir y amigos con quienes brindar.
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Ocho olvidados del arte paraguayo
El comunicador cultural y artista visual Toni Roberto es esta vez el protagonista de “Ellos saben”. Gran conocedor del arte, la arquitectura y las historias urbanas, en esta ocasión nos invita a rescatar del olvido a ocho artistas plásticos del siglo XX que a su parecer son figuras clave del arte paraguayo, pero que con el pasar del tiempo han ido perdiendo visibilidad o no han sido valorizados en su justa dimensión.
“Este es un tema poco tratado. No siempre lo más popular debe ser lo preferido. Son mis artistas favoritos del siglo XX, no tan conocidos y que deberían estar en las colecciones de muchos paraguayos que creen que el arte se limita a cinco o seis nombres, que tenerlos en la pared es un símbolo de estatus”, considera Toni Roberto.
Refiere que con la llegada de los vientos modernos del arte a mediados del siglo anterior se empezó a construir un nuevo lenguaje en el arte paraguayo. “Con ello nacieron artistas que por las circunstancias de la vida a pesar de componer una obra contundente no llegaron a cotizaciones importantes de sus obras, por ello muchos debieron dejar por el camino y dedicarse a distintos rubros, a la publicidad gráfica o a la enseñanza de arte en las escuelas y colegios”, señala.
Recuerda que después llegó la generación de oro del dibujo paraguayo de los años 70, grandes nombres, muy ligados a la intelectualidad de aquella productiva década del arte. “Así aparecieron artistas que hoy, muchos de ellos están casi olvidados y otros no, como Joel Filártiga, Gabriel Brizuela, Julio González, Mabel Valdovinos, Nicodemus Espinosa, Nelson Martinessi, Luis A. Boh y hasta un poco conocido Ricardo Migliorisi, dibujante del que muchos andan detrás de alguna colorida pintura comercial de su última época, no teniendo idea que también existió el otro Migliorisi”, apunta.
Cuenta que debido al boom de Itaipú, donde una nueva clase accedió a la posibilidad de coleccionar arte que, con la premisa de que se debía priorizar la durabilidad antes que la calidad estética de la obra, fueron desplazados por la mentalidad de que el arte era solo poseer un óleo sobre tela. “Así, muchos de los exponentes de esa década terminaron haciendo lo que aquella nueva burguesía demandaba: una obra demasiado comercial, logrando notoriedad en ciertas divisiones de las artes visuales, pero fueron poco conocidos en otras disciplinas como el dibujo, que en muchos casos lograron importantes resultados estéticos”, entiende el artista visual.
“Hace poco me decía un artista croquisero, ‘primero voy a hacer un dibujo y después la obra’, sin tener idea de que el dibujo puede ser autónomo a la pintura, es un problema de educación, es muy complejo, es muy difícil porque se trata de “deconstruir” un esquema instalado en la educación artística, que hoy sufre los mismos avatares de educación en general y que además no ayuda al análisis genuino hasta el de un pensamiento social crítico”, lamenta el comunicador.
Pero, volviendo a aquellos años 50, 60 y 70, “debo confesar mi preferencia total por algunos artistas que, perteneciendo a un mundo popular, llegaron a expresar a nivel visual los más altos estándares de virtuosismo en sus obras, alejados de los caprichos del mercado, sumados al complicado análisis artístico dominante. La selección de los ocho artistas no reconocidos por el mercado me fue muy difícil. Ahora yo creo que son estos una sencilla preferencia personal que no desmerita otras elecciones”, aclara.
“Debo confesar mi preferencia total por algunos artistas que, perteneciendo a un mundo popular, llegaron a expresar a nivel visual los más altos estándares de virtuosismo en sus obras, alejados de los caprichos del mercado”.
“Por las circunstancias de la vida a pesar de componer una obra contundente no llegaron a cotizaciones importantes de sus obras, por ello muchos debieron dejar por el camino y dedicarse a distintos rubros”.
JENARO MORALES
¿En qué estilo podemos ubicar a Jenaro Morales? ¿Naif? Sí. Morales, capiateño de alma y nacimiento, realiza una obra que refleja su mundo suburbano, habitando en una compañía de Capiatá donde hasta hoy, en su pequeña granja, su mundo rural es retratado con mucha autenticidad: sus gallinas, vacas, la capilla familiar donde hasta hoy enseña catecismo.
