Los residentes, y el plantel de enfermería de la cátedra de Pediatría de la Facultad de Ciencias Médicas de la UNA – Hospital de Clínicas llevaron villancicos a los pequeños pacientes internados. Foto: Gentileza
Médicos residentes cantaron villancicos a niños hospitalizados en Clínicas
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Los villancicos son las canciones populares que principalmente tiene un asunto religioso, que se interpreta en Navidad. Esta vez, los médicos residentes del Hospital de Clínicas, algunos de ellos personificaron a la Sagrada Familia, integrada por el niño Jesús, su madre María, y su padre, el carpintero José.
Como cada año, los profesionales de blanco, considerados residentes, y el plantel de enfermería de la cátedra de Pediatría de la Facultad de Ciencias Médicas de la UNA – Hospital de Clínicas llevaron villancicos a los pequeños pacientes internados y sus acompañantes. En la ocasión, también entregaron obsequios navideños a los niños, los cuales fueron donados por la familia de voluntarios. La finalidad de esta actividad es buscar el fortalecimiento del espíritu navideño.
“La Navidad que se lleva en el corazón, no importa donde estés hoy”, acotó la Dra. Sara Amarilla, coordinadora de esta actividad junto al plantel de enfermeras, y agregó que muchos padres oran por la salud de sus hijos, piden a Jesús, María y José, las bendiciones, y en ese acto del recorrido por cada sala aparecen los niños sorprendidos ante la presencia de los integrantes de la Sagrada Familia, dijo.
Recordó que esta actividad que se realiza anualmente es una iniciativa de los médicos residentes de Pediatría del Hospital de Clínicas, sobre todo, en la que se observa al “niño Jesús en brazos de su madre María, acompañada de José visitanto a cada niño internado y que aguarda el restablecimiento de su salud.
Crean un marcapasos más pequeño que un grano de arroz
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París, Francia. AFP.
Científicos anunciaron la creación del marcapasos más pequeño del mundo, más pequeño que un grano de arroz, inyectable mediante una jeringa y que se controla mediante luz, antes de disolverse en el cuerpo. El innovador dispositivo no podrá ser probado en humanos antes de varios años, pero los científicos lo presentan como un “descubrimiento clave” del que podrían derivarse también avances en otros ámbitos médicos.
Millones de personas en todo el mundo están equipadas con un marcapasos que envía impulsos eléctricos al corazón para que lata normalmente. Según un estudio publicado en la revista Nature, este microdispositivo ha sido probado con éxito en laboratorio con ratones, ratas, cerdos, perros y tejidos cardíacos humanos.
El dispositivo debería ser experimentable con humanos en “dos a tres años”, aseguró a AFP el autor principal del estudio, John Rogers, de la Universidad Northwestern, en Estados Unidos. Este marcapasos mide apenas un milímetro de grosor y 3,5 milímetros de largo, y puede ser inyectado en el tórax mediante una jeringa.
Ha sido diseñado para disolverse en el cuerpo del paciente cuando ya no sea necesario, eliminando así la necesidad de una intervención quirúrgica invasiva. Se conecta de manera inalámbrica con un parche flexible colocado sobre el pecho del paciente.
Cuando el parche detecta latidos cardíacos irregulares, emite automáticamente una luz infrarroja que señala al aparato cuál es el ritmo que debe marcar. Este diminuto marcapasos es alimentado por una “célula galvánica” que utiliza los fluidos corporales para convertir la energía química en impulsos eléctricos que estimulan el corazón. El equipo de investigadores, liderado por Estados Unidos, afirmó que el aparato podría ayudar al 1 % de bebés que nacen con malformaciones cardíacas congénitas y que necesitan un marcapasos temporal durante la semana posterior a su operación.
El marcapasos más pequeño del mundo, un regulador temporal del ritmo cardíaco, más pequeño que un grano de arroz, que se inyecta, se controla con luz y finalmente se disuelve. Foto: John A. Rogers/Universidad Northwestern/AFP
“Nueva era”
También esperan que este dispositivo ayude a restablecer un ritmo normal en adultos recién operados del corazón. Actualmente los marcapasos temporales requieren una intervención quirúrgica para coser electrodos a los músculos cardíacos, cuyos cables están conectados a un aparato colocado en el pecho del paciente.