Junto a Ysanne Gayet figura en la selección Presencia del Arte Naif en América Central y Latina. “Prèseence de L’ Art Naïf en Amérique centrale et latine”, siendo un orgullo para los paraguayos. Sin embargo, hasta hoy, su obra no es conocida por la media de los ciudadanos, como se merece.
FABIOLA ADAM
Una gran exponente del arte guaireño, Fabiola Cabrera de Adam vive en Asunción desde hace muchas décadas. “Una de mis artistas preferidas poco visualizadas en el mundo del comercio del arte”, resalta Toni. Cautiva y fascina con su mirada de los mitos y leyendas del Paraguay, temas tratados con mucha altura, llevando aquellas historias al campo de las artes visuales con gran maestría. Estudió desde 1965 con el brasileño Lívio Abramo, luego con Olga Blinder y Edith Jiménez.
JACINTO RIVERO
Jacinto Rivero, grabador de alta talla que a través de las décadas consolidó una obra sencilla, austera pero contundente con la simple gubia y la madera, haciendo un importante aporte de valor plástico. De él ya me referí en un artículo publicado en este mismo diario hace unos meses denominado “Jacinto Rivero, el artista de Cateura”. El artista jamás apartado de su realidad urbana y suburbana al mismo tiempo fue formulando a través de décadas su fidelidad referencial, que lo convierte junto a otros elegidos míos en pioneros del arte social paraguayo.
MARGARITA SÁNCHEZ MINELLA
Con la misma emoción y en el mismo camino, Margarita Sánchez Minella, una niña del Bañado Sur de Asunción a la que el maestro Lívio Abramo conoció en la calle Palma, en situación casi de calle, un día de los años 60 realizó un concurso de arte de niños lustrabotas del centro. En ese lugar se presentó una niña que quería participar con los varones, era la que luego se convertiría en figura fundamental del arte moderno paraguayo.
Con el tiempo logró hacer una importante obra gráfica muy emparentada con su realidad social en la que se desenvolvió dignamente toda su vida, fiel a su realidad. Margarita podía vender sus cajas de caramelos al mismo tiempo que sus obras de arte, una dignidad incomparable.
GENARA MEDINA INSFRÁN
Si uno googlea, el nombre de Genara Medina Insfrán no encontraría en ningún caso. Genara era una mujer muy particular, se paseaba por las calles de Asunción con un aire de misterio siempre con ropa oscura y anteojos grandes. Decía que vivía en Trinidad en una casa que era de los López, vivía casi en situación de calle. A principios de los 80 ya era una mujer de avanzada edad y siempre fue protegida del maestro Livio Abramo. Aprendió a grabar y realizó una rica obra gráfica, a tal punto que fue seleccionada por el maestro Abramo para participar de la legendaria carpeta Tagra realizada a mediados de los años 70.
Su delicado grabado estaba adornado con frutas exóticas con un detallado entorno realizado con gran preciosura, a pesar de lo complicado que era manejar esa manera de hacer arte trabajando sobre la madera. Dentro de todos los artistas de esta selección el caso de Genara Medina Insfrán es el más enigmático y poco conocido, pues por su situación de vida su obra se fue perdiendo, tal vez yendo de un lugar a otro, tan misteriosa que un día ya no volvió. Es un caso casi de rescate antropológico, que debe ser estudiado más adelante en el arte paraguayo.
MABEL VALDOVINOS
Nacida en Sáenz Peña, Chaco argentino, pero residente desde muy joven en Asunción, donde formó un hogar paraguayo, participó de los más importantes talleres de arte de los años 70. Siempre en la punta de la investigación sobre la línea, sorprendió con su arte óptico generativo, denominado mundialmente Op Art.
“Desde muy chico conocí el trabajo de Mabel Valdovinos que miraba maravillado en el viejo Correo Semanal”, cuenta Toni. “Su obra influyó enormemente en mí y en otros coetáneos, asegurándonos la posibilidad de poder retomar el dibujo que fuera marginado en los años 80″, dice.
Mabel reside desde hace dos décadas en su ciudad natal, pero muy ligada a Asunción por sus hijos y nietos, estando siempre fuerte con sus más de 80 años.
RICARDO YUSTMAN
Por el camino aparecen grandes dibujantes, entre ellos Ricardo Yustman, dueño de una obra de profundo contenido de la reflexión sobre la humanidad, que impresiona y se puede comprobar en un dramático dibujo que se encuentra en un libro ya agotado, que fuera editado por el Ministerio de Relaciones Exteriores del Brasil en el año 2000.