Cuando el marcapasos deja de ser necesario, los médicos retiran los cables, lo que puede provocar daños. Neil Armstrong, el primer hombre que caminó sobre la Luna, falleció a consecuencia de una cirugía de ese tipo en 2012. En el futuro esta tecnología podría ofrecer soluciones a “desafíos sociales en materia de salud humana”, declaró Rogers.
Bozhi Tian, cuyo laboratorio en la Universidad de Chicago también ha desarrollado marcapasos activados por luz, pero quien no participó en esta nueva investigación, habló de un “gran avance significativo”. “Este nuevo marcapasos representa un auténtico avance tecnológico médico”, dijo a AFP.
“Supone un cambio de paradigma en la estimulación temporal y la medicina bioelectrónica, abriendo posibilidades que van mucho más allá de la cardiología, incluyendo la regeneración nerviosa, la cicatrización de heridas y los implantes inteligentes integrados”, añadió. Este minúsculo marcapasos “abre una nueva era de atención cardíaca suave, inteligente y amigable con los pacientes”, consideró Tian. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), las enfermedades cardíacas son la principal causa de mortalidad en el mundo.
“No tengo una voz en mi cabeza”: un trastorno llamado anendofasia
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París, Francia. AFP.
¿Se puede vivir sin esa voz interior que nos ayuda a organizar las ideas? Algunas personas sufren anendofasia, un trastorno recientemente identificado por la ciencia que permite entender mejor cómo pensamos. “No tengo una voz en mi cabeza”, explica Mel May, una australiana de 30 años que vive en Nueva York y que descubrió que era una excepción después de leer un artículo sobre el tema.
Esta videasta tuvo que enfrentarse a la incredulidad de sus familiares hasta que los psicólogos confirmaron su trastorno. Es una de las pocas personas cuyo pensamiento no va acompañado por un monólogo interior. El fenómeno era conocido, pero no fue hasta el año pasado que un grupo de investigadores propusieron en la revista Psychological Science darle un nombre: anendofasia.
Este trastorno arroja luz sobre cómo formulamos nuestros pensamientos, algo particularmente difícil de estudiar porque no lo puede explicar un observador externo. “La gente no se da cuenta de las características de su experiencia interior”, dice a la AFP el profesor de psicología Russell Hurlburt de la Universidad de Nevada.
Hurlburt ha realizado varios estudios sobre los procesos del pensamiento, centrándose entre otros en el caso de Mel May. Uno de los experimentos consistía en pedir a los sujetos que leyeran “La Metamorfosis” de Franz Kafka. Luego les interrumpían de manera abrupta y aleatoria y les pedían describir lo que pasaba por su cabeza. En algunos casos, explicaban no tener las palabras del texto en sus cabezas sino solo imágenes, “su propio video” de la historia, según el profesor Hurlburt.
Aunque el caso de Mel May es excepcional por su total ausencia de voz interior, los investigadores subrayan que el monólogo interior no siempre está presente. Hurlburt estima que solo entre el 20 y el 25 % de las veces pensamos en forma de monólogo interior, aunque admite que serían necesarios más estudios para confirmar esa cifra.
Cuando pensamos hay otros procesos en marcha, como las imágenes visuales, las emociones o el llamado pensamiento no simbólico. El estudio de la anendofasia ha puesto en entredicho algunas certezas. La investigadora francesa Hélène Loevenbruck, una especialista del monólogo interior, admite haber cambiado de opinión.
“Hasta hace poco, pensaba que todos teníamos una voz interior”, dice a la AFP. Las investigaciones de Loevenbruck apuntan a que este tipo de monólogo mental sirve de “simulación interna” y es esencial para poder luego traducir los pensamientos en palabras.
Sin embargo, es difícil evaluar las consecuencias concretas de la ausencia de una voz interior o de otros fenómenos, como la afantasia, la ausencia de imágenes mentales. Según Daniel Gregory, un filósofo especializado en esta cuestión de la Universidad de Barcelona, la voz interior nos hace “vulnerables a los patrones de pensamiento negativos, a los pensamientos obsesivos”.
Pero también se puede utilizar “para animarse, para enviarse mensajes positivos a uno mismo”, apunta. Mel May sabe que no tener voz interior tiene “pros y contras” y reconoce que le cuesta evocar recuerdos del pasado. Pero sí está segura de una cosa: “No estoy vacía por dentro: sé y siento cosas”.