Yustman por las circunstancias de la vida se refugió en el mundo de la publicidad, siendo uno de los directores de la agencia publicitaria que fundara con su amigo Dani Nasta en el año 1968.
CONCEPCIÓN LÓPEZ AQUINO
Representa una mirada fresca de lo auténticamente paraguayo. Mujer sencilla de vida urbana austera. Empezó en los talleres de Lívio Abramo en 1968, representó su entorno de plantas y flores del Paraguay con gran maestría, dominando la rigidez que representa enfrentarse con la dura madera a la hora de grabar, transformando sus piezas en sonoros poemas visuales que llegan a su más alto grado con la aparición en la escena de su obra de aves, que me transporta a “Canto de mi selva” de Herminio Giménez. Formó parte de la selección Tagra realizada por el maestro Lívio Abramo a mediados de los 70, pero poco y nada se sabe de ella que hoy contaría con 74 años.
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Herencia de barrio
Este domingo, Toni Roberto habla de un importante presente que recibió y que reaviva la memoria de fructíferas y amenas charlas de décadas pasadas.
- Por Toni Roberto
- tonirobertogodoy@gmail.com
Corrían los primeros años de los 80. Una taza de café en su blanca casa de la calle Acá Carayá. Una charla. De repente me dice: “¿Sabés sobre la mesa de quién estamos tomando café?”. Le respondo con un “no”.
Después de un rato, un silencio, y luego: “Esta era la mesa de Bernardino Caballero” y me cuenta la historia de cómo llegó a la casa. Chino, su marido, era el nieto. En las paredes unos tajy de Pablo Alborno, blanco, amarillo y rosado. Sobre la chimenea una mujer de mirada penetrante que me hacía recordar a una pintura, “Mujeres de mi tierra”, de Andrés Guevara; un enorme óleo de los años 50, de la época cubista de Olga Blinder, entronado en ese importante espacio del salón.
La charla sigue. Me cuenta sus historias de París, donde nació cuando su padre, el general Ayala, se estaba preparando para lo que se venía: la dura guerra del Chaco. Me hablaba de su vida recién llegada en el barrio General Díaz de la zona de Loma Tarumá, sobre la calle Caballero; sus idas a la Chacarita, sus diálogos con mujeres desposeídas del barrio Ricardo Brugada, de donde se inspirara para escribir su novela en jopara “Ramona quebranto”.
Con el tiempo, ella se mudó a otra casa del barrio Recoleta en una esquina con paredes de ladrillos vistos, donde aparecieron de nuevo todos esos retratos, la mesa del general, las pinturas de Alborno y otras de Da Ponte, y el eterno cuadro de la mujer cubista pintado por Blinder, todo esto acompañado de las historias familiares, su amistad con Jaime Bestard, y con las escritoras paraguayas como Margarita Prieto, Renée Ferrer, Lita Pérez Cáceres y sus eternas fructíferas discusiones con Beatriz Rodríguez Alcalá de González Oddone y, por supuesto, nuestras charlas.
UN LLAMADO
Todos estos recuerdos me llegaron cuando me llamó su nuera, Paz Benza, para decirme: “Toni, quiero tomar un café contigo, tengo algo que entregarte”. Luego de unos días nos encontramos, ella con una bolsa y me dice ‘esto era de Margot y creo que tiene que quedar en tus manos’; eran dos libros, uno del paisaje paraguayo con textos de Josefina Plá editado en 1986 por la Fundación La Candelaria, dirigida por Margarita Casaccia Taboada de Hennessy, en aquel entonces con la comisión directiva integrada por Alejandro Bibolini Pecci, Monseñor Agustín Blujaki, Andrés Rivarola Queirolo, Blanca Zuccolillo, entre otros.
Además, un gran libro de Ignacio Núñez Soler con textos de Ticio Escobar de doscientas cincuenta y cinco páginas, editado por el Banco Alemán en 1999, que serán de gran utilidad para consultas de estos “Cuadernos de barrio”.
A veces, la vida da vueltas, así como lo hiciera en mi primera juventud con Margot en la mesa del general Caballero hace muchos años sobre la calle Acá Carayá. Hoy en 2024, cuarenta años después, de nuevo, café de por medio, la entrega de Paz recibiendo estos dos ejemplares que se convierten para mí en una “herencia de barrio”.